—No lo has hecho, sin embargo, pienso que no debes de actuar de esta manera tan altanera, ¿Qué ganas con eso?
—Quiero que te largues, ahora mismo.
—Diego, ¿Qué es lo que te pasa? —el CEO mantiene la mirada fija hacia la puerta y Henri lo pilla de inmediato —. Está bien, me voy a ir, pero sabes que si necesitas hablar yo estaré al pendiente de ti.
Diego permanece callado, luego ve a su amigo salir de su oficina y es cuando él cierra los ojos y suelta el aliento contenido.
Al segundo vuelve abrirlos para mirar su ordenador, necesitaba concentrase en su trabajo y nada más.
[…]
—¿De verdad tenemos que ir, mami?
—Si, debemos hacerlo hija. Solo será unos pocos minutos y nada más, luego podemos regresar a casa —Gisela trata de convencer a su hija mientras la abriga un poco.
—Pero no quiero ir.
—Alba, no me hagas esto más difícil, solo será poco tiempo —la niña frunce los labios.
—¿Puedo llevar a nube?
Gisela ensancha la mirada al escuchar que su hija pretendía salir con su gato, la mujer mira a un lado vislumbrando a la bola de pelos naranja que se encontraba muy perezoso sobre una cama que su propia hija le acomodo.
—No creo que nube quiera ir, se ve muy cómodo en su cama.
—A él no le gusta estar solo mami. Por favor —suplica su hija con aquella voz que la derrite.
Mira al animal quien levanta la mirada para verla, era como si supiera que estaban hablando de él. Era extraño, esa bola pelos parecía ser bastante astuto.
—Bien, pero debes cuidar de que no se escape, ¿de acuerdo?
—Trato hecho —su hija le da el dedo meñique que provoca que su madre sonría.
Aquello era una promesa entre ellas, y era una que no se podía romper. Debía cumplirse como fuera lugar.
—Entonces, vamos ya.
Ambas abandonan el edifico donde residen llevando a nube con ellas…
Al cabo de varios minutos, Gisela ingresa en una enorme edificación y toma el ascensor con su hija. Iban muy calladas, por supuesto que Alba sabía bien cómo comportarse… en cuanto las puertas se abren, por esta sale Gisela de la mano con su hija.
—¡Oh, Gisela! Por el amor de dios, al fin has llegado…
Patricia la saluda con los nervios a millón, su expresión de angustia preocupo a Gisela de inmediato.
—¿Qué fue lo que paso? —Patricia se pone en pie rápidamente corriendo hacia su compañera.
—¿Cómo es que lo soportas?
—¿Esta de malas?
—De malas es poco, por poco y me hace llorar hace un rato.
—Te dije que no puedes llorar delante de él, solo conseguirás que te despida.
Gisela niega mientras consuela a su compañera. Por suerte patricia la suplantaba cuando ella no podía ir al trabajo, el señor Ragno tenía a su disposición a dos secretarias, era cauteloso, cuando le faltaba una tenia a la otra.
Sin embargo, Patricia siempre se llevaba la peor parte. Era menos experta que ella así que cometía muchos errores.
—Ahora dime que es lo que está pasando.
—Mami, ¿vas a tardar mucho? —Gisela mira a su hija y le sonríe dulcemente.
—quiero que te sientes en mi escritorio, y te quedes allí con nube sin perderlo de vista.
—Si.
—Luego podemos ir por una paleta, ¿está bien?
La niña asiente y es cuando su madre se pone manos a la obra. No podía permanecer mucho en la oficina con su hija, no estaba permitido y si su jefe la pillaba las cosas iban a ir muy mal para ella. Por suerte su jefe nunca salía de la oficina sin avisar.
Alba observa a su madre en silencio, luego baja la vista hacia nube quien se encontraba en su regazo durmiendo. Era un gato perezoso cuando le apetecía, acaricia su oreja con suavidad y termina por despertarlo.
Luego ve que su madre se pierde con su amiga hacia otra oficina y ella se queda sola en recepción, de pronto nube se baja de sus piernas rápidamente y Alba se preocupa.
