Caleb.Eris me apuñaló con su propio brazo. La sonrisa maquiavélica que tenía plasmada en el rostro era digna de temer, pero no me iba a afectar.Me preocupaba más la reacción de Laia, porque sabía que ella siempre terminaba salvándome cuando yo corría peligro, ¿por qué no podía ser al revés? Lo que ella no tenía en cuenta era que yo no iba a morir, ya que mi regeneración era superior siempre y cuando no se tratara de un arma de plata.—Laia... No te preocupes —le dije, casi en un susurro ahogado.—Veamos de qué es capaz esa niña —proclamó Eris, con lujuria en sus ojos—. Le demostraré a Luna que sigo siendo superior.—¿Entonces todo se trata de una competencia? —cuestioné, en tono burlón—. Porque te recuerdo que tu hermana Luna tuvo un legado que la adora muchísimo. ¿Tú qué tienes? Solo controlas a los demás para que estén contigo.Escupí sangre.Eris presionó mi abdomen, y sentí que me estaba desgarrado todo por dentro a medida que movía su mano. Apreté los labios porque tenía que ag
Laia.Habían herido a Ashton a costa de tener una espada de oro. No estaba entendiendo nada, pero Zoé me había explicado que el oro era algo que mataba a los demonios sí o sí, o por lo menos debilitaba su poder.Su voz se adentró en mis oídos y me di cuenta de que corrió hacia Ashton, con la esperanza de que estuviera vivo.Yo tenía que concentrarme en Eris, ya que la vi con intenciones de moverse hacia los dos jóvenes. Mis ojos analizaron el panorama a mi alrededor, ya me estaba acostumbrando a saber lo que iba a pasar, lástima que no pude defender a Ashton a tiempo.—Eso no se hace, niños... —murmuró ella.Puede predecir los próximos segundos, en donde ella iría hacia Zoé y le clavaría su brazo justo como hizo con Caleb minutos atrás. No iba a permitirlo. Así que me posicioné delante de ella cuando vi que iba a moverse.—Tu oponente soy yo —le dije, estirando mis brazos para que no pasara.Ella dio un salto hacia atrás cuando vio que yo tenía la espada en mi mano derecha. Sentí el m
Caleb.—Caleb... Acaso, ¿se terminó? —cuestionó una aturdida Payton.Ella había llegado junto a Eliezer y demás personas de la manada. No quería ni preguntar a cuántos habíamos perdido, porque tanto Payton como Eliezer estaban heridos, y eso que ellos estaban en la retaguardia.—Ganamos.—Y-ya veo... —murmuró Eliezer, sorprendido—. Los cazadores desaparecieron por arte de magia mientras peleábamos.—Fueron simples humanos que seguro hicieron un pacto con Eris, eso les llevó a la ruina al perderla a ella —aclaré, sobándome el abdomen.Todavía la herida no terminaba de cerrarse por completo. Eliezer se percató y de inmediato se dirigió hacia mí con preocupación y seriedad.—Déjame ayudarte con eso —pidió, colocando ambas palmas sobre mi piel desnuda.Mi traje terminó roto entre tanta matanza y solo tenía puesto el pantalón. Así que mi torso era visible para todos. Inhalé hondo cuando sus manos me causaron un dolor punzante en la herida.—Dime... ¿A cuántos hemos perdido? —le pregunté, e
Laia.Me había duchado, todavía era de madrugada y yo no podía creer que habíamos cumplido con nuestro objetivo. Me senté en la cama a esperar a Caleb.No tardó mucho en salir del baño con una toalla diminuta que solo cubría sus partes íntimas. Las gotas de agua recorrían su torso desnudo, y con otra toalla secaba su húmedo cabello.—Al fin podemos estar tranquilos, ¿verdad? —hablé, rompiendo el silencio que se creó.—Fue más fácil de lo que esperaba —respondió, sin darle importancia—. Aunque debo elogiarte, porque tú hiciste todo.—Me ayudaste al ponerte en peligro —bromeé—. ¿Ya tu abdomen está bien?—¿No ves? Ya solo queda una cicatriz —señaló esa parte.Tenía razón. El hueco se había cerrado por completo y solo quedaba una pequeña marca de adorno. Me sorprendía la capacidad de regeneración que tenían los alfas. Yo todavía estaba llena de rasguños.—Y bien, ¿ya no tendrás la Ecomancia? —cuestionó, sentándose a mi lado.Hundió el colchón y lo empujé con diversión porque yo me estaba
