Luna terminó su clase de baile. Cuando regresó a casa, ya eran las nueve de la noche.Al bajar del auto, sentía que sus piernas estaban destrozadas. Solo podía caminar cojeando. Al verla así, Liora se acercó de inmediato para apoyarla, mientras decía:—Ay, Dios mío, ¿qué te pasó? Ve y siéntate en el sofá, te daré un masaje. El chofer Paco y Liora la ayudaron a sentarse en el sofá. Liora añadió preocupada:—Probablemente tienes una torcedura muscular… Voy a buscar el spray…Liora siempre tenía una caja de medicamentos en casa, así que pronto encontró el spray para la torcedura y regresó, mientras se quejaba:—¿Tu profesora no sabía que te lastimaste? Qué tontita pobre… Déjame examinarlo.Liora se sentó y colocó la pierna de Luna sobre las suyas.—¿Dónde te duele? —preguntó preocupada.En realidad, Luna se sentía mucho mejor después de haberse sentado, así que respondió:—No es culpa de la profesora. Yo misma pedí un extra-entrenamiento, pero me tropecé y me lastimé…Liora meneó la cabe
Una vez que terminó de hablar, Luna se apresuró a escapar corriendo.Sin embargo, medio minuto después, se escuchó un grito de dolor proveniente de arriba…—¡Ahhh!Andrés levantó la cabeza y pensó: “Debe haber sido una fuerte caída…”Llevaba un pijama a rayas negras y su aura se había vuelto más fría. Se acercó a Carolina y extendió su mano, agarrando fuertemente su cabello mientras decía con indiferencia:—Si tanto deseas aparecer en la cama de otro hombre, no me importa buscar más hombres para que jueguen contigo la próxima vez.El dolor de cabeza hizo que Carolina sintiera un escalofrío intenso. En ese momento, estaba completamente sobria, como si no hubiera bebido nada.—¡¿Estás loco, Andrés?! ¡Suéltame! ¡Me duele! —gritó Carolina mientras agarraba la mano de Andrés.Al ver su frío rostro, Carolina supo que este hombre estaba realmente enfadado.Con una expresión maliciosa, Andrés le susurró al oído:—Carolina Vega, mira, si vuelves a hacer esos trucos con tu maldito y desvergonzad
Unos diez segundos después, Luna fue despertada por una luz deslumbrante. Se levantó sin saber lo que ocurría, y al ver la persona que estaba frente a ella, se espabiló de golpe.Ocultó rápidamente sus piernas y preguntó:—An… ¿Andrés? ¿Por qué estás en mi habitación?¡Diablos! ¿Qué había dicho en el sueño?Se cubrió con la manta, como si fuera un conejo asustado, mientras miraba a Andrés con los ojos llenos de alerta y miedo.Andrés vio todo el proceso de sus reacciones.—Cuán… ¿Cuándo entraste? —preguntó Luna.En la palma un poco áspera de Andrés, todavía había un poco del medicamento. Él solo dijo:—Pon tu pie aquí, te haré un masaje.Sus pupilas eran como un agujero negro que era capaz de absorber todas las ideas en la mente de Luna, lo que la hizo sentir incómoda. Por lo tanto, solo meneó la cabeza y rechazó:—No, no, gracias. Liora me ha hecho el masaje y me siento mucho mejor. Me recuperaré mañana.—No quiero repetir mis palabras, Luna.Al escuchar esas palabras, Luna sabía que
Cuando se levantó y se puso las zapatillas, se dio cuenta de que ya no le dolía el tobillo.No tenía ni idea de cuándo se había ido Andrés porque se quedó dormida. Cuando se volvió a despertar, ya era por la mañana.Al recordar la escena en la que Carolina había salido borracha de la habitación de Andrés, Luna se volvió a sentir muy asustada. Al final bajó las escaleras con su mochila un poco más tarde de lo habitual.Mientras bajaba, se esforzó por no hacer ruido, aunque no había nadie en la sala de estar. Decidió tomar unas tostadas y escapar de ese lugar maldito, pero justo en ese momento, Liora salió de la cocina y le preguntó con curiosidad:—Hija, estás en tu propia casa. ¿Por qué actúas como una ladrona? Siéntate y desayuna. Yo despertaré al señor Andrés.Al escuchar el nombre de Andrés, Luna se apresuró a rechazar la oferta:—No, no, Liora. Hoy todavía tengo un conjunto de ejercicios que hacer, así que las tostadas están bien para el desayuno. Me… ¡Me voy!—No, hija, eso no es
