Camila
Los días pasaron casi volando, el estrés no me abandonó en ningún momento. Pase tantos corajes cuando todos empezaron a llevarme la contraria con lo que quería para mi boda, aún recuerdo la discusión que tuve con Ángel cuando su madre le contó lo sucedido en la prueba del vestido.—Me estoy cansando de esto, Camila, primero saliste con que no querías celebrar el compromiso y ahora me sales con que quieres una ceremonia sólo con nuestras familias y amigos íntimos —su mirada desafiante trataba de intimidarme, pero a estas alturas ya nadie lograba hacerlo.—¿Y qué hay de malo en que quiera todo sencillo? Me hechas en cara lo del compromiso si de todas maneras no se hizo lo que yo quería, te importó poco y armaste gran fiesta y con nuestra foto en la portada de una importante revista.—Ve buscando otro vestido y olvídate de ceremonia en el jardín —demandó queriendo salir de mi habitación, no dispuesta a quedarme con la palabra en la boca lo tomé del brazo jalándola hacia atrás y fijando mis ojos desafiantes en los suyos.—Dices amarme y no me complaces ni uno de mis deseosMis palabras lo hicieron temblar, sacudió bruscamente su brazo zafándose de mi agarre.—¿Qué no los cumplo? ¿Pero que más quieres de mí? Te estoy dando todo de mi, solo quiero que ese día luzcas como la princesa que eres y tú me ves como si cometiera el peor de los horrores —pasó su mano repetidas veces por su cabello —Me estoy cansando de ser tan paciente contigo, te doy todas mis atenciones y lo que recibo a cambio es tu jodida frialdad. ¿Por qué eres así? ¿Qué cambió?«Porque luego de haberlo tenido todo, tu amor no me sabe a nada»Negué con mi cabeza, esta situación me estaba hartando, su hostigamiento me estaba orillando a romper nuestra relación.—Hay heridas en mi corazón que aún no cicatrizan, no me pidas que cambie porque tus súplicas serán en vano.—¡Pero dime que fue lo que te pasó! Quiero ayudarte, pero si te sigues negándote a hablar.... —negó con su cabeza, se notaba que la situación le frustraba pero no había nada que hacer, nadie podría sacarme del hoyo en el que me encontraba y me negaba a contarle lo sucedido.—Es algo que lo guardaré siempre para mi, de nada sirve que hable si tú ni nadie puede ayudarme.—Pero... —llevé mi dedo índice a sus labios para que callara.—Si me amas, si en verdad me amas, me aceptaras tal y como soy, no lucharas más en que vuelva a ser la Camila de hace años, porque de ella ya no hay nada.Me miró por unos largos segundos, como si quisiera averiguar qué había detrás de mis inexpresivos ojos. Con suavidad tomó mi brazo apartándolo, acercó su rostro al mío hasta casi rozar nuestros labios.—Nunca dudes del amor que te tengo, te aceptaré como eres pero una parte de mí siempre tendrá la esperanza de que esa antigua Camila regrese —eliminó el espacio entre nosotros envolviéndome en un dulce beso.—Lucharás en vano, porque en mi sólo hay escombros —respondí dándole un pequeño beso para después apartarme de él.Pero como pasaba siempre, tuve que sucumbir a los deseos de él y mi padre, al final decidieron que la boda se llevaría a cabo en una playa privada, con una recepción bastante ostentosa y glamorosa, con más de quinientos invitados.No refuté nada, pero decidí que no me involucraría más en ello, si al final mi opinión no era tomada en cuenta no me desgastaría en algo que podrían hacer otros. En cuanto a mi vestido, la señora Audrey llegó con uno enorme a mi casa, era estilo princesa con mucha pedrería y bastante esponjoso. No dije nada, sólo dejé que lo guardaran en mi armario junto al otro vestido, me tragué todas las palabras porque no quería gastar energías en algo que no tenía sentido....El día de mi boda al fin había llegado, estaba rodeada de estilistas que peinaban mi cabello mientras otros terminaban de maquillarme. Mis amigas entraron a la habitación, ambas con vestidos color lila y con sus ramos de damas.—¿Nerviosa, novia? —preguntó Adele con la sonrisa cariñosa que siempre adornaba su rostro.—Si —fui sincera, una sensación en mi estómago que no me dejaba tranquila desde que desperté.