—Nube, ven aquí —musita para que su madre no se diera cuenta.
Pero el curioso gato corretea por toda la recepción y la niña detrás de él para ponerle fin a sus travesuras, de pronto Alba ve que el felino corre hacia la oficina del jefe de su mamá y ensancha la mirada.
—Nube, nooo…
Corre tras él, pero el astuto gato ingresa por las persianas de la ventana. La niña se queda allí parada pensando que estaba rompiendo con la promesa que le hizo a su madre.
—¡Oh, no!
Con sumo cuidado abre la puerta de la oficina y en cuanto entra nota que estaba desolada, suelta el aliento contenido al saber que el jefe de su mami no estaba allí. Pero lo que sus ojos ven es su travieso gatito sobre un enorme escritorio.
Movía la cola de un lado para otro sintiéndose dueño de todo el lugar.
—Nube, ¿Qué crees que haces?
Va nuevamente hacia el gato, pero este se le escapa y en esa huida tira al suelo algunas cosas de la mesa. La niña ve el desorden y en vez de ir a por el gato empieza a recoger todo rápidamente y ponerlo sobre la mesa.
Pero justo en ese momento nube vuelve a subirse en la mesa tirando otras cosas más.
—Noooo, te estas portando muy mal nube.
—¿Qué está pasando aquí? —una fuerte voz consigue que Alba se paralice, la niña levanta únicamente la mirada para ver a un hombre con traje frente a ella —. ¿Tú quién eres? —diego frunce el ceño.
Alba mira atentamente a aquel señor y sospecha que era jefe de su mami, la niña lo observa fijamente a los ojos percibiendo que estaba muy enojado. Ella parpadea varias veces y termina por colocar el objeto que tenía en las manos sobre la mesa.
—¿Usted es el señor Ragno?
Diego frunce aún más el ceño puesto que esa niña lo conocía mientras que él no la conocía de nada. Se cruza de brazos mientras que la ve pareciendo bastante inofensiva, pero la verdad es que toda su oficina estaba hecha un lio.
—Si, soy yo… ¿Quién eres tú? ¿y que haces aquí? —se inclina un poco hacia ella para hablarle más cerca.
—¡Es guapo! —suelta tan de pronto que Diego se irgue en ese mismo instante —. Mi mami dice que es un hombre amargado y feo, pero creo que no es feo, puede ser que amargado lo sea, pero es guapo, ¿está casado?
Diego no daba crédito a lo que estaba oyendo, ¿Quién era esa niña tan entrometida? ¿y quien carajos era su madre para hablar de esa manera a su costa?
—Pequeña niña, ¿Quién es tu madre?
—No se lo diré, porque seguro que la despide, no arriesgare el trabajo de mi mami —su franqueza lo sorprende aún más.
—¿Qué te hace pensar que no puedo averiguar quién es tu madre?
—Mi mami no ha hecho nada malo como para que la despida —y encima de eso, era muy astuta.
—Escucha, yo debo hablar con tu mamá para explicarle ciertas normas de la empre…
Pero de la nada sus ojos giran rápidamente hacia su escritorio para ver a una enorme bola de pelo naranja mirarlo fijamente. Diego se incorpora, entre tanto, mira al gato.
—¿Y esa bola de pelos?
—¡Ah! Es nube, mi gatito.
—Es enorme, ¿Qué le das de comer?
—Comida para gatitos, ¿Qué clase de pregunta es esa?
El CEO mira a la niña con el ceño fruncido, era muy avispada para lo pequeña que era. Luego mira al gato y este le gruñe mostrando sus filosos dientes, el animal achina la mirada y todo su pelaje se eriza.
—No le agrada, nube es muy celoso… usted no le gusta para nada —le dice mientras coge al gato con sus pequeños brazos.
—No está permitido en esta empresa los gatos, ¿tu madre no te lo dijo?
—Ya lo sé, pero no podía dejar a mi gato solo en casa.
Diego vuelve a mirar a la pequeña extraña, se cruza de brazos, ella acariciaba a su mascota con mucho amor.
—¿Qué haces aquí?
—Nube se escapó, le prometí a mamá que no lo perdería. Él entro aquí y yo vine a buscarlo.
