—Gisela, debes estar tranquila. Sabes que este comportamiento es perfectamente normal en Alba.
La castaña siente luego de escuchar las palabras de Walker, sin embargo, no se sentía para nada tranquila cuando su pequeña hija sufría ciertos ataques que la dejaban mal. No soportaba ver a su hija sufriendo.
—Debes esperar que Alba sea atendida, estará bien, te lo prometo.
—Esta vez ha sido más fuerte que las otras veces.
—Sabes que estos episodios son distintos, no podemos predecir como será el siguiente Gisela. No ganas nada con ponerte nerviosa.
—Ne me pidas que me tranquilice, mi hija esta allí dentro luchando por su vida, es tan solo una bebé Walker —levanta la mirada para ver al doctor ante ella.
—Te he dicho que ya la estabilicé, debes calmarte.
La mujer baja la mirada una vez más, no entendía porque le tenía que pasar una cosa como esa a una pequeña niña.
—Yo debería de estar en su lugar, ella no tiene por qué pasar por esto, no se lo merece —añade soltando lagrimas sin poder detenerla.
El doctor siente mucho la pena de Gisela, no podía hacer otra cosa que tratar de calmarla. Se arrodilla a su lado y toma su mano mientras que la ve llorar desconsolada.
—Necesitas ser más fuerte para alba, Ella depende mucho de ti Gisela ¿lo comprendes?
—Si.
Walker asiente, luego mira la hora en su reloj fijándose que tiene que hacer algunas rondas, mira a Gisela y frunce los labios.
—Debo hacer mis rondas, ordenare a una enfermera para que venga y te lleve con Alba, ¿de acuerdo?
—Gracias Walker.
Al cabo de algunos minutos Gisela ingresa en la habitación que le fue asignada a su hija, al mirarla toda pálida en la cama su corazón se arruga. Sus labios comienzan a temblar sintiendo esas terribles ganas de llorar.
Cubre su boca e intenta ser fuerte para que su pequeña no la viera derrotada. Cierra los ojos y trata de respirar.
—Mami…—escucha una dulce voz que la hace abrir los ojos y justo en ese momento una lagrima se le escapa que limpia enseguida —. Mami, ¿Qué haces allí?
—Hola pequeña, ya has despertado —se aproxima a la cama a medio iluminar rogando al cielo que su hija no notara que estuvo llorando.
—Mami, quiero ir a casa ahora.
—El doctor Walker dijo que tendrás que dormir esta noche aquí, si mañana todo está bien podremos regresar.
Alba guarda silencio mientras que observa a su mamá, se sentía tan triste porque sabia que su mami estuvo llorando por mucho tiempo. No le gustaba cuando lo hacía, ella se entristecía mucho cuando enfermaba.
—Lo siento mami —Gisela ensancha la mirada —. Te hice llorar, lamento no haberte hecho caso. Seguí saltando en la cama y me canse, lo siento.
Gisela no logro contener las lágrimas y rompió a llorar como una pequeña niña, le había tocado muy duro su rol de madre. La enfermedad de su hija la absorbió por completo, todo su mundo giraba en torno a Alba.
Y escuchar que ella le pedía disculpa por hacer una travesura común de niños le partía el corazón, su hija no podía hacer ningún tipo de actividad forzosa puesto que luego se ponía mala y terminaban en el hospital.
—No, no, no digas eso mi amor. No hiciste nada malo.
—Te hice llorar mami, lo siento mucho—le dice la pequeña llorando igual que su madre.
—Está bien, todo estará bien —Gisela comienza a limpiar sus lágrimas con amor —. Mañana volveremos a casa y todo estará olvidado.
Sin embargo, Gisela no paraba de llorar. Deseaba poder ayudar a su hija, quería que llevara una vida completamente normal, pero eso no era tan fácil como ella anhelaba.
—Mami…—la niña mira a su madre fijamente —. No quiero que llores más por mí, ya no quiero que lo hagas más.
—No lo haré mi amor —aunque sabia que era una promesa que no podía cumplir, cada episodio de su hija la ponía muy mal.
—Mami, mientes muy mal —termina por decir justo cuando Alba vuelve a quedarse dormida.
