Gisela se encuentra al lado de su jefe mientras que esté conversa con los familiares de uno de sus clientes que esta por defender.
La castaña se mantiene en silencio y actúa solo cuando alguien necesita un café, agua o algún documento que su jefe necesite. Ella observa de soslayo a Diego viendo cómo les explica a los familiares sobre el caso de su cliente.
Era un hombre muy inteligente, audaz y no perdía ni un solo caso. Era el mejor abogado de la ciudad, muy buscados por todos. A parte de eso, era extremadamente atractivo, la verdad es que llamaba la atención de cualquiera.
Incluyéndola…
—Señorita Moore—Diego levanta la mirada para notar que su secretaria lo estaba observando —. Señorita Moore —y es cuando la joven castaña reacción y parpadea al fin.
—Señor.
—Los documentos de ayer, sobre el caso, ¿Dónde están?
—¡Oh, si!
Diego frunce un poco el ceño al percibir que ella estaba un poco distraída, se preguntó porque razón lo estaba.
Al terminar con sus clientes, el CEO los despidió a todos. Luego mira a su secretaria quien recoge todo para dejar la sala de juntas en orden.
—¿Qué es lo que le pasa? —Gisela levanta la mirada para ver a su jefe, en ese momento su corazón comienza a papilar como loco.
—¿Sobre qué señor?
—Hace un trato, la llame y no presto atención, ¿Qué le sucede? —le reclama fríamente.
Ella se asusta un poco, no era propio de ella quedarse colgada en una junta tan importante como en la que estaban, pero no entendido porque al mirarlo se perdió por unos segundos.
Siempre le pareció un hombre interesante, sin embargo, con su terrible carácter hacía que se le olvidara todo.
—Lo siento mucho, no volverá a pasar.
—Eso espero, porque no quiero a incompetentes a mi lado.
Gisela asiente, luego ve a su jefe marcharse y es cuando libera una gran cantidad de aire contenido. Posa una mano sobre su pecho para sentir los fuertes latidos de su corazón.
—Por dios.
[…]
Por la tarde Gisela recibe a Alba en la empresa y le llave como de costumbre a la cafetería, era un lugar seguro que su jefe no frecuentaba.
—Te quedaras aquí, y cuando haya terminado nos iremos a casa.
—Voy a estar bien, mami.
—¿Tomaste tus medicinas?
—Ya lo hice.
—Bien, si te sientes mal llámame. Y quiero que no pierdas de vista a nube, si se pierde puedo meterme en un problema grave.
La pequeña asiente mostrando una mirada dulce que confunde a su madre, sin embargo, no podía quedarse a descubrirlo.
Alba aplana los labios mientras que ve a su mama abordar el ascensor, la niña sonríe y luego mira a su gato.
—Vamos a visitar a un amigo, nube. Y tienes que ser bueno con él, no puedes morderlo.La niña se encamina hasta las escaleras y empieza a subir poco a poco muy contenta por ver nuevamente a Diego.
Entre tanto, Gisela y Patricia se encontraban en otra sección de la oficina buscando información para un caso de su jefe.
En cuanto alba percibió que su madre no estaba sonríe, tenía mucha suerte. La niña se escabullo mirando hacia todos lados, de puntillas se asoma por la ventana observando a Diego.
—Mira nube, allí está sentado, ¿lo ves? ——la pequeña asoma al gato por la ventana y este solo consigue maullar.
Y aquel maullido provoca que Diego frunza el ceño y levante la mirada, en cuanto lo hace afina la mirada y nota que por la ventana se encontraba asomado un gato.
—¿Qué?
Segundos después la puerta de su oficina se abre y por esta ingresa Alba con aquella bola de pelos naranja.
—Hola, mira quien ha venido a visitarte —el CEO observa a aquel felino peludo quien al mirarlo le gruñe de inmediato —. Nube no seas malo, él es nuestro amigo.
—¿Qué haces aquí? ¿Y poque has traído al gato?
—Nube quería verte —ella le sonríe dulcemente.
Él mira al gato y este lo mira de una manera asesina, dudaba mucho que ese gato quisiera verlo.
—Yo no creo que tu gato me quiera.