Caleb.Me desperté primero que Laia y la vi profundamente dormida. Tenía un poco de jaqueca por haber bebido la noche anterior, pero sabía que ella estaría mucho peor.No pensé que le afectara tanto el vino y eso que solo bebió unas tres copas. Me levanté y me vestí con lo primero que encontré en el armario. Tenía que salir a ver cómo estaban los demás.En el camino, me topé con Xavier al cruzar una esquina.—Caleb, justo iba a buscarte —comentó, aliviado—. Todos los alfas se están preguntando qué va a pasar ahora que ya no hay peligro.—Típico en los alfas inferiores. Diles que tienen la decisión libre, pueden quedarse aquí o irse a sus antiguos hogares, lo que prefieran —Sacudí mi mano.Sabía que varios alfas cuestionaban mis métodos de liderazgo, exceptuando a Payton y Eliezer, no dudaba en que esas dos manadas serían las únicas en quedarse.—Comprendo. Les avisaré en cuanto los vea —acató—. ¿Su herida está mejor?—Por supuesto, ya deja de preocuparte por mí y consíguete una novia
Laia.—Y por eso es que hoy tendremos una cita doble —informó Zoé, con orgullo.Me estuvo explicando cómo fue que llegaron a eso. Habían pasado unos días desde que salvamos al mundo y ya los heridos habían sanado por completo.La mayoría de las manadas que se mudaron, terminaron yéndose de regreso a su antiguo hogar, exceptuando a Eliezer y Payton, que decidieron quedarse porque se sentían más cómodos.—Te gusta Ashton, ¿verdad? —inquirí, alzando una ceja.—¿Q-qué dices? No es eso, Laia —Se excusó, negando con la cabeza—. Solo quiero saber cómo se siente tener una cita.—Deberías ser un poco más clara con tus sentimientos, ya pronto cumplirás diecisiete, ¿no? —recordé, cruzada de brazos sobre la cama.Ya llevaba varios días durmiendo con Caleb, así que estaba por decirle a Zoé que me mudaría a su habitación. Esperaba que no lo tomara de mala manera.—Me faltará un año para poder aceptarlo —proclamó.—Caíste —me burlé—. O sea que sí vas a aceptarlo.Ella infló sus mejillas y se cubrió
Caleb.Estaba muy nervioso, por primera vez el sudor en mis axilas se hizo presente, a pesar de que había aire acondicionado en el lugar.La cara sorprendida de Laia me dejaba impaciente porque estaba tardando mucho en darme una respuesta. No podía creer que fui capaz de hacerle esa propuesta.¿Estaba arrepentida?—¡Claro que acepto! —chilló, tapando su boca—. Me encantaría ser tu esposa, Caleb.Su respuesta fue suficiente para mí. Un sentimiento de alivio me invadió y guardé el anillo en mi bolsillo de nuevo para tomar a Laia con mis manos y darle una vuelta en el aire.—No sabes lo bien que me siento ahora —dije, sonriendo.La atraje hacia mí y le di un suave beso. Los aplausos se hicieron presentes, pero no me importó porque lo único que quería era darle toda mi atención a Laia y que los demás no existieran.Sus labios acariciaban los míos con delicadeza y ternura. Mi mano se posó sobre su mejilla para profundizar el beso, porque la celebración dentro de mí estaba estallando con su
Laia.Los días pasaban a toda velocidad, faltaba menos de un mes para la boda y Caleb casi no tenía tiempo libre por andar planeando todo.Quería darme la sorpresa, así que no dejaba que me metiera en ese asunto. Dejé reposar mi mentón sobre mi puño, apoyando el brazo encima de la mesa.Estaba esperando a Zoé en el patio de la mansión.Aunque... No esperaba que viniera con Ashton.—Laia, espero no te moleste. Él quiso venir —Lo señaló, apenada.—¿Q-qué? Pero si tú... —Ella no lo dejó terminar y llevó su dedo a su boca.—Ashton, no he pedido tu opinión. Ahora, siéntate —ordenó.La pelinegra se sentó frente a mí y yo tenía los ojos abiertos. ¿Acaso lo estaba manipulando? Pobre alma la de Ashton, no le quedó de otra más que bajar la cabeza con timidez.—Quería contarte algo muy privado, Zoé... No creo que sea buena idea que Ashton esté presente —dije, mordiéndome el labio—. Sin ofender, Ashton. Me caes bien y todo.—Oh, no te preocupes por eso —Él sacudió sus manos—. Llevo rato intentand