—Es la explicación más absurda del mundo —Alba lo mira expectante.
—¿Por qué está enojado? —Diego se rehúsa a contestarle a una completa extraña.
—No puedes entrar en mi oficina, y menos con esa bola de pelos naranja, ¿entendiste? O me vere obligado de buscar a tu mamá y poner ciertos límites con ella, estoy seguro de que eso no te gustara.
La pequeña se le queda mirando fijamente, a Diego le pareció un poco intimidante la forma en la que esa niña lo miraba.
—Creo que no es un hombre malo señor Ragno —Alba le sonríe dulcemente para luego caminar hacia la salida.
Las palabras de esa niña dejo frio a Diego, tanto que ni siquiera volteo a verla, simplemente se quedó en el mismo lugar donde estaba. Luego traga saliva y voltea el rostro hacia la puerta, frunce el ceño y camina hasta la misma para ver de quien se trataba la madre de esa niña.
En cuanto abre la puerta no la ve por ninguna parte, su secretaria tampoco estaba a la vista, eso explicaba porque la pequeña había entrado en su despacho.
—¿Quién es esa niña? ¿y quién es su madre?
[…]
—lamento haberme demorado mucho en el trabajo, pero debía ayudar a Patricia hija.
—Está bien, nube y yo nos divertimos hoy —su madre sonríe un poco mientras ve a su hija comer helado.
—Alba, mañana después de que termines con tus actividades tu instructora te dejara en la oficina, estarás en el área de la cafetería sin hacer mucho desorden.
—¿Y la que me cuidaba en casa?
Gisela no tenía el valor de decirle a su hija que ese mes no alcanzan para muchas cosas, en ese mes se puso mala tres veces y eso resto mucho dinero. La castaña traga saliva al mismo tiempo que baja la mirada.
—Por cómo están las cosas, prefiero que te quedes cerca de mí. ¿de acuerdo?
—Muy bien, mami.
Pero la respuesta de su hija la sorprende mucho, ella detestaba quedarse en la empresa por tantas horas y ahora le soltaba que todo estaba bien.
—¿Ha pasado algo de lo que no me haya enterado? —indaga un poco.
—No, nada. Nube y yo nos portamos bien—su hija le sonríe manteniendo un semblante que le causa curiosidad.
—¿Estás segura?
Alba asiente sonriente, luego sigue comiendo helado dando por finalizada la conversación. No pensaba contarle a su mamá de su encuentro con su jefe, podía estar en serios problemas.
Al llegar a casa y después de un baño tibio, Gisela acuesta a su hija en la cama.
—Debes dormir bien.
—Mami, ¿Por qué dices que tu jefe es un gruñón?
—No puedes decir esto en la empresa, ¿entiendes? —ella asiente —. Hay personas que son así, hija. Llevan una vida infeliz y esa es su única manera de vivir.
—¿Siendo malos con otros?
—¡A veces! —su madre acaricia la mejilla de su hija, luego besa su frente —. Duerme.
En cuanto su madre se marcha Alba se queda pensando en algo curioso, ella tenía una enfermedad que prácticamente era incurable, pero era una niña feliz. Sabía que su madre no tenía mucho dinero, y aun con eso eran felices.
—¿Por qué él no es feliz?
Lo piensa seriamente y cree que necesita saber porque el jefe de su madre no es feliz, no comprendía. Su mami le decía que era malo con otras personas, y que siempre estaba de mal humor.
Aunque cuando hablo con él no le pareció tan gruñón, sonríe un poco al recordar como llamo a nube.
—Bola de pelos naranja, ¡que gracioso! ¿no crees lo mismo, nube? —le pregunta a su gato mientras acaricia su oreja —. No puedes ser malo con el señor Ragno, debes ser un buen gatito.
