Juntando la puerta tras su espalda, Angela suspiró, cerrando los ojos con pesar y sintiendo las emociones revueltas en su estómago. Apenas vio la figura de su hijo con lágrimas en los ojos, jadeó con desespero, e intentando llegar a él, presenció el momento en que el rostro de Ryle pareció escupir dolor a su dirección. — Me lastimas... Me l— lastimas mucho. El aire se había vuelto pesado y deplorable. Al momento en que Ryle echó a correr escaleras arriba, sin siquiera darle tiempo a su madre de procesar por completo la información, ésta sintió un arrebato de riesgo en su corazón. Un dolor maquinal haciéndola querer retorcerse, y sus propios lagrimales sintiéndose plenamente fríos. Sin siquiera poder estarse quieta por un segundo más, mecánicamente siguió los pasos del omega. La saliva escaseando de su boca y las palabras de Leonidas Drakos retumbando en su cabeza de una manera catastrófica; ligándose con las suyas propias, llenas de desprecio y temor. "Me lastimas mucho." — ¡Rylei
— ¡Oh, siento como este lugar se ha iluminado rápidamente! — El grito de Jacob logró llamar la atención del omega saltarían que entraba a la cafetería. Una corona amarilla reluciendo en su brillante cabello, haciendo juego con la increíble sonrisa que mostró los impecables dientes. — ¡Jacob! — Ryle se retorció, correteando hasta llegar a un lado del Enigma, quien descansaba en la barra con una dona achocolatada en su mano— . Eres muy tierno. — No tanto como tú — señaló, una sonrisa de hoyuelos cuando el más pequeño se dejó caer a su lado. Sus piernas balanceándose en el banco giratorio, y las cuidadas manos juntándose prontamente. Mejillas rojas y pestañas risueñas— . Me parece curioso el hecho de que Leonidas haya sobrevivido a ti durante todo este tiempo, ¡es que mírate! — ¿Hay algo mal conmigo? — De inmediato cuestionó, su voz saliendo genuinamente temblorosa ante los ojos verdes que lo observaban. Jacob soltó una pequeña risa, y pretendiendo revolver los cabellos omegas, negó c
Inseguro, Ryle echó un vistazo a sus manos. Sabía que era cierto, pero de algún modo, algo en su interior le gritaba que eso no importaba. ¿Divertirse? ¡Sí, realmente él podía divertirse tejiendo coronas de flores! Pero genuinamente, también debía otorgarle un poco de razón a su omega amigo. Tomando una respiración profunda, él cerró los ojos antes de sonreír livianamente, y sin siquiera pensárselo demasiado, habló— . Está bien, Joel.. Yo, um, hablaré con Leo. Y no pudiendo esperar a que el le respondiese, colgó la llamada y admiró la pantalla de su móvil. El contacto de Leo tentándolo, y su voz perdiéndose fugazmente en el fondo de su garganta. "Leo. Sé que estás ocupado y no quiero molestarte pero... Joel y Darrel me han invitado a una fiesta :( no iré si tú no quieres, ¿lo sabes? Te amo mucho :)" Enviado. Cuando el teléfono de Leonidas vibró sobre su escritorio, y el nombre de Ryle logró desconectarlo de la importante conversación que se mantenía en la oficina en aquel instant
Era un completo prototipo no apto para aquel lugar, y desde luego, no era el único que lo sabía. — Hey — Darrel murmuró, su mano conectando con el brazo del menor cuando pareció quedarse atrás. Echándole un vistazo rápido, le guiñó un ojo antes de soltar una ligera carcajada, aquella que sólo había logrado un genuino mensaje que ponía: "Será mejor que cuides a Ryle."— . Tienes mucha protección por aquí, eh. — ¿Qué? — Confundido, el omega frunció un poco sus labios, y cuando Darrel rodó los ojos riendo nuevamente, se dispuso a responderle al guapo Enigma. "Ni siquiera tienes que decírmelo, precioso ;)" — Deberíamos divertirnos, ya saben, comenzar con algo leve — Joel gritó, volteándose apenas un poco al detener su caminata. Sonrió en dirección a sus amigos, y haciendo un elaborado paso de baile, guiñó un ojo coquetamente— . Iré por unas bebidas. Ryle lo saludó por los aires, una amplia sonrisa en sus labios cuando Darrel soltó su agarre y guardó su móvil en el bolsillo. Una mirada
