Capítulo 881
Llegaron al hotel.

José la cargó en brazos en todo el camino y la dejó con cuidado en la cama.

La diadema de perlas de Nadia se cayó en ese instante de su cabello, se quitó irritada el gorro y la bufanda, murmurando:

—...Tengo muchísimo calor.

De alguna manera, la ropa de Nadia se le escurrió poco a poco del cuerpo, y rápidamente sintió frío por estar desnuda.

—Ahora tengo demasiado frío, la manta... Quiero la manta... Hum… José, ¿qué me estás haciendo? ¿Por qué me siento tan rara?

—¿Quieres hacerlo entonces?

Nadia lo abrazó con fuerza.

—José, me pica muchísimo, me siento incómoda, ¿qué me has hecho? ¡No me vuelvas a tocar ahí!

El hombre le susurró al oído, con un tono seductor:

—¿Es tu primera vez?

Nadia no pudo evitar emitir unos suaves gemidos como un gatito pidiendo comida. Yacía boca arriba en la cama, con las piernas abiertas por el control del hombre, sin poder cerrarlas por más que intentaba hacerlo.

—¿Quieres que entre un poco más? ¿Aquí? —se escuchó la voz ronca del hombre
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