Al principio, Álvaro no pensó demasiado ni hizo muchas preguntas, sino que envió la ubicación directamente. Pocos segundos después recibió una respuesta.Luna estaba muy sorprendida, pero, sobre todo, furiosa. Sabía realmente que Andrés era un sinvergüenza, pero no se esperaba que pudiera llegar hasta ese punto. ¡Nadia estaba en el Jardín Flotante! ¿Acaso, por qué le había mentido diciéndole que estaba en la prisión? «Maldito bastardo...», maldijo para sus adentros.Agarró apresurada los documentos y salió de inmediato de la habitación. Después, miró al hombre y, aprovechando que estaba tumbado en la cama inconsciente, le dio dos bofetadas en la cara. Después recogió algunas cosas y salió corriendo de la mansión. Se metió en el auto y le dijo al chófer que la llevara al Jardín Flotante.Nadia, ajena a todo lo que estaba ocurriendo, saboreaba un dulce pastelito delicadamente bocado tras bocado. A su lado estaba Shirley, aburrida sentada frente a la televisión mirando el nuevo programa d
Shirley se acercó cautelosamente a la puerta, miró a través de la mirilla y abrió de inmediato la puerta. Inesperadamente, era ella.—¿Luna? ¿Qué vienes a hacer aquí?—¿Eh? ¿Luna? ¿Está aquí Luna?A Nadia le brillaron los ojos de repente e incluso dejó de comerse el pastel que tenía en las manos. Se puso el calzado apresuradamente y salió corriendo a la puerta para abrazar a Luna con todas sus fuerzas.—Luna, ¡cómo te extrañaba! ¿Por qué has tardado tanto?Nadia la estaba apretando tanto que apenas podía respirar.—Nadia, dime ¿desde cuándo estás viviendo aquí?—Ay, Luna, ya ni me acuerdo... ¡Ven a estar conmigo un rato!Nadia agarró en ese momento a Luna y tiró de ella hacia dentro de la casa, sin embargo, esta se negó.—No puedo, solo vine a decirte que tienes que regresar a casa. Tus padres...Nadia vaciló antes de continuar. Era una verdadera suerte que Nadia estuviera a salvo, pero, al verla de esa forma, no sabía en realidad si Andrés la había engañado.—¿Qué pasa con mis padres?
Sentada detrás del asiento del copiloto, Luna se quedó dormida por unos instantes. Despertó justo cuando el auto pasó por encima de un bache y, al ver un entorno totalmente desconocido a través de la ventanilla, preguntó curiosa:—Disculpe, ¿dónde estamos?—Estamos en Cetramar, al lado de Vallebrisa. Llegaremos en unos 40 minutos.—Déjeme aquí por ahora —ordenó Luna.—Pero bueno, ¿no ibas a Vallebrisa? Que sepasDebes saber que ya has pagado y no te voy a devolver ni un solo centavo.—Lo sé, no hay problema por ello—contestó ella.Muy contento, el chófer dejó a Luna en un concurrido mercado de aquella ciudad. El plan era perfecto pues, así, cuando Andrés despertase, creería que estaría en Astraluna, así que mejor se quedaría en Cetramar por un largo tiempo, trataría de no llamar la atención y regresaría más adelante.Tras bajarse del coche, encontró un pequeño hostal que no necesitaba identificación alguna para reservar habitación.—Vaya, muchachita, parece que has venido sola a esta c
Leonardo le cosió y desinfectó de inmediato la herida, le puso un gotero y esperó hasta que le bajara la fiebre. A las once de la noche, Ada bajó del apartamento de la planta de arriba con un pequeño refrigerio.—¿Está mejor?Leonardo por un momento dejó en la mesa la revista que estaba leyendo muy entretenido y se pellizcó el entrecejo.—Ya está mucho mejor, puede que se despierte en un buen rato. Voy a quedarme aquí a cuidarlo para que no vuelva a subirle la fiebre, pero tú vete a dormir, ya es muy tarde.Ada agarró un taburete para sentarse al lado de él y Leonardo se levantó rápidamente para ayudarla a moverlo.—Me quedaré aquí un rato contigo y cuando despierte me iré —dijo tras sentarse muy cómoda.Leonardo sonrió con sutileza y colocó la mano de la mujer en una de sus piernas.—Está bien, quédate solo media hora.—Sí —afirmó Ada obedeciendo.Luego de poner en orden algunos asuntos, Álvaro fue apresurado al Jardín Flotante en busca de Nadia. Cuál fue su gran sorpresa al llegar y
