El castaño no sabe que responder en ese momento, le cayó de sorpresa aquella pregunta tan inocente… mira aquellos ojos marrones tan cargados de dulzura que se niega a decirle una mentira a esa pequeña.
—Claro, somo amigos…—la sonrisa de Alba se ilumino.
—¿También eres amigo de nube? —él mira al felino y frunce levemente el ceño al notar que la bola de pelos le gruñe.
—Creo que necesitaremos un poco más de tiempo.
Alba asiente mientras acaricia a su mascota.
—¿Ahora me dirás quién es tu madre?
—No soy tan tonta, somos amigos, pero no te diré el nombre de mi mamá para que luego la regañes —responde sin siquiera mirarlo, Diego estaba estupefacto por la habilidad de esa niña —. Mejor, demos un paseo, ¿no te parece?
—¿Tu madre te deja salir del edificio?
—¿Cómo cree? Yo hablo de dar un paseo por el edificio —Alba se pone en pie dejando a nube en el suelo, luego toma la mano del CEO y levanta su mirada con una gran sonrisa —. ¿Vamos?
Él no sabía que hacer, era la primera vez que una niña se apegaba tanto a él. Aquel hecho lo hace tragar saliva, mira hacia todos lados percibiendo que estaba llamando mucho la atención de sus empleados.
—No creo que ahora sea un buen momento.
—¿Por qué no?
—Bueno, es que…
—Ven, te llevare a un lugar bonito.
La pequeña jala su cuerpo hacia donde ella quiere mientras que el CEO se deja llevar si saber porque razón, baja la mirada y nota que la bola de pelos también lo sigue, era un gato astuto.
—¿Ya viste eso? Es la hija de Gisela, ¿Por qué anda con el jefe de esa manera?
—No tengo idea, pero parece que lo conoce de toda la vida —musita la otra recepcionista.
Al cabo de algunos minutos en el ascensor, Diego se da cuenta hacia donde lo lleva la pequeña Alba.
—¿Por qué vamos para la azotea?
—Es un lugar bonito y lo mejor de todo es que nadie lo estará mirando.
—¿Qué dices? —pregunta ceñudo.
Las puertas del ascensor se abren y ambos salen al exterior, la fuerte brisa le sopla en la cara, pero eso no los detiene.
—Se que no le gusta que lo vean sus empleados y menos conmigo.
En ese momento Diego se sintió como un miserable, baja la mirada sintiéndose avergonzado por su comportamiento.
—No se trata de ti —Alba lo mira con curiosidad —. Es por mí.
—No entiendo —le responde negando.
—Es mejor que no lo entiendas —Diego camina hacia el borde del edificio y se da cuenta que sin duda alguna Alba tenía razón, era una vista impresionante.
—¿Verdad que es bonito?
—Lo es…
Alba se sitúa al lado de Diego y toma su mano, luego la niña sonríe un poco al sentir que él poco a poco aprieta. Ahora si sentía que eran amigos de verdad, el jefe de su mamá solo necesitaba una amiga.
—Diego.
—¿Qué pasa?
—¿Tienes esposa? —la pregunta sobresalto al CEO, esa niña le hacía unas preguntas que lo ponían de los nervios.
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Una pregunta normal.
El CEO se tensa.
—No tengo —responde a secas.
—¿Y novia? —él pone los ojos en blanco.
—Tampoco.
—¿Estás solo? —en ese momento Alba lo mira fijamente mientras que él solo contempla el paisaje.
—¿A que vienen estas preguntas tan extrañas?
La pequeña frunce los labios, luego baja la mirada para seguir viendo el paisaje. Era triste que él estuviera tan solo, por lo menos ella tenía a su mami que la quería mucho, pero ¿y Diego?
—¿Tus papas te visitan? —Diego suelta el aliento al escucharla, Alba era una niña muy curiosa, se preguntaba cómo es que no le molestaba escucharla hacer tantas preguntas.
—Haces muchas preguntas, ¿lo sabias?En eso ambos escuchan al gato maullar y voltean para mirarlo, la bola de pelos se encontraba desfilando por el borde del precipicio como si aquello no fuese para nada peligroso. Tanto diego como Alba ensancharon la mirada luego de verlo.
