Los pesados pasos se oían resonar mientras caminaba al despacho, en cuanto abrió la puerta el olor a tabaco y alcohol inundó sus fosas nasales. El hombre frente a él se encontraba sentado sobre una silla de cuero atrás de la mesa de madera rústica, su mirada intimidante se posó sobre él, pero acostumbrado a aquello hizo caso omiso y tomó asiento frente a él.
—Tienes que ver esto —dijo lánzale una revista en el escritorio, el hombre al otro lado de la mesa alzó una ceja, dejó sobre la superficie su trago para tomar la revista.Soltó una carcajada mientras iba leyendo, le dio una calada a su tabaco y luego tiró la revista sobre la mesa.—Se va a casar esa puta —dijo tomando de su trago—Si, pensé que querrías saberloÉl asintió y perdió su mirada en el jardín que se podía ver a través de los ventanales de cristal.—Sucedió hace años, el amor que un día sentí por ella murió pero... —hizo una pausa —me juré que sino era feliz conmigo, no lo sería con nadie.—¿Qué harás?—Ya lo verás —contestó levantándose de su silla y caminando a la puerta.Aún no olvidaba lo que ella le había hecho, la haría sufrir tanto como él.—No hagas una tontería, Dmitry. Han pasado cinco años y fue cosa de adolescentes, no te lo tomes tan a pecho —le dijo su amigo levantándose de la silla y yendo tras él.—No estoy pidiendo tu opinión, Nicolay, mantente al margen...Los tacones resonaban por toda la sala, Audrey, la madre de Ángel daba vueltas frente a su nuera pensando en el mejor lugar para llevar a cabo la ceremonia.—¿Y qué te parece en la playa?La castaña negó con la cabeza.—El jardín de la mansión me parece perfecto.La señora frunció su ceño, pero decidió respetar su decisión, no quería seguir interviniendo, básicamente había escogido la mayoría de los detalles a excepción de este.—Te noto desanimada, querida —dijo Audrey tomando asiento junto a ella.—Es que... —pausó sintiendo un nudo en la garganta, ¿cómo decirle a su suegra que en realidad no quería casarse con su hijo? —siempre quise que mi madre estuviera a mi lado este día.Los ojos de Audrey se aguaron y no dudó envolverla entre sus brazos.—¡Ay cariño! Olvidé lo duro que sería para ti vivir este momento sin tu madre. Sé que no es igual pero ahora me tendrás a mi para lo que sea, seré como una madre para tiCamila sonrió con melancolía y se abrazó fuerte con ella, siempre había querido mucho a la señora Audrey.—Gracias, es bonito sentir que ahora puedo contar con usted.—Haces feliz a mi hijo, cómo no quererte si eres el centro de su universo.Sus palabras en lugar de ayudarla sólo causaban que se hundiera más en culpabilidad, mientras él la tenía como su centro, ella sólo deseaba que su prometido fuera otro y no él.Forzó una sonrisa, tomó su bolso para caminar al lado de su suegra, ese día irían a la prueba del vestido, Audrey había reservado una cita en una prestigiosa tienda de novias. Se sentía tan nerviosa, por momentos se arrepentía pero luego se mentalizaba que era lo mejor, que tenía que enterrar su pasado de una vez por todas.Sus amigas, Adele y Ava, las estaban esperando para en la tienda, ambas lucían emocionadas por hacer aquella actividad, desde que se conocieron las tres planeaban cómo serian sus bodas, y la ilusión que cargaban al ser Camila la primera en dar aquel paso.—Hola, chicas —las saludo con un beso en las mejillas—¿Lista? —le preguntó Adele escaneando su rostro—¡Por supuesto! —sonrió queriéndoles demostrar que estaba emocionada y ansiosa por aquello.—Entremos —dijo Audrey adelantándose a la tienda seguida de las tres mujeres de porte alto y delgado.La asistente las recibió con amabilidad, ofreciéndoles champán y algunos aperitivos.