Laia.Había pasado un día desde que pude controlar el agua del río, o por lo menos hice el intento. Después de eso, seguí esforzándome para hacerlo con el grifo del lavabo, y sorprendentemente lo estaba manejando mejor al ser una pequeña cantidad.El problema era que me cansaba muy rápido al hacerlo. Moví mi mano, guiando a la poca agua que pude contener en el aire y la deslicé hasta que la lancé hacia la puerta.Me quedé en shock porque no esperaba que alguien la abriera justo en el momento en que lancé el pequeño proyectil.—¡Laia! —exclamó Zoé.Le había mojado todo su cabello y cerró sus puños con enojo. Tuve que regalarle una sonrisa nerviosa porque no esperaba que ella apareciera de repente.—L-lo siento, no sabía que estarías ahí —dije, rascándome la nuca.—Y eso que ya me bañé —bufó, tomando una toalla para secarse—. Hay alguien que quiere verte.—¿Quién?—Una sirvienta, me ha dicho que tiene información importante para ti —Bostezó—. Fuera, fuera, me estoy cagando.Me empujó co
Laia.—¿Olvidaste nuestro acuerdo? —me preguntó Caleb.Yo estaba apretando los labios y la parte inferior de mi camisa porque los nervios me tenían descontrolada.Habían pasado exactamente seis días desde el aviso de Payton, en los que con su ayuda, logré controlar los cuatro elementos sin mucho esfuerzo. Solo tuve que acoplarme a ellos como si fueran parte de mí.Y claro que jamás se me olvidaría el trato que hicimos. Él me tomó de la mano con la intención de sacarme de la habitación, así que ahogué un suspiro sorpresivo.—Hey, ¿a dónde me llevas? —refuté, con los labios temblorosos.—Haremos una última prueba para ver si puedes controlarlos a todos como ayer —respondió.Me estaba arrastrando, pero ver su ancha espalda era una delicia para mis ojos. No paraba de imaginarme a Caleb desnudo ya que no habíamos vuelto a tener relaciones desde aquella vez en el bosque.Todavía Payton no daba señales por la radio que compartía con Eliezer, por lo que ya todas las manadas se estaban prepara
Caleb.Los labios de Laia me quitaban la poca cordura que tenía. La pegué más a mi cuerpo hasta que nuestras pelvis chocaron, pero para eso tuve que inclinarme por mi altura. Tenerla así de dispuesta para mí, me hacía enloquecer.Me separé por falta de aire, ya que si seguía, sabía que no iba a poder detenerme.—No sabes lo bien que me siento ahora, Laia —confesé, con sinceridad.—T-tonto... —Se cubrió las mejillas como pudo—. Deja de jugar conmigo, me pones muy nerviosa.Sonreí.Era satisfactorio ver las reacciones de Laia cada vez que yo le hacía algo. A pesar de que habíamos hecho y deshecho a tal punto de que ya deberíamos tener más confianza, ella seguía actuando con timidez.Solo era cuestión de que se acostumbrara.—Felicidades, has superado la prueba que te puse —hablé, con una mano en la cintura.—¿De qué hablas ahora?—Dominaste la Ecomancia en menos de una semana, aunque debes tener en cuenta que vas a usarla para acabar con tus enemigos y no para mostrarles un espectáculo
Laia.Hice lo que me pidió y mi corazón estaba desesperado porque ya sabía lo que Caleb quería. Estaba muy nerviosa porque nunca antes había hecho algo así.¿Y si lo hacía mal? ¿Y si lo lastimaba?—N-no sé hacerlo —dije, una vez que estaba casi arrodillada y con su miembro muy cerca de mi rostro.Era aterrador verlo desde esa perspectiva porque se veía grande y no sabía si me iba a caber completo. Tragué saliva, con mi mano temblorosa empecé a hacer leves movimientos a su alrededor.—Solo no vayas a pegar los dientes y todo estará bien —recomendó, cubriendo su rostro.¿Estaba avergonzado? ¿O mi mano le estaba causando algo?—Bien... Haré lo que pueda.Inhalé hondo para prepararme mentalmente y dejé salir todo el aire. Saqué mi lengua para humedecer un poco la rosada punta que parecía palpitar con esa acción.Las piernas de Caleb se tensaron y eso solo me confirmó que lo estaba disfrutando. Introduje su miembro con lentitud dentro de mi boca, hasta donde me entró. Fue más o menos la mi
