Capítulo 948
Quién habría dicho que, después de tanto tiempo, Luna no había logrado olvidar a Gabriel. Aunque, todo sea dicho: los muertos dejan una imborrable impresión que cala hasta la médula. Además, Luna era muy obstinada. Aunque Álvaro no sabía muy bien qué había pasado, más o menos se iba haciendo una idea. La noche anterior, María fue con Andrés a la Mansión del Sol, una escena impresionante que nunca se habría podido imaginar ver. Sin embargo, contra todo pronóstico, fue Luna la que terminó siendo expulsada de la casa.

Andrés apretaba firmemente el anillo de rubí en su mano. El borde afilado de la joya le rozaba la herida aún sin cicatrizar y teñía nuevamente de rojo el vendaje.

—Señor, ¿quiere que alguien lleve a la señorita de vuelta a casa? —Preguntó Álvaro. Apenas terminó de hablar, apareció de repente un hombre. Llevaba una pequeña y ligera manta en las manos que colocó en las piernas de Luna.

—Ya creía que te habías ido a casa —dijo Adam tras sentarse a su lado. Cuando Luna se fue,
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