—Dmitry, te estaba esperando —dijo ella al ver a su pareja entrar por la puerta principal.
—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó él un tanto preocupado al verla con una expresión tan seria.—Tengo algo que decirte —respondió con un poco de nerviosismo—Te escucho.—Me voy de aquí.La observó confundido, ¿a dónde se iría? Sino tenía dónde, su padre no la quería ver sólo por el simple hecho de tener una relación con él—¿Por qué? —a penas pudo decir.—Porque yo no te amo Dmitry, yo no siento nada por ti. Ni nunca he sentido nada, sólo lo hacía por placer, por un simple capricho de adolescente y claro burlarme de que el "Gran Dmitry Ivankov" se enamorara, y ¿sabes? Lo he conseguido y estoy muy orgullosa de ello.Por primera vez en su vida casi pudo escuchar como su corazón se rompía, escuchar aquello de la persona que amaba era hiriente, y aunque lo que decía sonaba absurdo, realmente él lo creía, sus amigos y familiares siempre le advirtieron que esto podría suceder, ella era una adolescente en busca de aventuras y que lo más seguro era que aún no sabía lo que quería ni a quien quería.El ruso endureció su corazón y le dio una mirada feroz, causando cierto temor en la chica que lo observaba con los ojos aguados.—Vete de aquí, ¡vete no quiero verte más! Pero no creas que conmigo vas a jugar así, no tienes idea de a quién has provocado. Me vengaré de ti Camila y en su momento desearás no haber nacido nunca —exclamó él casi fuera de si.Ella asintió y caminó un par de pasos hasta detenerse a una corta distancia del ruso, lo miró una última vez y se calló todo el dolor que sentía al hacerle aquello, y sobretodo el dolor que se hacía así misma al tener que dejarlo.—Adiós Dmitry —dijo antes de continuar su andar y marcharse de aquel lugar que por varios meses le llamó hogar.Pero aquello no sólo era doloroso para ella, pues en ese momento Dmitry se derrumbó, lloró como nunca antes lo hizo y la maldijo una y mil veces, jurándose a si mismo vengarse de ella.—Juro por mi propia vida que volverás a mi y te arrepentirás de lo que has hecho. Aunque te ame tanto, eso no te protegerá de lo que se avecina.Camila Observaba a mi alrededor con cierta melancolía a varias parejas dándose besos y demás cursilerías. Ver aquello hacía que mi ser se entristeciera y se culpara por haber dañado al hombre que me entregó su corazón, en mi estúpida forma de "protegerlo" de mi padre. Irónico, por un momento olvidé que él era un hombre peligroso y muy poderoso, creí las palabras de mi padre. Cómo una niña ingenua.A mi mente llegaron múltiples recuerdos de cómo lo conocí y todos los altibajos que logramos superar, pero, quizás el último, fui débil y no pude enfrentarlo, y busqué la salida más fácil.Solté un suspiro al recordarlo y sin poder evitarlo una lagrima rodó por una de mis mejillas.Dmitry tenía 23 años y yo 17 cuando nos conocimos y aunque la forma en que nos conocimos no fue de lo más normal. Tenía miedo, mucho miedo, mis manos temblaban y no podía hablar. El chofer de mi padre había ido por mi al instituto como era costumbre, todo iba con normalidad hasta que unos autos negros comenzar
CamilaObservé mi reflejo en el espejo, me veía bien, iba vestida con un vestido rosa palo, era ajustado y se adecuaba a mi silueta, lo había combinado con unas zapatillas de tacón blancas. Esa noche saldría a cenar con mi novio, Ángel. Luego de cinco años decidí que era momento de seguir con mi vida, no podía vivir de recuerdos y aferrarme a una sola persona, que aunque deseara que las cosas hubieran ocurrido de manera diferente, no fue así. Conocía a Ángel desde que era una niña, su padre y el mío eran muy buenos amigos, desde siempre fuimos muy unidos, al llegar a la adolescencia nos hicimos novios y cómo cualquier noviazgo de secundaria jurábamos que nos casaríamos y que nunca nos separaríamos. Fue algo lindo mientras duró, luego de un tiempo sus padres tuvieron que mudarse a otro país por asuntos de negocios, nos separamos y desde ese momento no volví a saber nada de él hasta hace un año atrás, que volvió convertido en un hombre y con mucho éxito, y además de eso, decidido a r
Camila Al día siguiente Ángel me llevó a casa, mi padre lo invitó para que nos acompañara a desayunar. Subí a mi habitación para darme una ducha y cambiarme, ese día tendría que acompañar a mi padre a la empresa, al final me estaba convirtiendo en todo lo que él deseó para mi, estaba tan lejos de todo lo que yo había deseado en mi vida. Mi padre había apagado mi luz, cuando él se fue, me perdí, perdí mis ilusiones y también las ganas de soñar. Él me hizo sentir viva, con él hice tantas cosas por primera vez que olvidarlo sería imposible. Me miré al espejo, me veía bien con mis jeans ajustados, una blusa blanca de tirantes y un blazer verde que combinaba con mis zapatillas de tacón. Salí de mi habitación y bajé las escaleras, en cuanto me iba acercando al comedor oí la risa alegre de mi padre. —Me da tanto gusto, muchacho. Tú eres el más indicado para mi hija, lo sé.Rodé los ojos al escucharlo. —Quería hacer una fiesta de compromiso pero Camila no la quiere —dijo él mirándome e
