Al día siguiente ya por la tarde, Alba llega al trabajo de su madre y con ayuda de sus colegas logran meter a la niña sin que nadie se diera cuenta.
—Bien hija, te quedaras aquí todo el tiempo posible, no quiero que camines por ninguna parte y tampoco que te metas en líos. Recuerda tu condición.
—Ya lo se mami, aquí me quedaré—cruza los dedos mientras responde.
—Regresare cuando haya terminado. Dibuja algo bonito.
En cuanto la niña ve que su madre se pierde por las escaleras sonríe, la joven baja de la silla y camina hacia el ascensor secundario. Muy sigilosa oprime el botón del piso de su madre y espera que el aparato metálico la lleve.
La otra amiga de su mamá no estaba, lo que le daba ventaja de poder escabullirse en la oficina del gruñón. La niña se asoma por la ventana parándose de puntitas y es cuando lo ve sentado escribiendo algunas cosas.
Diego firma muy concentrado unos documentos importantes, pero de la nada siente que es observado y eso lo hace detenerse. Levanta la mirada y ve hacia la ventana, pero no mira nada. Niega, y vuelve a lo suyo.
Pero entonces allí estaba de nuevo ese sentimiento de que alguien lo miraba, levanta la vista y no ve nada.
—Que rayos…
Sintiéndose estúpido sigue trabajando concentrándose verdaderamente en los documentos, pero en ese instante algo no estaba bien, realmente alguien lo estaba viendo.
El CEO levanta la vista rápidamente y es cuando se echa para atrás del susto.
—Por dios, ¿Qué haces allí? —mira hacia todos lados y no ve a nadie más que a esa niña —. ¿Qué estás haciendo aquí? —la señala con el bolígrafo.
—Vine a verte…—su sinceridad era única.
—¿Por qué? —se cruza de brazos.
—Quería visitarte, saber cómo estabas —dice mientras que camina por su oficina bajo su atenta mirada.
A diego le causaba bastante curiosidad esa niña, aparecía de la nada, se estaba preguntando si era un fantasma que solo él podía ver.
—¿Cómo te llamas?
—Alba, ¿y tú?
—¿Tú madre no te ha enseñado como hablarles a tus mayores?
—Eres mi amigo, no quiero hablarte como si no te conociera—la pequeña se le queda mirando fijamente.
Diego se quedó estupefacto por esa respuesta tan audaz, ¿desde cuándo eran amigos?
—Entonces, ¿Cómo te llamas? —frunce levemente sus labios mientras la miraba.
—Diego—en ese instante los ojos de esa pequeña brillaron y eso causo curiosidad en el CEO.
—¿Cuántos años tienes, Diego?
—¿No crees que haces muchas preguntas para ser tan pequeña?
Alba hace una mueca con los labios, luego se da la vuelta y empieza a caminar por toda la oficina como si conociera aquel lugar desde hace mucho tiempo.
Desde luego que Diego no le quita los ojos de encima, hasta frunce un poco el ceño al mirar que ella curiosea su oficina como si él no estuviera allí.
—¿Cómo es que entraste? ¿las secretarias no te detuvieron?
—Ellas no están —el CEO ensancha los ojos aún más, luego mira la puerta y se pregunta dónde podían están esas dos.
—¿Y qué haces aquí? Parece que tu madre no entiende las reglas.
—Las conoce bien —la niña se inclina hacia una fotografía que hay en un estante, y allí puede ver al jefe de su madre parado sobre una montaña de nieve —. ¡Wow! Conoce la nieve.
La sorpresa de Diego se hace más presente cuando esa niña dice aquellas palabras, mira la foto que ella miraba y suaviza un poco la mirada.
—¿Acaso tu no?
—Mi mamá no es rica, no podemos viajar a ninguna parte. Todo su dinero lo gasta en mí, así que no le queda para nada de esas cosas.
Era demasiado directa para ser una niña pequeña.
—¿Qué edad tienes?
—Tengo 8 años —voltea el rostro para verlo con una sonrisa en los labios.
—¿Por qué sonríes? —Alba se encoje de hombros.
—Porque me estás haciendo preguntas.
El CEO se inclina hacia atrás después de su respuesta.