—Nubeeeee… —Alba corre hacia el gato, pero Diego la sujeta rápidamente.
—Ni se te ocurra.
—No dejare que muera, no lo haré…—le dice forcejando para que librarse de sus brazos.
El corazón de Diego se estremece al escucharla, parpadea y luego levanta la mirada hacia esa traviesa bola de pelos, frunce el ceño y niega.
—Prometo rescatarlo, pero tu debes quedarte aquí, lejos del borde, ¿entendiste? —Alba mira a Diego fijamente y asiente rápido.
El CEO camina hacia el felino muy lentamente, este ni siquiera se había percatado de su existencia hasta que gira la cabeza y lo ve acercarse. De inmediato comienza a mostrarle los colmillos y es cuando Diego se detiene.
—Nube, no seas malo. Diego es mi amigo.
—Debes calmarte bola de pelos —el CEO continúa caminando hacia el gato y este decide ponerse en pie y seguía caminando por el borde —. No, eso no está bien.
—Nubeee…
Mientras que Diego se aproxima el felino sigue ferozmente gruñéndole, hasta que Diego piensa en actuar rápido y se abalanza sobre la bola de pelos sujetándolo a duras penas. Pero el haber agarrado a aquel gatito que parecía indefenso fue una mala idea.
La bola de pelos aruño la mejilla de diego y salto de sus brazos para correr a los brazos de su dueña. El CEO posa una mano en su mentón sintiendo el leve arañazo.
—¡Oh, no! Lo siento mucho—se disculpa la niña.
—Está bien, no pasa nada. Al menos esa bola de pelos no salto al precipicio.
Alba mira la cara del jefe de su madre y se preocupa mucho, y si su mami observa aquel aruño y Diego le contaba que había sido un gato. Era posible que se metiera en muchos problemas.
—Creo que ya debo volver a la cafetería —dice rápidamente, Diego mira a la pequeña angustiada que lo hace agacharse.
—No te preocupes, solo es un arañazo sin importancia —Alba asiente rápido —. Pero si ya debes irte, entonces, bajemos de una vez antes que esta bola de pelos haga más desorden.
Ambos llegaron casi al sector de la cafetería y es cuando Alba mira a su madre dirigirse al mismo lugar, la niña se detiene en seco y no sabe que hacer ahora.
—¿Qué pasa?
—Puedo ir sola.
—Yo te acompaño.
—De verdad, yo puedo ir sola —Alba comienza a empujar a su amigo hacia el ascensor para que subiera al mismo de ese modo su madre no lo vería.
—¿Segura?
El CEO sentía que esa chiquilla estaba actuando muy extraño, como nerviosa, se preguntó si se debería a la presencia de su madre. era posible que hubiera visto a la mamá y no deseaba que la viera charlando con el jefe.
En cuanto entra en el ascensor las puertas hacen amago de cerrarse, pero él las detiene y nota que Alba ensancha la mirada.
—¿Tu madre conoce las reglas del edificio?
—No traer niños, ni animales. Las conoce bien.
—¿Por qué te trae con tu mascota? —Alba guarda silencio un momento.
—No tiene dinero para pagarle a la niñera para que cuide de mí.
Diego muestra una expresión de seriedad por aquel asunto.
—¿Despedirás a mi mami? —él la mira fijamente.
—¡No lo haré! —suelta la puerta para que se cerrara —. Adiós Alba, se buena niña.
La pequeña rubia sonríe abiertamente al escucharlo, su corazón rebosa de alegría en cuanto oye a su amigo hablar así. Sentía que estaba haciendo algo bueno siendo amiga de Diego. Alba suelta el aliento para luego girar el cuerpo, pero al hacerlo se detiene en seco.
—¿Mami? —Gisela la observaba de brazos cruzados.
—¿Se puede saber que estás haciendo aquí, Alba Moore? —la rubia más joven mira a su madre con culpa en los ojos.
—Nube… —Gisela frunce los ojos —. Se me escapo y Sali corriendo detrás de él.
