Emma tomó de inmediato al niño en brazos y le dijo a Luna:—Señorita, primero lo voy a bañar.Luna aceptó:—Adelante.Ella le dio una probada al pastel, y no era para nada igual a lo que ella había hecho, tenía un sabor la verdad demasiado dulce. —Coloca estas cosas en el refrigerador por ahora, mañana las haré yo misma.—De acuerdo, señora.Andrés se quitó al instante el saco y se lo entregó al sirviente, colgándolo en el perchero de la entrada. Luego se acercó a ella. —¿No te gustó el pastel que hicieron los sirvientes?Luna le respondió de manera muy fría: —Voy a subir.Los sirvientes no notaron nada raro en su actitud, pues ante sus ojos, el señor era muy bueno con la señora, siempre le daba los mejores regalos y joyas. Incluso hace unos días, cuando la señora pensó que el señor no había regresado en toda la noche, en realidad él regresaba a altas horas de la madrugada para solo verla en secreto, incluso ordenando que no le dijeran nada en lo absoluto a ella. Sin embargo, la señ
¡La había encerrado en esa villa por ocho años enteros! Durante todo ese tiempo, ella vio cómo él se casaba con María¿Ahora le dijo que nunca tendría otra mujer…? Soltó una risita fría y lo empujó hacia un lado.—Mejor hago en irme a bañar.Ya no le importaba lo que dijera, ella simplemente jamás volvería a creer en él, ni en una sola palabra suya.Esa noche, Luna tuvo de nuevo esa misma pesadilla. Soñó de nuevo que Gabriel sufría ese terrible accidente, y que el avión se estrellaba...***Unos días después.Nadia estaba en casa comiendo muy alegre los pasteles que Luna le había traído, mientras Shirley salía en ese momento del baño con la cabeza envuelta en una toalla, todavía con gotitas de agua en las puntas del cabello. —Nadia, deja de comer ya, si sigues así nunca vas a bajar de peso —sonrió con agrado.Nadia, con un pastel diferente en cada mano, le dio un buen mordisco a cada uno. —Pues que sea, total son deliciosos regalos de Luna, hoy me los voy a acabar todos.Como no enco
Nadia ya no podía esperar más para ponerse el sostén que le regaló Luna. Corrió rápidamente al baño para cambiarse y cuando se vio en el espejo, sintió que su cara le ardía. —¿Qué es esto? ¿Por qué Luna me envió esta ropa? Bueno, al fin y al cabo, solo es la parte de abajo, la verdad, nadie va a ver nada …Después de ponérselo, se miró asombrada una y otra vez en el espejo. La sonrisa radiante en su rostro mostraba lo mucho que le gustaba.De pronto, su teléfono en el lavamanos empezó a vibrar. Era un mensaje. Número desconocido: [¿Te gustó?]Nadia le respondió muy emocionada: [¡Me encanta todo lo que me regales!]Enseguida le envió unas fotos de ella.[Me fascina. ¿Ya viste el lindo regalo que me mandaste?]La respuesta llegó muy rápido: Número desconocido: [Sí, está muy bien.]Nadia: [¡Qué bueno que te guste! Si necesitas más, dímelo. Tengo muchas de todas cosas en mi casa.]Pasó un buen rato y el otro no contestó más.Nadia se vistió y justo cuando iba a llamarla, se dio cuenta
La joven que apareció se llamaba Selina. Trabajaba en un bar nocturno, y todos los del círculo que frecuentaban esos lugares sabían muy bien que José era un tipo bravo y peligroso. A José le encantaban las mujeres, sobre todo las casadas. La última vez que una mujer se le enfrentó, terminó saltando despavorida del edificio junto con su hijo y esposo.Para alguien como él, que podía hacer todo tipo de cosas, las mujeres sólo le parecían unos trapos sucios que podría tirar cuando quisiera.Su víctima de hoy, Nadia, sumida en las sospechas, aún no lograba percibir el grave peligro que se le venía encima. Ella retrocedía nerviosa poco a poco, pero detrás de ella se encontraban los subordinados de José, por lo que no tenía lugar a dónde escapar.Cuando lo vio a José acercarse, le preguntó con una voz muy temblorosa: —¿Qué... qué pretendes hacerme?Mientras hablaba asustada, José ya se le había acercado por detrás y le abrochó un collar muy delicado de plata en el cuello. La vendedora, m
