La joven que apareció se llamaba Selina. Trabajaba en un bar nocturno, y todos los del círculo que frecuentaban esos lugares sabían muy bien que José era un tipo bravo y peligroso. A José le encantaban las mujeres, sobre todo las casadas. La última vez que una mujer se le enfrentó, terminó saltando despavorida del edificio junto con su hijo y esposo.Para alguien como él, que podía hacer todo tipo de cosas, las mujeres sólo le parecían unos trapos sucios que podría tirar cuando quisiera.Su víctima de hoy, Nadia, sumida en las sospechas, aún no lograba percibir el grave peligro que se le venía encima. Ella retrocedía nerviosa poco a poco, pero detrás de ella se encontraban los subordinados de José, por lo que no tenía lugar a dónde escapar.Cuando lo vio a José acercarse, le preguntó con una voz muy temblorosa: —¿Qué... qué pretendes hacerme?Mientras hablaba asustada, José ya se le había acercado por detrás y le abrochó un collar muy delicado de plata en el cuello. La vendedora, m
Desde su bolsillo, José sacó un puro y se lo metió a la boca. Le preguntó con gran interés:—¿Malvado? Cuéntame, ¿en qué es malo?—Él... —comenzó a decirle a Nadia, pero luego se detuvo. Cambió rápidamente de opinión—: Ni siquiera te conozco muy bien, por lo tanto, no te voy a decir nada. Yo me las arreglaré sola.José alzó un poco las cejas, su rostro usualmente frío se suavizó un poco: —Si no me dices nada, ¿cómo voy a saber qué hizo? Si hizo algo malo, puedo ayudarte a arreglarlo.Nadia aún no confiaba del todo en él. Se mordió en ese momento los labios, sin saber si debería hablar. José notó su indecisión, entonces de inmediato cambió de tema.—¿Qué relación tienes con él?Sin pensarlo dos veces, Nadia soltó: —Luna es mi amiga, mi mejor amiga. Pero últimamente no ha estado para nada contenta, porque ese tipo malvado la tiene encerrada. Está de muy mal humor porque no la deja salir.—¿Ah sí? —se interesó muchísimo José. En la capital, Andrés era prácticamente un todopoderoso, ¿y
Llegaron al hotel.José la cargó en brazos en todo el camino y la dejó con cuidado en la cama. La diadema de perlas de Nadia se cayó en ese instante de su cabello, se quitó irritada el gorro y la bufanda, murmurando:—...Tengo muchísimo calor.De alguna manera, la ropa de Nadia se le escurrió poco a poco del cuerpo, y rápidamente sintió frío por estar desnuda.—Ahora tengo demasiado frío, la manta... Quiero la manta... Hum… José, ¿qué me estás haciendo? ¿Por qué me siento tan rara?—¿Quieres hacerlo entonces?Nadia lo abrazó con fuerza. —José, me pica muchísimo, me siento incómoda, ¿qué me has hecho? ¡No me vuelvas a tocar ahí!El hombre le susurró al oído, con un tono seductor:—¿Es tu primera vez?Nadia no pudo evitar emitir unos suaves gemidos como un gatito pidiendo comida. Yacía boca arriba en la cama, con las piernas abiertas por el control del hombre, sin poder cerrarlas por más que intentaba hacerlo.—¿Quieres que entre un poco más? ¿Aquí? —se escuchó la voz ronca del hombre
Luna tomó rápidamente el teléfono:—¿Nadia?—Snif snif... Luna... —se escuchó el débil llanto del otro lado del auricular.Al oír el sonido, Luna miró de reojo a Andrés y salió corriendo del invernadero a un lugar más tranquilo. Le preguntó: —¿Qué pasó?Nadia, entre sollozos, le respondió: —Yo... yo... yo... Luna... creo que... metí la pata y estoy embarazada.—¿Embarazada? —Luna en verdad, no podía creerlo—: ¿Cómo es posible que estés embarazada? ¿Qué sucedió?Al otro lado de la línea, Nadia se sentó algo inquieta en el sofá, abrazando un conejito suave y esponjoso, con el rostro hundido en él, hablando con una voz suave, pero apagada: —Luna, cometí el error de acostarme con ese villano del José… Y ahora parece que el resultado de todo esto es que estoy embarazada.Luna no pudo evitar contener con dificultad la respiración. Le costaba creer que Nadia tuviera algo que ver con José.—Nadia, dime que esto no es una broma. ¿De verdad tú y él...?Nadia, con voz totalmente apagada, le re
