Y no esperándolo demasiado, el omega sintió los delgados brazos de la niña aferrarse con fuerza a su cuello, logrando que sus manos la atrapasen de regreso. Un suave y caluroso tacto, que desde luego, hizo soltar bajas exclamaciones de ternura. — Son adorables — Niah sorbió por la nariz, codeando a su hermano mayor, mientras éste parecía ensimismado admirando la preciosa escena— . Has encontrado a tu par perfecto, Nara está de acuerdo con eso... Uh— todos lo estamos. — ¿Y qué te gusta hacer, cariño? — Aquella pregunta logró que los ojos amielados del omega, los cuales anteriormente se encontraban posados en la figura de su novio, enamoradizo, viajaran de inmediato hacia Karen. La pelinegra mantenía una sonrisa amorosa en su rostro, casi de la misma manera que él lograba extender la suya propia. Habían terminado un delicioso almuerzo. Justo en aquel momento, cuando probó el primer bocado de comida, Ryle logró quedar por completo fascinado. ¡Era sensacional! Y no tardó demasiado en h
Acercándose suavemente, los cubrió con los suyos propios, un suave roce que desvaneció por completo las tristezas, y trajo consigo un insuperable enamoramiento. Ryle sonrió, perdiéndose en la mirada contraria. — Te amo, dulce — susurró— . No me gusta verte triste. — También te amo, Leo... Te amo m— mucho — aceptó, mordiendo levemente su labio. Tras aquella acción, el alfa encendió el auto, y cogiendo su mano con la contraria, sintió su pecho hincharse de alegría. — Prometo hacerte sentir bien, corazón. Y con aquella última afirmación, Leo puso el auto en marcha, casi percibiendo la melodía perfecta que lograba el corazón de Ryle al latir al mismo ritmo que el suyo propio. (...) Leonidas admiró todo a su alrededor una vez más. Se encontraba recostado en su antigua cama, su antigua habitación. Las paredes aún estaban pintadas de azul eléctrico, y adornadas con los artísticos cuadros que en algún momento de su adolescencia allí colocó. Sonrió con nostalgia, sintiendo entre sus man
Ryle echó un vistazo sonrojado por sobre su hombro, mientras que su labio inferior se mantenía apretado entre sus blancos dientes. Leonidas estaba a su lado, la mano en alto y una grandiosa sonrisa estirando sus mejillas. Debían abordar el vuelo pronto, y la familia Leo estaba acompañándolos en los últimos minutos. Tan agradables como el omega pudo soñar. — Fue un enorme placer conocerte, Ryle — saludó la ojimarrón, moviendo la mano por los aires— . Espero verte muy seguido por aquí. — Gracias, señora Karen — apenas susurró, demasiado avergonzado. Demasiado feliz. — Nos vemos pronto, Leonidas — su padre sonrió— . Estaré por Busán en poco tiempo, sabes que quiero involucrarme en tu expansión. Haremos algo grande, hijo. — Lisa estará feliz con esa noticia — bromeó el alfa, guiñando un ojo y lanzando besos amorosos a sus hermanas— . Quiero que nos visiten pronto. Las adoro. — Adiós, Leo — la pequeña sorbió por la nariz, apretándose a sí misma en un abrazo. Una nueva coronita confecc
De regreso en el auto, y escuchando la ligera música que se colaba por los pequeños espacios del vehículo, Leonidas sintió su teléfono vibrar en el interior de su bolsillo, y no previniendo la sonrisa azorada que se postró en sus labios, le entregó el objeto al omega, quien no dudó en poner el altavoz. — ¡Jacobshi! — Chilló, ansioso. Leonidas soltó una pequeña risa, al igual que el Enigma a través de la línea, y acomodándose mejor en el puesto, los ojos mieles parecieron perderse en la carretera— . Justo hablábamos de ti hace un rato. — Realmente estaba preparado para tú me respondieses el teléfono, chico floreado — soltó un divertido Jacob, sacando una pequeña risilla avergonzada del cuerpo de Ryle— . Dime, ¿cómo estás? — ¡Excelente! — Exclamó, contento. — Eso es muy bueno, verdaderamente me alegra que lo estés. Pero vamos, siempre estás excelente, ¡me gusta tu ánimo, eh! — No podría no estar excelente con Leo de mi lado — dejó saber, un pequeño vistazo al mayor, y éste pareció