—Es así con todos, hasta que te toma cariño. Solo debes sonreír más, el percibe el lado bueno de las personas.
—Lo dudo —se cruza de brazos —. ¿porque sigues viniendo a mi oficina?
—¿No te gusta que venga? —pregunta un poco entristecida.
El CEO cambio la forma de mirar al notar que la niña había cambiado su manera de mirar, era como si de verdad estuviera triste. Mirar esos ojos brillar de esa manera no era algo que le agradase mucho.
—Has lo que quieras —finalmente responde para luego volver la vista al ordenador.
—Muy bien, podre seguir visitándote, y nube también. Le gusta salir de casa, estar encerrado no es bueno, la gente se enferma.
Sus palabras lo hicieron tensarse, esa niña era muy intrépida.
—¿Me contara la historia de cuando fue a conocer la nieve? Seguramente debe ser muy emocionante, ¿no es así?
Él levanta únicamente la mirada notando que volvía a ver sus fotografías, para ese momento ya no tenía al gato encima y eso lo hace ensanchar la mirada.
—¿Dónde está la bola de pelos naranja?
—¡Oh!
En eso él baja la mirada y nota que él felino se encontraba merodeando sus pies, frunce el ceño justo cuando el gato levanta la vista y vuelve a gruñirle de manera muy agresiva.
—Esta bola de pelos no le agrado, será mejor que te lo lleves.
—Vamos nube, no seas malo.
La niña se acerca para sujetar al felino y alejarlo de él.
—Si se portara más amable, nube lo trataría mejor.
—NO creo que sea conveniente de que sigas en esta oficina, ¿no lo crees? Tu madre debe estar buscándote.
—Está ocupada.
—¿No sabe que estas aquí con su jefe?
—No.
El CEO se inclina hacia atrás y niega, sí que era traviesa esa pequeñaja.
—Diego, ¿puedo seguir visitándolo? —la pregunta lo desconcertó.
—¿Qué?
—Si, ¿nube y yo podemos seguir visitándolo?
—¿Qué te hace pensar que quiero que lo hagas?
—Aparentar ser malo, pero no lo es…
Ambos se miran y se mantienen en silencio.
—Este no es un lugar para una niña y su gato —su respuesta tan fría y seca provoca que Alba permaneciera callada.
Él nota como ella no dice nada, simplemente permanece callada, luego baja la mirada y se da la vuelta dirigiéndose a la salida. Diego hace amago de decir algo, pero no lo hace y no sabe por qué. Luego Alba se marcha dejando su oficina desolada.
Por alguna extraña razón se siente un poco extraño sin la presencia de esa pequeña, sintió como si la hubiera echado de su oficina. La verdad es que era un idiota, tan solo era una pequeña a la que posiblemente lastimo sus sentimientos.
[…]
—De regreso a casa estuviste muy callada, ¿ocurrió algo? —Gisela le pregunta a su hija durante la cena.
—No.
—¿Segura?
—Si.
—Mañana también debo llevarte a la empresa, ¿eso está bien?
Alba se encoje de hombros, ahora no estaba segura de sentirse contenta por ir a la empresa de su madre. visitar a Diego no era tan bueno después de que él la corriera. La pequeña suelta el aliento.
—Alba, hija, ¿todo está bien? ¿te sientes mal?
—Mami, ¿eres feliz? —la pregunte de su hija la sorprende.
—¿Qué dices?
—Bueno, siempre estas cuidándome, y nunca veo que tengas tiempo para ti. ¿eres feliz con eso?
Los ojos de Gisela estaban a punto de aguarse, Alba a veces tenía una manera de hacer hacerla sentir especial, era una niña encantadora.
—Hija, yo soy feliz si tu estas bien.
—Mami, cuando me enfermo te pones triste —baja la mirada —. No me gusta que te pongas triste, ni tampoco que llores.
—No tienes que preocuparte por eso, prometo que voy a estar bien siempre.
Frunce los labios mientras escucha a su madre, no estaba muy convencida de eso. Sentía en el fondo de su corazón que a su mamá le hacía falta algo más.
—¿Por qué me haces estas preguntas?
—No es nada…
Gisela asiente, luego ve que su hija se pone en pie.
