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capitulo 2. encuentro extraño

—No lo has hecho, sin embargo, pienso que no debes de actuar de esta manera tan altanera, ¿Qué ganas con eso?

—Quiero que te largues, ahora mismo.

—Diego, ¿Qué es lo que te pasa? —el CEO mantiene la mirada fija hacia la puerta y Henri lo pilla de inmediato —. Está bien, me voy a ir, pero sabes que si necesitas hablar yo estaré al pendiente de ti.

Diego permanece callado, luego ve a su amigo salir de su oficina y es cuando él cierra los ojos y suelta el aliento contenido.

Al segundo vuelve abrirlos para mirar su ordenador, necesitaba concentrase en su trabajo y nada más.

[…]

—¿De verdad tenemos que ir, mami?

—Si, debemos hacerlo hija. Solo será unos pocos minutos y nada más, luego podemos regresar a casa —Gisela trata de convencer a su hija mientras la abriga un poco.

—Pero no quiero ir.

—Alba, no me hagas esto más difícil, solo será poco tiempo —la niña frunce los labios.

—¿Puedo llevar a nube?

Gisela ensancha la mirada al escuchar que su hija pretendía salir con su gato, la mujer mira a un lado vislumbrando a la bola de pelos naranja que se encontraba muy perezoso sobre una cama que su propia hija le acomodo.

—No creo que nube quiera ir, se ve muy cómodo en su cama.

—A él no le gusta estar solo mami. Por favor —suplica su hija con aquella voz que la derrite.

Mira al animal quien levanta la mirada para verla, era como si supiera que estaban hablando de él. Era extraño, esa bola pelos parecía ser bastante astuto.

—Bien, pero debes cuidar de que no se escape, ¿de acuerdo?

—Trato hecho —su hija le da el dedo meñique que provoca que su madre sonría.

Aquello era una promesa entre ellas, y era una que no se podía romper. Debía cumplirse como fuera lugar.

—Entonces, vamos ya.

Ambas abandonan el edifico donde residen llevando a nube con ellas…

Al cabo de varios minutos, Gisela ingresa en una enorme edificación y toma el ascensor con su hija. Iban muy calladas, por supuesto que Alba sabía bien cómo comportarse… en cuanto las puertas se abren, por esta sale Gisela de la mano con su hija.

—¡Oh, Gisela! Por el amor de dios, al fin has llegado…

Patricia la saluda con los nervios a millón, su expresión de angustia preocupo a Gisela de inmediato.

—¿Qué fue lo que paso? —Patricia se pone en pie rápidamente corriendo hacia su compañera.

—¿Cómo es que lo soportas?

—¿Esta de malas?

—De malas es poco, por poco y me hace llorar hace un rato.

—Te dije que no puedes llorar delante de él, solo conseguirás que te despida.

Gisela niega mientras consuela a su compañera. Por suerte patricia la suplantaba cuando ella no podía ir al trabajo, el señor Ragno tenía a su disposición a dos secretarias, era cauteloso, cuando le faltaba una tenia a la otra.

Sin embargo, Patricia siempre se llevaba la peor parte. Era menos experta que ella así que cometía muchos errores.

—Ahora dime que es lo que está pasando.

—Mami, ¿vas a tardar mucho? —Gisela mira a su hija y le sonríe dulcemente.

—quiero que te sientes en mi escritorio, y te quedes allí con nube sin perderlo de vista.

—Si.

—Luego podemos ir por una paleta, ¿está bien?

La niña asiente y es cuando su madre se pone manos a la obra. No podía permanecer mucho en la oficina con su hija, no estaba permitido y si su jefe la pillaba las cosas iban a ir muy mal para ella. Por suerte su jefe nunca salía de la oficina sin avisar.

Alba observa a su madre en silencio, luego baja la vista hacia nube quien se encontraba en su regazo durmiendo. Era un gato perezoso cuando le apetecía, acaricia su oreja con suavidad y termina por despertarlo.

