Camila
Observé mi reflejo en el espejo, me veía bien, iba vestida con un vestido rosa palo, era ajustado y se adecuaba a mi silueta, lo había combinado con unas zapatillas de tacón blancas.Esa noche saldría a cenar con mi novio, Ángel. Luego de cinco años decidí que era momento de seguir con mi vida, no podía vivir de recuerdos y aferrarme a una sola persona, que aunque deseara que las cosas hubieran ocurrido de manera diferente, no fue así.Conocía a Ángel desde que era una niña, su padre y el mío eran muy buenos amigos, desde siempre fuimos muy unidos, al llegar a la adolescencia nos hicimos novios y cómo cualquier noviazgo de secundaria jurábamos que nos casaríamos y que nunca nos separaríamos.Fue algo lindo mientras duró, luego de un tiempo sus padres tuvieron que mudarse a otro país por asuntos de negocios, nos separamos y desde ese momento no volví a saber nada de él hasta hace un año atrás, que volvió convertido en un hombre y con mucho éxito, y además de eso, decidido a reconquistar mi corazón.Entrar a mi corazón no era una tarea fácil, después de mi ruptura con Dmitry no pude estar en una relación con nadie, veía su cara en cada uno y los recuerdos me invadían, su sonrisa y la manera en que achicaba los ojos al reír no salía de mi cabeza.Estaba yendo a terapia, necesitaba superar lo sucedido y por eso me había parecido adecuado darme una oportunidad con Ángel, a quien quería mucho y de quien estaba enamorándome nuevamente.Luego de unos minutos de prepararme mentalmente salí de mi habitación y me dirigí al primer piso, cuando estaba bajando las escaleras visualicé a Ángel y a mi padre conversando en el salón.Ángel era muy apuesto, tenía veinticuatro años, era alto y de complexión fuerte, blanco, de ojos oscuros y pelo negro ondulado.Cuando escucharon el repiqueteo de mis tacones ambos hombres voltearon a ver en mi dirección. Él sonrió de inmediato y se acercó al pie de las escaleras.—Estas hermosa —dijo cuando estuve a un escalón de él, se acercó a mi y me dejó un pequeño beso en los labios,Sonreí con timidez y decidí devolverle el halago.—Gracias tú también estás muy guapo.Y no mentía, lucía muy guapo y elegante enfundado en un traje azul marino.—¿Nos vamos, cariño? —preguntó sin quitar la sonrisa de su rostro y tendiéndome la mano, la tomé de inmediato y asentí.Al pasar al lado de mi padre, este sonrió y asintió muy de acuerdo con nuestra salida.Aún estaba resentida con él por haberme obligado a tomar aquella decisión.Salimos de la casa y subimos al auto de Ángel, él como todo un caballero me abrió la puerta para que subiera, le agradecí con un asentimiento y subí.Camino al restaurante lo noté un poco nervioso, me pareció muy extraño él siempre era alguien muy seguro y jamás se le veía nervioso. Estuve a punto de preguntar qué le sucedía pero al final no lo hice, si hubiera sido algo que quería compartir conmigo me lo hubiera dicho sin necesidad de preguntarle.Luego de algunos veinte minutos llegamos al restaurante, al entrar un camarero se nos acercó para llevarnos a nuestra mesa que previamente habíamos reservado. Ese día estábamos celebrando nuestro primer aniversario de novios.Nos sentamos uno frente al otro, el camarero nos dio la carta y luego se retiró.—Sé que te lo he dicho muchas veces, pero has cambiado mucho —sonrió con melancolía —antes solías ser muy alegre y ahora tu mirada se ha opacado y tu sonrisa genuina aparece muy poco.—Pasaron muchas cosas luego que te fuiste —respondí pedante, me estaba cansando de oír aquellos comentarios de su parte.—Siempre me respondes lo mismo, ¿qué tan malo fue lo qué pasó para que cambiaras tanto?Fruncí el ceño y lo miré con seriedad.—Ángel si estás conmigo con la esperanza de que algún día volveré a ser como antes, estas equivocado. Las personas cambiamos y la perspectiva que conservas de mi es la versión de una niña, ¿cómo piensas que seguiré siendo igual?Su sonrisa se desapareció a medida que iba hablando, frunció su entrecejo y negó suavemente con la cabeza.—No quería que te lo tomaras a mal, sólo deseo saber qué pasó con mi dulce niña —hizo una breve pausa para tomar mi manos por encima de la mesa —Cami, yo amo todas tus versiones y te seguiría amando aún si te convirtieras en tu peor versión.Lo miré seria, con eso último me daba a entender que estaba conociendo mi peor versión. Sabía que él no era culpable de lo que me había sucedido y que no era justa la manera en que lo trataba.