Gisela niega, su hija a veces se pasaba de traviesa. Le preocupaba que su jefe la hubiera visto, cuando fue a su oficina no lo encontró y se preocupó de que hubiera podido bajar. Aunque eso era imposible. Siempre que bajaba era para hacer algo importante.
—Sabes que mi jefe no está en su oficina, no tengo idea de donde puede estar metido. Por favor regresa a la cafetería y espera un poco más.
—Si mami —Alba le sonríe muy feliz y sale corriendo, su madre la mira de soslayo y frunce el ceño.
—Estaba triste esta mañana, y ahora es feliz.
Niega mientras que presiona el botón del ascensor. Al menos su preocupación era menos luego de encontrarla, ahora debía ver si su jefe la pillo en alguna parte.
—¿La encontraste?
—Si, el gato se escapó y ella lo estaba buscando —Gisela le responde a su amiga Patricia.
—¿Crees que el jefe la vio? Acaba de llegar, y paso de un serio que me dio mucho miedo. Parece que esta de muy malas.
El corazón de la rubia se acelera, no era momento de perder su empleo, con su sueldo sobrevivía a las crisis de Alba y todo lo demás que debía cubrir ella sola.
—¿Crees que él sepa que es hija tuya?
—Pienso que estuviera pegando gritos como desquiciado, quizás solo debamos esperar.
—Si.
Las chicas tomaron sus respectivos asientos mientras se miraban y luego observan la puerta.
[…]
Entre tanto, Diego piensa en las palabras de Alba. La madre de ella no tenía para pagar una niñera, por esa razón siempre estaba en su empresa con la bola de pelos.
El CEO niega, ¿y ahora que debería hacer? Si continuaba permitiendo eso, las demás madres podrían traerá a sus hijos a la empresa. Se volvería una guardería.
—Por dios —musita mientras frota el puente de sus ojos.
En eso recuerda el aruño de la bola de pelos, toca aquella parte y frunce un poco el ceño. Si que lo había lastimado ese gato.
[…]
Mientras que Gisele trabaja en su ordenador su teléfono de mesa comienza a pitar, era su jefe que la estaba llamando. Ya estaba por terminar su jornada, pero ahora su jefe la estaba llamando. Su amiga la mira nerviosa mientras que ella se pone en pie y camina hacia la puerta.
Al ingresar en la oficina de su jefe se aproxima al escritorio notando que estaba lleno de carpetas apiladas en una esquina y varios papeles dispersos por toda la mesa. La cabeza de su jefe se encontraba cabizbaja entre tanto ella se aproximaba.
—¿Se le ofrece algo señor?
—Si, necesito que me organices todas estas carpetas en el archivero.
Ella no entendía, ¿Por qué le ordeno sacarlas todas, y ahora le pedía que las volviera a guardar? Había sido mucho trabajo conseguirlas todas.
—¿No las necesitara más? —se asegura para no tener que volver a pasar por lo mismo.
—No, no las necesitare —le enfurecía saber que ella se lo dijo y él no le prestó atención.
Gisela se encamina hacia la mesa para recoger las carpetas unas que eran muy pesadas, en cuanto las sujeta, gira un poco el rostro hacia el de su jefe quien estaba leyendo detenidamente un documento.
Ella parpadea inofensivamente y es cuando frunce levemente el ceño al percatarse de algo inusual en su jefe.
Abre un poco más los ojos al fijarse que su jefe lleva un enorme arañazo en su mentón, la rubia entre abre sus labios al pensar que su jefe se había perdido un buen rato era porque estaba con una mu…
No era posible, nunca se le había conocido a nadie…
Baja un poco el rostro y afina los ojos para fijarse bien, alrededor de arañazo se encontraba un poco hinchado, significaba que era muy reciente.
Diego siente que algo no va bien con su secretaria que lo hace girar el rostro abruptamente para toparse con el de su secretaria.
En ese instante ambos se miran fijamente al darse cuenta que estaban frente a frente. De hecho, aquella cercanía era demasiada intima como para considerarla normal entre jefe y su secretaria.