—¿Qué se siente tocar la nieve?
—No lo sé…
—¿Por qué fue a ese lugar?
—Yo…
—Está sonriendo, ¿se divirtió? —él hace amago de responder —. Yo creo que si la paso bien, está sonriendo para la foto, no creo que sea una sonrisa falsa.
Ella no lo dejaba responder nada, hacia muchas preguntas y al mismo tiempo respondía sin saber nada.
—Creo que se ve más guapo cuando sonríe, debería de intentarlo más ¿no lo cree? —ella lo vuelve a mirar con aquel brillo extraño en sus ojos.
—Haces muchas preguntas, pienso que deberías volver con tu madre.
Alba lo observa con los labios fruncidos, luego camina hacia donde estaba él notando que el jefe de su madre frunce los ojos. Era muy gruñón y serio, no entendía porque era de manera. Lo tenía todo, porque estaba tan enojado.
Diego observa a Alba como camina decida hacia él, la niña se queda a muy poca distancia de su silla y le sonríe.
—Si se te olvido como sonreír, yo puedo ayudarte a recordarlo —lleva sus pequeñas manos hacia sus labios y con sus dedos hace el gesto de hacerlo sonreír —. ¡Así! Es muy fácil y sencillo.
La pequeña rubia lo mira con aquellos con ojos color miel tan cristalinos que lo hace parpadear, lo estaba haciendo sonreír mientras que él no deseaba hacerlo… el CEO aleja su rostro de las manos de ella y es cuando la niña muestra una expresión de confusión.
—¿Por qué haces eso?
—Necesitas ser más feliz.
Sus palabras intentaron penetrar el frío caparazón que mantenía protegido a su corazón, el CEO aprieta la mandíbula mostrando una expresión seria.
—No necesito nada de esto, así que…—pero unos toques en la puerta los interrumpe.
Diego mira hacia la puerta y luego hacia donde estaba Alba, y de la nada la niña se había escondido bajo su mesa.
—Pero, ¿Qué estas habiendo allí? —musita, en eso abren la puerta y él levanta la vista para ver a una de sus secretarias.
—Disculpe señor Ragno, aquí le traigo los documentos que me pidió del caso de mañana.
él mira los papeles y disimuladamente baja la vista para ver a la rubia quien le hace un gesto de silencio con su dedo, Diego frunce el ceño puesto que ese era el momento indicado de poner en evidencia a esa pequeñaja.
La mira un poco más y ella niega, sus ojos marrones eran un poco cautivadores, tanto que se le estaba haciendo complicado exponerla.
—¿Necesita algo más señor? —él tensa la mandíbula, levanta la mirada y niega a la secretaria —. Con su permiso.
Diego guarda silencio, en cuanto su secreta abandona la oficina se cruza de brazos al mirar como la niña sale de su escondite.
—¡Ah! Eres muy astuta para esconderte… me doy cuenta de que nadie puede ver que estas aquí, me pregunto si de verdad tu madre trabaja en este edificio.
—Si trabaja, y creo que es mejor que ya me vaya antes de que descubra que me he escapado —el CEO afina la mirada.
Estaba decidido a descubrir quién era la madre de esa niña, así que iba a esperar que se fuera para seguirla.
—Muy bien, y espero que esto te sirva de escarmiento para no regresar a aquí.
—No seas tan gruñón—la niña se asoma por la venta para ver hacia afuera y él la pilla —. No hay nadie, ya me voy Diego —se queda bajo el marco y con una sonrisa dulce la niña lo despide, lo saluda con la mano y cierra la puerta despacio.
—Pero, ¿Qué?
Era muy inteligente, demasiado pensó.
—Podría ser una buena abogada —frunce la mirada al darse cuenta de sus pensamientos.
En seguida niega y se pone en pie, el CEO prosigue hacer lo mismo que la niña, mira por la ventana y es cuando la ve tomar las escaleras. Sale de la oficina con sigilo y sigue a la niña, la observa bajar por las escaleras con sumo cuidado y eso le causa curiosidad.
¿Era una niña tranquila?
En cuanto llega al último piso, el CEO se espera un poco y luego sale de la zona de las escaleras y empieza a buscarla con la mirada, pero no la ve por ninguna parte.