—Me voy a la cama, estoy cansada.
—Si, te alcanzo en un momento.
En cuanto la madre se quedó sola, piensa en la enfermedad de su pequeña y todas las complicaciones por las que ha pasado. El que siguiera con vida era un milagro que agradecía enormemente.
Sonríe puesto que Alba era un preciado regalo que atesoraba grandemente.
[…]
Mirando el techo de su habitación, Diego no dejaba de pensar en esa pequeña y en las palabras que le dijo.
—Soy un idiota, ¿Cómo le pude hablar de esa manera a una niña?
Niega, se pone de medio lado para mirar por la ventana. Había herido sus sentimientos, ella era dulce con él, pero por su mal humor la trato mal y posiblemente no volviera a verla.
—Pero, no pasa nada si no la vuelvo a ver. Es probable que su madre no la lleve más a la oficina.
Se dice, aunque no muy convencido. Frustrado, se pone en pie para salir de su habitación e ir a la cocina. Era increíble que se sintiera de esa manera por una niña y su gato, uno que por cierto no sentía apatía hacia él.
—El gato me odia.
[…]
Al día siguiente Diego no pudo trabajar absolutamente nada, miraba la puerta de su oficina cada dos por tres y esta no se abría, también miraba hacia la ventana y ni Alba y ni la bola de pelos se asomaba.
—¿No vendrá?
Se pregunta mientras se inclina hacia atrás, en eso alguien toca la puerta y siente un poco de emoción. Pero esta se desvanece rápido al ver a Gisela entrar en su oficina.
—Señor, le traigo su café.
—¿Tú y patricia han estado todo el tiempo en sus escritorios?
Gisela se petrifica por la repentina pregunta de su jefe, traga saliva y hasta siente que palidece en ese instante.
—¿Señor?
—¿Han estado o no?
—SI señor, no nos hemos movido —claro, esa era la razón por la cual no había ido a visitarlo.
—Quiero que… vayan a deposito, las dos, y busquen un… —se queda pensando en algo para sacarlas de allí —. Un expediente del caso que llevo actualmente, hay uno de hace 5 meses, quiero que lo traigan.
—Señor, ese expediente ya lo ha revisado muchísimas veces.
—¿Debo consultarle a usted lo que debo hacer?
Gisela se endereza y asiente rápidamente, segundos después sale de la oficina. En ese momento Diego se queda un poco más tranquilo puesto que le estaba dejando el camino libre a Alba y a la odiosa bola de pelos.
Pero los segundos pasaron, dieron paso a los minutos y ella no llego.
Él se pone en pie con el ceño fruncido y decide ir a buscarla…
Alba se encontraba bastante aburrida en la silla donde su madre la dejo sentada, nube dormía plácidamente sobre sus piernas y ella solo acariciaba su oreja.
Esa tarde no fue a visitar a Diego, era evidente que él no deseaba ser su amigo y eso la entristecía, todos los niños del hospital querían ser su amigo, pero él no.
—Así que aquí te escondes—la voz de Diego la hace levantar la mirada, parpadea cuando lo ve delante de ella de brazos cruzados—. Esa odiosa bola de pelos y tú.
—¡Diego! —dice sorprendida de verlo.
El CEO se agacha quedando casi que la misma altura que ella, mira el gato dormir y luego a ella. Parecía un poco triste.
—No fuiste a mi oficina hoy con esta bola de pelos.
—¿Me estabas esperando?
—¡Así es! Aunque él no me caiga bien, al menos a ti si te esperaba.
Alba sonríe abiertamente, sus ojos se volvieron iluminar cuando lo escucha decir que quería verla. Entonces si era su amigo, ella sabía que él no era de los malos.
—Nube también lo extraño —el gato despierta de su ensoñación y al verlo le muestra los dientes, Diego guarda sus distancias y luego mira a la niña.
—Sera mejor que mantengamos las distancias.
—¿Eres mi amigo, Diego?
