Capítulo 1

{April}

No recuerdo mi vida anterior, poco es lo que puedo recordar. Lo único que diría es que ahora mi vida es un infierno y antes de tener mi momento madura no sabría como era.

Cuando mi abuela murió— eso fue hace 21 años — Solo tenía un año cuando a mi madre se le dio la gran idea de mudarse, por lo poco que me cuenta ella fue un año duro. Mi padre falleció mucho tiempo antes de que yo naciera, así que ella como la gran madre que resulta ser se mudo a la ciudad y tiene un buen trabajo; sin embargo, no pasa mucho tiempo conmigo, mas no me quejo pues sabía el esfuerzo que hacía para mantenernos.

Mañana celebraremos mi cumpleaños como también el fallecimiento de mi abuela. Creerán que es algo raro que la abuela muera y su nieta nazca. Da un poco de escalofríos, pero es la manera que pudo decir que nadie se olvidara de ella, aunque creo que preferirían celebrar mi cumpleaños que su muerte.

Pero no solo era para festejar, muy pronto será mi graduación en la universidad después de tres años estudiando al fin tendré mi título en mis manos y solo esperaba ver a mis parientes los cuales no veía por mucho tiempo como también algunos que no conozco.

Al terminar mi última clase tome mis cosas y fui de nuevo a casa para gozar con mi madre la libertad de ser una estudiante. Miré la hora en mi reloj, mi madre ya debía terminar su turno en el hospital y estar de vuelta en casa. Así que abrí la puerta de la casa y me lleve la gran sorpresa de que no hubiera nadie. — Qué extraño — Me dije a mi misma. Llame y busque a mi madre por cada rincón del primer piso de la casa pero no habían señales, así que subí a mi habitación para darme una ducha y tener la cena lista cuando mi madre volviera del trabajo.

Mientras buscaba alguna prenda para ponerme fruncí mi ceño al escuchar un golpe que provenía de algún lado de la casa o eso creía. Me quedé quieta por unos segundos tratando de escuchar el ruido. Cuando la llame ella no respondió así que suponía que no estaba en casa, entonces ¿qué fue eso?

Desde la puerta asomé mi cabeza para ver si algo que había caído pero todo estaba en su lugar. Cerré la puerta detrás de mí y cuando hice el ademán de caminar al armario un golpe más fuerte se hizo presente y salí de mi habitación más veloz que flash directo a la habitación de mi madre donde había venido el ruido. Abrí la puerta y mis ojos quedaron clavados y mi corazón en la boca cuando encontré una figura tirada en el suelo.

Mi madre.

Ella estaba acostada en el suelo sin moverse sin darme señales si vivía o estaba muerta.

(...)

Llame a la ambulancia después de ver de aquella manera a mi madre y tratar de revivirla con mis lágrimas en los ojos pero ella nunca despertó aunque sentía su pecho subir y bajar levemente. Mientras íbamos directo al hospital no dejé de llorar en todo el trayecto asustada de lo que podría estar pasándole, sujete fuerte su mano y le rogaba al que me estuviera escuchando que la salvará pues ver la mascarilla de oxígeno que cubría su nariz y boca no me ayudaba en nada a calmarme.

Mi deseo era volver a ver aquellos ojos azules de nuevo, esa sonrisa y sentir su abrazo diciéndome que todo estaría bien y me desesperaba que no abriera sus ojos y se levantará de esa camilla pues me estaba enloqueciendo que eso no pasara.

El doctor me dijo que se desmayó por estrés, tanto esfuerzo y falta de energía y que sería mejor dejarla esa noche para que descansara y no me negué porque sabiendo lo terca que era mi madre seguramente cuando despertará saldría del hospital.

Así fue como el día de mi cumpleaños la pase en el hospital al lado de cuya mujer ese día hace veintiún años me dio a luz. Eso mismo paso el día de mi graduación. Recibí mi título y nadie estuvo ese día en casa para mí. Como dije no conocía a muchos de mis familiares e imaginé que tan siquiera llegarían ese día, pero no fue así.

Han pasado casi dos semanas y mi madre no despierta. Los doctores me dicen que al parecer sufrió un fuerte golpe en la cabeza al caer por ello aún duerme pero me preocupa que no despierte.

Desde entonces no puedo dormir tranquila del miedo al imaginar que mi madre no vuelva abrir sus ojos y por desgracia cuando al fin logró conciliar el sueño llega una pesadilla de mi gran y único temor.

....

Como la adulta que resulto ser me encargo de la casa y sobrevivo. Tengo mi trabajo que empecé hace poco tiempo y eso me ayuda a mantener a mi madre en cuidado. De mi casa al hospital y del hospital a la casa o trabajo en eso me pase estos últimos días. Y vaya que si es difícil, aunque me estoy acostumbrando a no tener mucho tiempo libre con todo esto. Debo cuidar la casa, tantas responsabilidades me tienen exhausta

 

En este momento estoy camino a mi trabajo se me está haciendo tarde si no encuentro la parada del autobús a tiempo estaré frita.

Si, no tengo auto.

Mire la hora de mi reloj de muñeca mientras casi corría en vez de caminar. Faltaban cinco minutos para entrar y yo aun no llegaba — Tammy me va a matar — susurre. Tam es mi mejor amiga desde que tengo memoria y gracias a ella tengo este empleo el cual no quiero que me despidan.

