Capitulo 24
Esperé hasta que mi padre me dejó sola en el claro para dejarme caer sobre la hierba y cerrar los ojos. Profundicé dentro de mí e hice lo único que se me ocurrió. “Abuela, necesito tu ayuda.”

Esperé en el silencioso claro hasta que sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Entonces, abrí los ojos y la vi descender frente a mí. Su cabello plateado y negro caía en una trenza sobre su hombro, balanceándose frente a mi rostro mientras se inclinaba, por lo que no pude evitar extender la mano para tocar los mechones, pero no sentí nada.

“No estoy realmente aquí, Ana. Te envío mi espíritu cuando siento tu necesidad, pero no puedes tocar el mundo de los espíritus, así como yo no puedo tocar el de los vivos, tampoco puedo sentir el suelo sobre el que estamos sentadas, ni el viento que acaricia tu cabello.”

“Pero pareces tan…” Mi voz se desvaneció.

“¿Viva? Porque lo estoy, de una manera extraña. ¿Quién dice que nuestra estancia en la tierra es la única vida que tenemos?” Esbozó una sonrisa trav
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