¡No lo puedo creer! Después de todo lo que me costó conseguirlo, lo he olvidado.
¡Maldita sea!
He estado por más de una hora junto a Viktor, mirando cómo los invitados lo felicitan por su cumpleaños. ¿Y yo? como una estúpida junto a él, sin darle nada, ni siquiera le he hecho un cumplido, ¡nada! Noto que la cantidad de gente que quiere acercarse a él se va reduciendo y Viktor, me toma del antebrazo para llevarme a uno de los balcones, un sitio un tanto apartado del tumulto.
—Aquí podemos tener un momento de paz. Creo que por ahora ha pasado lo peor —menciona sonriendo y con ello vuelve a deslúmbrame, yo, en cambio, no puedo disimular mi desasosiego por el dichoso regalo.
—Viktor…, tengo algo que decirte. La verdad estoy muy abochornada. Es tu fiesta de cumpleaños y yo ni siquiera te he felicitado —su sonrisa se amplía
Al parecer nadie ha notado nuestra ausencia, todos en la fiesta están lo suficiente borrachos o entretenidos con la comida y la música, como para notar nada, pero estoy segura de que la rubia que alteró a Viktor con su llegada, sí. Y delatando mi falta de cerebro cuando estoy con él, no le pregunté por ella. Me intriga saber, ¿por qué lo perturbó tanto?—¿Por qué tan seria, McKenzie? ¿Te arrepientes de lo que acabamos de hacer? —cuestiona preocupado y un tanto… ¿temeroso?¡Se ve tan tierno!—¡Oh, no! Claro que no me arrepiento, te recuerdo que participé activa en ello.—Me gusta mucho tu respuesta, porque pretendo seguir haciéndolo en un futuro cercano —afirma convencido, rodeándome la cintura, ante la mirada atenta y muy molesta de la rubia rusa y de una mucho más que feli
Llegamos a mi apartamento, el viaje fue corto y en un silencio sepulcral, imagino que al igual que yo, Viktor lo necesita para calmarse. Con los nervios escasamente controlados, me ayuda a bajar de su auto y me acompaña hasta la puerta, donde lo invito a pasar para tomar una taza de té.—Lo siento, pero es lo más fuerte que tengo en casa.—Es perfecto. No te disculpes, McKenzie. Estoy conduciendo y lo menos que necesito es alcohol en mi sistema. —Me gusta mucho su respuesta, lo hago pasar a la sala mientras me entrega su chaqueta del traje y me deshago de mi abrigo.¡Dios! No sé si mejor decirle que se quede con su chaleco o guardarlo tan dentro de mi closet para que no tenga manera de ponérselo de nuevo. Parece una bella y antigua escultura de granito.—Siéntate, por favor. En un momento estará listo.—¿Puedo quedarme de pie? Mucha adrenali
A la mañana siguiente, me despierta la alarma del celular. Muy temprano, diría yo, pero ya estoy acostumbrada a madrugar, así que me desperezo y lo tomo de mi mesita de noche para silenciarlo y me percato de que hay dos llamadas perdidas de Mark hace unos segundos y un mensaje de Viktor, que lo envió hace unas cuantas horas.ViktorGracias por darme un feliz cumpleaños. El mejor que he tenido en muchos años. Descansa.Voy a contestarle ahora. Ayer me dormí sin revisar el celular.YoBuenos días disculpa que no te respondí anoche no supe donde quedo mi teléfono. No hay nada que agradecer ni siquiera pude darte ¡el regalo! Me atontas y eso no es bueno…ViktorBuenos días a ti también preciosa. Me encanta atontarte. No te preocupes, el regalo es
Después de la conversación de anoche, Viktor me dejó intrigada. No pude hacer mi maleta por andar pensando qué se traerá entre manos. Así que lo dejé para hoy y, como solo es una semana, no es mucho lo que necesitaré; sí acaso mis jeans y abrigos, antes que nada; si aquí hace frio, Rusia está a punto de congelación. Espero que la nieve nos deje visitar la mayor cantidad lugares y no estar todo el día metidos en el hotel.Es medio día y Dinna llega al apartamento, ella es señora que limpia una vez a la semana; lleva conmigo tres años y es excelente, deja todo como un espejo. No es que yo sea una desordenada, además, vivo sola, ¿qué desorden puede haber?, pero me despisto con mis trabajos y no me gusta el caos. Mientras ella está con el apartamento, yo voy guardando poco a poco todo en la maleta y mi bolso de mano.