Luego ve que su madre se pierde con su amiga hacia otra oficina y ella se queda sola en recepción, de pronto nube se baja de sus piernas rápidamente y Alba se preocupa.

—Nube, ven aquí —musita para que su madre no se diera cuenta.

Pero el curioso gato corretea por toda la recepción y la niña detrás de él para ponerle fin a sus travesuras, de pronto Alba ve que el felino corre hacia la oficina del jefe de su mamá y ensancha la mirada.

—Nube, nooo…

Corre tras él, pero el astuto gato ingresa por las persianas de la ventana. La niña se queda allí parada pensando que estaba rompiendo con la promesa que le hizo a su madre.

—¡Oh, no!

Con sumo cuidado abre la puerta de la oficina y en cuanto entra nota que estaba desolada, suelta el aliento contenido al saber que el jefe de su mami no estaba allí. Pero lo que sus ojos ven es su travieso gatito sobre un enorme escritorio.

Movía la cola de un lado para otro sintiéndose dueño de todo el lugar.

—Nube, ¿Qué crees que haces?

Va nuevamente hacia el gato, pero este se le escapa y en esa huida tira al suelo algunas cosas de la mesa. La niña ve el desorden y en vez de ir a por el gato empieza a recoger todo rápidamente y ponerlo sobre la mesa.

Pero justo en ese momento nube vuelve a subirse en la mesa tirando otras cosas más.

—Noooo, te estas portando muy mal nube.

—¿Qué está pasando aquí? —una fuerte voz consigue que Alba se paralice, la niña levanta únicamente la mirada para ver a un hombre con traje frente a ella —. ¿Tú quién eres? —diego frunce el ceño.

Alba mira atentamente a aquel señor y sospecha que era jefe de su mami, la niña lo observa fijamente a los ojos percibiendo que estaba muy enojado. Ella parpadea varias veces y termina por colocar el objeto que tenía en las manos sobre la mesa.

—¿Usted es el señor Ragno?

Diego frunce aún más el ceño puesto que esa niña lo conocía mientras que él no la conocía de nada. Se cruza de brazos mientras que la ve pareciendo bastante inofensiva, pero la verdad es que toda su oficina estaba hecha un lio.

—Si, soy yo… ¿Quién eres tú? ¿y que haces aquí? —se inclina un poco hacia ella para hablarle más cerca.

—¡Es guapo! —suelta tan de pronto que Diego se irgue en ese mismo instante —. Mi mami dice que es un hombre amargado y feo, pero creo que no es feo, puede ser que amargado lo sea, pero es guapo, ¿está casado?

Diego no daba crédito a lo que estaba oyendo, ¿Quién era esa niña tan entrometida? ¿y quien carajos era su madre para hablar de esa manera a su costa?

—Pequeña niña, ¿Quién es tu madre?

—No se lo diré, porque seguro que la despide, no arriesgare el trabajo de mi mami —su franqueza lo sorprende aún más.

—¿Qué te hace pensar que no puedo averiguar quién es tu madre?

—Mi mami no ha hecho nada malo como para que la despida —y encima de eso, era muy astuta.

—Escucha, yo debo hablar con tu mamá para explicarle ciertas normas de la empre…

Pero de la nada sus ojos giran rápidamente hacia su escritorio para ver a una enorme bola de pelo naranja mirarlo fijamente. Diego se incorpora, entre tanto, mira al gato.

—¿Y esa bola de pelos?

—¡Ah! Es nube, mi gatito.

—Es enorme, ¿Qué le das de comer?

—Comida para gatitos, ¿Qué clase de pregunta es esa?

El CEO mira a la niña con el ceño fruncido, era muy avispada para lo pequeña que era. Luego mira al gato y este le gruñe mostrando sus filosos dientes, el animal achina la mirada y todo su pelaje se eriza.

—No le agrada, nube es muy celoso… usted no le gusta para nada —le dice mientras coge al gato con sus pequeños brazos.

—No está permitido en esta empresa los gatos, ¿tu madre no te lo dijo?

—Ya lo sé, pero no podía dejar a mi gato solo en casa.