Suspire aliviada al encontrar al estar cerca de la parada — lo sentí — el autobús se detuvo y las pocas personas empezaron a subir. Maldije y empecé a correr como loca para que no le dejara botada. ¡Malditos tacones! Odiaba usarlos por estas mismas razones. De nuevo sentí que respiraba normal cuando estuve dentro del vehículo.

¡Será mejor que llegues a tiempo!

— Calma Tam, estoy en camino. No te preocupes dile al jefe que estaré en unos minutos, que tuve un atraso.

Si no llegas a tiempo, será tu funeral

Corto. Se notaba que estaba enojada conmigo y no la culpaba. Ella tenía su carácter y saber que su empleo estaba en juego por mi no era para nada agradable.

Se lo recompensare después... espero cumplir.

Después de unos diez minutos — si diez de cinco — llegue a la empresa y corrí a la oficina. Soy secretaria así que debía llevar unos documentos a la sala de reuniones antes de que fuera mi funeral completo.

Deje mis pertenencias en mi escritorio. Como pude tomé los papeles y empuje la puerta para entrar.

— Disculpen por la tardanza — dije entrando a la sala recibiendo varias  miradas de diferentes colores se dirigieron a la chica que llegaba tarde.

— Tome asiento señorita Bennett — dijo mi jefe a lo que asentí obedeciendo.

Mire a la chica sentada frente a mi al otro lado de aquella larga mesa. Esta me hizo una seña ¿Qué paso? la cual sabía bien lo que significaba y solo arrugue mi nariz y puse mi atención.

Después de dicha conferencia tome mis cosas, fui a mi escritorio y deje caer mi peso sobre la silla. Coloque mis codos sobre el escritorio y lleve mis manos a mi rostro. Me sentía exhausta, estresada, cansada por todo lo que me estaba ocurriendo.

— Señorita Bennett, a mi oficina — saque mi cara de mis manos y vi la figura de mi jefe caminar a su oficina. Mire a mi mejor amiga quien tenía su escritorio frente del mío y me hizo una señas de que estaba en aprietos. Exhale y moví mi trasero a mi nuevo destino.

— Pase — cerré la puerta detrás de mi.

— Para que me quería ver — me pare y cruce mis manos frente de mi.

Mi jefe estaba sentado en su escritorio viendo algunos papeles.

— Tome asiento — mi hizo la seña con la mano así que obedecí. Mi jefe cruzó entrelazo sus manos encima de aquella madera fina — he escuchado que su madre está en el hospital.

— Si señor así es.

— Supongo que por esa misma razón a llegado tarde.

Asentí. La verdad me quedé dormida por lo tarde que me había acostado.

— Ayer la fui a ver después del trabajo y al regresar trabaje horas altas de la noche.

— Si, se que a sido una buena empleada y no me gustaría perder a una buena secretaria como usted. Aunque lleva poco tiempo veo que se empeña en hacer su trabajo y eso me gusta en una persona.

Me estaba halagando... ¡ahhh!

— Gracias, le prometo que trataré de no volverlo hacer.

Mi jefe suspiro y se recostó en su silla.

—Tranquila, se lo que se siente en tener mucha carga y entiendo que llegué tarde por sus cosas familiares. Así que si necesita un favor, quiero que sepa que como su jefe, también puedo ser un amigo y mano para ayudar.

— Gracias señor — sabía que era una buena persona así como un gran jefe, pero jamás imagine que fuera tan comprensivo en sobremanera.

Después de ese día llegue a mi casa exhausta como de costumbre. Me quite los tacones y sentí un gran alivio al sentir mis pies descalzos ante la fría madera, no quería seguir con esa clase de zapatos.

Subí a mi habitación y me di un largo baño para sacar todo el estrés, después de bañarme me tire sobre la cama esa tranquila comodidad en mi cuerpo no duro mucho hasta que mi celular empezó a sonar y con la pereza del mundo lo busque.

— Hola — dije soltando un bostezo.

Señorita Bennett, soy el Dr. Ruiz. La llamo para comunicarle que su madre ha despertado.

Todo el sueño que tenia se fue a la velocidad de la luz dejando un nudo en mi garganta mis lágrimas querían salir pero no las deje. Sin decir nada colgué y me puse unas botas cafés y tome un taxi rumbo al hospital. Llegué y toque varias veces el botón del elevador como si así fuera más rápido. Las puertas se abrieron y corrí a la puerta de la habitación de la mujer que me dio a luz.

Abrí la puerta y mis lágrimas empezaron a salir al verla sentada en la cama hablando con el doctor que me llamo.

Estaba feliz de verla.

Parecía como si nada le hubiera pasado sus ojos azules, su cabello castaño, su piel blanca estaban como los había recordado.

Mi madre sintió mi presencia y se sorprendió de verme, sin mas corrí a sus brazos. Llore de alegría al verla al fin con esos ojos abiertos y ver de nuevo su sonrisa. Ambas lloramos y aunque yo tuviera mis razones para hacerlo y sabía bien que estaba acompañadas del miedo a perderla no sabía el porqué de sus lágrimas.

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