Capítulo 40

Las horas y pasan sin pedir permiso, ni perdón y mi cuerpo dolorido exige un descanso, duermo cuando el sueño me vence y continúo sin saber nada. Calculo que ha pasado más de dios días sin embargo no puedo asegurarlo, y ninguno de los dos rusos me dice nada que no sean amenazas e insultos.

Estoy medio dormida y un estruendo fuera de la puerta de donde me tienen confinada me despierta de manera abrupta.

Me pongo alerta por si es alguna otra sorpresa, de pronto, alguien irrumpe en la habitación, es Alexey y parece desesperado, corre hasta mi posición, mientras afuera continua el caos, escucho cosas rompiéndose, incluso algunos disparos y hay personas que no logro distinguir bien, pasan una y otra vez frente a la puerta.

El ruso corta las amarras que me mantienen cautiva en la silla, no así la mordaza que me impide preguntar qué es lo que sucede en el exterior, me agarra con fuer

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