Capítulo 3 —La concepción.
Narrador: Pasaron dos meses desde que Damiano le hizo la petición a Antonio. Durante ese tiempo, Antonio exploró todas las opciones posibles, buscando una mujer que aceptara las condiciones que Damiano había establecido. Finalmente, una noche, se encontró en un antro en los bajos de la ciudad, siguiendo un rastro que lo llevó a Bruno. El antro estaba lleno de humo y luces tenues, con la música a un volumen ensordecedor. Antonio se abrió paso entre la multitud hasta encontrar a Bruno, un hombre con la reputación de conocer a personas que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa por dinero. —¿Eres Bruno? — Preguntó acercándose al desconocido. —¿Quién lo pregunta? —Mirando a Antonio con desconfianza. —Me dijeron que podrías ayudarme con un asunto delicado. Estoy buscando a una mujer que acepte llevar a cabo una inseminación artificial, y que esté dispuesta a entregar al niño después del nacimiento. Bruno levantó una ceja, sorprendido por la propuesta, pero también intrigado. Después de un momento de silencio, asintió y lo llevó a un rincón más apartado del antro. —Tengo a alguien que podría estar interesada, pero la situación es complicada. Mi novia, Alexandra, sufrió un accidente hace dos meses. Está en coma en el hospital, y van a desconectarla a pesar de estar estable, solo porque no puedo pagar la cuenta. Antonio escuchó atentamente, viendo una posible solución al problema de Damiano. —¿Qué estás proponiendo exactamente? —preguntó con seriedad. —Si me ayudas a pagar la cuenta del hospital, puedo arreglar para que Alexandra sea la mujer que estás buscando. Sabes cómo son las cosas en esta ciudad, siempre hay formas de hacer que los papeles y los procedimientos se vean legítimos. Antonio consideró la oferta por un momento. Sabía que Damiano no quería complicaciones, pero también sabía que estaban quedándose sin opciones. —Está bien. Haz los arreglos necesarios y me aseguraré de que la cuenta del hospital sea pagada. Pero esto tiene que ser absolutamente confidencial. No puede haber ningún rastro que nos vincule a esto —aceptó finalmente. —Entendido. Lo manejaré con discreción. Alexandra tendrá un propósito, y su sufrimiento no será en vano —agregó, asintiendo. Ambos hombres sellaron el acuerdo, y Antonio se retiró del antro, sabiendo que había dado un paso importante para cumplir con la petición de Damiano. Volvió al despacho, para informarle de los avances. —Señor, he encontrado una solución —le comunicó a Damiano ingresando en su oficina. —¿Qué has encontrado? —Hay una mujer llamada Alexandra que está en coma después de un accidente, pero estable. Su novio, Bruno, aceptó que ella sea la mujer para llevar a cabo la inseminación artificial a cambio de que paguemos la cuenta del hospital. Damiano consideró la información, viendo la lógica en la solución que Antonio había encontrado. —Muy bien. Si tú consideras de que es la mejor candidata, confío en ti, así que haz los arreglos necesarios y asegúrate de que todo se maneje con la máxima discreción. —Así se hará, señor. Descuide, usted, no tiene de qué preocuparse. Con los arreglos en marcha, Damiano se sintió un paso más cerca de cumplir su deseo de ser padre sin complicaciones emocionales. Mientras tanto, Antonio se aseguró de que todo se llevara a cabo sin dejar ningún cabo suelto, cumpliendo con su misión de manera impecable. Se puso en contacto con el hospital y pagó la cuenta pendiente de Alexandra, asegurándose de que todo se manejara con la máxima discreción. Después de hablar con los médicos y los administradores del hospital, organizó el traslado de Alexandra a la casa de su jefe. Damiano había decidido acondicionar una