—Deberías ver al novio, está peor que tú —rió Ava sentándose frente a mi y reparándome sin dejar de sonreír.Ava era muy amiga de Ángel desde pequeña, los tres siempre fuimos cercanos desde entonces.Los estilistas al fin terminaron con mi cabello y rostro, uno de ellos trajo mi vestido en un maniquí hasta dejarlo frente a mi, sonreí tensa al verlo.—Pueden retirarse, mis amigas me ayudarán con lo demás.Salieron un tanto disconformes, dejándome a solas con las chicas.—Ese no fue el vestido que elegiste —murmuró Adele detallándolo.—No, mi suegra lo eligió y asumió que me lo pondría sin chistar —reí rodando los ojos.—Es una vieja bruja, sólo le importa lo que dirá la sociedad—Cállate, Adele. El vestido es divino, no veo el inconveniente para que lo uses. El otro estaba espantoso —opinó Ava haciendo rabiar a mi otra amiga.—Espantoso o no, es el vestido que usaré —respondí yendo al armario por él. No me parecía feo, de hecho me encantaba, tenía una abertura en la pierna, pero dentro tenía una fina tela transparente con delicadas piedras en ella, de la misma estaba cubierta una pequeña parte que sobre salía del escote corazón, haciéndome lucir sencilla pero elegante.—Es mi boda y usaré lo que yo desee —salí colocándome con las tocones de punta fina con glitter plateado.—Así se habla, mi reina. Además te ves muy hermosa.Sonreí, caminé al espejo y fue muy difícil contener el lagrimeo, nada de lo que había soñado para este día se estaba cumpliendo, no me sentía infeliz pero algo en mi pecho me impedía gozarlo, ya había soñado esto y me visualicé con una sola persona, el no tenerlo a mi lado era una completa tortura.—No llores, arruinarás el maquillaje. Recuerda disfrutar este día, olvídate de todo y entierra tu pasado, hoy es un buen día para renacer.Sorbí mi nariz y asentí, pestañé rápido tratando de espantar las lágrimas. Adele tenía razón, ya era momento de enterrar esos sentimientos que tanto daño me hacían. Me iba a casar con otro hombre y no era justo que yo anduviera llorándole aún. No me hacía bien.—Ya es hora —la voz de Ava me sacó de mis pensamientos, asentí y junto a ellas salí de mi habitación, en la entrada un auto de mi padre esperaba por mi y las chicas, las tres lo abordamos, era una suerte que no trajere el pomposo vestido porque hubiera sido un duro trabajo ingresar al auto.Llegamos a la playa donde se realizaría la ceremonia, mi padre esperaba por mi, su rostro era total seriedad cuando me vio bajar, negó lentamente con la cabeza y fastidiado se acercó a mi.—Nunca haces lo que se espera de ti —susurró a mi oído —Esto es lo único bueno que estás haciendo en tu vida, no lo arruines. Quita tu cara de mustia y sonríe como la novia feliz que eres.Relajé mi rostro tragando el pequeño nudo que se hizo en mi garganta, no traía cara de mustia como él decía, de hecho estaba relajada y sonriendo, era un día especial después de todo y no quería pasar malos ratos, por lo que decidí no alegarle a mi padre y sólo asentir.Todo estaba perfectamente arreglado, era hermoso, en el pasillo hasta el frente, había una plataforma blanca por lo que no me dificultaría caminar con mis tacones por ahí.La música nupcial comenzó a sonar, mis amigas pasaron y seguido yo, del brazo de mi padre, con la mirada en el frente, conectando con la oscura mirada del hombre que me esperaba en el altar. Se veía muy guapo, con su terno impecable y con su hermosa sonrisa adornando su rostro. Su cabello lacio peinado perfectamente hacia atrás.Al llegar bajó el escalón para venir por mi, mi padre le cedió mi mano diciéndole algunas palabras sobre cuidarme, subí a su lado mirándolo a través del velo que cubría mi rostro.—Estamos aquí reunidos para celebrar la unión de dos personas que se aman... —el hombre que llevaría a cabo la ceremonia comenzó a hablar, dando el discurso de siempre, mis manos sudaban y mi corazón latía acelerado.