Capítulo 59
Gabriel quería venir a verla. No importaba si la operación tenía éxito o no, no se desanimaría, porque la chica que estaba allí era su razón para levantarse de pie de nuevo.

Él fijó la mirada en la delgada figura. El cabello de la chica bailaba con la brisa. Toda la escena era tan hermosa como una pintura, por lo que le dijo a Adolfo:

—Quédate aquí.

—Como mande usted, señor —respondió Adolfo.

Luna se sentó en un banco cerca del lago, contemplando el paisaje mientras comía el almuerzo preparado por Liora. Pensaba que nunca se cansaría de las comidas cocinadas por ella.

De repente, una figura negra apareció delante de ella. Cuando le dirigió la mirada, se dio cuenta de que era el chico que había visto en el hospital.

Pero… sus piernas…

Luego, inevitablemente, vio el tatuaje misterioso en su dorso. Parecía que también tenía otro debajo de la camisa en la parte de su cuello…

La silla de ruedas del joven se detuvo a su lado. La brisa levantó su cabello en la frente, cuando se giró hacia el
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