Laia.No pensé que hacerlo con mi mate fuera una maravilla. Mi corazón estaba sincronizado con el suyo a pesar del agite que estábamos teniendo. Yo terminé por subirme encima de él y colocar mis palmas sobre sus pectorales.Él sostuvo mis caderas, ayudándome a moverme por lo inexperta que era. El hormigueo que me recorría por dentro era delicioso, tanto para hacerme gemir cada minuto que pasaba.—Sigue, por favor... No te detengas —suplicó, apretando la mandíbula.No me importó que Caleb no tuviera protección, la piel de su miembro erecto y caliente solo me hacía estremecer con cada embestida que ambos nos dábamos. Mi boca estaba abierta, y busqué la suya con necesidad al inclinarme hacia él.Estábamos siendo uno solo en ese momento, dejándonos llevar por nuestros alientos chocantes y ansiosos de ir por más. Queríamos llegar al clímax, y yo no estaba muy lejos de hacerlo.—C-Caleb... Por la diosa —Ahogué un suspiro.Esa corriente eléctrica me invadió por completo en cuanto mis caderas
Laia.Desperté con esa fuerte presión en el pecho, haciéndome respirar entre cortadamente y agitada. Caleb, quien estaba dormido a mi lado, sintió mis movimientos y terminó sobresaltado.—¿L-Laia? ¿Qué sucede? —soltó, con la voz ronca.Sus brazos desnudos me abrazaron. Me pude dar cuenta de que ambos estábamos sin ropa debajo de las sábanas y la calidez que emanaba de nuestros cuerpos era increíble.Yo tenía la boca abierta, una fuerte presión me ahogaba, pero también sentía mil hormigueos por doquier.—Yo... —Me ahogué con mi propia voz.Empecé a toser y Caleb me agarró entre sus brazos, buscando dar leves palmadas en mi espalda para ayudarme a mantener la calma.Todo a mi alrededor daba vueltas como si estuviera mareada, pero eso solo me daba la claridad que necesitaba. La diosa ya me advirtió de esos efectos.—Laia, háblame... Me estás preocupando —murmuró, con aflicción.Tuve que hacerle señas con mi mano para que esperara a que mi respiración volviera a la normalidad. Mi corazón
Caleb.—Creo que lo primordial sería que te transformes, así me explicas luego si te sientes diferente —le recomendé a Laia.Ambos nos habíamos adentrado un poco al bosque para explorar más acerca de su nuevo poder. Ella necesitaba poder explicarlo y darme respuestas para entender cómo podíamos mejorarlo.—De acuerdo... Aunque en pleno sol me sentiré sofocada —respondió, con una mano cubriendo su frente.—Acá hay sombra, Laia. No pongas excusas —indiqué, haciéndome a un lado.Ella vino hacia mí a regañadientes. Tal vez porque quería quedarse hablando con Zoé y el tal Ashton, pero yo le recordé sobre nuestro objetivo principal.—Bien.—No me veas como el villano, sabes que ya Payton salió en la búsqueda de Eris —Me crucé de brazos—. Es cuestión de tiempo para que nos dé noticias.—Lo sé, solo quería relajarme un poco —bufó.Ella se acomodó e invocó a su loba interior, la cual poco a poco empezó a presentarse. No me cansaría de ver ese hermoso y brillante pelaje amarillo que rebosaba de
Caleb.Después de haber tenido el encuentro con Laia, me dispuse a ir a mi oficina en la mansión porque me parecía extraño que Payton haya dado respuestas en tan poco tiempo.Entré y ya estaban tanto Xavier como Eliezer esperándome, junto a una radio en mano. Tenían una expresión seria, y por un momento escuché la voz de Payton salir estática.—Cuéntenme, ¿qué es lo que sucede? —cuestioné, caminando hacia el escritorio.Me senté, dispuesto a escuchar. Primero, Eliezer me entregó la radio por donde se comunicaba con la alfa.—Payton, ya Caleb está con nosotros —avisó el señor, con tranquilidad.—Hasta que por fin apareces, o sea que yo me muero y tú metido en quién sabe dónde —reprochó la mujer.Rodé los ojos.—No seas dramática y vayamos al grano. ¿Dónde te encuentras? ¿Estás en peligro? —interrogué, con las cejas inclinadas.—No. Estoy oculta y monté un pequeño campamento para descansar antes de continuar —resopló, sonando como si tuviera algo metido en la boca.Por eso no me gustaba
