Caleb.***¿Estaba soñando?Mi cuerpo se sentía liviano, muy liviano... A parte, estaba flotando en medio de la nada. Todo era oscuridad y no había ni un alma cerca. Nada.Me giré en todas direcciones, tal vez solo tenía que buscar la forma de despertarme, hasta que una risa malévola me erizó los vellos.—Mmh, no pensé que Luna me serviría para darme la oportunidad de comunicarme contigo —habló, me volteé sintiendo el peligro que emanaba de ella.Una mujer de cabello negro justo como la describió Laia, estaba de pie frente a mí, con una mano en su mejilla para aparentar verse inofensiva.—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, mirándola con molestia.Por su culpa habían pasado tantas cosas... Le tenía un rencor grandísimo porque ella acabó con muchas manadas inocentes que no tenían la culpa de nada.—Ah, no seas cruel conmigo —chilló, fingiendo drama—. Odio que me traten con indiferencia.Su voz cambió y sonó más gruesa de lo que era realmente. Sus ojos intimidaban, no lo podía negar. Ese
Laia.Fui casi corriendo a mi habitación para buscar a Zoé y ponerme el traje especial porque había que prepararnos para la batalla. No podíamos esperar ni un minuto más o Eris terminaría viniendo hacia nosotros.Entré sin tocar la puerta y ella estaba dormida, con la saliva saliendo de su boca. Tuve que moverla con cuidado para no asustarla.—¿Mmh? ¿Laia? —habló, con la voz ronca.—Zoé, levántate. Tenemos que irnos pronto —comenté, yendo al armario.Dejé que se restregara los ojos e hiciera lo suyo. Yo tomé varias cosas que podía necesitar y las metí en un bolso pequeño que me llevaría. Me quité la ropa que tenía puesta porque iba a aprovechar de bañarme, no sabíamos cuánto íbamos a durar por allá.—¿De qué carajos hablas? ¿Cómo que irnos? —interrogó, ya más calmada—. No me digas que te peleaste con Caleb.La ayudé a quitarse la ropa porque era normal que a veces tomáramos un baño juntas ya que ambas teníamos cuerpos femeninos.—No lo digo en ese sentido —aclaré, metiéndome al baño y
Laia.Volvimos a nuestra forma normal en cuanto estábamos muy cerca del lugar. Teníamos que ser lo más sigilosos posibles porque no sabíamos si ya nos estaban esperando o habría alguna trampa.—Quédate conmigo —indicó Caleb, tomando mi mano.—Soy más fuerte que tú, ¿recuerdas? —refuté, con una sonrisa.—Caleb, puedo sentir la presencia de un mal muy superior al frente —intervino Xavier.No me di cuenta de que él siempre estuvo cerca de nosotros. Se veía bastante serio y una gota de sudor recorrió su frente.Me puse a analizar y tenía razón, había una especie de poder maligno y muy intenso justo más adelante. Tragué saliva ya que nosotros éramos los que estábamos en el frente, así que nos toparíamos de lleno con el enemigo principal.—Lo sé, acabo de percibir lo mismo. Estoy seguro de que se trata de ella —murmuró Caleb—. Hay que seguir.Caminamos un poco más, y nos dimos cuenta de que había una especie de campamento en esa zona, pero más adelante pude notar un castillo. Agudizar mi vi
Laia.El gigante se deshizo porque no podía mantenerlo durante tanto tiempo, igual ya había logrado mi cometido. Necesitaba guardar energías porque sabía que eso fue un simple rasguño para Eris.Ella se levantó con una sonrisa cínica que no me dio miedo, y una risa burlona salió de su boca. Me puse en posición defensiva porque sabía que en cualquier momento iba a atacar de regreso.—Agh, odiaba lo fastidiosos que son los elementos. Me recuerdas un poco a Luna, ella también hizo ese truco —bufó, con una mano en la cadera—. ¿Por qué todo tiene que ver con ella? —Chasqueó sus dientes—. Laia, querida. Mejor ríndete antes de que se me agote la paciencia.Sacudió su ropa por el poco polvo que había agarrado. Yo tensé la mandíbula porque en mis planes no estaba rendirme. Era todo o nada. Ganar o perder.Cerré mis puños con fuerza.—¿Por qué no peleas de una buena vez? —inquirí, alzando una ceja—. Hablas mucho y haces poco.La provoqué con esa última oración, ya que sus manos se cerraron al p