Al día siguiente ya por la tarde, Alba llega al trabajo de su madre y con ayuda de sus colegas logran meter a la niña sin que nadie se diera cuenta.—Bien hija, te quedaras aquí todo el tiempo posible, no quiero que camines por ninguna parte y tampoco que te metas en líos. Recuerda tu condición.—Ya lo se mami, aquí me quedaré—cruza los dedos mientras responde. —Regresare cuando haya terminado. Dibuja algo bonito.En cuanto la niña ve que su madre se pierde por las escaleras sonríe, la joven baja de la silla y camina hacia el ascensor secundario. Muy sigilosa oprime el botón del piso de su madre y espera que el aparato metálico la lleve.La otra amiga de su mamá no estaba, lo que le daba ventaja de poder escabullirse en la oficina del gruñón. La niña se asoma por la ventana parándose de puntitas y es cuando lo ve sentado escribiendo algunas cosas.Diego firma muy concentrado unos documentos importantes, pero de la nada siente que es observado y eso lo hace detenerse. Levanta la mirad
Gisela se encuentra al lado de su jefe mientras que esté conversa con los familiares de uno de sus clientes que esta por defender.La castaña se mantiene en silencio y actúa solo cuando alguien necesita un café, agua o algún documento que su jefe necesite. Ella observa de soslayo a Diego viendo cómo les explica a los familiares sobre el caso de su cliente.Era un hombre muy inteligente, audaz y no perdía ni un solo caso. Era el mejor abogado de la ciudad, muy buscados por todos. A parte de eso, era extremadamente atractivo, la verdad es que llamaba la atención de cualquiera.Incluyéndola…—Señorita Moore—Diego levanta la mirada para notar que su secretaria lo estaba observando —. Señorita Moore —y es cuando la joven castaña reacción y parpadea al fin.—Señor.—Los documentos de ayer, sobre el caso, ¿Dónde están?—¡Oh, si!Diego frunce un poco el ceño al percibir que ella estaba un poco distraída, se preguntó porque razón lo estaba.Al terminar con sus clientes, el CEO los despidió a t
El castaño no sabe que responder en ese momento, le cayó de sorpresa aquella pregunta tan inocente… mira aquellos ojos marrones tan cargados de dulzura que se niega a decirle una mentira a esa pequeña.—Claro, somo amigos…—la sonrisa de Alba se ilumino.—¿También eres amigo de nube? —él mira al felino y frunce levemente el ceño al notar que la bola de pelos le gruñe.—Creo que necesitaremos un poco más de tiempo.Alba asiente mientras acaricia a su mascota.—¿Ahora me dirás quién es tu madre?—No soy tan tonta, somos amigos, pero no te diré el nombre de mi mamá para que luego la regañes —responde sin siquiera mirarlo, Diego estaba estupefacto por la habilidad de esa niña —. Mejor, demos un paseo, ¿no te parece?—¿Tu madre te deja salir del edificio?—¿Cómo cree? Yo hablo de dar un paseo por el edificio —Alba se pone en pie dejando a nube en el suelo, luego toma la mano del CEO y levanta su mirada con una gran sonrisa —. ¿Vamos?Él no sabía que hacer, era la primera vez que una niña se
Gisela suelta las carpetas de la nada y todas terminan a dar en el suelo desperdigando cada papel, todo se encontraba revuelto y hecho un lio.—Lo siento mucho, señor.Se agacha inmediatamente a recoger el desorden y en eso siente que su jefe se agacha también para ayudarla situación que la puso más nerviosa. El que la hubiera pillado viéndolo tan de cerca la hizo sentirse estúpida.Por suerte él no le dijo nada, y esperaba que siguiera de esa manera. Si llegaba a decir algo estaba segura de que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que se acercaba tanto a su jefe, pero es que ese aruño le causo tanta curiosidad.—Lo siento mucho, disculpe señor —se disculpa una vez que recogió todo, Gisela se pone en pie y es cuando observa fijamente a su jefe, su corazón retumba su pecho y siente que sus mejillas se encienden.Sin embargo, él no le dice una sola palabra, simplemente se queda mirándola como si intentara adivinar qué demonios estaba haciendo hace un momento.—Con su permiso —aña