Juntando la puerta tras su espalda, Angela suspiró, cerrando los ojos con pesar y sintiendo las emociones revueltas en su estómago. Apenas vio la figura de su hijo con lágrimas en los ojos, jadeó con desespero, e intentando llegar a él, presenció el momento en que el rostro de Ryle pareció escupir dolor a su dirección. — Me lastimas... Me l— lastimas mucho. El aire se había vuelto pesado y deplorable. Al momento en que Ryle echó a correr escaleras arriba, sin siquiera darle tiempo a su madre de procesar por completo la información, ésta sintió un arrebato de riesgo en su corazón. Un dolor maquinal haciéndola querer retorcerse, y sus propios lagrimales sintiéndose plenamente fríos. Sin siquiera poder estarse quieta por un segundo más, mecánicamente siguió los pasos del omega. La saliva escaseando de su boca y las palabras de Leonidas Drakos retumbando en su cabeza de una manera catastrófica; ligándose con las suyas propias, llenas de desprecio y temor. "Me lastimas mucho." — ¡Rylei
— ¡Oh, siento como este lugar se ha iluminado rápidamente! — El grito de Jacob logró llamar la atención del omega saltarían que entraba a la cafetería. Una corona amarilla reluciendo en su brillante cabello, haciendo juego con la increíble sonrisa que mostró los impecables dientes. — ¡Jacob! — Ryle se retorció, correteando hasta llegar a un lado del Enigma, quien descansaba en la barra con una dona achocolatada en su mano— . Eres muy tierno. — No tanto como tú — señaló, una sonrisa de hoyuelos cuando el más pequeño se dejó caer a su lado. Sus piernas balanceándose en el banco giratorio, y las cuidadas manos juntándose prontamente. Mejillas rojas y pestañas risueñas— . Me parece curioso el hecho de que Leonidas haya sobrevivido a ti durante todo este tiempo, ¡es que mírate! — ¿Hay algo mal conmigo? — De inmediato cuestionó, su voz saliendo genuinamente temblorosa ante los ojos verdes que lo observaban. Jacob soltó una pequeña risa, y pretendiendo revolver los cabellos omegas, negó c
Inseguro, Ryle echó un vistazo a sus manos. Sabía que era cierto, pero de algún modo, algo en su interior le gritaba que eso no importaba. ¿Divertirse? ¡Sí, realmente él podía divertirse tejiendo coronas de flores! Pero genuinamente, también debía otorgarle un poco de razón a su omega amigo. Tomando una respiración profunda, él cerró los ojos antes de sonreír livianamente, y sin siquiera pensárselo demasiado, habló— . Está bien, Joel.. Yo, um, hablaré con Leo. Y no pudiendo esperar a que el le respondiese, colgó la llamada y admiró la pantalla de su móvil. El contacto de Leo tentándolo, y su voz perdiéndose fugazmente en el fondo de su garganta. "Leo. Sé que estás ocupado y no quiero molestarte pero... Joel y Darrel me han invitado a una fiesta :( no iré si tú no quieres, ¿lo sabes? Te amo mucho :)" Enviado. Cuando el teléfono de Leonidas vibró sobre su escritorio, y el nombre de Ryle logró desconectarlo de la importante conversación que se mantenía en la oficina en aquel instant
Era un completo prototipo no apto para aquel lugar, y desde luego, no era el único que lo sabía. — Hey — Darrel murmuró, su mano conectando con el brazo del menor cuando pareció quedarse atrás. Echándole un vistazo rápido, le guiñó un ojo antes de soltar una ligera carcajada, aquella que sólo había logrado un genuino mensaje que ponía: "Será mejor que cuides a Ryle."— . Tienes mucha protección por aquí, eh. — ¿Qué? — Confundido, el omega frunció un poco sus labios, y cuando Darrel rodó los ojos riendo nuevamente, se dispuso a responderle al guapo Enigma. "Ni siquiera tienes que decírmelo, precioso ;)" — Deberíamos divertirnos, ya saben, comenzar con algo leve — Joel gritó, volteándose apenas un poco al detener su caminata. Sonrió en dirección a sus amigos, y haciendo un elaborado paso de baile, guiñó un ojo coquetamente— . Iré por unas bebidas. Ryle lo saludó por los aires, una amplia sonrisa en sus labios cuando Darrel soltó su agarre y guardó su móvil en el bolsillo. Una mirada