—Camila Ferretti, ¿aceptas a Ángel Davis como tu esposo, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?Mi respiración se contuvo por unos momentos, al dar mi respuesta ataría mi vida con otra persona, de ahora en adelante no habrían excusas que valieran para evitar darle explicaciones sobre mi comportamiento. Cuando respondiera con un "Si" debía arrancar de mi pecho de una vez a aquel hombre que amé por tantos años, tendría que borrar su nombre de mi memoria, arrancar mi piel donde una vez sus caricias me marcaron.Camila —Si, acepto Ángel volteó a verme con sus ojos cristalizados, haciéndome sentir amada con cada una de sus miradas. —Ángel Davis, ¿aceptas a Camila Ferretti como tu esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe? —Si, acepto —su respuesta fue de inmediato. Haría todo lo posible por devolverle ese amor tan grande que sentía por mi. —¿Hay alguien que oponga a esta unión? Si así, que hable ahora o calle para siempre. Siempre había pensado que aquella parte en las ceremonias era innecesaria, nadie se atrevería a ponerse en ridículo para hacer algo así. Sonreí ante el silencio de las personas y miré al hombre para que continuara con la ceremonia. Abrió su boca para hablar cuando de repente su cabeza explotó bañándonos de sangre a Ángel y a mi.Grité horrorizada al igual que los demás, que se levantaron de sus sillas dispuestos a marcharse cuando de la nada aparecieron hombres vestidos de negros con armas de alto calibre en sus manos. Sentía que algo me ahogaba
Camila Me quedé absorta con su cercanía, sus palabras no hicieron más que acelerar mi estúpido corazón. Tratando de recuperar un poco de mi cordura quise alejarlo pero en su lugar con sus fuertes y gruesas manos me tomó de la cintura pegándome a él. —¿Qué pasa? —inquirió —¿Ya no disfrutas mi cercanía? Porque déjame recordarte que antes gozabas de ella, disfrutabas de mi calor y siempre parecías ansiosa de mi. Mi respiración se volvió acelera recordando los momentos apasionados que viví con él, la manera en que con tan sólo unas palabras habían vibrar mi cuerpo. Pasó sus manos por mi espalda baja haciéndome tensar ante su tacto, se detuvo hasta posarla sobre mi trasero y apretarlo suavemente. —Tu cuerpo responde ante su dueño. —Tú no eres mi dueño —traté de alejarlo una vez más pero fue inútil, era tan fuerte que ni siquiera se movió ante el empujón que lancé. —Oh, si que lo soy —se alejó de mi oído y se acercó peligrosamente a mis labios —aún me deseas, sé que tu cuerpo y tu me
Camila —¿Solo eso? —pregunté con la esperanza de que desistiera en convertirme en una de ellos.Sin esperarlo, sus labios tomaron los míos en un acto brusco, chupando mi labio inferior con ferocidad, con sus manos fuertes tomando mi cintura pegándome a su musculoso cuerpo. Me sentí en la gloria sentirlo, su calor, su olor, su cercanía. Mi corazón palpitaba sin control, mi cuerpo completamente erizado y sin poder contenerme un gemido salió de mi garganta, mis manos se elevaron hasta su cuello y fueron ascendiendo hasta su cabello. Correspondí su beso con la misma ferocidad, éramos como dos personas hambrientas probando su postre favorito. Sus manos se fueron deslizándose hasta mi trasero, apretándolo con fuerza sacándome otro gemido que fue ahogado en su boca, que ahora mismo era explorada por mi lengua. Era exquisito, aquel hombre era como probar la gloria. Peligrosamente rico. De un momento me alzó haciéndome enrollar sus piernas en su cadera, me moví sintiendo su dureza «rico», q
El olor nauseabundo de las cárceles subterráneas invadían sus fosas nasales, orín y excremento humano invadía cada celda atestada de gente ya deformadas debido a las condiciones en las que se encontraban. Los lamentos y las maldiciones era lo único que se oía, aparte de los latigazos que les daban a todos los prisioneros que denominaban suki «perras» —¿Donde está? —preguntó imponiendo respeto con su llegada. Dmitry Ivankov, un criminal hecho en las calles, un bastardo el cual fue adoptado por la mafia y amoldado para convertirse en el cabecilla de la Bratva. Su aura era pesada, un hombre peligroso y desalmado, con su alma consumida por la maldad. Desde pequeño era un ladrón, asesino y traficante de drogas, fue recogido por su antecesor y adiestrado a su semejanza. Se decían muchas cosas de él, como cuando cayó rendido a los pies de una cría que domó a la bestia, que lo hizo romper muchas reglas de la mafia para después traicionarlo. Durante muchos años se mantuvo en las sombras, ob