—Estos son algunos de los modelos que cumplen con sus criterios —sacaron una ristra de enormes vestidos, Camila se acercó para detallarlos, todos eran demasiado ostentosos a su parecer. Negó con la cabeza—Quisiera que fueran menos ostentosos y de corte sirena —suspiró —Algo sencilloAudrey soltó un pequeño grito escandalizado, se levantó de inmediato del sofá donde se encontraba sentada, negando con la cabeza y mirando horrorizada a su nuera.—¡Claro que no! Mi nuera no vestirá un vestido sencillo en su bodaCamila alzó sus cejas y ladeó un poco la cabeza, era su día y no iba a ceder a los deseos de otros.—Lo será, porque la ceremonia será algo sencillo por lo tanto mi vestido tiene que encajar con el lugar.—¡Ángel no permitirá esto! —exclamó indignada.—Lo hará, porque será mi día, quiero y deseo que sea así.La señora contuvo su enojo y sin decirle nada volvió al sofá, tragándose el coraje cuando trajeron vestidos sin gracia, para su gusto, no dignos de su futura nuera.Las amigas de Camila no dijeron nada, pero en cuanto se fue al vestidor ambas la siguieron para poder conversar y saber que estaba pasando. Ella siempre había deseado casarse con un vestido corte princesa, de diseño extravagante al igual que la ceremonia.—¿Qué pasa, cielo? —preguntó Ava—¿Por qué lo preguntas?—Esto no era lo que tú soñaste para este día—Las cosas cambiaron, ya no soy la misma de antes —respondió tomando un vestido para probárselo sin importar que ellas estuvieran presentes.—Lo hemos notado —comentó con tristeza Adele—Bien, pero todo menos ese vestido, Camila —miró con desagrado la prenda —es horrible.El vestido era totalmente liso, sin ningún detalle y accedió en él. Salieron y dejaron que se probara varios vestidos más, todos los descartaron. —Me gusta este —dijo saliendo con el que se había dedicado a buscarlo ella misma por toda la tienda, era sencillo pero elegante, la hacía resaltar sus caderas y sus senos.—Te ves hermosa —Adele se levantó y se acercó a ella, dando vueltas a su alrededor para admirarla desde más cerca, dándole su aprobación con la mirada.—Es lindoSu mirada se fue hacia su suegra, está sólo se encogió de hombros disconforme con su elección. Decidió ignorarla y eligió comprarlo, era él que más se adecuaba para lo que quería.Volvió a casa luego de unas horas, sintiéndose cansada y con sus pies doliendo, se quitó sus tacones y caminó con ellos en las manos, hizo una mueca cuando escuchó la voz de su padre y la de Ángel en la sala.—Buenas noches —saludó, su suegro también se encontraba ahí.—Buenas noches, cariño —Ángel se levantó para ir a darle un beso en sus labios.—No me avisaste que estarías aquí—Quería darte una sorpresaSonrió—Estoy cansada, si me disculpas iré a mi habitación.—Te sigoSe despidió de ambos señores y subió a su habitación con su prometido al lado, al cerrar la puerta el la tomó de su cintura pegándola a su cuerpo y dándole pequeños besos en su cuello.—Te extrañé muchoSe apartó, no tenía ánimos para nada.—Estoy cansada, Ángel—Yo haré todo, cariño —volvió a tomarla besando sus labios con suavidad, de solo imaginar que su padre y su suegro podrían escucharlos su lívido y sus ganas se le bajaban de inmediato.—Me daré un baño —lo alejó sin ser brusca, se metió al baño dándose una ducha, al salir lo hizo con una bata y se sintió hostigada al encontrarlo a él en su cama —¿Te quedarás?—SiCaminó a su vestidor buscando una pijama cómoda y para nada sexy, regresó a su cama acostándose a su lado y ser envuelta entre los brazos masculinos.—¿Estás bien?—Si, sólo me duele la cabeza.Él le dio un beso en la coronilla de su cabeza, la apretó más contra su cuerpo sintiéndose afortunado y con el pecho que le explotaba de amor por ella. Era la mujer de su vida, la que siempre quiso y añoró desde que era un adolescente.