Capitulo 2
"Abrí los ojos y me sorprendí al darme cuenta de que estaba viva.

“Ana, date prisa o vas a llegar tarde.”

Me incorporé de un salto y miré a mi alrededor, confundida. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba?

“¡Ana!”

Volvieron a llamarme, y traté de sacudir la confusión que me envolvía. Me levanté de la cama y miré a mi alrededor. Reconocí la habitación, era mi dormitorio de la infancia. No había pisado esa habitación desde que encontré a Lucas, mi pareja.

Escuché un golpe en la puerta cuando mi madre la abrió, y antes de poder procesar lo que sucedía, corrí hacia sus brazos.

“Mamá, estás aquí,” comencé a llorar. “Te he extrañado tanto.”

“Ana, mi niña.” Se rio mientras me daba palmaditas en la espalda. “Te vi ayer.” Se alejó un poco de mí y volví a ver sus ojos ámbar, que eran iguales a los míos. “Feliz cumpleaños, cariño.”

Me incliné hacia ella y recordé que ese fue era el último día que pasé en casa, ya que encontré a mi pareja en mi decimoctavo cumpleaños. “Gracias, mamá.”

“Espero que hoy conozcas a tu pareja y comiences tu nueva vida.” Me sonrió.

De inmediato, sentí que mi sangre se helaba. No quería conocer a Lucas, no cuando sabía lo que iba a pasar.

“Prefiero quedarme aquí contigo,” sonreí mientras besaba su mejilla. “No quiero extrañarlos ni a Manuel ni a ti.”

Recordé que cuando Lucas pensó que lo había engañado, antes de matarnos a mi bebé y a mí, mató a mi madre por su supuesta participación en el asunto. El padre de Sofía y esposo de mi madre, la vio morir. No me malinterpreten, sabía que él amaba a mi madre y que sufrió con su muerte, pero la desgraciada de su hija fue la causante de todo eso. Él solo se quedó de brazos cruzados y vio como todo ocurría.

Entendí por qué apoyó a su hija, pero no me gustaba, ni a él tampoco, para ser honesta.

“Cariño, no nos extrañarás. Estaremos contigo en cada paso.” Mi madre besó mi mejilla y entrelacé mis dedos con los suyos.

“Mamá, ¿podemos irnos? ¿Solo tú y yo? ¿Puedes dejar a Sofía y Manuel para volver a la manada de papá?”

Mi padre, el Alfa de la manada Luna de Plata, no fue un buen esposo, pero sí un buen hombre. Engañó a mi madre, la traicionó cuando estaba borracho, pero juró que fue un error, que fue una maniobra de otro Alfa para separarlos, sin embargo, mi madre le dijo que no importaba y que ya era demasiado tarde. No lo perdonó principalmente porque su traición le costó la vida de mi hermano, que crecía en su vientre, y ella se negó a superarlo.

“No, cariño. No puedo volver.” El rostro de mi madre se ensombreció mientras daba un paso atrás, alejándose de mí.

“No quiero ser traicionada, mamá. No como lo fuiste tú, ni peor. No quiero tener ninguna pareja.” Le susurré.

“Las parejas no se lastiman, cariño.” Intentó sonreír, pero en cambio temblé.

Sabía exactamente lo que las parejas se hacían entre sí. “¿Te enojarías si rechazo a mi pareja?”

“No, cariño. La Diosa de la Luna traza un camino, pero depende de nosotros elegir seguirlo. Si no quieres a tu pareja, puedes rechazarla.”

“¿Y si es el hijo del Alfa?”

Mi madre me miró, sabía que si era el hijo del Alfa, estaría perdida, porque no me dejaría ir. Un Alfa debe aparearse con su primera pareja, aunque fuese por un día, para alcanzar su pleno poder.

“¿Qué sabes tú?” Me di cuenta de que sus ojos escudriñaban los míos.

La llevé de vuelta a mi habitación, alejándonos de la puerta. “No estoy segura, pero tengo miedo de que si mi pareja es el novio de Sofía, moriré después de emparejarnos. Mamá, las posibilidades de que él esté emparejado con una Alfa, son mucho mayores a que sea la pareja de la hija del beta.” Me separé. “No quiero esto para mí.”

