Camila Me veía frente al espejo no creyendo en mi reflejo, ¿en qué me había convertido? Bastaron unos meses para que cambiara por completo, delante de mi yacía una asesina que no sentía ni un solo remordimiento por lo que había hecho hace unas horas, mató a todo el que se le señaló como enemigo. «¿Qué diría papá?» sabía la respuesta, me repudiaría y me tendría miedo, me había convertido en una bestia como ellos, ya no era diferente y no era más la luz en la oscuridad de Dmitry. Él se había encargado de apagarla y envolverme en su mundo cargado de maldad y de demonios. Lo peor de todo es que me gustaba el poder de decidir con la vida de otros, me gustaba la vida que él tenía para mi. Encontré mi gusto por el poder que aún no me daba y una vez que lo tuviera jamás lo soltaría. Me aparté del espejo sonriendo orgullosa, no elegí esto, me obligaron a serlo. El mundo era cruel y yo no iba a seguir siendo una víctima. Sería la victimaria que destrozaría a todo aquel que interfiriera en mi
Camila La puerta de madera doble se abre dándonos paso a una sala llena de hombres de la mafia, quienes voltean a vernos con sus miradas feroces, camino disimulando mis nervios hasta quedar frente a ellos junto a mi marido, Kai y los dos de los Vors, entre ellos Nicolay. Dos de los hombres de Dmitry entran con una caja abriéndola frente a todos y sacando las cabezas de los antiguos líderes de la Yakuza. —Los hermanos Takahashi han muerto sin dejar sucesores, se atrevieron a desafiarme y he aquí a su nuevo líder —señaló a Kai y el murmullo de indignaciones se hizo escuchar entre los hombres. —¿Y por qué lo eliges tú? Es nuestra organización por lo tanto somos quien decidimos. —Porque ahora Japón es mi territorio, maté a sus líderes y por derecho me corresponde tomar su lugar. Si se oponen a mis decisiones mis hombres están preparados para destruir cada bodega, prostíbulo y propiedades que les pertenecen —gran parte de los soldados de la Bratva comenzó a entrar con las armas alzad
CamilaEran en una hora y ya me habían llamado para que confirmara, Dmitry hizo lo mismo cambiándose con un traje a la medida en color acero, resaltando su atractivo. Eran muchas las mujeres que volteaban a verlo, aún cuando iba colgada de su brazo no disimulaban. —Señorita Ferretti, que gusto verla de nuevo por aquí —nos saludó la recepcionista cuando entramos a la empresa. —Hola Fabiola, ¿cómo estás? —le contesté con la misma amabilidad que lo hizo ella—No mejor que usted —sonrió mirando al hombre que me acompañaba. —Vengo a ver a mi padre. —Oh, si, no le quito más su tiempo. Que tenga un buen día. —Igual tú, linda. Seguimos nuestro camino al ascensor notando la incomodidad de mi marido cuando más personas fueron entrando, él era de las personas que les gustaba que todo fuera exclusivo para ellos. —¿Quieres que entré contigo? —preguntó estando a unos pasos del escritorio de la secretaria —Será mejor que esperes, si las cosas salen mal no entrarás. Huiremos y jamás volveremo
Sus manos sudaban un poco a causa del nerviosismo, faltaban unos minutos para bajar al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia de matrimonio y ritual de iniciación. Los invitados eran gente poderosa, entre ellos los jefes de las Tríadas Chinas, la Cosa Nostra, la Camorra, la N'drangheta, la Sacra Corona Unita, la Yakuza y la mafia americana. Los grandes líderes de la Bratva eran los anfitriones, aprovechaban esos eventos para reforzar alianzas o limar asperezas entre algunos de ellos. Todos comentaban acerca de cómo era la mujer del Jefe, en lo imponente que debía ser para ganarse el respeto de los miembros de la mafia más sádica del mundo. Las puertas se abrieron dándole paso a Dmitry seguido de Grigori y Nicolay, su porte como siempre era majestuoso, su rostro serio y su mirada indescifrable. Esa noche vestía un elegante traje de color negro, fumaba un cigarrillo mientras escuchaba a su hombre de confianza que le daba reportes de las personas que estaban llegando. Todos quería
