Caleb.—Caleb... Acaso, ¿se terminó? —cuestionó una aturdida Payton.Ella había llegado junto a Eliezer y demás personas de la manada. No quería ni preguntar a cuántos habíamos perdido, porque tanto Payton como Eliezer estaban heridos, y eso que ellos estaban en la retaguardia.—Ganamos.—Y-ya veo... —murmuró Eliezer, sorprendido—. Los cazadores desaparecieron por arte de magia mientras peleábamos.—Fueron simples humanos que seguro hicieron un pacto con Eris, eso les llevó a la ruina al perderla a ella —aclaré, sobándome el abdomen.Todavía la herida no terminaba de cerrarse por completo. Eliezer se percató y de inmediato se dirigió hacia mí con preocupación y seriedad.—Déjame ayudarte con eso —pidió, colocando ambas palmas sobre mi piel desnuda.Mi traje terminó roto entre tanta matanza y solo tenía puesto el pantalón. Así que mi torso era visible para todos. Inhalé hondo cuando sus manos me causaron un dolor punzante en la herida.—Dime... ¿A cuántos hemos perdido? —le pregunté, e
Laia.Me había duchado, todavía era de madrugada y yo no podía creer que habíamos cumplido con nuestro objetivo. Me senté en la cama a esperar a Caleb.No tardó mucho en salir del baño con una toalla diminuta que solo cubría sus partes íntimas. Las gotas de agua recorrían su torso desnudo, y con otra toalla secaba su húmedo cabello.—Al fin podemos estar tranquilos, ¿verdad? —hablé, rompiendo el silencio que se creó.—Fue más fácil de lo que esperaba —respondió, sin darle importancia—. Aunque debo elogiarte, porque tú hiciste todo.—Me ayudaste al ponerte en peligro —bromeé—. ¿Ya tu abdomen está bien?—¿No ves? Ya solo queda una cicatriz —señaló esa parte.Tenía razón. El hueco se había cerrado por completo y solo quedaba una pequeña marca de adorno. Me sorprendía la capacidad de regeneración que tenían los alfas. Yo todavía estaba llena de rasguños.—Y bien, ¿ya no tendrás la Ecomancia? —cuestionó, sentándose a mi lado.Hundió el colchón y lo empujé con diversión porque yo me estaba
Caleb.Me desperté primero que Laia y la vi profundamente dormida. Tenía un poco de jaqueca por haber bebido la noche anterior, pero sabía que ella estaría mucho peor.No pensé que le afectara tanto el vino y eso que solo bebió unas tres copas. Me levanté y me vestí con lo primero que encontré en el armario. Tenía que salir a ver cómo estaban los demás.En el camino, me topé con Xavier al cruzar una esquina.—Caleb, justo iba a buscarte —comentó, aliviado—. Todos los alfas se están preguntando qué va a pasar ahora que ya no hay peligro.—Típico en los alfas inferiores. Diles que tienen la decisión libre, pueden quedarse aquí o irse a sus antiguos hogares, lo que prefieran —Sacudí mi mano.Sabía que varios alfas cuestionaban mis métodos de liderazgo, exceptuando a Payton y Eliezer, no dudaba en que esas dos manadas serían las únicas en quedarse.—Comprendo. Les avisaré en cuanto los vea —acató—. ¿Su herida está mejor?—Por supuesto, ya deja de preocuparte por mí y consíguete una novia
Laia.—Y por eso es que hoy tendremos una cita doble —informó Zoé, con orgullo.Me estuvo explicando cómo fue que llegaron a eso. Habían pasado unos días desde que salvamos al mundo y ya los heridos habían sanado por completo.La mayoría de las manadas que se mudaron, terminaron yéndose de regreso a su antiguo hogar, exceptuando a Eliezer y Payton, que decidieron quedarse porque se sentían más cómodos.—Te gusta Ashton, ¿verdad? —inquirí, alzando una ceja.—¿Q-qué dices? No es eso, Laia —Se excusó, negando con la cabeza—. Solo quiero saber cómo se siente tener una cita.—Deberías ser un poco más clara con tus sentimientos, ya pronto cumplirás diecisiete, ¿no? —recordé, cruzada de brazos sobre la cama.Ya llevaba varios días durmiendo con Caleb, así que estaba por decirle a Zoé que me mudaría a su habitación. Esperaba que no lo tomara de mala manera.—Me faltará un año para poder aceptarlo —proclamó.—Caíste —me burlé—. O sea que sí vas a aceptarlo.Ella infló sus mejillas y se cubrió