Reflexioné sobre mis palabras, y vi que llegaba a la misma conclusión. “Está bien, cariño. Pero no puedes irte, sería demasiado sospechoso. Tendrás que enmascarar tu aroma cuando él esté cerca.”

Levanté las manos al aire. “¿Cómo haría eso?”

“Existen muchos secretos que prefiero dejar atrás, pero si estás decidida…" su voz se perdió en el aire y yo simplemente asentí con la cabeza. "Entonces permíteme hacer algunas llamadas. Hoy no vas ir a la escuela”

Salté de nuevo en sus brazos. “Gracias, mamá. No sé qué haría sin ti.”

“Te amo, cariño. Nunca estarás sin mí, eso te lo prometo.” Besó mi mejilla, luego me dejó sola en mi habitación.

Corrí a buscar mi teléfono y revisé la fecha, solo para asegurarme. Era 2018, había retrocedido seis años en el tiempo, exactamente hasta el día en que conocí a Lucas. Así que, tendría la oportunidad de reescribir mi destino, de tomar mejores decisiones, tener una vida mejor y quizás, esta vez, mi cachorro sobreviviría.

Me acaricié el vientre plano. “No te preocupes, bebé. Esta vez, nadie te hará daño.”

Cerré la puerta del baño y me sumergí en la ducha. No iba a permitir que el día me sorprendiera con el aspecto desaliñado de quien acaba de salir de la cama. Con la toalla aún alrededor de mi cuerpo, me detuve en mi armario, contemplando mis vestidos, sin embargo, el leve crujido de la puerta de mi habitación al abrirse, me alertó de que alguien más estaba allí.

Estaba a punto de girar y llamar a mi madre, pero escuché un paso suave, algo que mi madre no haría, por lo que me escondí detrás de mis abrigos de invierno y esperé escondido.

“Te lo digo, si ella es la pareja de Lucas, la mataré.”

“No puedes hablar en serio, Sofía.” La voz nasal de María, la mejor amiga de mi hermanastra, resonó desde el teléfono que sostenía contra su oreja.

“Claro que sí. Lucas solo puede ser mío.”

“Solo porque te le entregaste en bandeja de plata. Él esperaba que Ana lo notara.”

“Cierra la boca, María.” Sofía gruñó y sus ojos brillaron. “Él es mío.”

“Lo que sea, tengo que irme. Date prisa, antes de que te deje tirada.” Le dijo María, y luego colgó.

Un claxon sonó afuera y Sofía estaba intentando tomar algo cuando le agarré la mano.

“¿Qué crees que estás haciendo en mi armario?”

“¿Ana?” Sofía se sorprendió al verme.

Apreté su mano hasta que escuché un crujido, pero ahogué su grito con mi mano.

“Estás de suerte porque solo te rompí un dedo, aun cuando acabas de decir que quieres matarme. ¿Acaso escuché bien? ¿La hija de un beta está amenazando a una Alfa?” Hice un bufido de desaprobación.

“Yo no dije nada.” Gruñó mientras su mano se curaba.

“Miénteme de nuevo y te romperé todos los dedos y los deformaré a mi antojo.” No pude evitar sonreír al verla temblar. “¿Me amenazaste?”

“¡Sí!” Gritó. “¡No vas a quitarme a Lucas!”

“No quiero a tu patético Alfa, ni ahora ni nunca. Quédatelo.” La empujé. “Ahora sal de mi habitación antes de que arranque la cabeza.” Me giré hacia mi ropero y elegí unos jeans de tiro bajo junto a una camiseta.

“¿Cuál es tu problema?”

“¡Te dije que te fueras!” Dejé que mi loba saliera de dentro de mí, y mis ojos brillaran, al mismo tiempo que impregnaba mis palabras con una orden, usando mi poder como Alfa, obligándola a salir de mi habitación.

Estúpida perra, ¿cómo se atrevía a entrar en mi habitación para agarrar mis cosas? Mi loba soltó un gruñido bajo, ese era nuestro territorio. Me sacudí las manos y me concentré de nuevo. Cerré las puerta y volví a la cama, sacando mi teléfono. Intenté recordar todo lo que había sucedido en los últimos seis años que pudiera ayudarme con mi plan. Porque no tenía dudas, ¡Lucas y Sofía pagarían por todo lo que me hicieron!"
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