Gisela observa a su hija dormir con tanta paz que la reconforta. Sin embargo, vuelve a soltar lagrimas sin parar las cuales limpia en seguida, era tan difícil lo que estaban atravesando ambas. Pero necesitaba ser fuerte y afrontar lo que viniera.
La madre quita algunos mechones de cabello de la cara de su hija percibiendo que aún seguía muy pálida, en eso alguien entra en la habitación de su pequeña que la lleva a levantar la mirada. Al mirar al doctor su rostro cambia.
Limpia sus lágrimas cuando él ingresa en el cuarto.
—Se ha dormido, eso es bueno, necesita descansar mucho.
—¿Pasará toda la noche con el respirador?
—Es necesario que lo use al menos por unas horas más, su problema respiratorio fue bastante fuerte esta vez. No quiero arriesgarme a que tenga otra complicación por la noche.
—Entiendo… —la madre mira a su hija respirar con aquella cosa en la cara, era tan pequeña para estar así —. ¿Me la podre llevar mañana a casa?
El doctor levanta la vista para ver a la madre de Alba, soltaba lagrimas sin parar.
—Si amanece todo en orden, si, podrán regresar a casa —Gisela asiente mientras que limpia sus lágrimas —. Gisela…
—¡Lo sé!, ¡lo sé, doctor! Tendré más cuidado con ella, no la dejare hacer tantas travesuras.
Walker aprieta la mandíbula, Gisela era una madre muy cuidadosa, sin embargo, eso no era lo que quería decirle. No obstante, no creía que ese momento fuese el indicado para hablar con ella. Lo mejor era dejarla sola con su pequeña.
—Llámame si necesitas algo. Estaré de guardia toda la noche.
—Gracias.
Gisela levanta la vista para mirar al doctor de su hija, luego lo ve salir y es cuando ella suelta el aliento contenido.
[…]
Al día siguiente Gisela abre los ojos y rápidamente recuerda que se encontraba en el hospital de niños con su hija, la madre se levanta abruptamente para ver a Alba quien se encontraba sentada en la cama mirando hacia la ventana.
—¿Alba? —llama su atención, la niña voltea a verla y sonríe dulcemente.
—Hola mami, buenos días —nuevamente aparecen esas mejillas sonrojadas en su hija que le daban tanta alegría a su madre.
—¿Has dormido bien?
—Eso creo, ¿ya podemos regresar a casa, mami?
—Bueno hija yo…
—Buenos días.
El doctor ingresa en el cuarto de Alba salvando a su madre de tener que mentirle a su hija, ambas le sonríen al médico cuando este las mira.
—¿Has tenido una buena noche, Alba?
—Eso creo.
—Te vez mejor.
—¿Puedo irme a casa?
—¡Alba! —su madre interfiere.
—Por supuesto, ya puedes regresar.
Madre e hija miran al doctor con felicidad, pero sobre todo Gisela se sentía feliz de que su hija pudiera abandonar el hospital. Ese día tuvieron suerte ya que en varias oportunidades Alba tenia que quedarse por muchos más días en observación.
—Vez mami, ya podemos irnos. Quiero ver a mi gatito, debe extrañarme mucho.
—Si, claro que si mi amor.
Gisela mira al doctor quien asiente y le sonríe, significaba que su bebé estaba bien. O bueno, al menos había superado ese episodio espantoso.
Mientras que Gisela recoge las pertenencias de Alba, la pequeña hace sus rondas por el hospital como de costumbre. Le gustaba despedirse de sus amigos, lo que no podían salir del hospital. Al primero que fue a visitar fue a Richard era un niño de su misma edad, bastante parlanchín.
—¡Alba! ¿Qué haces aquí? —la niña se da la vuelta para ver a la madre de Richard —. ¿Has venido a ver a mi hijo?
—¿Se encuentra aquí?
—Se lo han llevado para hacerle unos exámenes, lo traen en poco tiempo.
—No creo que mi mami quiera esperar tanto, ya estoy por salir.
—Me alegra mucho que sea así, espero que no tengas que regresar más.
Alba permanece callada, ella sabía que eso no era posible. Siempre iba a estar regresando al hospital causándole mucho dolor a su madre.