Gisela suelta las carpetas de la nada y todas terminan a dar en el suelo desperdigando cada papel, todo se encontraba revuelto y hecho un lio.—Lo siento mucho, señor.Se agacha inmediatamente a recoger el desorden y en eso siente que su jefe se agacha también para ayudarla situación que la puso más nerviosa. El que la hubiera pillado viéndolo tan de cerca la hizo sentirse estúpida.Por suerte él no le dijo nada, y esperaba que siguiera de esa manera. Si llegaba a decir algo estaba segura de que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que se acercaba tanto a su jefe, pero es que ese aruño le causo tanta curiosidad.—Lo siento mucho, disculpe señor —se disculpa una vez que recogió todo, Gisela se pone en pie y es cuando observa fijamente a su jefe, su corazón retumba su pecho y siente que sus mejillas se encienden.Sin embargo, él no le dice una sola palabra, simplemente se queda mirándola como si intentara adivinar qué demonios estaba haciendo hace un momento.—Con su permiso —aña
Diego mira fijamente a Alba.—Pero, ¿Qué estás diciendo, pequeña traviesa? ¿Por qué haces tantas preguntas?—No lo sé, me gusta preguntar.—No deberías de hacerlo.—¿Quieres o no quieres una novia? —el CEO se inclina hacia ella para mirarla fijamente a los ojos.—No quiero una novia y demos terminado este tema, ¿vale?—Eres un aguafiestas.Diego niega, piensa que Alba era una niña muy astuta e intrépida.—Creo que se te hace tarde.—Si, ya debo irme —Alba se pone en pie —. Pero voy a regresar mañana.—De acuerdo…Ambos se sonríen y el CEO ve como ella marcha hacia la salida, luego nota que la pequeña se detiene como hubiera olvidado algo. Luego la ve dar la vuelta y correr hacia él, se lanza en sus brazos depositando un beso en su mejilla.—Tú no eres malo… —vislumbra que ella se saca algo de su muñeca para entregárselo a él —. Es mi pulsera de la buena suerte, quiero que la tengas para que puedas encontrar a una bonita novia.—Alba, no…—Yo quiero que la tengas.Él mira esos hermosos
Diego asiente, sin embargo, siente que la noticia es muy dolorosa. Luego mira su muñeca para ver la pulsera de Alba, era un tejido de color rosa y morado que no le combinaba para nada con sus atuendos, sin embargo, esa pequeñaja le dio su amuleto de la suerte.—Diego…su amigo posa una mano sobre su hombro —. La madre tiene una gran deuda con el hospital —el CEO mira a Henri —. Los ataques de Alba requieren de atención y suministros, lo que ha pasado hoy… bueno es una cuenta un poco elevada para que Gisela lo costee.El castaño se pone en pie y sin decir una sola palabra camina hasta la recepción, su amigo observa como saca su tarjeta para entregársela a la joven recepcionista. Henri lo observa fijamente mientras que se reclina hacia atrás.Le parecía bastante curioso que él actuara de esa manera y por una niña pequeña, se preguntó porque siendo como es le daba importancia a ese asunto. Mira que pedirle el favor de que se informara sobre la situación de la pequeña le pareció curioso.P
—Aun no te quiere —la niña se ríe mientras que lo acaricia —. Debes ganarte su cariño.—¿Y cómo se hace eso? —Diego toma asiento un poco alejado del felino.—Siendo bueno con él y trayéndole regalos.—¡Alba! —su madre la reprende —. No quiero que le digas estas cosas al señor Ragno, no está bien que le pidas cosas.Diego mira a Gisela quien se encontraba en una esquina mientras que los observaba fijamente, parecía que llevaba todo el día limpiando. Se le notaba agotada, le dio el día libre para descansar y ella lo utilizaba para hacer los quehaceres del hogar.—Disculpe señor Ragno, mi hija es… —ella se caya mientras que nota que él la mira fijamente —. ¿quiere un poco de café?—Seguro.Gisela se dirige a la cocina sintiendo que los latidos de su corazón la estaban volviendo loca, por más que trataba de controlarse no lo lograba, tener a su jefe en la casa era muy confuso para ella y más cuando su hija lo trataba como si se conocieran de toda la vida.—Diego —el CEO baja la mirada pa