—Te amoSonrió—Yo también.Camila Los días pasaron casi volando, el estrés no me abandonó en ningún momento. Pase tantos corajes cuando todos empezaron a llevarme la contraria con lo que quería para mi boda, aún recuerdo la discusión que tuve con Ángel cuando su madre le contó lo sucedido en la prueba del vestido. —Me estoy cansando de esto, Camila, primero saliste con que no querías celebrar el compromiso y ahora me sales con que quieres una ceremonia sólo con nuestras familias y amigos íntimos —su mirada desafiante trataba de intimidarme, pero a estas alturas ya nadie lograba hacerlo. —¿Y qué hay de malo en que quiera todo sencillo? Me hechas en cara lo del compromiso si de todas maneras no se hizo lo que yo quería, te importó poco y armaste gran fiesta y con nuestra foto en la portada de una importante revista. —Ve buscando otro vestido y olvídate de ceremonia en el jardín —demandó queriendo salir de mi habitación, no dispuesta a quedarme con la palabra en la boca lo tomé del brazo jalándola hacia atrás
Camila —Si, acepto Ángel volteó a verme con sus ojos cristalizados, haciéndome sentir amada con cada una de sus miradas. —Ángel Davis, ¿aceptas a Camila Ferretti como tu esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe? —Si, acepto —su respuesta fue de inmediato. Haría todo lo posible por devolverle ese amor tan grande que sentía por mi. —¿Hay alguien que oponga a esta unión? Si así, que hable ahora o calle para siempre. Siempre había pensado que aquella parte en las ceremonias era innecesaria, nadie se atrevería a ponerse en ridículo para hacer algo así. Sonreí ante el silencio de las personas y miré al hombre para que continuara con la ceremonia. Abrió su boca para hablar cuando de repente su cabeza explotó bañándonos de sangre a Ángel y a mi.Grité horrorizada al igual que los demás, que se levantaron de sus sillas dispuestos a marcharse cuando de la nada aparecieron hombres vestidos de negros con armas de alto calibre en sus manos. Sentía que algo me ahogaba
Camila Me quedé absorta con su cercanía, sus palabras no hicieron más que acelerar mi estúpido corazón. Tratando de recuperar un poco de mi cordura quise alejarlo pero en su lugar con sus fuertes y gruesas manos me tomó de la cintura pegándome a él. —¿Qué pasa? —inquirió —¿Ya no disfrutas mi cercanía? Porque déjame recordarte que antes gozabas de ella, disfrutabas de mi calor y siempre parecías ansiosa de mi. Mi respiración se volvió acelera recordando los momentos apasionados que viví con él, la manera en que con tan sólo unas palabras habían vibrar mi cuerpo. Pasó sus manos por mi espalda baja haciéndome tensar ante su tacto, se detuvo hasta posarla sobre mi trasero y apretarlo suavemente. —Tu cuerpo responde ante su dueño. —Tú no eres mi dueño —traté de alejarlo una vez más pero fue inútil, era tan fuerte que ni siquiera se movió ante el empujón que lancé. —Oh, si que lo soy —se alejó de mi oído y se acercó peligrosamente a mis labios —aún me deseas, sé que tu cuerpo y tu me
Camila —¿Solo eso? —pregunté con la esperanza de que desistiera en convertirme en una de ellos.Sin esperarlo, sus labios tomaron los míos en un acto brusco, chupando mi labio inferior con ferocidad, con sus manos fuertes tomando mi cintura pegándome a su musculoso cuerpo. Me sentí en la gloria sentirlo, su calor, su olor, su cercanía. Mi corazón palpitaba sin control, mi cuerpo completamente erizado y sin poder contenerme un gemido salió de mi garganta, mis manos se elevaron hasta su cuello y fueron ascendiendo hasta su cabello. Correspondí su beso con la misma ferocidad, éramos como dos personas hambrientas probando su postre favorito. Sus manos se fueron deslizándose hasta mi trasero, apretándolo con fuerza sacándome otro gemido que fue ahogado en su boca, que ahora mismo era explorada por mi lengua. Era exquisito, aquel hombre era como probar la gloria. Peligrosamente rico. De un momento me alzó haciéndome enrollar sus piernas en su cadera, me moví sintiendo su dureza «rico», q