—Siempre tendré que estar viniendo a este lugar —responde entristecida —. Pero es algo bueno, porque poder ver a Richard —añade levantando la mirada para ver a la mujer ante ella.
Los ojos de la madre de Richard se nublan en cuestión de segundos, pero trata de no llorar delante de ella. Hacia lo mismo con su hijo.
—Le daré tus saludos, sé que se emocionara al saber que has venido.
—Si, gracias. Adiós.
La madre la ve alejarse y sin poder evitarlo comienza a llorar, ver a niños tan pequeños sufrir era muy difícil, sobre todo para sus madres.
Alba sigue sus rondas para visitar al resto de sus amigos… para cuando termino de hacerlo, la niña abandona una habitación y mira desde lejos a su doctor. Ya no llevaba la bata del hospital, también quería despedirse de él.
Camina hacia él notando que estaba hablando con la muchacha de recepción. Llega a su lado tomándolo por el borde de su saco, el hombre baja la mirada para verla con los ojos muy abiertos.
—Ya me voy, gracias doctor me siento mejor gracias a usted, lo quiero mucho.
La niña se da la vuelta para regresar a su cuarto y marcharse con su madre, entre tanto él la observa desde la distancia entre tanto una sonrisa se asoma en sus labios.
[…]
—¿Ya te has despedidos de todos tus amigos?
—Si, ya podemos irnos mami.
—Muy bien, vamos a casa.
—Nube debe tener mucha hambre, pobrecita mami.
Su madre asiente, toma las cosas y se encamina con su hija fuera del cuarto deseando no volver a regresar a ese lugar.
[…]
—Señor Ragno, ya lo están esperando en la sala de juntas.
Diego escucha atentamente a su secretaria, pero sus ojos estaban puestos en aquel documento que le había llegado justamente en ese momento. Se preocupo por la noticia que le dieron, pero no podía hacer otra cosa que seguir adelante y concentrarse en su trabajo.
—Si, estoy listo —responde seriamente.
Se pone en pie tomando sus cosas para dirigirse a la estúpida junta que solo era una molestia para él. Esa mañana se encontraba bastante irritado.
Después de largas horas de estar escuchando hablar a sus socios, Diego da por finalizada la junta. Por dentro sentía gran alivio de no tener que seguir allí sentado escuchando a toda esa bola de idiotas hablar de algo que él ya sabía.
Al quedarse solo en la sala de juntas suelta el aliento contenido ya que se quedó solo, pero su felicidad se arruina cuando su secretaria hace acto de presencia.
—Señor Ragno —la oye y siente que la sangre le hierve.
—¿Qué demonios quieres Patricia? No puedes dejarme solo al menos por un momento, siempre tienes que estar molestándome —el CEO se pica el puente de la nariz sintiéndose muy frustrado.
La mujer se tensa ante el agresivo carácter de su jefe, Patricia retiene las ganas de salir corriendo para ir a llorar al baño, pero se lo aguanta puesto que no podía perder su empleo, aunque este fuese de suplente por ese día.
—Disculpe señor Ragno, pero es que el señor Allen está aquí y quiere verlo.
Diego abre los ojos y se queda callado, no deseaba ver a Henri, ¿para qué demonios había ido a su empresa? Solo era una molestia.
—Lo vere en la oficina, ya vete.
—Si señor.
El CEO se pone en pie para dirigirse hasta su oficina, tensa la mandíbula al mirar la puerta de su despacho. Pero finalmente ingresa en el mismo observando a Henri observando unas fotografías en su estantería.
—No te han dicho que es de mala educación humear las cosas ajenas.
—¡Vaya! Si que estas de malas hoy.
—¿Qué demonios quieres? No quiero verte hoy —camina hasta su escritorio para sentarse.
—Soy tu amigo, solo he venido para ver como estabas. Se que lo de…
—¿Te he pedido que digas algo al respecto?
Henri se queda callado, lo mira por encima de su hombro percibiendo que se encontraba furioso.