La Bratva no sólo tenía de aliados a otras organizaciones criminales, sino también a altos mandatarios de diferentes partes del mundo, funcionarios públicos y gente con cargos altos en las autoridades como el FBI y la DEA, incluida también la INTERPOL. Todas estas influencias le permitían tener acceso libre para comercializar droga, traficar armas y personas a otros países. —Señor —llamaron desde el otro lado de la puerta —los Vors ya están en la torre central esperándolo. Apagó el tabaco en el cenicero y se puso en pie, arreglándose el saco mientras caminaba. Debía discutir y planear el próximo ataque a unos carteles rebeldes que se negaban a aceptar sus estipulaciones. Volvió a tomar un helicóptero que lo dejó en el techo del edificio que se encontraba a unos kilómetros de la mansión, al entrar a la estancia privada que contaba con una larga mesa y sillas colocadas una frente a la otra con una en la cabecera, la cual era exclusiva para el Jefe. —Señor —lo saludaron con el debido
CamilaMe removí entre las sábanas despertando ante el ruido de la incesante alarma, abrí mis ojos con la habitación aún en oscuras. No amanecía todavía. El ruido del agua caer en la ducha me hizo levantarme y caminar desnuda al baño, sabiendo quien se encontraba ahí. Lave mi boca antes de correr el cristal que dividía la ducha, encontrando a aquel hombre desnudo completamente mojado y mirándome como un león a su presa. En silencio me pegué a él inclinándome y colgándome de cuello para besar sus labios. Este hombre era tan adictivo, como una droga letal imposible de abandonar tu cuerpo. Se dejó besar, respondiéndome y tocando mi cuerpo, conociendo cada parte y ahondando en mis puntos más sensibles.—¿Qué deseas, Camila? —susurró contra mis labios con su arrebatadora mirada sobre mi. —Deseo a mi hombre penetrándome duro en esta minúscula ducha —sus ojos se encendieron y sus manos me alzaron hasta su cadera, lo rodeé con mis piernas sonriendo traviesa con ganas de disfrutar del place
Camila Sus embates eran violentos, estaba fuera de si, pero lejos de asustarme, me gustaba y me excitaba como una maldita enferma. —No lo amas, tú no amas a nadie. —Si amo a alguien, un hombre de verdad, con una verga que me hace alucinar y ver estrellas —respondí mirándolo como se salía de mi y subía hasta posicionarme su miembro en la boca obligándome a tragarla toda. —¿Así cómo está? —la tomé saboreándola, sintiendo su sabor mezclarse con mi saliva —mira como la devoras, con los mismos labios que le profesabas amor. Me penetró la boca violento, provocando arcadas que resistí y me concentré en solo darle placer. —Te haré olvidarte de él, te abriré de todas formas y alimentaré esa hombre de sexo que tienes, porque cuando fui por ti no encontré una cara de novia enamorada, sólo de una mustia mal follada. No dije nada, no tenía nada que debatir cuando tenía toda la absoluta razón. Lo dejé follarme las veces que quiso, me ardía todo el cuerpo por su bestialidad, pero mentiría si
Camila Abordamos el helicóptero junto a dos escoltas, sobrevolamos toda la zona boscosa, asombrándome ante la vista desde las alturas. La mansión se pierde de vista y duramos al menos veinte minutos en las alturas, hasta que aterriza en un helipuerto ubicado aún en la espesura del bosque. Bajamos, en la zona hay más hombres custodiando el área, hay tres camionetas y uno de ellos abren las puertas de una. Subo, seguida de él, sin dejar de ver asombrada todo e imaginando lo hermoso que se ha de ver cuando caiga la nieve. Durante el camino Dmitry se pone al teléfono hablando en su idioma natal, no entendía mucho lo que decía sólo logré a traducir un "Custodien toda la zona, no quiero errores" , no le presté atención sólo me dediqué a ver los árboles pasar. —Sobre lo de mi familia... —comencé a hablar cuando colgó la llamada, levantó su vista del aparato para ponerla sobre mi —necesito verla o hacerles saber cómo estoy. —¿Y cómo estás, Camila? —inquirió sarcástico Removí mis manos si