—¿Dónde está?
Camina un poco más, pero era inútil, ella no estaba por ninguna parte. ¿acaso se estaba imaginando a esa niña? Eso no era posible, ¿Por qué se escondería de su secretaria? La única explicación que se le ocurría era que no era la hija de nadie de esa empresa.
Se cruza de brazos mientras piensa en esa posibilidad.
Entre tanto él estaba sumergido en sus pensamientos, las recepcionistas y todo aquel empleado del edifico miraban a su jefe parado en medio de todos.
Diego piensa, pero luego frunce el ceño al sentir que estaba siendo observado, mira hacia ambos lados y al levantar la vista se percata de que estaba en medio de la recepción del edificio siendo observados por todos.
Percibe que muchos musitaban en silencio y eso le incomodo, luego se reprocha mentalmente el haber seguido a esa niña, estaba completamente loco. Niega y regresa sobre sus pasos para tomar el ascensor.
—¿Lo viste? Ha salido de las escaleras, nunca toma las escaleras —musita una de las recepcionistas con su compañera.
—Es muy extraño.
Por otro lado, Alba cubre sus labios la mirar a Diego tomando el ascensor de regreso a su oficina, la pequeña rubia sabía que la estaba siguiendo, él quería saber quién era su madre, pero ella no estaba dispuesta a dejarlo descubrirla.
Se había escondido detrás de unos arbustos arteriales mientras que él la buscaba.
—Es muy tonto —se ríe a escondidas.
Luego de ver que toma el ascensor, la niña nota que su madre se dirige a la cafetería.
—¡Oh, no! —sale corriendo hacia ella antes de que pudiera notar que no estaba.
Si se daba cuenta que la estaba desobedeciendo no volvería a llevarla a la empresa, y ella deseaba ver de nuevo a su amigo Diego.
[…]
—¿Te la has pasado bien en la cafetería hoy? Lamento haberte hecho esperar tanto, pero sabes que…
—Está bien, mami… ¿iré de nuevo mañana? —Gisela se sorprende por la contesta de su hija.
—¿Algo especial está sucediendo en la empresa?
—Nada —se encoje de hombros.
—De acuerdo, te has portado bien, significa que no estás haciendo nada travieso.
—Solo que no quiero estar en casa con una niñera, ¿puedo llevar a nube mañana? También está solo en casa, se aburre mami.
Su hija le pedía cosas que a veces le resultaba tan difícil de complacer, sin embargo, cuando la miraba con aquellos dulces ojos marrones la derretía por completo. Era prácticamente imposible decirle que no a esa niña.
—¿Cuidaras de él?
—Lo prometo.
—Mañana estaré muy ocupada, así que no podre ir a verte mucho, así que necesito que seas buena niña y nube también.
Alba asiente sonriente, su gatito nube también debía hacerse amigo de Diego. Mañana ambos lo irían a visitar.
[…]
Diego lanza las llaves de su coche sobre la mesa, luego se despoja del saco y seguido de su corbata, camina hacia la cocona sintiendo que todo su cuerpo estaba muerto del cansancio. Se sirve un poco de zumo para luego regresar al recibidor.
Mientras que camina vislumbra la pared con algunas fotografías suyas en las que estaba sonriendo, se detiene a miraras cuestión que no hace nunca.
Mira cada una de ellas percatándose de que en esos tiempos se veía tan feliz, frunce los labios mientras que hace amago de tocar una de las fotos, pero se detiene y retrae la mano. Frunce el ceño notoriamente recordando cosas que no eran agradables para él.
Hace el intento de volverse y es cuando recuerda a esa niña.
“Te enseñare a sonreír”
—¡Alba!
Su mirada se suaviza un poco al recordar a esa rubia entrometida. El CEO niega y sigue su camino hasta las escaleras. No podía ser que estuviera pensando en esa chiquilla resbaladiza.
—Pero, ¿Quién puede ser su madre? —se pregunta mientras va subiendo las escaleras.
Le causaba curiosidad por saber quién era su mamá, tenía que ser una mujer que no le importaban las reglas como para romperlas llevando a su pequeña al trabajo.