Gisele pensó, creyó, realmente estuvo muy segura de que él iba a hacer otra cosa, pero la verdad es que se equivocó por completo.Ella traga saliva mientras que le sostiene la mirada a su jefe.—si es lo que desea, yo no tengo problema. Alba lo aprecia mucho.Diego baja la mirada hacia los labios de su secretaria, luego mira sus ojos y se siente tentado a hacer algo más, pero él mismo se impide hacerlo.—Puede llevar a Alba a la empresa, si no quiere o no puede hacerlo, yo pagare los gastos de la niñera para que la cuide en casa.—No tiene por qué hacer eso.—Quiero hacerlo, por favor.Gisele asiente muy despacio, en eso Otto se acerca un poco más a ella, la verdad es que la cercanía era muy extrema. Cada uno podía sentir la respiración del otro así de cerca estaban.—Gisele…—¡Uh! —Automáticamente ella cierra los ojos cuando el aliento de su jefe resopla sobre sus labios, abre un poco su boca y tan solo en un mínimo roce de sus labios la pareja se detiene al escuchar el sonido del m
—¡Es un idiota! Alba es una niña dulce —uno de los ojos de Gisele la traiciona y termina por botar una lagrima que Diego limpia rápidamente—. Y tú eres una gran mujer.El corazón de Gisele palpita ferozmente ante aquella caricia de su jefe, era la primera vez que le hablaba de esa manera.En un impulso Diego inclina su rostro hacia el de Gisela y termina por unir sus labios con los de ella en tan solo un roce de sus bocas… el contacto fue algo electrizante para ambos, sin embargo, no se separan y continúan reforzando el beso.Diego envuelve la cintura de Gisele con uno de sus brazos mientras que ella desliza sus manos por ambos brazos de él. La escasa iluminación de la oficina le da un toque especial al momento, ya que sus rostros únicamente se veían iluminados por la luz de una lampara de escritorio.Diego envuelve el cuerpo de su secretaria con sus brazos mientras que va afianzando el beso, su lengua invade el interior de la boca de Gisela de tal manera que logra sentir la tibia y s
Diego y Alba llegan al piso donde el CEO trabaja y ambos se ganan las miradas de las secretarias, Gisela se pone en pie de inmediato al ver a su hija llegar con su jefe. La mujer parpadea varias veces sin decir una palabra.—Hola mami, Diego ya llego —lo dice con tanta tranquilidad que a la mujer casi le da un infarto, luego mira a su compañera quien la observa con los ojos bien abiertos.—Hija…—Está bien, si pudieran ordenar leche y unas galletas a mi oficina.—¡¿Eh?! —exclama la madre.—Mami, diego me pidió que lo acompañara esta tarde, vamos a comer galletas y leche —su hija le sonríe de tal manera que ella no sabe que decir.—¿Está bien?En ese momento Gisela se percata de que su jefe le estaba pidiendo permiso para llevarse a su hija a la oficina. Ella solo asiente con una media sonrisa.Así que los termina viendo entrar junto al gato a la oficina, Gisela estaba completamente asombrada por lo mucho que su jefe estaba cambiando y todo eso era ¿gracias a su hija? Paso de ser un og
Gisela levanta la mirada para ver a su hija salir del cuarto, ella se pone en pie mostrándole una sonrisa.—Pensé que me estarías esperando en la cama —toma la mano de su hija para llevarla de nuevo a la habitación —. Necesitas descansar para mañana.—Si.[…]Gisele ingresa en la oficina de su jefe con algunas de las carpetas que él le solicito, la mujer camina con un poco de apremio al escritorio para dejar el trabajo para él.Entre tanto el CEO lee un documento importante para su caso, frunce el ceño al mismo tiempo que subraya unas cuentas líneas.—Aquí están todas las carpetas que me ha pedido, organizadas por fechas —Diego asiente mientras que sigue leyendo, Gisela lo ve muy concentrado que decide retirarse.—¿Cómo esta Alba? —ella se detiene al escucharlo.—Ella está bien, en sus clases.—¿Vendrá hoy? —él levanta la mirada para verla.A Gisela no le quedaba más remedio que tener a su hija en la empresa ya que era más seguro para ambas.—Si —Diego afina un poco la mirada al ver l