—¿Qué le parece si se lo llevo para que lo pruebe? —preguntó ansiosa la criada.Luna no le hizo caso alguno y en su lugar salió del baño cargando a Asterio, quien ya había terminado de bañarse. Los dos se prepararon para echar una pequeña siesta. Asterio también tenía mucho sueño, se acurrucó con agrado en la cama y dejó caer su manita en el mismo lugar de siempre, quedándose profundamente dormido sin moverse.***En un hotel de cinco estrellas.José miraba fijamente con una sonrisa algo maliciosa a la mujer arrodillada que se esforzaba por lamerle la entrepierna, mientras que María se limpió un poco el líquido de su boca y lo miró con sus hermosos ojos seductores. —¿Por qué hoy no pareces con energía? ¿Acaso te has agotado con la otra de fuera?Llevaba media hora lamiéndolo y acariciándolo, pero aún no lograba nada... Incluso sus labios ya estaban totalmente entumecidos.José le levantó la barbilla, mirando esos labios tentadores de la mujer, y le habló con severidad:—...Te daré di
El ánimo de Nadia estaba decaído por completo. Al ver el semáforo en verde, siguió al grupo de gente y cruzó rápidamente el paso de cebra. Entre la multitud, iba absorta en sus pensamientos, con su elegante bolso de cuentas al hombro. No sabía muy bien qué debería hacer si realmente estaba embarazada...En la misma calle, había un discreto vehículo militar, esperando el cambio de semáforo. El ayudante de José se dio cuenta de la amplia figura y le avisó a su jefe: —Jefe, ahí va la señorita Nadia Vázquez.Entre la gente, la mirada de José se fijó de inmediato en esa mujer de ánimo caído. A pesar de que su figura no era para nada especial entre la multitud, incluso superaba el estándar de la mayoría de las mujeres. Normalmente, José jamás habría prestado atención alguna a una mujer así. Sin embargo, al recordar las excitantes escenas de aquel día, no pudo evitar pensar en esa jovencita una y otra vez, que no había visto en mucho tiempo... Esa sensación le resultó muy interesante.Ella
La mirada matadora de José aterrorizó en Nadia, quien vaciló por un instante y se hizo en ese momento la loca. Pensaba que si no hablaba y fingía mejor no haber oído nada todo pasaría, pero él no estaba dispuesto a dejarla marchar. Al verla acorralada en una esquina como un asustado y torpe conejito, le levantó la camiseta y vio cómo le salían dos llantitas por encima del pantalón. Había visto mujeres con todo tipo de cuerpos, desde delgadas hasta más gruesas, pero nunca había visto a una mujer tan entrada en carnes.—Parece que la familia Vázquez cocina muy bien, ¿verdad? José pensó que, con ese cuerpo, no parecía estar enferma.—¡Pues sí! Todos los días como cinco veces, contando la comida formal y los postres, pero para que sepas que estas llantas las cultivé en casa de Luna, su comida es la más deliciosa. Es una gran pena que el idiota de su novio piense que como demasiado y no me permita seguir comiendo allá. Si no fuera por él, podría haber comido aún más.José nunca había visto
Nadia en ese momento ladeó la cabeza, sin atreverse a hablar. José ya le había puesto la plata encima de las piernas.—Este es tu pago, te lo ganaste muy bien. No me gusta deberle nada a nadie.—Está bien, lo tomaré, pero no me vayas a pegar.Nadia se guardó en su bolsa, temblorosa y con torpeza los billetes . Una voz resonaba una y otra vez dolorosamente en su cabeza: «ya que amas tanto comer cualquier cosa, acábate rápido este plato de comida rancia. Si no te lo comes, te encerraré acá y haré que te comportes como un miserable perro. Obedece o haré que te golpeen muy fuerte hasta que aprendas la lección». Lo que Nadia había enterrado en lo más profundo de su mente, de pronto resurgió y le provocó un intenso dolor de cabeza, por lo que estuvo todo el tiempo en el auto sin pronunciar una sola palabra. José notó el cambio tan drástico y el repentino silencio que se hizo en el ambiente, lo cual le hizo perder por completo el interés.—Detén el auto.Cuando el vehículo se paró, José sacó