—Si no me equivoco, había una rata muerta en esta bolsa, ¿no? ¿Y aun así la usas para llevar comida? ¿No tienes miedo de enfermarte? —preguntó una chica alta y bien vestida con un estilo dulce. Parecía odiar la lonchera de Luna.—Eres la única en toda la preparatoria que trae su propia comida de casa, ¿verdad? ¿No tienes dinero? ¡Podrías pedirnos prestado! ¡Tenemos suficiente! ¡Podemos dejarte trescientos o quinientos mil! —dijo otra chica.Las dos seguían tratando de sembrar discordia:—Ana, ¿ves? Ella simplemente te ignora. Deja de ser amable con esa tía sucia para evitar ensuciarte tú también.Luna cerró su mochila y se levantó golpeando la mesa. No dudó en contradecirla:—¿Qué dices? ¿Quién es la persona sucia? ¿Te atreves a repetirlo?En realidad, Luna rara vez se enfadaba, pero eso no significaba que no tuviera temperamento. Miró a las tres personas que estaban delante de ella y les interrogó:—Sigan. ¿Por qué no siguen hablando? ¿Qué significa ‘sucia’? Si no me equivoco, Nieve D
Gabriel quería venir a verla. No importaba si la operación tenía éxito o no, no se desanimaría, porque la chica que estaba allí era su razón para levantarse de pie de nuevo.Él fijó la mirada en la delgada figura. El cabello de la chica bailaba con la brisa. Toda la escena era tan hermosa como una pintura, por lo que le dijo a Adolfo:—Quédate aquí. —Como mande usted, señor —respondió Adolfo.Luna se sentó en un banco cerca del lago, contemplando el paisaje mientras comía el almuerzo preparado por Liora. Pensaba que nunca se cansaría de las comidas cocinadas por ella.De repente, una figura negra apareció delante de ella. Cuando le dirigió la mirada, se dio cuenta de que era el chico que había visto en el hospital.Pero… sus piernas…Luego, inevitablemente, vio el tatuaje misterioso en su dorso. Parecía que también tenía otro debajo de la camisa en la parte de su cuello…La silla de ruedas del joven se detuvo a su lado. La brisa levantó su cabello en la frente, cuando se giró hacia el
Desde el otro lado del lago, se acercaban unos estudiantes. A lo lejos, Luis reconoció a Luna. Ella estaba charlando con un joven que estaba en una silla de ruedas. Sin embargo, no podía escuchar lo que estaban hablando debido a la larga distancia, solo podía ver la sonrisa brillante que aparecía de vez en cuando en el rostro de la chica.Isabel estaba junta a ellos, y la otra chica era su compañera de habitación, llamada Elisa Martínez. Las dos caminaban juntas, seguidas por Sergio, Luis y Bruno.Elisa quedó sorprendida por el paisaje y no pudo evitar elogiar:—Madre mía, ¡esta es la Preparatoria Privada Aurora! ¡Tiene hasta un enorme lago con cisnes! ¡Qué hermoso! Es más grande que el campo de fútbol de nuestra escuela, ¿verdad, Isabel?—Sí, si no estuviera familiarizada con los caminos, probablemente me perdería aquí —bromeó Isabel.Mientras charlaban, Luis hizo una señal a Bruno, indicándole que mirara en la dirección señalada.Bruno dirigió su mirada hacia allí y vio a Luna. Pero
—Pues, mi situación en la clase no es la mejor, por eso no quiero que mi situación te afecte...Ana: —Boscosa es solo una pequeña ciudad, ¿por qué vas allí? Pero eso no es lo más importante. No importa si no quieres ser mi amiga, siempre y cuando no me ignores cuando quiera hablar contigo.Luna aceptó:—Si no me distraes de mis estudios, no te ignoraré.—¡Perfecto, Luna! —Ana la abrazó muy feliz.En realidad, Luna no entendía de dónde venía el deseo de Ana de ser amiga suya. Recordaba que su interacción no era muy profunda y que no tenía gran conexión con las personas a su alrededor.Cuando Luna se marchó, vio a Sergio, que llevaba una chaqueta de mezclilla negra y tenía un yeso en la mano izquierda, no muy lejos de ellos. Luna se detuvo de inmediato.Además de Sergio, Luna se encontró con una persona conocida: “Isabel”. Últimamente, Isabel solía aparecer frente a ella, de sorpresa en cualquier lugar y no podía evitarla.Ana vio a la chava que se encontraba adelante y dijo:—La chica q