Caleb.Eris me apuñaló con su propio brazo. La sonrisa maquiavélica que tenía plasmada en el rostro era digna de temer, pero no me iba a afectar.Me preocupaba más la reacción de Laia, porque sabía que ella siempre terminaba salvándome cuando yo corría peligro, ¿por qué no podía ser al revés? Lo que ella no tenía en cuenta era que yo no iba a morir, ya que mi regeneración era superior siempre y cuando no se tratara de un arma de plata.—Laia... No te preocupes —le dije, casi en un susurro ahogado.—Veamos de qué es capaz esa niña —proclamó Eris, con lujuria en sus ojos—. Le demostraré a Luna que sigo siendo superior.—¿Entonces todo se trata de una competencia? —cuestioné, en tono burlón—. Porque te recuerdo que tu hermana Luna tuvo un legado que la adora muchísimo. ¿Tú qué tienes? Solo controlas a los demás para que estén contigo.Escupí sangre.Eris presionó mi abdomen, y sentí que me estaba desgarrado todo por dentro a medida que movía su mano. Apreté los labios porque tenía que ag
Laia.Habían herido a Ashton a costa de tener una espada de oro. No estaba entendiendo nada, pero Zoé me había explicado que el oro era algo que mataba a los demonios sí o sí, o por lo menos debilitaba su poder.Su voz se adentró en mis oídos y me di cuenta de que corrió hacia Ashton, con la esperanza de que estuviera vivo.Yo tenía que concentrarme en Eris, ya que la vi con intenciones de moverse hacia los dos jóvenes. Mis ojos analizaron el panorama a mi alrededor, ya me estaba acostumbrando a saber lo que iba a pasar, lástima que no pude defender a Ashton a tiempo.—Eso no se hace, niños... —murmuró ella.Puede predecir los próximos segundos, en donde ella iría hacia Zoé y le clavaría su brazo justo como hizo con Caleb minutos atrás. No iba a permitirlo. Así que me posicioné delante de ella cuando vi que iba a moverse.—Tu oponente soy yo —le dije, estirando mis brazos para que no pasara.Ella dio un salto hacia atrás cuando vio que yo tenía la espada en mi mano derecha. Sentí el m
Caleb.—Caleb... Acaso, ¿se terminó? —cuestionó una aturdida Payton.Ella había llegado junto a Eliezer y demás personas de la manada. No quería ni preguntar a cuántos habíamos perdido, porque tanto Payton como Eliezer estaban heridos, y eso que ellos estaban en la retaguardia.—Ganamos.—Y-ya veo... —murmuró Eliezer, sorprendido—. Los cazadores desaparecieron por arte de magia mientras peleábamos.—Fueron simples humanos que seguro hicieron un pacto con Eris, eso les llevó a la ruina al perderla a ella —aclaré, sobándome el abdomen.Todavía la herida no terminaba de cerrarse por completo. Eliezer se percató y de inmediato se dirigió hacia mí con preocupación y seriedad.—Déjame ayudarte con eso —pidió, colocando ambas palmas sobre mi piel desnuda.Mi traje terminó roto entre tanta matanza y solo tenía puesto el pantalón. Así que mi torso era visible para todos. Inhalé hondo cuando sus manos me causaron un dolor punzante en la herida.—Dime... ¿A cuántos hemos perdido? —le pregunté, e
Laia.Me había duchado, todavía era de madrugada y yo no podía creer que habíamos cumplido con nuestro objetivo. Me senté en la cama a esperar a Caleb.No tardó mucho en salir del baño con una toalla diminuta que solo cubría sus partes íntimas. Las gotas de agua recorrían su torso desnudo, y con otra toalla secaba su húmedo cabello.—Al fin podemos estar tranquilos, ¿verdad? —hablé, rompiendo el silencio que se creó.—Fue más fácil de lo que esperaba —respondió, sin darle importancia—. Aunque debo elogiarte, porque tú hiciste todo.—Me ayudaste al ponerte en peligro —bromeé—. ¿Ya tu abdomen está bien?—¿No ves? Ya solo queda una cicatriz —señaló esa parte.Tenía razón. El hueco se había cerrado por completo y solo quedaba una pequeña marca de adorno. Me sorprendía la capacidad de regeneración que tenían los alfas. Yo todavía estaba llena de rasguños.—Y bien, ¿ya no tendrás la Ecomancia? —cuestionó, sentándose a mi lado.Hundió el colchón y lo empujé con diversión porque yo me estaba