—Cuando esté preparada te lo diré todo —respondí forzando una sonrisa.Su mirada llena de amor me conmovió, definitivamente él se merecía algo mejor y no alguien que luchaba día a día por no desmoronarse a pedazos.—Está bien, amor. Te amo —dijo besando mis manos.—Yo también, cariño.Después de aquella conversación él llamó al camarero para pedir nuestras comidas y un vino.—Hoy no es cualquier día, es nuestro día —comentó mientras servía el vino—Salud por eso —dije levantando la copa y dándole un sorbo.La cena transcurrió en pequeñas conversaciones, debía admitir que la pasaba bien con él, me hacía olvidar y recordarme de mi misma.Terminamos de comer el plato fuerte y pedimos los postres. Mientras esperaba lo miré extrañada cuando se puso de pie y se acercó a mi tendiéndome su mano.—¿Qué haces, Ángel?Él sólo me sonrió y miró su mano, un poco insegura se la di y me puse de pie.—He imaginado este momento desde que era un adolescente... —hizo una pausa —mi corazón te ha pertenecido desde que somos unos niños, hemos compartido momentos inolvidables y únicos, me dolió dejarte esos años, te juro que cada día pensaba en ti..."Por favor no" pensé, sabía lo que se avecinaba, no quería que me hiciera esa pregunta. Quería llorar y no era por felicidad.De su bolsillo sacó una cajita de terciopelo, después procedió a arrodillarse sobre una de sus rodillas.—Te amo, te amo con todo mi ser Camila, es por eso que esta noche me pongo a tus pies para preguntarte si quieres seguir compartiendo tu tiempo y tus aventuras conmigo —abrió la caja mostrando el sofisticado anillo de compromiso —¿Quieres casarte conmigo? Prometo hacerte la mujer más feliz del mundo.Desee que la tierra me tragara ¡Dios! No estaba preparada para aquello, yo no podría amarlo del mismo modo que él me amaba, no podría hacerme feliz ni yo podría hacerlo feliz.Lo miré con mis ojos inundados de lágrimas sin saber qué responder. ¿Por qué me tocaba tomar decisiones tan difíciles?Mientas lo veía arrodillado frente a mi pensé en mi padre, tal vez si aceptaba podría arreglar nuestra relación rota y esta vez si estaría orgulloso de mi. Me había repetido tantas veces lo decepcionado que estaba, que había esperado tanto de mi y al final no hice mucho.Tal vez aceptar e ir nuevamente contra mis deseos podría arreglar todo.—Si, claro que quiero ser tu esposa Ángel —respondí soltando una lágrima.Su rostro se iluminó por completo, sus ojos casi gritaban lo feliz que se encontraba. Se levantó y me tomó de la cintura alzándome en un abrazo.—Es lo mejor que he podido oír hoy. Te amo, mi amor.Sonreí contagiándome de su euforia.—Te amo, Ángel —respondí antes de tomar sus labios entre los míos.—Eres lo mejor que tengo en esta vida, Camila.Otra de las razones por la que le dije que si fue porque me sentí incapaz de dañar a otra persona que me ame, no podría perdonarme si eso volvía a ocurrir.Reí cuando él dio una vuelta aún teniéndome alzada en brazos.—Señor, sus postres —la voz del camarero nos trajo de nuevo, Ángel me bajo y me invitó a sentarnos de nuevo.Con delicadeza tomó mi mano para deslizar el anillo por mi dedo anular.—Es muy lindo —dije observando el anillo.—Quise darte algo que esté a tu altura.—Eres muy lindo, Ángel—Tú te lo mereces todo, mi amor.Terminamos de comer nuestros postres, él pagó la cuenta y luego nos retiramos del restaurante como dos felices enamorados, o eso intentaba demostrar, no quería hacerlo sentir mal o incómodo en ningún momento.—¿Y ya pensaste en qué empresa vas a trabajar? —preguntó cuando ponía en marcha el auto.—Si, había pensado en mudarme para Los Ángeles para dirigir la empresa de mi padre.—¿Por qué hasta allá? Puedes trabajar en la sede de aquí —dijo volteando a verme unos segundos—La pregunta sería, ¿por qué no allá? —contesté encogiéndome de hombrosÉl no dijo nada y se limitó a asentir con su cabeza.—¿Quieres que hagamos una fiesta de compromiso? —preguntó cambiándome de tema.—No —hice una mueca —las fiestas me estresan, Ángel—Si así lo quieres, está bien. Aunque si me gustaría que celebremos a lo grande nuestro compromiso.—Pero eso lo podemos celebrar sólo nosotros —le dije poniendo sensualidad en mi tono.Lo vi sonreír de medio lado y morderse suavemente su labio inferior.—Esa idea me encanta.—Ahora mismo podemos irPuse mi mano sobre su pierna y apretarla suavemente. Él se tensó y me volteó a ver por unos segundos.—Entonces vamos a celebrar a mi apartamento.No le dije nada y sólo asentí, sería bueno pasar la noche con él.Veinte minutos después estábamos llegando al edificio donde vivía, estacionó su auto en el estacionamiento subterráneo del edificio. Antes de bajarse me miró y tomando delicadamente mi rostro se acercó para besar mis labios con pasión, le correspondí de inmediato y lo envolví con mis manos para atraerlo más a mi.