Caleb.***¿Estaba soñando?Mi cuerpo se sentía liviano, muy liviano... A parte, estaba flotando en medio de la nada. Todo era oscuridad y no había ni un alma cerca. Nada.Me giré en todas direcciones, tal vez solo tenía que buscar la forma de despertarme, hasta que una risa malévola me erizó los vellos.—Mmh, no pensé que Luna me serviría para darme la oportunidad de comunicarme contigo —habló, me volteé sintiendo el peligro que emanaba de ella.Una mujer de cabello negro justo como la describió Laia, estaba de pie frente a mí, con una mano en su mejilla para aparentar verse inofensiva.—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, mirándola con molestia.Por su culpa habían pasado tantas cosas... Le tenía un rencor grandísimo porque ella acabó con muchas manadas inocentes que no tenían la culpa de nada.—Ah, no seas cruel conmigo —chilló, fingiendo drama—. Odio que me traten con indiferencia.Su voz cambió y sonó más gruesa de lo que era realmente. Sus ojos intimidaban, no lo podía negar. Ese
Laia.Fui casi corriendo a mi habitación para buscar a Zoé y ponerme el traje especial porque había que prepararnos para la batalla. No podíamos esperar ni un minuto más o Eris terminaría viniendo hacia nosotros.Entré sin tocar la puerta y ella estaba dormida, con la saliva saliendo de su boca. Tuve que moverla con cuidado para no asustarla.—¿Mmh? ¿Laia? —habló, con la voz ronca.—Zoé, levántate. Tenemos que irnos pronto —comenté, yendo al armario.Dejé que se restregara los ojos e hiciera lo suyo. Yo tomé varias cosas que podía necesitar y las metí en un bolso pequeño que me llevaría. Me quité la ropa que tenía puesta porque iba a aprovechar de bañarme, no sabíamos cuánto íbamos a durar por allá.—¿De qué carajos hablas? ¿Cómo que irnos? —interrogó, ya más calmada—. No me digas que te peleaste con Caleb.La ayudé a quitarse la ropa porque era normal que a veces tomáramos un baño juntas ya que ambas teníamos cuerpos femeninos.—No lo digo en ese sentido —aclaré, metiéndome al baño y
Laia.Volvimos a nuestra forma normal en cuanto estábamos muy cerca del lugar. Teníamos que ser lo más sigilosos posibles porque no sabíamos si ya nos estaban esperando o habría alguna trampa.—Quédate conmigo —indicó Caleb, tomando mi mano.—Soy más fuerte que tú, ¿recuerdas? —refuté, con una sonrisa.—Caleb, puedo sentir la presencia de un mal muy superior al frente —intervino Xavier.No me di cuenta de que él siempre estuvo cerca de nosotros. Se veía bastante serio y una gota de sudor recorrió su frente.Me puse a analizar y tenía razón, había una especie de poder maligno y muy intenso justo más adelante. Tragué saliva ya que nosotros éramos los que estábamos en el frente, así que nos toparíamos de lleno con el enemigo principal.—Lo sé, acabo de percibir lo mismo. Estoy seguro de que se trata de ella —murmuró Caleb—. Hay que seguir.Caminamos un poco más, y nos dimos cuenta de que había una especie de campamento en esa zona, pero más adelante pude notar un castillo. Agudizar mi vi
Laia.El gigante se deshizo porque no podía mantenerlo durante tanto tiempo, igual ya había logrado mi cometido. Necesitaba guardar energías porque sabía que eso fue un simple rasguño para Eris.Ella se levantó con una sonrisa cínica que no me dio miedo, y una risa burlona salió de su boca. Me puse en posición defensiva porque sabía que en cualquier momento iba a atacar de regreso.—Agh, odiaba lo fastidiosos que son los elementos. Me recuerdas un poco a Luna, ella también hizo ese truco —bufó, con una mano en la cadera—. ¿Por qué todo tiene que ver con ella? —Chasqueó sus dientes—. Laia, querida. Mejor ríndete antes de que se me agote la paciencia.Sacudió su ropa por el poco polvo que había agarrado. Yo tensé la mandíbula porque en mis planes no estaba rendirme. Era todo o nada. Ganar o perder.Cerré mis puños con fuerza.—¿Por qué no peleas de una buena vez? —inquirí, alzando una ceja—. Hablas mucho y haces poco.La provoqué con esa última oración, ya que sus manos se cerraron al p