pequeña sala en su casa para que Alexandra pudiera estar cómoda durante el tiempo que fuera necesario. Antonio supervisó personalmente todos los preparativos, asegurándose de que la habitación estuviera equipada con todo lo necesario para su cuidado, incluyendo un equipo de tres enfermeras que monitorearán su estado continuamente. Unos días después, la ambulancia llegó a la mansión con Alexandra. Los médicos y enfermeras la trasladaron cuidadosamente a la sala preparada para ella. Antonio estaba presente, verificando cada detalle y asegurándose de que todo estuviera en orden. —Gracias por su ayuda. Nos encargaremos del resto desde aquí —dijo el guardaespaldas despidiéndose del personal médico. —Nos aseguraremos de que la señora reciba el mejor cuidado posible. Aquí están todas las instrucciones y los suministros necesarios para su cuidado —le informó tranquilizándolo, una de las enfermeras. Después de que los médicos se marcharon, Antonio se dirigió a la sala de estar donde Damiano lo estaba esperando. —¿Está todo listo? —preguntó Damiano con algo de ansiedad. —Sí, señor. Alexandra ya está instalada y cómoda en la sala que preparamos. Las enfermeras estarán monitoreando continuamente su estado. Ahora solo queda esperar y asegurarnos de que todo transcurra sin problemas —le respondió dándole la mayor seguridad posible. —Muy bien —dijo, respirando profundo y tratando de calmarse —Asegúrate de que todo se maneje de manera discreta y eficiente. No podemos permitirnos ningún error en esto. —Lo entiendo, señor. Ya he contactado a un especialista en fertilidad que vendrá mañana para realizar el procedimiento. Todo estará bajo control. Esa noche, Damiano se sentó en su despacho, reflexionando sobre los pasos que habían tomado hasta ahora. A pesar de su reticencia a confiar en alguien más, sentía que estaban en la dirección correcta para lograr su objetivo. En los días siguientes, el especialista en fertilidad llegó a la mansión. Antonio lo recibió y lo condujo a la sala donde Alexandra estaba descansando. El especialista revisó todos los preparativos y confirmó que estaban listos para proceder. —Todo parece estar en orden. Procederemos con la inseminación artificial ahora. El proceso es sencillo, pero requerirá unos días para confirmar si ha sido exitoso. —Gracias, doctor. Apreciamos su discreción y profesionalismo —respondió Antonio. El especialista comenzó el procedimiento, trabajando con cuidado y precisión. Antonio observaba desde una distancia prudente, asegurándose de que todo se desarrollara sin problemas. Una vez que el procedimiento estuvo completo, el especialista se retiró, dejando instrucciones detalladas sobre los cuidados posteriores. —El procedimiento se realizó sin problemas. Ahora debemos esperar unos días para confirmar si fue exitoso —le informó. —Bien. Mantén todo bajo control, Antonio. Hemos llegado demasiado lejos como para que algo salga mal ahora. —No se preocupe, señor. Estaré atento a cada detalle. —dijo, dándole tranquilidad a su jefe. Con el procedimiento completado, Antonio se encargó de monitorear la situación, asegurándose de que Alexandra estuviera cómoda y recibiendo el cuidado necesario. Damiano, por su parte, continuó con sus asuntos, confiando en que su mano derecha, manejaría todo de manera impecable. Ambos sabían que el éxito de este plan les acercaría un paso más al futuro que Damiano tanto deseaba.Capítulo 4 —La culpaDamiano:Había evitado conocerla. No quería involucrarme emocionalmente, prefería mantener la distancia y centrarme en mi objetivo; tener un hijo sin complicaciones sentimentales. Pero esa noche, después de tomar unos cuantos tragos, la curiosidad me llevó a la habitación donde ella se encontraba. Tropecé ligeramente al empujar la puerta y, al entrar, un escalofrío recorrió mi espalda. La habitación estaba silenciosa, excepto por el constante pitido de los monitores. Alexandra yacía en la cama, rodeada de cables, intubada y conectada a diversos dispositivos médicos. La visión me impactó de una manera que no esperaba. En el sillón se encontraba la enfermera. Al entrar me miró sorprendida.