El castaño no sabe que responder en ese momento, le cayó de sorpresa aquella pregunta tan inocente… mira aquellos ojos marrones tan cargados de dulzura que se niega a decirle una mentira a esa pequeña.—Claro, somo amigos…—la sonrisa de Alba se ilumino.—¿También eres amigo de nube? —él mira al felino y frunce levemente el ceño al notar que la bola de pelos le gruñe.—Creo que necesitaremos un poco más de tiempo.Alba asiente mientras acaricia a su mascota.—¿Ahora me dirás quién es tu madre?—No soy tan tonta, somos amigos, pero no te diré el nombre de mi mamá para que luego la regañes —responde sin siquiera mirarlo, Diego estaba estupefacto por la habilidad de esa niña —. Mejor, demos un paseo, ¿no te parece?—¿Tu madre te deja salir del edificio?—¿Cómo cree? Yo hablo de dar un paseo por el edificio —Alba se pone en pie dejando a nube en el suelo, luego toma la mano del CEO y levanta su mirada con una gran sonrisa —. ¿Vamos?Él no sabía que hacer, era la primera vez que una niña se
Gisela suelta las carpetas de la nada y todas terminan a dar en el suelo desperdigando cada papel, todo se encontraba revuelto y hecho un lio.—Lo siento mucho, señor.Se agacha inmediatamente a recoger el desorden y en eso siente que su jefe se agacha también para ayudarla situación que la puso más nerviosa. El que la hubiera pillado viéndolo tan de cerca la hizo sentirse estúpida.Por suerte él no le dijo nada, y esperaba que siguiera de esa manera. Si llegaba a decir algo estaba segura de que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que se acercaba tanto a su jefe, pero es que ese aruño le causo tanta curiosidad.—Lo siento mucho, disculpe señor —se disculpa una vez que recogió todo, Gisela se pone en pie y es cuando observa fijamente a su jefe, su corazón retumba su pecho y siente que sus mejillas se encienden.Sin embargo, él no le dice una sola palabra, simplemente se queda mirándola como si intentara adivinar qué demonios estaba haciendo hace un momento.—Con su permiso —aña
Diego mira fijamente a Alba.—Pero, ¿Qué estás diciendo, pequeña traviesa? ¿Por qué haces tantas preguntas?—No lo sé, me gusta preguntar.—No deberías de hacerlo.—¿Quieres o no quieres una novia? —el CEO se inclina hacia ella para mirarla fijamente a los ojos.—No quiero una novia y demos terminado este tema, ¿vale?—Eres un aguafiestas.Diego niega, piensa que Alba era una niña muy astuta e intrépida.—Creo que se te hace tarde.—Si, ya debo irme —Alba se pone en pie —. Pero voy a regresar mañana.—De acuerdo…Ambos se sonríen y el CEO ve como ella marcha hacia la salida, luego nota que la pequeña se detiene como hubiera olvidado algo. Luego la ve dar la vuelta y correr hacia él, se lanza en sus brazos depositando un beso en su mejilla.—Tú no eres malo… —vislumbra que ella se saca algo de su muñeca para entregárselo a él —. Es mi pulsera de la buena suerte, quiero que la tengas para que puedas encontrar a una bonita novia.—Alba, no…—Yo quiero que la tengas.Él mira esos hermosos
Diego asiente, sin embargo, siente que la noticia es muy dolorosa. Luego mira su muñeca para ver la pulsera de Alba, era un tejido de color rosa y morado que no le combinaba para nada con sus atuendos, sin embargo, esa pequeñaja le dio su amuleto de la suerte.—Diego…su amigo posa una mano sobre su hombro —. La madre tiene una gran deuda con el hospital —el CEO mira a Henri —. Los ataques de Alba requieren de atención y suministros, lo que ha pasado hoy… bueno es una cuenta un poco elevada para que Gisela lo costee.El castaño se pone en pie y sin decir una sola palabra camina hasta la recepción, su amigo observa como saca su tarjeta para entregársela a la joven recepcionista. Henri lo observa fijamente mientras que se reclina hacia atrás.Le parecía bastante curioso que él actuara de esa manera y por una niña pequeña, se preguntó porque siendo como es le daba importancia a ese asunto. Mira que pedirle el favor de que se informara sobre la situación de la pequeña le pareció curioso.P