Diego mira fijamente a Alba.—Pero, ¿Qué estás diciendo, pequeña traviesa? ¿Por qué haces tantas preguntas?—No lo sé, me gusta preguntar.—No deberías de hacerlo.—¿Quieres o no quieres una novia? —el CEO se inclina hacia ella para mirarla fijamente a los ojos.—No quiero una novia y demos terminado este tema, ¿vale?—Eres un aguafiestas.Diego niega, piensa que Alba era una niña muy astuta e intrépida.—Creo que se te hace tarde.—Si, ya debo irme —Alba se pone en pie —. Pero voy a regresar mañana.—De acuerdo…Ambos se sonríen y el CEO ve como ella marcha hacia la salida, luego nota que la pequeña se detiene como hubiera olvidado algo. Luego la ve dar la vuelta y correr hacia él, se lanza en sus brazos depositando un beso en su mejilla.—Tú no eres malo… —vislumbra que ella se saca algo de su muñeca para entregárselo a él —. Es mi pulsera de la buena suerte, quiero que la tengas para que puedas encontrar a una bonita novia.—Alba, no…—Yo quiero que la tengas.Él mira esos hermosos
Diego asiente, sin embargo, siente que la noticia es muy dolorosa. Luego mira su muñeca para ver la pulsera de Alba, era un tejido de color rosa y morado que no le combinaba para nada con sus atuendos, sin embargo, esa pequeñaja le dio su amuleto de la suerte.—Diego…su amigo posa una mano sobre su hombro —. La madre tiene una gran deuda con el hospital —el CEO mira a Henri —. Los ataques de Alba requieren de atención y suministros, lo que ha pasado hoy… bueno es una cuenta un poco elevada para que Gisela lo costee.El castaño se pone en pie y sin decir una sola palabra camina hasta la recepción, su amigo observa como saca su tarjeta para entregársela a la joven recepcionista. Henri lo observa fijamente mientras que se reclina hacia atrás.Le parecía bastante curioso que él actuara de esa manera y por una niña pequeña, se preguntó porque siendo como es le daba importancia a ese asunto. Mira que pedirle el favor de que se informara sobre la situación de la pequeña le pareció curioso.P
—Aun no te quiere —la niña se ríe mientras que lo acaricia —. Debes ganarte su cariño.—¿Y cómo se hace eso? —Diego toma asiento un poco alejado del felino.—Siendo bueno con él y trayéndole regalos.—¡Alba! —su madre la reprende —. No quiero que le digas estas cosas al señor Ragno, no está bien que le pidas cosas.Diego mira a Gisela quien se encontraba en una esquina mientras que los observaba fijamente, parecía que llevaba todo el día limpiando. Se le notaba agotada, le dio el día libre para descansar y ella lo utilizaba para hacer los quehaceres del hogar.—Disculpe señor Ragno, mi hija es… —ella se caya mientras que nota que él la mira fijamente —. ¿quiere un poco de café?—Seguro.Gisela se dirige a la cocina sintiendo que los latidos de su corazón la estaban volviendo loca, por más que trataba de controlarse no lo lograba, tener a su jefe en la casa era muy confuso para ella y más cuando su hija lo trataba como si se conocieran de toda la vida.—Diego —el CEO baja la mirada pa
Gisele pensó, creyó, realmente estuvo muy segura de que él iba a hacer otra cosa, pero la verdad es que se equivocó por completo.Ella traga saliva mientras que le sostiene la mirada a su jefe.—si es lo que desea, yo no tengo problema. Alba lo aprecia mucho.Diego baja la mirada hacia los labios de su secretaria, luego mira sus ojos y se siente tentado a hacer algo más, pero él mismo se impide hacerlo.—Puede llevar a Alba a la empresa, si no quiere o no puede hacerlo, yo pagare los gastos de la niñera para que la cuide en casa.—No tiene por qué hacer eso.—Quiero hacerlo, por favor.Gisele asiente muy despacio, en eso Otto se acerca un poco más a ella, la verdad es que la cercanía era muy extrema. Cada uno podía sentir la respiración del otro así de cerca estaban.—Gisele…—¡Uh! —Automáticamente ella cierra los ojos cuando el aliento de su jefe resopla sobre sus labios, abre un poco su boca y tan solo en un mínimo roce de sus labios la pareja se detiene al escuchar el sonido del m