Laia.—¿C-casarnos? —balbuceé.Las palabras de Caleb me habían dejado en el limbo porque jamás me imaginé que él me pediría algo así.En el mundo de los hombres lobo, era normal que las parejas se casaran por la obligación del vínculo que poseían, pero casarse iba mucho más allá que el amor que ambos pudiéramos sentir.Unirnos en un matrimonio implicaba tener hijos, sernos fiel hasta la muerte, porque cualquier infidelidad sería castigada por la luna misma ya que era un compromiso más serio. Claro que yo estaba dispuesta a aceptarlo, ¿por qué no?Mis dudas eran generadas por mis propios nervios.—Eso dije —afirmó, mirándome con interés—. Es un trato justo, ¿no crees?—No pensé que un tipo como tú estaría interesado en casarse —bromeé, cruzada de brazos.—Deja de ofenderme, Laia —se quejó, arrugando la boca con dramatismo—. Te recuerdo que ya no soy el mismo de antes.—Muy bien, Caleb. Acepto tu propuesta —Le ofrecí mi mano como tributo—. Me casaré contigo si logras ayudarme a dominar
Laia.Había pasado un día desde que pude controlar el agua del río, o por lo menos hice el intento. Después de eso, seguí esforzándome para hacerlo con el grifo del lavabo, y sorprendentemente lo estaba manejando mejor al ser una pequeña cantidad.El problema era que me cansaba muy rápido al hacerlo. Moví mi mano, guiando a la poca agua que pude contener en el aire y la deslicé hasta que la lancé hacia la puerta.Me quedé en shock porque no esperaba que alguien la abriera justo en el momento en que lancé el pequeño proyectil.—¡Laia! —exclamó Zoé.Le había mojado todo su cabello y cerró sus puños con enojo. Tuve que regalarle una sonrisa nerviosa porque no esperaba que ella apareciera de repente.—L-lo siento, no sabía que estarías ahí —dije, rascándome la nuca.—Y eso que ya me bañé —bufó, tomando una toalla para secarse—. Hay alguien que quiere verte.—¿Quién?—Una sirvienta, me ha dicho que tiene información importante para ti —Bostezó—. Fuera, fuera, me estoy cagando.Me empujó co
Laia.—¿Olvidaste nuestro acuerdo? —me preguntó Caleb.Yo estaba apretando los labios y la parte inferior de mi camisa porque los nervios me tenían descontrolada.Habían pasado exactamente seis días desde el aviso de Payton, en los que con su ayuda, logré controlar los cuatro elementos sin mucho esfuerzo. Solo tuve que acoplarme a ellos como si fueran parte de mí.Y claro que jamás se me olvidaría el trato que hicimos. Él me tomó de la mano con la intención de sacarme de la habitación, así que ahogué un suspiro sorpresivo.—Hey, ¿a dónde me llevas? —refuté, con los labios temblorosos.—Haremos una última prueba para ver si puedes controlarlos a todos como ayer —respondió.Me estaba arrastrando, pero ver su ancha espalda era una delicia para mis ojos. No paraba de imaginarme a Caleb desnudo ya que no habíamos vuelto a tener relaciones desde aquella vez en el bosque.Todavía Payton no daba señales por la radio que compartía con Eliezer, por lo que ya todas las manadas se estaban prepara
Caleb.Los labios de Laia me quitaban la poca cordura que tenía. La pegué más a mi cuerpo hasta que nuestras pelvis chocaron, pero para eso tuve que inclinarme por mi altura. Tenerla así de dispuesta para mí, me hacía enloquecer.Me separé por falta de aire, ya que si seguía, sabía que no iba a poder detenerme.—No sabes lo bien que me siento ahora, Laia —confesé, con sinceridad.—T-tonto... —Se cubrió las mejillas como pudo—. Deja de jugar conmigo, me pones muy nerviosa.Sonreí.Era satisfactorio ver las reacciones de Laia cada vez que yo le hacía algo. A pesar de que habíamos hecho y deshecho a tal punto de que ya deberíamos tener más confianza, ella seguía actuando con timidez.Solo era cuestión de que se acostumbrara.—Felicidades, has superado la prueba que te puse —hablé, con una mano en la cintura.—¿De qué hablas ahora?—Dominaste la Ecomancia en menos de una semana, aunque debes tener en cuenta que vas a usarla para acabar con tus enemigos y no para mostrarles un espectáculo