A la mañana siguiente, me despierta la alarma del celular. Muy temprano, diría yo, pero ya estoy acostumbrada a madrugar, así que me desperezo y lo tomo de mi mesita de noche para silenciarlo y me percato de que hay dos llamadas perdidas de Mark hace unos segundos y un mensaje de Viktor, que lo envió hace unas cuantas horas.
Viktor
Gracias por darme un feliz cumpleaños. El mejor que he tenido en muchos años. Descansa.
Voy a contestarle ahora. Ayer me dormí sin revisar el celular.
Yo
Buenos días disculpa que no te respondí anoche no supe donde quedo mi teléfono. No hay nada que agradecer ni siquiera pude darte ¡el regalo! Me atontas y eso no es bueno…
Viktor
Buenos días a ti también preciosa. Me encanta atontarte. No te preocupes, el regalo es
Después de la conversación de anoche, Viktor me dejó intrigada. No pude hacer mi maleta por andar pensando qué se traerá entre manos. Así que lo dejé para hoy y, como solo es una semana, no es mucho lo que necesitaré; sí acaso mis jeans y abrigos, antes que nada; si aquí hace frio, Rusia está a punto de congelación. Espero que la nieve nos deje visitar la mayor cantidad lugares y no estar todo el día metidos en el hotel.Es medio día y Dinna llega al apartamento, ella es señora que limpia una vez a la semana; lleva conmigo tres años y es excelente, deja todo como un espejo. No es que yo sea una desordenada, además, vivo sola, ¿qué desorden puede haber?, pero me despisto con mis trabajos y no me gusta el caos. Mientras ella está con el apartamento, yo voy guardando poco a poco todo en la maleta y mi bolso de mano.
El avión privado de Viktor es impresionante tanto por fuera, ya que es de color negro brillante y el nombre Novikov Enterprise, está rotulado con letras doradas; como en su interior es de un blanco inmaculado con detalles en negro y dorado. Es todo lujo aquí dentro. La tripulación consta de dos atractivos y solícitos chicos, que nos ayudan con nuestras maletas y nos hacen pasar al área más cómoda del avión.Hay cinco asientos, cuatro enfrentados del lado derecho, uno al lado de la puerta y un sofá de tres puestos del lado izquierdo. Todos tapizados de piel en tono blanco y con cojines mullidos, cuentan con la capacidad para desplazarse hacia adelante y hacia atrás, convirtiéndolas en cómodas camas individuales.Además de tener un área en medio, destinada para la hora de la comida, con una mesa de madera pulida y sillas alrededor; también cuen
En sus brazos me siento protegida, reconfortada y querida. Es tan cálido, como el sol en verano; su olor a bosque absorbe todo el oxígeno que existe y lo único que quiero es que no me suelte jamás.—Tuve una niñez feliz sabes —comienzo a decirle con la voz rota aún por el llanto—, adoraba a mis padres, y ellos a mí. Al ser su única hija, no era de extrañar, y no por eso me consentían. Eran amorosos, pero no permisivos. Cuando cumplí diez años, comencé a sentir que algo iba mal conmigo, no podía correr como los otros niños, me cansaba muy rápido y me dolía con frecuencia el pecho, mis padres notaron mis cambios y me llevaron con rapidez a los mejores médicos.»Mis padres eran médicos cardiólogos, y estaban a la espera de un resultado que ya sabían de ante mano, cardiomiopatía hi
No sé qué decirle, me gusta mucho la idea de que se encuentre en mi vida y la llene de alegría, pero me aterra salir lastimada. Él es un hombre que por mucho supera los estándares de lo que debería ser una pareja para mí. Tanta perfección física y mental no puede venir sin ningún tipo de problemas.Creí, que podía protegerme del mundo y del dolor encerrándome en mi cueva. Sin embargo, ahora sé, que también les estaba cerrando las puertas a personas maravillosas, como Irina y Viktor. No puedo negarme a la posibilidad de vivir, como mi madre lo quería, y no solo sobrevivir.Levanto mi rostro para mirarlo a los ojos y responderle, esos ojos que me atraparon en un mar de chocolate derretido desde la primera vez que lo vi, a través de una pantalla.—Está bien, inténtalo. —respondo segura y él se incor