—No lo has hecho, sin embargo, pienso que no debes de actuar de esta manera tan altanera, ¿Qué ganas con eso?—Quiero que te largues, ahora mismo.—Diego, ¿Qué es lo que te pasa? —el CEO mantiene la mirada fija hacia la puerta y Henri lo pilla de inmediato —. Está bien, me voy a ir, pero sabes que si necesitas hablar yo estaré al pendiente de ti.Diego permanece callado, luego ve a su amigo salir de su oficina y es cuando él cierra los ojos y suelta el aliento contenido.Al segundo vuelve abrirlos para mirar su ordenador, necesitaba concentrase en su trabajo y nada más.[…]—¿De verdad tenemos que ir, mami?—Si, debemos hacerlo hija. Solo será unos pocos minutos y nada más, luego podemos regresar a casa —Gisela trata de convencer a su hija mientras la abriga un poco.—Pero no quiero ir.—Alba, no me hagas esto más difícil, solo será poco tiempo —la niña frunce los labios.—¿Puedo llevar a nube?Gisela ensancha la mirada al escuchar que su hija pretendía salir con su gato, la mujer mir
Al día siguiente ya por la tarde, Alba llega al trabajo de su madre y con ayuda de sus colegas logran meter a la niña sin que nadie se diera cuenta.—Bien hija, te quedaras aquí todo el tiempo posible, no quiero que camines por ninguna parte y tampoco que te metas en líos. Recuerda tu condición.—Ya lo se mami, aquí me quedaré—cruza los dedos mientras responde. —Regresare cuando haya terminado. Dibuja algo bonito.En cuanto la niña ve que su madre se pierde por las escaleras sonríe, la joven baja de la silla y camina hacia el ascensor secundario. Muy sigilosa oprime el botón del piso de su madre y espera que el aparato metálico la lleve.La otra amiga de su mamá no estaba, lo que le daba ventaja de poder escabullirse en la oficina del gruñón. La niña se asoma por la ventana parándose de puntitas y es cuando lo ve sentado escribiendo algunas cosas.Diego firma muy concentrado unos documentos importantes, pero de la nada siente que es observado y eso lo hace detenerse. Levanta la mirad
Gisela se encuentra al lado de su jefe mientras que esté conversa con los familiares de uno de sus clientes que esta por defender.La castaña se mantiene en silencio y actúa solo cuando alguien necesita un café, agua o algún documento que su jefe necesite. Ella observa de soslayo a Diego viendo cómo les explica a los familiares sobre el caso de su cliente.Era un hombre muy inteligente, audaz y no perdía ni un solo caso. Era el mejor abogado de la ciudad, muy buscados por todos. A parte de eso, era extremadamente atractivo, la verdad es que llamaba la atención de cualquiera.Incluyéndola…—Señorita Moore—Diego levanta la mirada para notar que su secretaria lo estaba observando —. Señorita Moore —y es cuando la joven castaña reacción y parpadea al fin.—Señor.—Los documentos de ayer, sobre el caso, ¿Dónde están?—¡Oh, si!Diego frunce un poco el ceño al percibir que ella estaba un poco distraída, se preguntó porque razón lo estaba.Al terminar con sus clientes, el CEO los despidió a t
El castaño no sabe que responder en ese momento, le cayó de sorpresa aquella pregunta tan inocente… mira aquellos ojos marrones tan cargados de dulzura que se niega a decirle una mentira a esa pequeña.—Claro, somo amigos…—la sonrisa de Alba se ilumino.—¿También eres amigo de nube? —él mira al felino y frunce levemente el ceño al notar que la bola de pelos le gruñe.—Creo que necesitaremos un poco más de tiempo.Alba asiente mientras acaricia a su mascota.—¿Ahora me dirás quién es tu madre?—No soy tan tonta, somos amigos, pero no te diré el nombre de mi mamá para que luego la regañes —responde sin siquiera mirarlo, Diego estaba estupefacto por la habilidad de esa niña —. Mejor, demos un paseo, ¿no te parece?—¿Tu madre te deja salir del edificio?—¿Cómo cree? Yo hablo de dar un paseo por el edificio —Alba se pone en pie dejando a nube en el suelo, luego toma la mano del CEO y levanta su mirada con una gran sonrisa —. ¿Vamos?Él no sabía que hacer, era la primera vez que una niña se