—¡Pero la empresa la necesita, señor! —Exclamó Álvaro.—¡Te he dicho que vayas a buscarla! —Ordenó de nuevo Andrés.Álvaro apretó los labios muy disgustado, pero obedeció con la cabeza.—Sí, señor.—Vaya, ¡ni siquiera te importa la empresa! Andrés... ¿qué has hecho? —Sonrió con sarcasmo Leonardo. ...A Luna le dio tiempo suficiente de cenar, se cambió de ropa y se tumbó en la cama para dormir ligeramente hasta que escuchó un ligero ruido que se acercaba hacia la puerta. Entonces, escuchó con cautela a una mujer decir al otro lado en voz baja:—Les digo que esa mujer está aquí dentro.Al decirlo, levantó el dedo pulgar. La persona que le acompañaba era obesa y con un maquillaje muy recargado de pobre calidad. Tenía el polvo atrapado en la punta de la nariz, unos labios pintados exóticamente de color rojo intenso, un cigarrillo entre los dedos y varios hombres la acompañaban.—No te preocupes, si me gusta no te faltará ni un solo centavo.—No te preocupes por eso, sino, no te habría lla
Las chicas estaban desamparadas y angustiadas, e incluso había una que había sido empujada hasta la locura total y estaba desaforadamente riendo a carcajadas.—¿Ganar dinero? ¿Cómo vas a hacer que gane dinero? —Preguntó algo curiosa Luna.Al ver que mostraba cierta disposición a ceder, Elena ordenó que la soltaran. En su interior pensaba que ella misma sabía muy bien que, aunque la dejara libre, no tendría realmente a dónde ir.Luna se mostraba muy serena. Aunque nunca había presenciado una escena así anteriormente y, aunque no podía evitar sentir cierto miedo, ahora no tenía a nadie que la ayudara y tendría que encontrar una rápida solución por sí misma. Nunca habría imaginado siquiera que escapó del purgatorio para meterse en el infierno.Elena se agachó con coquetería y le dio una palmadita en la cara.—Ganar dinero es muy fácil, solo tienes que complacer a esos hombres... ¡y el dinero llegará solo!...Al ver que Luna no mostraba oposición para esto, pensó que había encontrado una
Los hombres de Andrés no dejaron ni una sola ruta sin cubrir. Investigaron hasta debajo de las piedras, absolutamente todo desde Astraluna hasta Vallebrisa, incluyendo las ciudades circundantes. Todas las comisarías recibieron la orden de busca y captura y la policía se puso manos a la obra ante el inminente aviso de desaparición.Junto con Andrés, las empresas de seguridad privada también estaban haciendo todo lo posible por encontrar el paradero de Luna. Fue una búsqueda exhaustiva que revolcó por completo toda la capital.Al día siguiente, Andrés pasó la noche sin dormir esperando con ansias noticias.Leonardo no pudo evitar decirle:—Sé que estás muy preocupado por ella, pero no descansar y no tomarte las medicinas no es la solución. Si sigues así, cuando la encuentres estarás medio muerto.Andrés permanecía imperturbable, con los ojos cerrados y apretando fuertemente el anillo en su mano. Leonardo nunca habría imaginado siquiera que Andrés amaría tanto a alguien como para perder p
La policía le dijo que esto no era tan grave.—Secuestraron a la esposa del director del Grupo Prosperidad mientras salía. Si tiene alguna información al respecto, repórtelo rápidamente.—Oh, de acuerdo.Cuando salió de la comisaría, la dueña del hotel corrió rápidamente con rapidez a casa e hizo la maleta muy apresuradamente para irse sin decir ni una sola palabra. No se esperaba que aquella mujer fuera tan importante. sSi la atrapaban, estaría totalmente acabada. No esperaba que después de tantos años haciendo lo mismo, las cosas se complicaran de esta terrible manera.Al cortar la policía el rastro en ese lugar, comenzaron de manera exhaustiva a rebuscar todos los vehículos que salieron por esa ruta.Comenzó a anochecer y, debajo del lujoso y glamuroso exterior, había un lugar podrido hasta la médula.—¡No me toques! Unos extraños tipos subieron a Luna a un auto.—¿A dónde me llevan?Dos hombres que había a su lado la ataron y la manoseaban con sus manos inquietas y lascivas.—Tuv