Diego vuelve a mirar a la pequeña extraña, se cruza de brazos, ella acariciaba a su mascota con mucho amor.

—¿Qué haces aquí?

—Nube se escapó, le prometí a mamá que no lo perdería. Él entro aquí y yo vine a buscarlo.

—Es la explicación más absurda del mundo —Alba lo mira expectante.

—¿Por qué está enojado? —Diego se rehúsa a contestarle a una completa extraña.

—No puedes entrar en mi oficina, y menos con esa bola de pelos naranja, ¿entendiste? O me vere obligado de buscar a tu mamá y poner ciertos límites con ella, estoy seguro de que eso no te gustara.

La pequeña se le queda mirando fijamente, a Diego le pareció un poco intimidante la forma en la que esa niña lo miraba.

—Creo que no es un hombre malo señor Ragno —Alba le sonríe dulcemente para luego caminar hacia la salida.

Las palabras de esa niña dejo frio a Diego, tanto que ni siquiera volteo a verla, simplemente se quedó en el mismo lugar donde estaba. Luego traga saliva y voltea el rostro hacia la puerta, frunce el ceño y camina hasta la misma para ver de quien se trataba la madre de esa niña.

En cuanto abre la puerta no la ve por ninguna parte, su secretaria tampoco estaba a la vista, eso explicaba porque la pequeña había entrado en su despacho.

—¿Quién es esa niña? ¿y quién es su madre?

[…]

—lamento haberme demorado mucho en el trabajo, pero debía ayudar a Patricia hija.

—Está bien, nube y yo nos divertimos hoy —su madre sonríe un poco mientras ve a su hija comer helado.

—Alba, mañana después de que termines con tus actividades tu instructora te dejara en la oficina, estarás en el área de la cafetería sin hacer mucho desorden.

—¿Y la que me cuidaba en casa?

Gisela no tenía el valor de decirle a su hija que ese mes no alcanzan para muchas cosas, en ese mes se puso mala tres veces y eso resto mucho dinero. La castaña traga saliva al mismo tiempo que baja la mirada.

—Por cómo están las cosas, prefiero que te quedes cerca de mí. ¿de acuerdo?

—Muy bien, mami.

Pero la respuesta de su hija la sorprende mucho, ella detestaba quedarse en la empresa por tantas horas y ahora le soltaba que todo estaba bien.

—¿Ha pasado algo de lo que no me haya enterado? —indaga un poco.

—No, nada. Nube y yo nos portamos bien—su hija le sonríe manteniendo un semblante que le causa curiosidad.

 —¿Estás segura?

Alba asiente sonriente, luego sigue comiendo helado dando por finalizada la conversación. No pensaba contarle a su mamá de su encuentro con su jefe, podía estar en serios problemas.

Al llegar a casa y después de un baño tibio, Gisela acuesta a su hija en la cama.

—Debes dormir bien.

—Mami, ¿Por qué dices que tu jefe es un gruñón?

—No puedes decir esto en la empresa, ¿entiendes? —ella asiente —. Hay personas que son así, hija. Llevan una vida infeliz y esa es su única manera de vivir.

—¿Siendo malos con otros?

—¡A veces! —su madre acaricia la mejilla de su hija, luego besa su frente —. Duerme.

En cuanto su madre se marcha Alba se queda pensando en algo curioso, ella tenía una enfermedad que prácticamente era incurable, pero era una niña feliz. Sabía que su madre no tenía mucho dinero, y aun con eso eran felices.

—¿Por qué él no es feliz?

Lo piensa seriamente y cree que necesita saber porque el jefe de su madre no es feliz, no comprendía. Su mami le decía que era malo con otras personas, y que siempre estaba de mal humor.

Aunque cuando hablo con él no le pareció tan gruñón, sonríe un poco al recordar como llamo a nube.

—Bola de pelos naranja, ¡que gracioso! ¿no crees lo mismo, nube? —le pregunta a su gato mientras acaricia su oreja —. No puedes ser malo con el señor Ragno, debes ser un buen gatito.

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