Desde su bolsillo, José sacó un puro y se lo metió a la boca. Le preguntó con gran interés:—¿Malvado? Cuéntame, ¿en qué es malo?—Él... —comenzó a decirle a Nadia, pero luego se detuvo. Cambió rápidamente de opinión—: Ni siquiera te conozco muy bien, por lo tanto, no te voy a decir nada. Yo me las arreglaré sola.José alzó un poco las cejas, su rostro usualmente frío se suavizó un poco: —Si no me dices nada, ¿cómo voy a saber qué hizo? Si hizo algo malo, puedo ayudarte a arreglarlo.Nadia aún no confiaba del todo en él. Se mordió en ese momento los labios, sin saber si debería hablar. José notó su indecisión, entonces de inmediato cambió de tema.—¿Qué relación tienes con él?Sin pensarlo dos veces, Nadia soltó: —Luna es mi amiga, mi mejor amiga. Pero últimamente no ha estado para nada contenta, porque ese tipo malvado la tiene encerrada. Está de muy mal humor porque no la deja salir.—¿Ah sí? —se interesó muchísimo José. En la capital, Andrés era prácticamente un todopoderoso, ¿y
Llegaron al hotel.José la cargó en brazos en todo el camino y la dejó con cuidado en la cama. La diadema de perlas de Nadia se cayó en ese instante de su cabello, se quitó irritada el gorro y la bufanda, murmurando:—...Tengo muchísimo calor.De alguna manera, la ropa de Nadia se le escurrió poco a poco del cuerpo, y rápidamente sintió frío por estar desnuda.—Ahora tengo demasiado frío, la manta... Quiero la manta... Hum… José, ¿qué me estás haciendo? ¿Por qué me siento tan rara?—¿Quieres hacerlo entonces?Nadia lo abrazó con fuerza. —José, me pica muchísimo, me siento incómoda, ¿qué me has hecho? ¡No me vuelvas a tocar ahí!El hombre le susurró al oído, con un tono seductor:—¿Es tu primera vez?Nadia no pudo evitar emitir unos suaves gemidos como un gatito pidiendo comida. Yacía boca arriba en la cama, con las piernas abiertas por el control del hombre, sin poder cerrarlas por más que intentaba hacerlo.—¿Quieres que entre un poco más? ¿Aquí? —se escuchó la voz ronca del hombre
Luna tomó rápidamente el teléfono:—¿Nadia?—Snif snif... Luna... —se escuchó el débil llanto del otro lado del auricular.Al oír el sonido, Luna miró de reojo a Andrés y salió corriendo del invernadero a un lugar más tranquilo. Le preguntó: —¿Qué pasó?Nadia, entre sollozos, le respondió: —Yo... yo... yo... Luna... creo que... metí la pata y estoy embarazada.—¿Embarazada? —Luna en verdad, no podía creerlo—: ¿Cómo es posible que estés embarazada? ¿Qué sucedió?Al otro lado de la línea, Nadia se sentó algo inquieta en el sofá, abrazando un conejito suave y esponjoso, con el rostro hundido en él, hablando con una voz suave, pero apagada: —Luna, cometí el error de acostarme con ese villano del José… Y ahora parece que el resultado de todo esto es que estoy embarazada.Luna no pudo evitar contener con dificultad la respiración. Le costaba creer que Nadia tuviera algo que ver con José.—Nadia, dime que esto no es una broma. ¿De verdad tú y él...?Nadia, con voz totalmente apagada, le re
Cuando Shirley vio que Álvaro había colgado el teléfono algo preocupado, se acercó a él con dos vasos de agua en la mano. —Jefe, ¿el presidente tiene una nueva tarea? Acabo de oír al nombre de Nadia, ¡ella es mi prima! Mira... ahora que soy tu asistenta, ¿podrías compartirme, aunque sea un poquito de esa información? Así podría ayudarte mejor a aliviar tus problemas.Álvaro tomó secamente su vaso de agua. —No debes enterarte de cosas que no te corresponden. Concéntrate en hacer muy bien tu trabajo —le respondió el hombre con total frialdad.Shirley lo vio alejarse con orgullo. No pudo evitar repetir sus palabras una y otra vez con una mueca poniendo los ojos en blanco.—Ay, ay, ay, concéntrate en hacer tu trabajo… En realidad, Álvaro había visto reflejada en el cristal del extintor la expresión bastante burlona de la mujer.***Luego de terminar la llamada con Álvaro, Andrés regresó arriba para consolar a la mujer que seguía bastante enojada. De vuelta en el estudio de pintura, Lun