Cuando volvemos al avión, Ryan y Tom nos reciben muy sonrientes. Serán dos horas con cuarenta y cinco minutos más o menos de vuelo para llegar por fin a destino. Estoy muy emocionada por ver el ambiente donde se criaron Irina y Viktor, sus primeros recuerdos están en esa casa. Lo que los hizo ser hoy en día, lo vivieron allí; sus primeras alegrías y tristezas están plasmadas en esas cuatro paredes.Descendemos del jet y, tanto Ryan, como Tom, se despiden de nosotros hasta el regreso, hacen gala de su eficiencia bajando nuestras maletas y haciendo un rápido checking.En San Petersburgo, el aeropuerto Púlkovo, está a unos diecisiete kilómetros del centro de la ciudad. Es tan inmenso que manejan alrededor de cincuenta y nueve aerolíneas distintas, con la asombrosa cantidad de cinco mil pasajeros diarios. Es impresionante.Según nos cu
No sé qué hacer o qué pensar. Viktor me lleva de habitación en habitación para que elija, sin embargo, no estoy con la cabeza para hacerlo. Todas las habitaciones están bien, bellamente decoradas y con muy buen gusto, todos los pisos son de madera pulida y las ventanas que vi desde afuera, por dentro se ven todavía mejor. Las cortinas combinan con la ropa de cama y las alfombras.En la tercera habitación se encuentra Irina, recostada en una explosión rosa y morado. Toda la decoración desde las lámparas, hasta el espejo, está en esas tonalidades; nada infantil, pero sí se nota que le pertenece a una niña. Está mirando el techo lleno de mariposas colgando. Ese detalle me gusta mucho, me recuerda a mi madre y por instinto la mano se dirige a mi pecho.Viktor rodea mi cintura desde atrás y me hace entrar. Muy inteligente de su parte, sabe que, Ir
Nos quedamos solos y es hora, me tiemblan las manos a causa de los nervios, quiero aclarar las cosas, y me aterra llegar a perder su amistad. Hemos sido amigos desde niños, aunque nuestros caminos se separaron en la adolescencia, más que todo por mi condición emocional, siempre hemos estado el uno para el otro. Para mí sería una perdida terrible y dolorosa.—¿Mark, podemos hablar un momento? —Le pido levantándome de la mesa, me acerco a donde se encuentra y tomo su mano, él se pone de pie y nos dirigimos a la sala para estar más cómodos en el sofá.—Claro, Vi. ¿Qué pasa? —inquiere y, al ver mi rostro nervioso, su sonrisa titubea, se da cuenta de que es algo serio y se sienta a mi lado.—No… no sé por dónde comenzar —digo titubeante y me froto las manos en el pantalón para secarlas, mis nervios
Su mano pasa una y otra vez por mí antebrazo, todavía despierta, me remuevo en la cama para darle la espalda y así no se dé cuenta de mi desazón por los estúpidos pensamientos que me embargan. Pero se da cuenta, si es que el ruso de tonto no tiene un pelo.—¿Qué pasa, lyubov'[1]? ¿En qué piensas? —pregunta mientras me rodea la cintura y se acopla a mi espalda, haciendo cucharita.—Nada, no pienso nada —contesto enfurruñada con mis pensamientos.Su risa ronca retumba en mi espalda, lo que provoca mi risa.—Sabes que vivo con Irina, casi las veinticuatro horas del día, y que he aprendido por las malas que, si una mujer responde que, «no pasa nada», quiere decir que el fin del mundo está cerca. Vamos, dime, ¿qué piensas? Quiero que me hables de cualquier cosa, no te cohí