Caleb.Estaba muy nervioso, por primera vez el sudor en mis axilas se hizo presente, a pesar de que había aire acondicionado en el lugar.La cara sorprendida de Laia me dejaba impaciente porque estaba tardando mucho en darme una respuesta. No podía creer que fui capaz de hacerle esa propuesta.¿Estaba arrepentida?—¡Claro que acepto! —chilló, tapando su boca—. Me encantaría ser tu esposa, Caleb.Su respuesta fue suficiente para mí. Un sentimiento de alivio me invadió y guardé el anillo en mi bolsillo de nuevo para tomar a Laia con mis manos y darle una vuelta en el aire.—No sabes lo bien que me siento ahora —dije, sonriendo.La atraje hacia mí y le di un suave beso. Los aplausos se hicieron presentes, pero no me importó porque lo único que quería era darle toda mi atención a Laia y que los demás no existieran.Sus labios acariciaban los míos con delicadeza y ternura. Mi mano se posó sobre su mejilla para profundizar el beso, porque la celebración dentro de mí estaba estallando con su
Laia.Los días pasaban a toda velocidad, faltaba menos de un mes para la boda y Caleb casi no tenía tiempo libre por andar planeando todo.Quería darme la sorpresa, así que no dejaba que me metiera en ese asunto. Dejé reposar mi mentón sobre mi puño, apoyando el brazo encima de la mesa.Estaba esperando a Zoé en el patio de la mansión.Aunque... No esperaba que viniera con Ashton.—Laia, espero no te moleste. Él quiso venir —Lo señaló, apenada.—¿Q-qué? Pero si tú... —Ella no lo dejó terminar y llevó su dedo a su boca.—Ashton, no he pedido tu opinión. Ahora, siéntate —ordenó.La pelinegra se sentó frente a mí y yo tenía los ojos abiertos. ¿Acaso lo estaba manipulando? Pobre alma la de Ashton, no le quedó de otra más que bajar la cabeza con timidez.—Quería contarte algo muy privado, Zoé... No creo que sea buena idea que Ashton esté presente —dije, mordiéndome el labio—. Sin ofender, Ashton. Me caes bien y todo.—Oh, no te preocupes por eso —Él sacudió sus manos—. Llevo rato intentand
Caleb.Tenía que admitir que planear una ceremonia de bodas era complicado, por muy pequeña que fuera. Encargué las mejores flores para decorar el bosque, porque sí, sería en medio del bosque, en un campo abierto que quedaba cerca de la mansión.En ese lugar me gustaba mucho pasear con Kate cuando estaba más joven.—Nunca imaginé que estaría ayudándolo en esto —resopló Xavier.Él estaba tejiendo, quería que la decoración fuera digna para Laia, que combinara con su belleza. Ambos estábamos en mi oficina y yo no paraba de teclear en el computador.—Falta menos de un mes, así que me tiene nervioso —confesé, soltando un suspiro—. ¿No has pensado en seguir mi consejo de buscar pareja?—En primer lugar, usted cambió muchísimo. Hace un año no me imaginaba viéndolo casado —alegó, alzando una ceja—. Y actualmente estoy bien solo.—Basta, Xavier, no me traigas malos recuerdos —Sacudí mi mano en negación—. Lo importante es que ahora me considero un hombre feliz.Lo miré con aires de grandeza, po
Laia.Mi vestido blanco de novia había sido diseñado por el mejor costurero, según Caleb. Era de mangas largas y pegado a mi cuerpo, resaltando mis caderas.Lo único que me incomodaba un poco era que ya se me empezaba a notar la panza, menos mal que no atrasó por más tiempo la boda.—¿Estás lista? Porque yo te llevaré al altar —preguntó Zoé, orgullosa de sí misma.Me reí.Ella llevaba el cabello atado en una cebolla y un vestido rosa pastel. Fue un proceso hacer que quisiera usarlo, ya que ella no era fan de los vestidos porque decía que eran muy femeninos. Solo los usaba cuando yo se lo pedía.—Estoy más que lista —afirmé, agarrándome de su brazo.Era mi gran día, en donde uniría mi vida con la de Caleb de manera oficial. Los miembros de las manadas serían testigos, y la misma luna.—No pensé que llegaría a ver este día. Cuando te conocí, creí que estarías soltera para siempre por como me hablabas de Caleb —confesó.Ambas salimos de la habitación porque todavía teníamos que caminar u