—Señor Zorzi, buenas noches, qué sorpresa verlo por aquí —me saludó poniéndose inmediatamente de pie. Pero yo fui descortés y no respondí su saludo —¡Dios mío... es peor de lo que imaginaba! —exclamé de forma espontánea —Sí señor, la señora Zorzi, está muy delicada —respondió a
Capítulo 5 —Nueva vida.AlexandraIntentando abrir mis ojos, sentí mis párpados pesados, así como también mi cuerpo entumecido, y mi boca reseca; me sentía cansada, falta de energía como si no hubiese dormido en mucho tiempo, por lo que haciendo un gran esfuerzo logré ver un atisbo de luz que apenas logré abrirlos.Llevando la mano hasta mi cabeza, sentí el ardor de una aguja en el dorso de ella, y observando esta, noté que me hallaba conectada a un montón de máquinas, incluyendo una solución que me mantenía hidratada.—Ayuda…Dije con voz rasposa, una que salió tan bajo que nadie logró escuchar; moviendo mis manos con torpeza, quité las sábanas que cubrían mi cuerpo, y notando que llevaba una bata de hospital, intenté colocarme de pie, pero mis piernas me fallaron, y me desplomé al suelo cayendo a bruces.—¡Señora Zorzi!Corriendo, entrando a lo que parecía una sala de hospital improvisada, una mujer de mediana edad, cabello oscuro; intentó colocarme de pie, tirando de mi espalda, y
Capítulo 6 — No me iré. AlexandraObservando al pequeño bebé mientras dormía, liberé una bocanada de aire, mientras meditaba sobre lo sucedido los últimos días; mi vida había cambiado tanto, que creía que todo se trataba de un sueño.Extendiendo mi mano despacio, la acerqué a él, quien reposaba plácidamente en su cuna; y acariciando sus mejillas sonrojadas, sonreí al sentir la calidez de su piel, notando que era real, que no se trataba de un sueño.—Señora Zorzi... Su esposo acaba de llegar.Tras más de dos semanas de despertar del coma, recuperar la movilidad progresivamente de mi cuerpo, al fin conocería a mi captor, al responsable de encontrarme en este lugar, y asintiendo; solo apreté mis manos alrededor del barandal de la cuna, por lo que estaba pronto a venir.Decir captor, creo que era un calificativo pequeño para este tipo. Quien me había mantenido cautiva por muchos meses, me había inseminado sin mi permiso, y decía ser mi esposo. Un hecho que, por más que aclaré, nadie me c
Capítulo 7 —Frente a frente.Damiano:Llamé a mi abogado, Marcos Lombardi, para discutir la situación del bebé con Alexandra. Necesitaba asegurarme de que el contrato que había firmado con el exnovio de Alexandra, Bruno, me garantizaría la custodia del niño. Nos reunimos en mi despacho, donde Marcos llegó puntualmente, como siempre.—Marcos, gracias por venir. Necesito hablar contigo sobre el contrato que firmé con Bruno Monti. Quiero asegurarme de que tengo todos los derechos sobre el bebé.—Claro, Damiano ¿Tienes una copia del contrato para que lo revise? —me respondió con el tono profesional que siempre tenía cuando tocábamos temas legales e importantes. Le pasé el contrato y lo observé mientras lo leía detenidamente. Sabía que Marcos era meticuloso y que no dejaría pasar ningún detalle. —Este contrato establece que el señor Monti, como tutor legal de Alexandra Valente, te cede todos los derechos sobre el niño a cambio del pago de las deudas del hospital, y una gran suma de dinero.