—Aun no te quiere —la niña se ríe mientras que lo acaricia —. Debes ganarte su cariño.—¿Y cómo se hace eso? —Diego toma asiento un poco alejado del felino.—Siendo bueno con él y trayéndole regalos.—¡Alba! —su madre la reprende —. No quiero que le digas estas cosas al señor Ragno, no está bien que le pidas cosas.Diego mira a Gisela quien se encontraba en una esquina mientras que los observaba fijamente, parecía que llevaba todo el día limpiando. Se le notaba agotada, le dio el día libre para descansar y ella lo utilizaba para hacer los quehaceres del hogar.—Disculpe señor Ragno, mi hija es… —ella se caya mientras que nota que él la mira fijamente —. ¿quiere un poco de café?—Seguro.Gisela se dirige a la cocina sintiendo que los latidos de su corazón la estaban volviendo loca, por más que trataba de controlarse no lo lograba, tener a su jefe en la casa era muy confuso para ella y más cuando su hija lo trataba como si se conocieran de toda la vida.—Diego —el CEO baja la mirada pa
Gisele pensó, creyó, realmente estuvo muy segura de que él iba a hacer otra cosa, pero la verdad es que se equivocó por completo.Ella traga saliva mientras que le sostiene la mirada a su jefe.—si es lo que desea, yo no tengo problema. Alba lo aprecia mucho.Diego baja la mirada hacia los labios de su secretaria, luego mira sus ojos y se siente tentado a hacer algo más, pero él mismo se impide hacerlo.—Puede llevar a Alba a la empresa, si no quiere o no puede hacerlo, yo pagare los gastos de la niñera para que la cuide en casa.—No tiene por qué hacer eso.—Quiero hacerlo, por favor.Gisele asiente muy despacio, en eso Otto se acerca un poco más a ella, la verdad es que la cercanía era muy extrema. Cada uno podía sentir la respiración del otro así de cerca estaban.—Gisele…—¡Uh! —Automáticamente ella cierra los ojos cuando el aliento de su jefe resopla sobre sus labios, abre un poco su boca y tan solo en un mínimo roce de sus labios la pareja se detiene al escuchar el sonido del m
—¡Es un idiota! Alba es una niña dulce —uno de los ojos de Gisele la traiciona y termina por botar una lagrima que Diego limpia rápidamente—. Y tú eres una gran mujer.El corazón de Gisele palpita ferozmente ante aquella caricia de su jefe, era la primera vez que le hablaba de esa manera.En un impulso Diego inclina su rostro hacia el de Gisela y termina por unir sus labios con los de ella en tan solo un roce de sus bocas… el contacto fue algo electrizante para ambos, sin embargo, no se separan y continúan reforzando el beso.Diego envuelve la cintura de Gisele con uno de sus brazos mientras que ella desliza sus manos por ambos brazos de él. La escasa iluminación de la oficina le da un toque especial al momento, ya que sus rostros únicamente se veían iluminados por la luz de una lampara de escritorio.Diego envuelve el cuerpo de su secretaria con sus brazos mientras que va afianzando el beso, su lengua invade el interior de la boca de Gisela de tal manera que logra sentir la tibia y s
Diego y Alba llegan al piso donde el CEO trabaja y ambos se ganan las miradas de las secretarias, Gisela se pone en pie de inmediato al ver a su hija llegar con su jefe. La mujer parpadea varias veces sin decir una palabra.—Hola mami, Diego ya llego —lo dice con tanta tranquilidad que a la mujer casi le da un infarto, luego mira a su compañera quien la observa con los ojos bien abiertos.—Hija…—Está bien, si pudieran ordenar leche y unas galletas a mi oficina.—¡¿Eh?! —exclama la madre.—Mami, diego me pidió que lo acompañara esta tarde, vamos a comer galletas y leche —su hija le sonríe de tal manera que ella no sabe que decir.—¿Está bien?En ese momento Gisela se percata de que su jefe le estaba pidiendo permiso para llevarse a su hija a la oficina. Ella solo asiente con una media sonrisa.Así que los termina viendo entrar junto al gato a la oficina, Gisela estaba completamente asombrada por lo mucho que su jefe estaba cambiando y todo eso era ¿gracias a su hija? Paso de ser un og