Cuando Shirley vio que Álvaro había colgado el teléfono algo preocupado, se acercó a él con dos vasos de agua en la mano. —Jefe, ¿el presidente tiene una nueva tarea? Acabo de oír al nombre de Nadia, ¡ella es mi prima! Mira... ahora que soy tu asistenta, ¿podrías compartirme, aunque sea un poquito de esa información? Así podría ayudarte mejor a aliviar tus problemas.Álvaro tomó secamente su vaso de agua. —No debes enterarte de cosas que no te corresponden. Concéntrate en hacer muy bien tu trabajo —le respondió el hombre con total frialdad.Shirley lo vio alejarse con orgullo. No pudo evitar repetir sus palabras una y otra vez con una mueca poniendo los ojos en blanco.—Ay, ay, ay, concéntrate en hacer tu trabajo… En realidad, Álvaro había visto reflejada en el cristal del extintor la expresión bastante burlona de la mujer.***Luego de terminar la llamada con Álvaro, Andrés regresó arriba para consolar a la mujer que seguía bastante enojada. De vuelta en el estudio de pintura, Lun
—¿Qué le parece si se lo llevo para que lo pruebe? —preguntó ansiosa la criada.Luna no le hizo caso alguno y en su lugar salió del baño cargando a Asterio, quien ya había terminado de bañarse. Los dos se prepararon para echar una pequeña siesta. Asterio también tenía mucho sueño, se acurrucó con agrado en la cama y dejó caer su manita en el mismo lugar de siempre, quedándose profundamente dormido sin moverse.***En un hotel de cinco estrellas.José miraba fijamente con una sonrisa algo maliciosa a la mujer arrodillada que se esforzaba por lamerle la entrepierna, mientras que María se limpió un poco el líquido de su boca y lo miró con sus hermosos ojos seductores. —¿Por qué hoy no pareces con energía? ¿Acaso te has agotado con la otra de fuera?Llevaba media hora lamiéndolo y acariciándolo, pero aún no lograba nada... Incluso sus labios ya estaban totalmente entumecidos.José le levantó la barbilla, mirando esos labios tentadores de la mujer, y le habló con severidad:—...Te daré di
El ánimo de Nadia estaba decaído por completo. Al ver el semáforo en verde, siguió al grupo de gente y cruzó rápidamente el paso de cebra. Entre la multitud, iba absorta en sus pensamientos, con su elegante bolso de cuentas al hombro. No sabía muy bien qué debería hacer si realmente estaba embarazada...En la misma calle, había un discreto vehículo militar, esperando el cambio de semáforo. El ayudante de José se dio cuenta de la amplia figura y le avisó a su jefe: —Jefe, ahí va la señorita Nadia Vázquez.Entre la gente, la mirada de José se fijó de inmediato en esa mujer de ánimo caído. A pesar de que su figura no era para nada especial entre la multitud, incluso superaba el estándar de la mayoría de las mujeres. Normalmente, José jamás habría prestado atención alguna a una mujer así. Sin embargo, al recordar las excitantes escenas de aquel día, no pudo evitar pensar en esa jovencita una y otra vez, que no había visto en mucho tiempo... Esa sensación le resultó muy interesante.Ella
La mirada matadora de José aterrorizó en Nadia, quien vaciló por un instante y se hizo en ese momento la loca. Pensaba que si no hablaba y fingía mejor no haber oído nada todo pasaría, pero él no estaba dispuesto a dejarla marchar. Al verla acorralada en una esquina como un asustado y torpe conejito, le levantó la camiseta y vio cómo le salían dos llantitas por encima del pantalón. Había visto mujeres con todo tipo de cuerpos, desde delgadas hasta más gruesas, pero nunca había visto a una mujer tan entrada en carnes.—Parece que la familia Vázquez cocina muy bien, ¿verdad? José pensó que, con ese cuerpo, no parecía estar enferma.—¡Pues sí! Todos los días como cinco veces, contando la comida formal y los postres, pero para que sepas que estas llantas las cultivé en casa de Luna, su comida es la más deliciosa. Es una gran pena que el idiota de su novio piense que como demasiado y no me permita seguir comiendo allá. Si no fuera por él, podría haber comido aún más.José nunca había visto