Capítulo 8 —Intruso.Narrador. Bruno, tras la visita de Zorzi no quedó muy conforme, y aunque se comprometió a alejarse de Alexandra, quien sospechaba basándose en la petición de Damiano había despertado, no lo haría. De ninguna manera se alejaría de su verdadero amor, solo por la exigencia de un desconocido, quien llenó su cuenta de dinero de nuevo.Saliendo del club, regresó al departamento que compartía con ella, y realizando un par de llamadas, le pidió a sus contactos averiguar todo sobre el hombre adinerado; el cual tenía no solo dinero para arrojar al cielo, sino también un sin fin de empresas, y una reputación que lo hacía parecer un hombre íntegro ante la sociedad.—¿Estarás bien?Musitó mirando la fotografía de la residencia Zorzi, y determinado a visitarlo esa misma tarde, tomó una ducha, y salió rumbo a la casa que habitaba su ex prometida con su bebé.—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlo?Saliendo uno de los hombres encargados de la seguridad de la mansión, le preguntó
Capítulo 9 —¿Estaba fingiendo?Damiano:La irrupción del ex novio de Alexandra, en mi casa, me dejó bastante trastornado, fue una situación por demás violenta, esas de las que a mí no me gusta participar. Por suerte, Antonio estuvo para evitar que pasara mayores. Sentí pena por Alexandra, un sentimiento que odio, pero lo sentí, pues ese hombre era el típico abusivo y ella había estado a su merced por mucho tiempo. La invitación a la fiesta llegó en un sobre lacrado, un evento importante al que no podía faltar. Decidí llevar a Alexandra, quien se haría pasar por mi esposa, ya que la invitación decía claramente Damiano Zorzi y señora. Sabía que sería un reto mantener las apariencias, pero era necesario.—Alexandra, recuerda que en esta fiesta debemos comportarnos como una pareja casada. No podemos permitirnos ningún error.—¿Es necesario que yo vaya?—Sí, es muy importante para mí. Así que vendrás conmigo y te harás pasar por una esposa enamorada.—Pero, Damiano…—Pero nada, Alexandra,
Capítulo 10.— Dispuesto a ayudar.Alexandra Valente.Tras sentir las manos de Damiano recorrer mi cuerpo con lujuria, y casi cometer la estupidez de acostarme con él, producto al alcohol, traté de calmar mi respiración agitada al verlo desaparecer de mi vista al ingresar a su habitación, y ordenando mi vestido desarreglado, liberé un poco de aire.—¿Qué fue lo que sucedió? Casi me dejo llevar.Solamente una estúpida no entiende qué es lo que casi sucede. Damiano por más imbécil que fuese, no se podía negar que era un hombre muy apuesto, inteligente y exitoso, sin mencionar que el alcohol ingerido en la fiesta me hizo perder el control. Tomando el pomo de mi puerta, ingresé a la habitación que ocupaba, y dejándome caer en la cama, me pregunté cómo haría para verlo a la cara al día siguiente.—Buen día, señora, la comida está servida.Descendiendo por las escaleras, llegué a la enorme estancia, la cual era arreglada por el personal, y hallándome en el camino al ama de llaves, me indicó
Capítulo 11— La visita de un ser querido. Narrador. Así como acordaron, un par de días después de la propuesta, Analía, la prima de Alexandra, llegó a la ciudad, gracias a la colaboración económica de Damiano, dichosa de ver a su ser querido luego de un tiempo. — Recuerda que somos un matrimonio feliz, Analía es importante para mí. De pie en la amplia estancia de la mansión Zorzi a la espera de que la antes mencionada llegara. Alexandra pidió a su supuesto esposo, quien se hallaba allí solo para mantener la imagen de la familia feliz, y viendo cómo la puerta era abierta de pronto por Antonio, Alexandra sintió sus ojos cristalizarse ante la alegría que sentía en ese instante. — ¡Alex! Caminando a ella, ignorando a los demás presentes en el lugar, Analía se acercó a Alexandra, o a Alex, como solía decirle por cariño para abrazarla, y dejando un par de lágrimas caer, dijo. — Cuánto tiempo sin verte… Estás hermosa. Tomándola de las mejillas, las dos se observaron en silencio, y s