Liora estaba cocinando. Luna entreabrió los ojos y echó un vistazo al reloj. Eran solo las seis de la mañana, el amanecer apenas se asomaba afuera.—¿Por qué te has levantado tan temprano? Ve a dormir un poco más. El desayuno estará listo en un rato —dijo Liora.Luna se acercó y la abrazó por detrás, apoyando el mentón en su hombro. Con los ojos entrecerrados y un mechón rebelde en su frente, parecía un adorable gatito perezoso. Preguntó:—¿Qué estás cocinando?Liora respondió:—La cocina está muy sucia y desordenada, sal de aquí rápido. Te compré los artículos necesarios para estos días. No son de marcas buenas como los de tu casa, pero por ahora te servirán. Esta noche te traeré los tuyos.—No me importan las marcas. Me gusta todo lo que me compras.—Deja de ser traviesa. Ve a cepillarte. El desayuno está listo ya.—Está bien.Luna llevaba puesta una pijama de Liora, de estilo antiguo y aparentemente diseñado para personas mayores. Sin embargo, Luna le daba un toque muy especial. Arr
Para ser honesta, el ambiente de este distrito no era tan bueno. Al menos, la situación sanitaria era bastante reprobable en comparación con el área central de la Ciudad Astraluna. Además, los edificios parecían que aún no hubiesen sido terminados. Todos eran vecindarios antiguos, pero había muchos puestos de comida callejera con precios bastante económicos.Al cruzar este callejón, llegaría a la orilla de un gran mar. Este distrito estaba en el borde de la ciudad, a solo una hora en autobús se encontraba la Ciudad Marbella. Luna se sorprendió mucho, por el paisaje y corría hacia la playa. Frente al mar, cerró los ojos con gran intensidad y respiró profundamente. Se había quitado las sandalias y caminaba descalza por la cálida arena, sintiendo la temperatura un poco fría del agua y disfrutando del maravilloso sol que la hacía sentir muy cómoda.En la playa, mientras caminaba descalza recogió gran variedad de conchas muy hermosas. Sin embargo, en ese momento, se oyó una voz feroz desde
—Carlota, Hugo, ¿volvieron a causar problemas? De repente, se acercó un hombre gordito de mediana edad con chanclas en los pies, sosteniendo un palo en la mano. Se paró frente a Luna y la examinó, luego le preguntó preocupado:—Hija, ¿ellos te han intimidado? Luna negó con la cabeza:—No.Carlota respiró con gran desdén.El hombre parecía conocer a Luna y continuó preguntando:—¿Eres la señorita que vino de una gran ciudad a buscar a Liora, cierto? ¿Cómo te llamas?—Luna García —respondió Luna con amabilidad.—Ah, sí, sí, Luna García. Esta mañana Liora me pidió que te cuidara. He estado ocupado esta mañana, pero no te preocupes. Mientras yo esté aquí, estos malditos no se atreverán a hacerte nada en absoluto. Además, Carlota, recuerda que eres una chica. ¿Puedes comportarte como una joven a tu edad? Y todos ustedes que siempre se escapan de la escuela sin hacer nada útil, lárguense de aquí, pronto. De lo contrario, les daré una lección con este palo.Carlota lo ignoró y encendió un ci
Sin embargo, su destinario era también este restaurante…Efectivamente, en cuestión de medio minuto, las personas llegaron y se abrió la puerta del restaurante.—¡Vaya, esto es todo un gran banquete! ¿Por qué nunca lo hemos disfrutado antes? ¡Qué extravagante está el gordo!— Me estoy muriendo de hambre. Oye, amigo, dame un tenedor y un plato.—¿No tienes tus propias manos?—Hermanita, muévete un poco. Ya no tenemos espacio.Sin decir nada, Luna le hizo espacio arrastrando una silla.Carlota se sentó frente a ella con una postura algo indecente y vulgar. Puso un pie en la silla y tomó bruscamente el plato de filetes de pescado, empezando a comer muy ordinariamente a grandes bocados.—Aquí tienen el alcohol —dijo un hombre delgado con una caja de cervezas, cerrando la puerta con el pie.Ahora no quedaba ningún espacio libre en el restaurante.—¡Maldito gordo! Siempre le pido que me cocine muy bien el filete de pescado, pero nunca lo hace. Debes de ser muy importante para él, ¿cierto? —d