—Dmitry, te estaba esperando —dijo ella al ver a su pareja entrar por la puerta principal.—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó él un tanto preocupado al verla con una expresión tan seria.—Tengo algo que decirte —respondió con un poco de nerviosismo—Te escucho. —Me voy de aquí.La observó confundido, ¿a dónde se iría? Sino tenía dónde, su padre no la quería ver sólo por el simple hecho de tener una relación con él—¿Por qué? —a penas pudo decir.—Porque yo no te amo Dmitry, yo no siento nada por ti. Ni nunca he sentido nada, sólo lo hacía por placer, por un simple capricho de adolescente y claro burlarme de que el "Gran Dmitry Ivankov" se enamorara, y ¿sabes? Lo he conseguido y estoy muy orgullosa de ello.Por primera vez en su vida casi pudo escuchar como su corazón se rompía, escuchar aquello de la persona que amaba era hiriente, y aunque lo que decía sonaba absurdo, realmente él lo creía, sus amigos y familiares siempre le advirtieron que esto podría suceder, ella era una adolescente
Camila Observaba a mi alrededor con cierta melancolía a varias parejas dándose besos y demás cursilerías. Ver aquello hacía que mi ser se entristeciera y se culpara por haber dañado al hombre que me entregó su corazón, en mi estúpida forma de "protegerlo" de mi padre. Irónico, por un momento olvidé que él era un hombre peligroso y muy poderoso, creí las palabras de mi padre. Cómo una niña ingenua.A mi mente llegaron múltiples recuerdos de cómo lo conocí y todos los altibajos que logramos superar, pero, quizás el último, fui débil y no pude enfrentarlo, y busqué la salida más fácil.Solté un suspiro al recordarlo y sin poder evitarlo una lagrima rodó por una de mis mejillas.Dmitry tenía 23 años y yo 17 cuando nos conocimos y aunque la forma en que nos conocimos no fue de lo más normal. Tenía miedo, mucho miedo, mis manos temblaban y no podía hablar. El chofer de mi padre había ido por mi al instituto como era costumbre, todo iba con normalidad hasta que unos autos negros comenzar
CamilaObservé mi reflejo en el espejo, me veía bien, iba vestida con un vestido rosa palo, era ajustado y se adecuaba a mi silueta, lo había combinado con unas zapatillas de tacón blancas. Esa noche saldría a cenar con mi novio, Ángel. Luego de cinco años decidí que era momento de seguir con mi vida, no podía vivir de recuerdos y aferrarme a una sola persona, que aunque deseara que las cosas hubieran ocurrido de manera diferente, no fue así. Conocía a Ángel desde que era una niña, su padre y el mío eran muy buenos amigos, desde siempre fuimos muy unidos, al llegar a la adolescencia nos hicimos novios y cómo cualquier noviazgo de secundaria jurábamos que nos casaríamos y que nunca nos separaríamos. Fue algo lindo mientras duró, luego de un tiempo sus padres tuvieron que mudarse a otro país por asuntos de negocios, nos separamos y desde ese momento no volví a saber nada de él hasta hace un año atrás, que volvió convertido en un hombre y con mucho éxito, y además de eso, decidido a r
Camila Al día siguiente Ángel me llevó a casa, mi padre lo invitó para que nos acompañara a desayunar. Subí a mi habitación para darme una ducha y cambiarme, ese día tendría que acompañar a mi padre a la empresa, al final me estaba convirtiendo en todo lo que él deseó para mi, estaba tan lejos de todo lo que yo había deseado en mi vida. Mi padre había apagado mi luz, cuando él se fue, me perdí, perdí mis ilusiones y también las ganas de soñar. Él me hizo sentir viva, con él hice tantas cosas por primera vez que olvidarlo sería imposible. Me miré al espejo, me veía bien con mis jeans ajustados, una blusa blanca de tirantes y un blazer verde que combinaba con mis zapatillas de tacón. Salí de mi habitación y bajé las escaleras, en cuanto me iba acercando al comedor oí la risa alegre de mi padre. —Me da tanto gusto, muchacho. Tú eres el más indicado para mi hija, lo sé.Rodé los ojos al escucharlo. —Quería hacer una fiesta de compromiso pero Camila no la quiere —dijo él mirándome e