—¿Eh? Es que que... —Tartamudeó el mesero con cara de disgusto.Nadia dejó los treinta dólares en la mesa y se marchó sin decir ni una sola palabra. Ya en la salida, no pudo contenerlo más y las lágrimas comenzaron a brotar incontrolables de sus ojos. El mesero quiso ir detrás de ella.—¡Señorita Vázquez!…Pero para su infortunio, ella ya se había ido. —¿Es que no lo saben? Esa muchacha era Nadia Vázquez, la hija del Grupo Nutrición. Además, es amiga de la señorita Luna García, del Grupo Prosperidad. Gran cantidad de los platos de este establecimiento son recetas escritas a mano por la señorita Luna y se las entregó directamente al cocinero para que la señorita Vázquez los disfrutara.Las personas que estaban riéndose a grandes carcajadas dejaron de hacerlo de inmediato. Esas cuatro eran precisamente modelos comerciales contratadas por el Grupo Nutrición. Acababan de firmar el contrato y aún no habían empezado las grabaciones. Ahora... lo había con torpeza perdido todo...—Pues... de
—Tienes un corazón muy grande que no te cabe en el pecho. Se meten contigo y tú lo olvidas al instante sin guardar absolutamente nada de rencor. ¿Quién te enseñó a comportarte así?Su madre la reprendía a boca llena, pero en el fondo sabía muy bien que su hija sentía realmente un dolor inimaginable cuando se metían con ella.—Mamá, llama a papá para que venga a comer.—Papá todavía está en la oficina, hoy volverá más tarde.Desde que Martín vació por completo la empresa, quedó en estado crítico. Si no fuera porque la señorita del Grupo Prosperidad era amiga de Nadia, la empresa no habría podido superar la grave crisis.Pensaban que Martín era un hombre muy honesto y que Nadia podría sostener la empresa al casarse con él, pero resultó que sus familiares no solo eran unos verdaderos parásitos, sino que además su avaricia les hacía querer devorar a la familia Vázquez por completo. Cuando fueran ancianos y la empresa no funcionara, la dejarían en manos de terceras personas, pero temían qu
—Hace muy poco, se rieron de Nadia en el SaborMex. Justamente, las personas que se metieron con ella eran artistas de la empresa, pero justo cuando iba a encargarme de ellas, desaparecieron y no consigo contactarlas, así que desde la empresa decidimos prescindir sus contratos, pero aún no han dado la cara. —¿Cómo? ¿Se rieron de Nadia? ¡¿Cómo no me habías contado antes algo tan importante?!A la señora Vázquez, Nadia era en realidad lo que más le importaba.—No te lo conté para no preocuparte, pero tranquila... vamos a descansar, mañana tengo una reunión en la empresa —dijo su marido con una voz muy grave.La señora Vázquez se tragó el disgusto temporalmente, aunque seguía sintiéndose muy angustiada y sin poder desahogarse.—Te preparé la bañera, ve a darte un buen baño y descansa.—¿Aún tienes cosas que hacer?La mujer se tapó en ese momento la boca y dijo bostezando:—Tengo que prepararle personalmente las medicinas a Nadia, el doctor dijo que no podíamos interrumpir el tratamiento.
Al entrar en la sala, los pesados pasos de las botas militares de José resonaban en el suelo de mármol. En el exterior, el viento despejó muy furioso las nubes y dio paso a una gran luna creciente que arrojaba una luz plateada a través de las ventanas y alargaba ferozmente la sombra del hombre.Justo cuando puso un pie en la antigua escalera, escuchó un ligero ruido procedente del segundo piso. De inmediato, retiró el pie y se quedó inmóvil, como si estuviera esperando a alguien en la segunda planta.Y así fue. Segundos más tarde, la figura de Nadia apareció en ese momento en su campo de visión. Tenía los párpados completamente caídos, la mirada vacía y un conejo de peluche en las manos. Bajó muy lento las escaleras y pasó al lado de José sin reconocerlo, como si no se hubiera percatado en absoluto de su presencia.Nadia atravesó la puerta y se aventuró en la noche sin rumbo aparente. El viento ondeaba su largo y hermoso cabello. José la siguió pacientemente hasta un pequeño almacén.N