El avión privado de Viktor es impresionante tanto por fuera, ya que es de color negro brillante y el nombre Novikov Enterprise, está rotulado con letras doradas; como en su interior es de un blanco inmaculado con detalles en negro y dorado. Es todo lujo aquí dentro. La tripulación consta de dos atractivos y solícitos chicos, que nos ayudan con nuestras maletas y nos hacen pasar al área más cómoda del avión.Hay cinco asientos, cuatro enfrentados del lado derecho, uno al lado de la puerta y un sofá de tres puestos del lado izquierdo. Todos tapizados de piel en tono blanco y con cojines mullidos, cuentan con la capacidad para desplazarse hacia adelante y hacia atrás, convirtiéndolas en cómodas camas individuales.Además de tener un área en medio, destinada para la hora de la comida, con una mesa de madera pulida y sillas alrededor; también cuen
En sus brazos me siento protegida, reconfortada y querida. Es tan cálido, como el sol en verano; su olor a bosque absorbe todo el oxígeno que existe y lo único que quiero es que no me suelte jamás.—Tuve una niñez feliz sabes —comienzo a decirle con la voz rota aún por el llanto—, adoraba a mis padres, y ellos a mí. Al ser su única hija, no era de extrañar, y no por eso me consentían. Eran amorosos, pero no permisivos. Cuando cumplí diez años, comencé a sentir que algo iba mal conmigo, no podía correr como los otros niños, me cansaba muy rápido y me dolía con frecuencia el pecho, mis padres notaron mis cambios y me llevaron con rapidez a los mejores médicos.»Mis padres eran médicos cardiólogos, y estaban a la espera de un resultado que ya sabían de ante mano, cardiomiopatía hi
No sé qué decirle, me gusta mucho la idea de que se encuentre en mi vida y la llene de alegría, pero me aterra salir lastimada. Él es un hombre que por mucho supera los estándares de lo que debería ser una pareja para mí. Tanta perfección física y mental no puede venir sin ningún tipo de problemas.Creí, que podía protegerme del mundo y del dolor encerrándome en mi cueva. Sin embargo, ahora sé, que también les estaba cerrando las puertas a personas maravillosas, como Irina y Viktor. No puedo negarme a la posibilidad de vivir, como mi madre lo quería, y no solo sobrevivir.Levanto mi rostro para mirarlo a los ojos y responderle, esos ojos que me atraparon en un mar de chocolate derretido desde la primera vez que lo vi, a través de una pantalla.—Está bien, inténtalo. —respondo segura y él se incor
Cuando volvemos al avión, Ryan y Tom nos reciben muy sonrientes. Serán dos horas con cuarenta y cinco minutos más o menos de vuelo para llegar por fin a destino. Estoy muy emocionada por ver el ambiente donde se criaron Irina y Viktor, sus primeros recuerdos están en esa casa. Lo que los hizo ser hoy en día, lo vivieron allí; sus primeras alegrías y tristezas están plasmadas en esas cuatro paredes.Descendemos del jet y, tanto Ryan, como Tom, se despiden de nosotros hasta el regreso, hacen gala de su eficiencia bajando nuestras maletas y haciendo un rápido checking.En San Petersburgo, el aeropuerto Púlkovo, está a unos diecisiete kilómetros del centro de la ciudad. Es tan inmenso que manejan alrededor de cincuenta y nueve aerolíneas distintas, con la asombrosa cantidad de cinco mil pasajeros diarios. Es impresionante.Según nos cu