Ryle de inmediato sintió el sonrojo apoderarse de él, y cuando quiso tomar un poco de distancia, se vio completamente atrapado. Sonrió— . Te recuerdo. — ¿Lo haces? — El alfa soltó una pequeña risilla, bebiendo un sorbo de su vaso y acomodándose mejor el cabello. Era un chico tremendamente atractivo— . Eso es muy gratificante para mí. — ¡Sí! Tú estabas ese día en el supermercado con Darrel y Joel — relató, feliz— . Me..., tú me.. um mirabas mucho. — Culpable — aceptó, una risa saliendo de su garganta cuando decidió tomar un poco de distancia. El omega entrelazó sus dedos entre sí, nervioso, y cuando buscó a sus amigos con la mirada, volvió a fallar— . Pero lo cierto es que no pude detenerme. Eres demasiado lindo. — Uh— yo — riéndose avergonzadamente, Ryle cerró apenas sus ojos. No podía seguir observándolo, y es que podía sentirse como un completo tonto— . Me llamo Ryle. — Lo sé — aceptó, un guiño en su dirección y el omega estuvo acomodando la modesta corona de flores sobre su re
Desde luego, él tenía que prepararse para la tormenta que Leonidas Drakos iba a desatar al día siguiente. La presión subía mediante los segundos transcurrían, plenamente sofocantes. Al momento en que los pies sobrecargados de Leonidas estuvieron pisando fuera de su auto, sintió un retorcijón amarrarle el estómago cruelmente, haciéndole jadear con desesperación y sentirse cada minuto peor. Corriendo hacia la entrada de la casa de Ryle, no tardó en ver el rostro de Angela al abrirle la puerta, y sin siquiera ser capaz de dirigirle una sonrisa condescendiente, él se abrió paso en el acalorado hogar. Los ojos de la omega parecían curiosos, y las manos del alfa lucharon por mantenerse tranquilas, lo cual resultó ser una tarea terriblemente complicada. Cuando los labios rosados de ella se estiraron en una sonrisa que parecía ser bastante amable, Leo tragó saliva, e intentando aminorar el frenético latido de su corazón, pasó una mano por su frente sudorosa. — No esperaba tu visita tan tem
Abordando en la pastelería, Ryle saltó sobre sus pies cuando apretó confortantemente la mano del mayor. Su estómago rugiendo tentativamente al momento de estar frente a la vitrina y admirar los millones de pasteles que por él esperaban. Relamiendo sus labios de manera cómica, él echó un vistazo a Leo, y cuando éste le sonrió tiernamente, pareció caer rendido en un torbellino de amor. — Tienes muchos pasteles para escoger, dulce — le susurró, caminando, señalando con su dedo y apenas echando un vistazo al lugar. Personas ocupando las mesas y conversando. Desayunos ante ellos y aroma a café. Aquella mañana Sounds&Coffee había quedado bajo el cuidado de sus excelentes trabajadores, y es que cuando recibió la poco digerible noticia de su pequeño novio en un muy, muy mal estado, él no pudo hacer más que salir de la cama y correr directo con Ryle. Había sido terrible. Tan terrible como el sentimiento sañoso que abordó a su alma al toparse con Darrel y Joel ocupando una mesa en el exterio
— Sí — respondió, un nuevo puchero en sus labios cuando se encontró plenamente confundido. — ¿Acaso querrías deshacer la buena imagen que tu madre se ha hecho de Leonidas? — Y con aquella pregunta, logró dar por completo en el clavo de su hijo. Ryle haciendo una mueca horrorizada casi de inmediato, y los pensamientos mortificantes rondando de manera lacerante su cabeza. Leves recuerdos de su propio sufrimiento ante la actitud obtusa de su madre, y el terror de volver a vivirlo, carcomiéndolo por dentro. — ¡No! ¡No quiero! Yo... No, amo demasiado a Leo, papá, lo amo mucho— Y no conteniendo el pronto llanto que de inmediato se desató, Ryle cubrió su rostro. Por supuesto, millones de emociones revueltas haciéndolo estallar en un mar de lágrimas, aquél tan doloroso que lo arrastraba con cada acometida. Funestamente mal. Cuando Angela irrumpió en la habitación de Ryle aquella noche, encontrándolo acurrucado en un costado de la cama y con su visión entristecida puesta en el teléfono, e