Caminando tímidamente fuera de la universidad, ojos fijos en el piso y labios apretados entre sí, sintió un puñado de pena arremeter contra su corazón. Sabía que aquél día no sería como otros... Él no pasaría por Sounds&Coffee tan feliz como antes, él no entraría a la cafetería ni sentiría las manos de Leonidas atajarlo en un poderoso abrazo. No podría percibir las explosivas sensaciones que quemaban sus venas cuando se besaban. Sin duda alguna, sería completamente diferente, y el sólo pensamiento de estar lejos de su verdadero amor, comenzaba a enfermarlo de maneras desproporcionales. Evitando tropezarse con sus pies ante su mirada plenamente nublada, no notó el momento en que una persona comenzó a caminar a su lado, y cuando sintió un brazo posarse sobre sus hombros, limpió rápidamente sus ojos y echó un ligero vistazo a su costado. Orbes marrones pareciendo curiosos, y labios rosas fruncidos en confusión. — Me sorprende ver a un rayito de luz como tú, con un gesto tan triste — mu
Cuando suspiró tristemente y pensó que lo mejor sería acurrucarse en la cama, su teléfono sonó. Una emoción convulsa trepando por su esófago cuando lo cogió en sus manos y parpadeó de manera rápida. Quería que sólo fuera una persona, pero cuando observó aquel contacto tan familiar y no esperado, formó un puchero involuntario en sus labios. Darrel. "Hey, florecitas... ¿Podríamos hablar?" "Lo siento mucho :(" "Tengo el corazón muy roto, ¿acaso piensas dejarlo así?" "Debemos hablar" "¿Puedes ir al centro? Te estaré esperando" "Por favor :(" "Por favorrrrrrrr." "Por favor, florecitas" Cuando el móvil cayó en el colchón, Ryle mordió el interior de su labio. Desde luego, él extrañaba terriblemente a sus dos amigos, y el nudo en su garganta le hizo sentirse demasiado confundido. Tras unos minutos en suprema quietud, apenas cerró los ojos antes de suspirar, y con el pensamiento de ser una mala persona torturándolo poderosamente, salió de la cama y se calzó los zapatos, antes de cami
La sonrisa del omega ampliándose mediante los segundos transcurrían, y los pensamientos de Leo nadando en un lago interminable. Cuando admiró aquella mueca irremediablemente feliz, él tragó saliva. De alguna manera, él aún no lograba sentirse del todo bien, y es que el sólo recordatorio de Ryle dañado por su culpa, lo hacía retorcerse fuertemente dentro de sí. — Perdóname, bebé — susurró, sin pensarlo. Los ojos cariñosos de Ryle pareciendo divertidos, y sus dientes blancos mostrándose en una repentina sonrisa. — Ya te perdoné, tontito — soltando una risilla cómplice, el omega arrebató el pastelillo que sostenían los dedos de Leo, y comiéndoselo de un solo bocado, exhaló con exquisitez. — Fui un tonto — prosiguió, su mirada bajando hacia el plato lleno de bocadillos de chocolate, el cual pronto abandonó en la mesa de noche, y las manos cálidas y tiernas de Ryle posándose sobre las suyas propias— . Quiero que todo vuelva a ser como antes, y cielos, sólo quiero que sepas que Darrel me
Tras percibir la negación que el menor manifestó con su cabeza, Leonidas sonrió. Su corazón rebotando incesantemente y sus piernas entumecidas, haciéndole drenar la emoción convulsa que trepaba por su sistema al transcurrir del tiempo. Introduciendo sus manos bajo la camisa del omega, lentamente se deshizo de ella. Las mejillas rojas del omega llenándolo de suprema ternura, y sus labios hinchados haciéndole perder la cabeza lentamente. Todo Ryle era perfecto, y admirando con dedicación aquella preciosa obra de la naturaleza, casi jadeó con orgullo de tenerlo a su lado. Acariciando las caderas del omega una nueva vez, besó con dedicación sus clavículas. Respiraciones aceleradas colisionando contra la morena piel y gemidos acallados abandonando los labios de Ryle. Besando su pecho suave, Leonidas apenas echó un vistazo a su novio antes de pasar la lengua sobre uno de sus pezones, y sintiendo como de inmediato los dedos de Ryle se aferraron a su camisa, soltó una audible risilla. Los oj