Gisela se encuentra al lado de su jefe mientras que esté conversa con los familiares de uno de sus clientes que esta por defender.La castaña se mantiene en silencio y actúa solo cuando alguien necesita un café, agua o algún documento que su jefe necesite. Ella observa de soslayo a Diego viendo cómo les explica a los familiares sobre el caso de su cliente.Era un hombre muy inteligente, audaz y no perdía ni un solo caso. Era el mejor abogado de la ciudad, muy buscados por todos. A parte de eso, era extremadamente atractivo, la verdad es que llamaba la atención de cualquiera.Incluyéndola…—Señorita Moore—Diego levanta la mirada para notar que su secretaria lo estaba observando —. Señorita Moore —y es cuando la joven castaña reacción y parpadea al fin.—Señor.—Los documentos de ayer, sobre el caso, ¿Dónde están?—¡Oh, si!Diego frunce un poco el ceño al percibir que ella estaba un poco distraída, se preguntó porque razón lo estaba.Al terminar con sus clientes, el CEO los despidió a t
El castaño no sabe que responder en ese momento, le cayó de sorpresa aquella pregunta tan inocente… mira aquellos ojos marrones tan cargados de dulzura que se niega a decirle una mentira a esa pequeña.—Claro, somo amigos…—la sonrisa de Alba se ilumino.—¿También eres amigo de nube? —él mira al felino y frunce levemente el ceño al notar que la bola de pelos le gruñe.—Creo que necesitaremos un poco más de tiempo.Alba asiente mientras acaricia a su mascota.—¿Ahora me dirás quién es tu madre?—No soy tan tonta, somos amigos, pero no te diré el nombre de mi mamá para que luego la regañes —responde sin siquiera mirarlo, Diego estaba estupefacto por la habilidad de esa niña —. Mejor, demos un paseo, ¿no te parece?—¿Tu madre te deja salir del edificio?—¿Cómo cree? Yo hablo de dar un paseo por el edificio —Alba se pone en pie dejando a nube en el suelo, luego toma la mano del CEO y levanta su mirada con una gran sonrisa —. ¿Vamos?Él no sabía que hacer, era la primera vez que una niña se
Gisela suelta las carpetas de la nada y todas terminan a dar en el suelo desperdigando cada papel, todo se encontraba revuelto y hecho un lio.—Lo siento mucho, señor.Se agacha inmediatamente a recoger el desorden y en eso siente que su jefe se agacha también para ayudarla situación que la puso más nerviosa. El que la hubiera pillado viéndolo tan de cerca la hizo sentirse estúpida.Por suerte él no le dijo nada, y esperaba que siguiera de esa manera. Si llegaba a decir algo estaba segura de que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que se acercaba tanto a su jefe, pero es que ese aruño le causo tanta curiosidad.—Lo siento mucho, disculpe señor —se disculpa una vez que recogió todo, Gisela se pone en pie y es cuando observa fijamente a su jefe, su corazón retumba su pecho y siente que sus mejillas se encienden.Sin embargo, él no le dice una sola palabra, simplemente se queda mirándola como si intentara adivinar qué demonios estaba haciendo hace un momento.—Con su permiso —aña
Diego mira fijamente a Alba.—Pero, ¿Qué estás diciendo, pequeña traviesa? ¿Por qué haces tantas preguntas?—No lo sé, me gusta preguntar.—No deberías de hacerlo.—¿Quieres o no quieres una novia? —el CEO se inclina hacia ella para mirarla fijamente a los ojos.—No quiero una novia y demos terminado este tema, ¿vale?—Eres un aguafiestas.Diego niega, piensa que Alba era una niña muy astuta e intrépida.—Creo que se te hace tarde.—Si, ya debo irme —Alba se pone en pie —. Pero voy a regresar mañana.—De acuerdo…Ambos se sonríen y el CEO ve como ella marcha hacia la salida, luego nota que la pequeña se detiene como hubiera olvidado algo. Luego la ve dar la vuelta y correr hacia él, se lanza en sus brazos depositando un beso en su mejilla.—Tú no eres malo… —vislumbra que ella se saca algo de su muñeca para entregárselo a él —. Es mi pulsera de la buena suerte, quiero que la tengas para que puedas encontrar a una bonita novia.—Alba, no…—Yo quiero que la tengas.Él mira esos hermosos