Los pesados pasos se oían resonar mientras caminaba al despacho, en cuanto abrió la puerta el olor a tabaco y alcohol inundó sus fosas nasales. El hombre frente a él se encontraba sentado sobre una silla de cuero atrás de la mesa de madera rústica, su mirada intimidante se posó sobre él, pero acostumbrado a aquello hizo caso omiso y tomó asiento frente a él. —Tienes que ver esto —dijo lánzale una revista en el escritorio, el hombre al otro lado de la mesa alzó una ceja, dejó sobre la superficie su trago para tomar la revista. Soltó una carcajada mientras iba leyendo, le dio una calada a su tabaco y luego tiró la revista sobre la mesa. —Se va a casar esa puta —dijo tomando de su trago—Si, pensé que querrías saberlo Él asintió y perdió su mirada en el jardín que se podía ver a través de los ventanales de cristal.—Sucedió hace años, el amor que un día sentí por ella murió pero... —hizo una pausa —me juré que sino era feliz conmigo, no lo sería con nadie. —¿Qué harás? —Ya lo verás
Camila Los días pasaron casi volando, el estrés no me abandonó en ningún momento. Pase tantos corajes cuando todos empezaron a llevarme la contraria con lo que quería para mi boda, aún recuerdo la discusión que tuve con Ángel cuando su madre le contó lo sucedido en la prueba del vestido. —Me estoy cansando de esto, Camila, primero saliste con que no querías celebrar el compromiso y ahora me sales con que quieres una ceremonia sólo con nuestras familias y amigos íntimos —su mirada desafiante trataba de intimidarme, pero a estas alturas ya nadie lograba hacerlo. —¿Y qué hay de malo en que quiera todo sencillo? Me hechas en cara lo del compromiso si de todas maneras no se hizo lo que yo quería, te importó poco y armaste gran fiesta y con nuestra foto en la portada de una importante revista. —Ve buscando otro vestido y olvídate de ceremonia en el jardín —demandó queriendo salir de mi habitación, no dispuesta a quedarme con la palabra en la boca lo tomé del brazo jalándola hacia atrás
Camila —Si, acepto Ángel volteó a verme con sus ojos cristalizados, haciéndome sentir amada con cada una de sus miradas. —Ángel Davis, ¿aceptas a Camila Ferretti como tu esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe? —Si, acepto —su respuesta fue de inmediato. Haría todo lo posible por devolverle ese amor tan grande que sentía por mi. —¿Hay alguien que oponga a esta unión? Si así, que hable ahora o calle para siempre. Siempre había pensado que aquella parte en las ceremonias era innecesaria, nadie se atrevería a ponerse en ridículo para hacer algo así. Sonreí ante el silencio de las personas y miré al hombre para que continuara con la ceremonia. Abrió su boca para hablar cuando de repente su cabeza explotó bañándonos de sangre a Ángel y a mi.Grité horrorizada al igual que los demás, que se levantaron de sus sillas dispuestos a marcharse cuando de la nada aparecieron hombres vestidos de negros con armas de alto calibre en sus manos. Sentía que algo me ahogaba
Camila Me quedé absorta con su cercanía, sus palabras no hicieron más que acelerar mi estúpido corazón. Tratando de recuperar un poco de mi cordura quise alejarlo pero en su lugar con sus fuertes y gruesas manos me tomó de la cintura pegándome a él. —¿Qué pasa? —inquirió —¿Ya no disfrutas mi cercanía? Porque déjame recordarte que antes gozabas de ella, disfrutabas de mi calor y siempre parecías ansiosa de mi. Mi respiración se volvió acelera recordando los momentos apasionados que viví con él, la manera en que con tan sólo unas palabras habían vibrar mi cuerpo. Pasó sus manos por mi espalda baja haciéndome tensar ante su tacto, se detuvo hasta posarla sobre mi trasero y apretarlo suavemente. —Tu cuerpo responde ante su dueño. —Tú no eres mi dueño —traté de alejarlo una vez más pero fue inútil, era tan fuerte que ni siquiera se movió ante el empujón que lancé. —Oh, si que lo soy —se alejó de mi oído y se acercó peligrosamente a mis labios —aún me deseas, sé que tu cuerpo y tu me
Camila —¿Solo eso? —pregunté con la esperanza de que desistiera en convertirme en una de ellos.Sin esperarlo, sus labios tomaron los míos en un acto brusco, chupando mi labio inferior con ferocidad, con sus manos fuertes tomando mi cintura pegándome a su musculoso cuerpo. Me sentí en la gloria sentirlo, su calor, su olor, su cercanía. Mi corazón palpitaba sin control, mi cuerpo completamente erizado y sin poder contenerme un gemido salió de mi garganta, mis manos se elevaron hasta su cuello y fueron ascendiendo hasta su cabello. Correspondí su beso con la misma ferocidad, éramos como dos personas hambrientas probando su postre favorito. Sus manos se fueron deslizándose hasta mi trasero, apretándolo con fuerza sacándome otro gemido que fue ahogado en su boca, que ahora mismo era explorada por mi lengua. Era exquisito, aquel hombre era como probar la gloria. Peligrosamente rico. De un momento me alzó haciéndome enrollar sus piernas en su cadera, me moví sintiendo su dureza «rico», q