Imponiendo ímpetu en su lucha, curvó sus dedos en el interior del omega, un intento de encontrar su punto dulce, y cuando un salto desprevenido en conjunto a un gemido bastante apasionado se liberó de los labios rosados, besó el muslo del chiquillo. — ¿Te gustó ahí, cielo? — Susurró. Los orbes amielados observándolo fijamente, y sus palabras mudas intentando liberarse de alguna u otra manera. No pudiendo contenerse demasiado, Ryle apenas echó un vistazo a su miembro. Estaba rojo y de algún modo, increíblemente doloroso. — Oh— oh, Leo — intentando no atragantarse con su propia lengua, el omega jadeó. Los ojos compasivos de color chocolate recorriendo plenamente la desnudez del omega, y sus piernas temblantes haciéndole saber que su pequeño omega merecía por completo su atención. Cuando Leo se incorporó y dejó el interior de Ryle, éste tragó saliva. Las piernas del omega a cada lado de sus caderas, y la respiración volviéndose más fuerte tras los segundos transcurrían. Acercándose lo
Cuando sintió el peso de Ryle sobre sí, él peinó su cabello. Estirándose hasta taparlos con una cobija, tomó su teléfono, y echándole un vistazo a su precioso y dormido amor, él se dispuso a teclear en la pantalla un solo mensaje. "Señora Angela, Ryle está a salvo conmigo... Él se quedó dormido, prometo llevarlo mañana a sus clases :) buenas noches." Sonriendo hacia el omega, enterró su nariz en el cabello suave, y cerrando los ojos, se permitió suspirar enamorado— . Eres lo mejor que me pasó en la vida, dulce. Los minúsculos rayos de sol apenas lograban filtrarse cómodamente por entre las cortinas de la habitación de Leo, logrando que la poca luminiscencia aluzara el lugar de una gratificante manera. Cuando los ojos avellanados se abrieron suavemente y Leonidas se encontró con el rostro angelical de Ryle frente a él, compartiendo su misma respiración, sonrió de una manera incontrolable. Pasando una mano por su cabello y recordando de forma fugaz todas aquellas preciosas memorias d
Cuando dio pasos lentos hacia la cocina, se encontró con un Leonidas perfectamente arreglado y preparando algunos sándwiches. El tiempo parecía no haber transcurrido mientras el agua tibia de la ducha mojaba su cuerpo, y es que tras pensar en su novio por incontables minutos, había logrado perderse concluyentemente. Al momento en que los ojos achocolatados se encontraron con los otros, una sonrisa feliz se estiró por sus mejillas. Desde luego, el acto manifestado la noche anterior había aflorado millones de sentimientos que de manera sorprendente, aún se encontraban tranquilos, y el sólo hecho de sentir la presencia de Ryle Santos tras una velada supremamente correcta, lograba hacerlo saltar de felicidad. — Mi coronita se estropeó — el omega murmuró, abrazándose a sí mismo y sonriendo enamorado hacia la figura de Leonidas , quien de inmediato se apresuró a correr a su lado, un único abrazo que los llevó volando hacia el cielo— . No soy tierno sin mis coronitas. — Oh, cariño — apretá
"Jacob ... Tenemos que hablar." Admirando como su mensaje era perfectamente ignorado, puso los ojos en blanco, y pensando que el enigma era jodidamente inmaduro, se rio. "Sé que no eres capaz de dejar de tratarme... Al menos no permanentemente" "Sin mí no eres nada, Jacob." "De algún modo debes perdonarme..." "Ryle me perdonó :)" Mordiéndose el interior de la mejilla, Leonidas aparcó frente a la cafetería, y soltando un suspiro cansado ante la increíble dignidad que su mejor amigo poseía en distintas ocasiones, golpeó su cabeza con el volante. Él sabía perfectamente la solución a ello, y luego de deliberados minutos pensándolo, tan sólo puso los ojos en blanco. — A mí no me vas a joder, Jacob. "Hicimos el amor." "¿QUÉ? Estaré en 10 en la cafetería." Y no esperando más de treinta segundos, sonrió victorioso hacia la pantalla del teléfono. Desde luego, ni siquiera Jacob enfadado podría resistirse. — Luces... radiante — la voz de Angela de inmediato se propagó por los aires, c