Diego asiente, sin embargo, siente que la noticia es muy dolorosa. Luego mira su muñeca para ver la pulsera de Alba, era un tejido de color rosa y morado que no le combinaba para nada con sus atuendos, sin embargo, esa pequeñaja le dio su amuleto de la suerte.—Diego…su amigo posa una mano sobre su hombro —. La madre tiene una gran deuda con el hospital —el CEO mira a Henri —. Los ataques de Alba requieren de atención y suministros, lo que ha pasado hoy… bueno es una cuenta un poco elevada para que Gisela lo costee.El castaño se pone en pie y sin decir una sola palabra camina hasta la recepción, su amigo observa como saca su tarjeta para entregársela a la joven recepcionista. Henri lo observa fijamente mientras que se reclina hacia atrás.Le parecía bastante curioso que él actuara de esa manera y por una niña pequeña, se preguntó porque siendo como es le daba importancia a ese asunto. Mira que pedirle el favor de que se informara sobre la situación de la pequeña le pareció curioso.P
—Aun no te quiere —la niña se ríe mientras que lo acaricia —. Debes ganarte su cariño.—¿Y cómo se hace eso? —Diego toma asiento un poco alejado del felino.—Siendo bueno con él y trayéndole regalos.—¡Alba! —su madre la reprende —. No quiero que le digas estas cosas al señor Ragno, no está bien que le pidas cosas.Diego mira a Gisela quien se encontraba en una esquina mientras que los observaba fijamente, parecía que llevaba todo el día limpiando. Se le notaba agotada, le dio el día libre para descansar y ella lo utilizaba para hacer los quehaceres del hogar.—Disculpe señor Ragno, mi hija es… —ella se caya mientras que nota que él la mira fijamente —. ¿quiere un poco de café?—Seguro.Gisela se dirige a la cocina sintiendo que los latidos de su corazón la estaban volviendo loca, por más que trataba de controlarse no lo lograba, tener a su jefe en la casa era muy confuso para ella y más cuando su hija lo trataba como si se conocieran de toda la vida.—Diego —el CEO baja la mirada pa
Gisele pensó, creyó, realmente estuvo muy segura de que él iba a hacer otra cosa, pero la verdad es que se equivocó por completo.Ella traga saliva mientras que le sostiene la mirada a su jefe.—si es lo que desea, yo no tengo problema. Alba lo aprecia mucho.Diego baja la mirada hacia los labios de su secretaria, luego mira sus ojos y se siente tentado a hacer algo más, pero él mismo se impide hacerlo.—Puede llevar a Alba a la empresa, si no quiere o no puede hacerlo, yo pagare los gastos de la niñera para que la cuide en casa.—No tiene por qué hacer eso.—Quiero hacerlo, por favor.Gisele asiente muy despacio, en eso Otto se acerca un poco más a ella, la verdad es que la cercanía era muy extrema. Cada uno podía sentir la respiración del otro así de cerca estaban.—Gisele…—¡Uh! —Automáticamente ella cierra los ojos cuando el aliento de su jefe resopla sobre sus labios, abre un poco su boca y tan solo en un mínimo roce de sus labios la pareja se detiene al escuchar el sonido del m
—¡Es un idiota! Alba es una niña dulce —uno de los ojos de Gisele la traiciona y termina por botar una lagrima que Diego limpia rápidamente—. Y tú eres una gran mujer.El corazón de Gisele palpita ferozmente ante aquella caricia de su jefe, era la primera vez que le hablaba de esa manera.En un impulso Diego inclina su rostro hacia el de Gisela y termina por unir sus labios con los de ella en tan solo un roce de sus bocas… el contacto fue algo electrizante para ambos, sin embargo, no se separan y continúan reforzando el beso.Diego envuelve la cintura de Gisele con uno de sus brazos mientras que ella desliza sus manos por ambos brazos de él. La escasa iluminación de la oficina le da un toque especial al momento, ya que sus rostros únicamente se veían iluminados por la luz de una lampara de escritorio.Diego envuelve el cuerpo de su secretaria con sus brazos mientras que va afianzando el beso, su lengua invade el interior de la boca de Gisela de tal manera que logra sentir la tibia y s