Episodio 38

Igualmente, y después de una ardua discusión en la que Ryle llegó a soltar lagrimones llenos de frustración, Angela cedió. Con una sola y única condición, la cual se encargó de dejarle clara a su precioso querubín antes de irse aquella mañana: "Quiero que te cuides, cielo. ¿Lo entiendes, no es así?"

Y aunque Ryle no comprendió a qué demonios ella se refería, Leo sí que lo hizo, y tan sólo pudo negar con la cabeza en completa desaprobación... ¿Acaso él estaba haciendo algo mal para que la omega actuase de aquella manera?

Sin embargo, y después de despejar por completo su cabeza de absurdas cuestiones que lo hacían pensar de más, Leonidas se encontró tremendamente feliz. Y es que el poder observar las perlas iluminadas junto a la blanca y preciosa sonrisa de su verdadero amor, le hacía querer vivir eternamente... Tan sólo para perpetuar su vista e invertir su tiempo en nada más que Ryle.

— Hey, hermoso, ¿estás listo? — Leonidas sonrió de lado, admirando como la delgadita y menuda fig
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