El olor nauseabundo de las cárceles subterráneas invadían sus fosas nasales, orín y excremento humano invadía cada celda atestada de gente ya deformadas debido a las condiciones en las que se encontraban. Los lamentos y las maldiciones era lo único que se oía, aparte de los latigazos que les daban a todos los prisioneros que denominaban suki «perras» —¿Donde está? —preguntó imponiendo respeto con su llegada. Dmitry Ivankov, un criminal hecho en las calles, un bastardo el cual fue adoptado por la mafia y amoldado para convertirse en el cabecilla de la Bratva. Su aura era pesada, un hombre peligroso y desalmado, con su alma consumida por la maldad. Desde pequeño era un ladrón, asesino y traficante de drogas, fue recogido por su antecesor y adiestrado a su semejanza. Se decían muchas cosas de él, como cuando cayó rendido a los pies de una cría que domó a la bestia, que lo hizo romper muchas reglas de la mafia para después traicionarlo. Durante muchos años se mantuvo en las sombras, ob
La Bratva no sólo tenía de aliados a otras organizaciones criminales, sino también a altos mandatarios de diferentes partes del mundo, funcionarios públicos y gente con cargos altos en las autoridades como el FBI y la DEA, incluida también la INTERPOL. Todas estas influencias le permitían tener acceso libre para comercializar droga, traficar armas y personas a otros países. —Señor —llamaron desde el otro lado de la puerta —los Vors ya están en la torre central esperándolo. Apagó el tabaco en el cenicero y se puso en pie, arreglándose el saco mientras caminaba. Debía discutir y planear el próximo ataque a unos carteles rebeldes que se negaban a aceptar sus estipulaciones. Volvió a tomar un helicóptero que lo dejó en el techo del edificio que se encontraba a unos kilómetros de la mansión, al entrar a la estancia privada que contaba con una larga mesa y sillas colocadas una frente a la otra con una en la cabecera, la cual era exclusiva para el Jefe. —Señor —lo saludaron con el debido
CamilaMe removí entre las sábanas despertando ante el ruido de la incesante alarma, abrí mis ojos con la habitación aún en oscuras. No amanecía todavía. El ruido del agua caer en la ducha me hizo levantarme y caminar desnuda al baño, sabiendo quien se encontraba ahí. Lave mi boca antes de correr el cristal que dividía la ducha, encontrando a aquel hombre desnudo completamente mojado y mirándome como un león a su presa. En silencio me pegué a él inclinándome y colgándome de cuello para besar sus labios. Este hombre era tan adictivo, como una droga letal imposible de abandonar tu cuerpo. Se dejó besar, respondiéndome y tocando mi cuerpo, conociendo cada parte y ahondando en mis puntos más sensibles.—¿Qué deseas, Camila? —susurró contra mis labios con su arrebatadora mirada sobre mi. —Deseo a mi hombre penetrándome duro en esta minúscula ducha —sus ojos se encendieron y sus manos me alzaron hasta su cadera, lo rodeé con mis piernas sonriendo traviesa con ganas de disfrutar del place
Camila Sus embates eran violentos, estaba fuera de si, pero lejos de asustarme, me gustaba y me excitaba como una maldita enferma. —No lo amas, tú no amas a nadie. —Si amo a alguien, un hombre de verdad, con una verga que me hace alucinar y ver estrellas —respondí mirándolo como se salía de mi y subía hasta posicionarme su miembro en la boca obligándome a tragarla toda. —¿Así cómo está? —la tomé saboreándola, sintiendo su sabor mezclarse con mi saliva —mira como la devoras, con los mismos labios que le profesabas amor. Me penetró la boca violento, provocando arcadas que resistí y me concentré en solo darle placer. —Te haré olvidarte de él, te abriré de todas formas y alimentaré esa hombre de sexo que tienes, porque cuando fui por ti no encontré una cara de novia enamorada, sólo de una mustia mal follada. No dije nada, no tenía nada que debatir cuando tenía toda la absoluta razón. Lo dejé follarme las veces que quiso, me ardía todo el cuerpo por su bestialidad, pero mentiría si