Gisela suelta las carpetas de la nada y todas terminan a dar en el suelo desperdigando cada papel, todo se encontraba revuelto y hecho un lio.—Lo siento mucho, señor.Se agacha inmediatamente a recoger el desorden y en eso siente que su jefe se agacha también para ayudarla situación que la puso más nerviosa. El que la hubiera pillado viéndolo tan de cerca la hizo sentirse estúpida.Por suerte él no le dijo nada, y esperaba que siguiera de esa manera. Si llegaba a decir algo estaba segura de que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que se acercaba tanto a su jefe, pero es que ese aruño le causo tanta curiosidad.—Lo siento mucho, disculpe señor —se disculpa una vez que recogió todo, Gisela se pone en pie y es cuando observa fijamente a su jefe, su corazón retumba su pecho y siente que sus mejillas se encienden.Sin embargo, él no le dice una sola palabra, simplemente se queda mirándola como si intentara adivinar qué demonios estaba haciendo hace un momento.—Con su permiso —aña
Diego mira fijamente a Alba.—Pero, ¿Qué estás diciendo, pequeña traviesa? ¿Por qué haces tantas preguntas?—No lo sé, me gusta preguntar.—No deberías de hacerlo.—¿Quieres o no quieres una novia? —el CEO se inclina hacia ella para mirarla fijamente a los ojos.—No quiero una novia y demos terminado este tema, ¿vale?—Eres un aguafiestas.Diego niega, piensa que Alba era una niña muy astuta e intrépida.—Creo que se te hace tarde.—Si, ya debo irme —Alba se pone en pie —. Pero voy a regresar mañana.—De acuerdo…Ambos se sonríen y el CEO ve como ella marcha hacia la salida, luego nota que la pequeña se detiene como hubiera olvidado algo. Luego la ve dar la vuelta y correr hacia él, se lanza en sus brazos depositando un beso en su mejilla.—Tú no eres malo… —vislumbra que ella se saca algo de su muñeca para entregárselo a él —. Es mi pulsera de la buena suerte, quiero que la tengas para que puedas encontrar a una bonita novia.—Alba, no…—Yo quiero que la tengas.Él mira esos hermosos
Diego asiente, sin embargo, siente que la noticia es muy dolorosa. Luego mira su muñeca para ver la pulsera de Alba, era un tejido de color rosa y morado que no le combinaba para nada con sus atuendos, sin embargo, esa pequeñaja le dio su amuleto de la suerte.—Diego…su amigo posa una mano sobre su hombro —. La madre tiene una gran deuda con el hospital —el CEO mira a Henri —. Los ataques de Alba requieren de atención y suministros, lo que ha pasado hoy… bueno es una cuenta un poco elevada para que Gisela lo costee.El castaño se pone en pie y sin decir una sola palabra camina hasta la recepción, su amigo observa como saca su tarjeta para entregársela a la joven recepcionista. Henri lo observa fijamente mientras que se reclina hacia atrás.Le parecía bastante curioso que él actuara de esa manera y por una niña pequeña, se preguntó porque siendo como es le daba importancia a ese asunto. Mira que pedirle el favor de que se informara sobre la situación de la pequeña le pareció curioso.P
—Aun no te quiere —la niña se ríe mientras que lo acaricia —. Debes ganarte su cariño.—¿Y cómo se hace eso? —Diego toma asiento un poco alejado del felino.—Siendo bueno con él y trayéndole regalos.—¡Alba! —su madre la reprende —. No quiero que le digas estas cosas al señor Ragno, no está bien que le pidas cosas.Diego mira a Gisela quien se encontraba en una esquina mientras que los observaba fijamente, parecía que llevaba todo el día limpiando. Se le notaba agotada, le dio el día libre para descansar y ella lo utilizaba para hacer los quehaceres del hogar.—Disculpe señor Ragno, mi hija es… —ella se caya mientras que nota que él la mira fijamente —. ¿quiere un poco de café?—Seguro.Gisela se dirige a la cocina sintiendo que los latidos de su corazón la estaban volviendo loca, por más que trataba de controlarse no lo lograba, tener a su jefe en la casa era muy confuso para ella y más cuando su hija lo trataba como si se conocieran de toda la vida.—Diego —el CEO baja la mirada pa