—Tómense su tiempo. Todavía tengo algo que hacer y tengo que irme.Luna se había acostumbrado a la vida solitaria y no confiaba en esos supuestos amigos. Al terminar sus palabras, salió del restaurante. Esta vez, ellos no la detuvieron.Ignacio también salió con un plato y le preguntó:—Hija, ¿has terminado de comer? ¿Te molestaron?—No —respondió Luna.—Aunque es cierto que pueden ser un poco molestos, estos chavós, no son malas personas. Ellos solo quieren hacerte su amiga. —Lo entiendo, señor. Tengo algo que comprar y me voy.—Está bien. Mañana también ven aquí a comer. No te cobraré un solo peso. Puedes comer lo más que puedas.Luna afirmó ligeramente y respondió:—Muchas gracias.Después de salir del restaurante, Luna se fue a comprar algunas ropas y varios pares de zapatos. Eran todos muy baratos.El tiempo pasó volando. Luna ya había vivido aquí casi tres meses. Trabajaba como camarera en el restaurante de Ignacio, ganando ochenta pesos al día, lo cual era suficiente para el so
El que habló resultó ser el hijo de Melisa y se llamaba Fabio Rojas. Al escuchar la propuesta de su amigo, gritó a todo pulmón:—¡Oye, ¡tú! Te llamas Luna, ¿verdad? Ven aquí. Necesito pedir comida.Luna continuaba lavando los platos y fingió no haber oído nada. Miró a otra chava de su misma edad, Laia, quien también trabajaba a tiempo parcial en el restaurante. Sin embargo, solo percibió su leve sonrisa maliciosa. Esta se dio media vuelta y se marchó muy rápido. —¡Maldita! ¡Te estoy llamando para pedir comida! ¿Eres sorda?Luna dejó los platos sucios y se limpió las manos, luego se acercó a ellos con una libreta y un lápiz en mano, preguntando:—¿Qué platos les gustaría pedir?Sin embargo, los cinco hombres la miraban fijamente de arriba abajo a Luna, como si fueran cinco lobos hambrientos que habían encontrado a su deliciosa presa. Las miradas malintencionadas le daban asco.Uno de ellos intentó coquetear con ella:—Bonita, ¿te falta dinero? Si necesitas dinero, puedes decírmelo. Teng
Con la irresistible fuerza bruta del hombre, los botones del pecho de la camisa de Luna se rompieron de inmediato y salieron volando, dejando al descubierto los tirantes blancos del sostén.En ese preciso momento, los ojos de estos hombres borrachos se iluminaron con deseo y lujuria.Luna cubrió su pecho y mordió con fuerza al que estaba frente a ella. Y el hombre la soltó rápidamente debido al intenso dolor.Luna se dio la vuelta y salió corriendo. En la tenue luz de las farolas de la calle, se quedó muy atónita al ver una figura familiar: era un joven vestido con una camiseta negra y un collar plateado en el cuello. Se acercaba muy cautelosamente con un cigarrillo en la boca y las manos en los bolsillos de su chaqueta.Era Sergio… Además, Isabel y Carlota también estaban a su lado…Luna no entendía por qué Isabel aparecía en ese lugar. ¡Lo único de lo que estaba segura era de que no podía permitir que la viera!Sergio estaba hablando cabizbajo con Isabel y, seguramente no la había v
Andrés marcó otro número y dijo:—Hazme un gran favor….Después de explicarle la situación, Andrés llamó nuevamente a Luna.Lo que escuchó en su teléfono fue un tono bastante frío:—El número al que estaba intentando llamaba está apagado...Tres de la madrugada.La puerta de Luna resonó con fuertes golpes:—Ábreme, he regresado. ¡Ábreme rápido!Luna se tapó muy fuerte sus oídos y miró el techo oscuro y sin poder ver nada.El acoso constante de Renato en medio de la noche ya se había convertido en una terrible rutina para Luna. Además, recordó el incidente anterior de su ropa interior desaparecida, la cual encontró en el basurero en el piso de abajo al día siguiente.Ella había pensado que podría vivir en paz aquí...Si esto continuaba, sentía que algún día la volverían loca.Renato era un gran conocido matón en la zona y también el hijo de la doña Moreno.Luna no abrió la puerta, y pasó un tiempo antes de que finalmente se fuera...Esa noche, Luna no durmió bien y se sintió muy aturdid