—Vamos arriba —dijo con la respiración acelerada.Asentí y me separé de él para abrir la puerta y salir del auto, él se apresuró a salir para llegar a mi lado y rodear mi cintura con su mano. Subimos al ascensor para subir hasta su piso, él aprovechó la espera para volver a besarme y apretarme más contra su cuerpo.—Espera —dije apartándome cuando sus manos fueron tocando intensamente mi cuerpo.—¿Qué? —preguntó viéndome con una sonrisa de lado.—Sabes que no me gusta hacer este tipo de cosas cuando hay cámaras —contesté señalando las cámaras de seguridad del ascensor.Ángel rodó los ojos y negó levemente, siempre decía que debía ser menos aburrida y arriesgarme a hacer lo prohibido.—Cómo quieras —se limitó a responder.—Respecto a la boda me gustaría que fuera algo sencillo y privado.De inmediato se volteó a verme con su entrecejo fruncido, no le había parecido mi idea, sus gestos delataban su desaprobación.—¿Por qué debería ser así?—Prefiero que sea discreto, no quiero aparecer en primera plana en las revistas.—Lo siento pero en eso no te complaceré, omitiremos la fiesta de compromiso pero que la boda no se celebre a lo grande eso sí que no. No sólo es tu opinión y tus gustos que se deben tomar en cuenta, Camila.La puerta del ascensor se abrió, él soltó mi cintura y salió primero, se había enojado, acto que me indignó, salí a paso rápido del ascensor y lo seguí resonando mis tacones por el pasillo.—¿Te enojas por mis preferencias? —alcé un poco la voz —Porque si es así entonces no estás preparado para el matrimonio.Él me ignoró y abrió la puerta del apartamento.—¿Me estás ignorando?—No voy a discutir contigo en el pasillo —respondió pedanteTomé un fuerte respiro antes de entrar y cerrar la puerta tras de mi.—A ver Camila, me estás diciendo que no estoy preparado para el matrimonio cuando eres tú quien no está tomando en cuenta mi opinión y encima me ocultas cosas.—No te oculto nada, el tiempo en el que no estuviste presente en mi vida no es algo que deberías saber. Estas en mi presente y quieres estar en mi futuro, es lo que te debe importarÉl no dijo nada, pero estaba enojado, su mandíbula levemente presionada y sus músculos se veían tensos. Caminó hasta el sofá y se sentó, aflojo su corbata y se deshizo de su saco.—Soy tu pareja Camila, algo en ese pasado te hizo daño y lo único que deseo es ayudarte porque se nota en tu mirada que pides a gritos que te saquen de esa oscuridad que te está asfixiando.—No necesito la ayuda de nadie porque no me estoy hundiendo en ninguna oscuridad.Se quedó en silencio mientras veía a la nada, estaba siendo un poco cruel con él, pero no quería que se entrometiera tanto en mi vida.Dejé mi bolso en la pequeña mesa que estaba a un lado de la puerta, caminé hasta quedar frente a él, me agaché para quedar a su altura, tomé su rostro entre mis manos y le dejé un pequeño beso sobre sus labios.—No quiero estar así contigo, sólo no deseo recordar lo que me sucedió y si te cuento sería revivir lo que me ha costado superar.Él miró mis ojos, como queriendo encontrar algo en ellos, luego de unos segundos apartó su mirada de mi.—Sólo quiero tu bienestar.—Entonces concéntrate en el presente y no sigas intentando indagar en el pasado.—Como quieras —respondió sin mirarme.Para amenizar el ambiente me levanté y me senté sobre sus piernas, rodeé su cuello con mis brazos y me acerqué a su boca.—Me encantas, ¿lo sabes?Besé su boca despacio y saboreando su carne, él respondió de inmediato a mi toque, empezó a tocarme y a besarme con vehemencia, cómo siempre lo hacía. Cuando hacíamos el amor me trataba con tanto cariño y me hacía sentir la mujer más amada del universo, y esa noche no fue la excepción.Me hizo vibrar de placer y de amor, no lo merecía, realmente no merecía a ese hombre que no hacía más que amarme sin medidas.Camila Al día siguiente Ángel me llevó a casa, mi padre lo invitó para que nos acompañara a desayunar. Subí a mi habitación para darme una ducha y cambiarme, ese día tendría que acompañar a mi padre a la empresa, al final me estaba convirtiendo en todo lo que él deseó para mi, estaba tan lejos de todo lo que yo había deseado en mi vida. Mi padre había apagado mi luz, cuando él se fue, me perdí, perdí mis ilusiones y también las ganas de soñar. Él me hizo sentir viva, con él hice tantas cosas por primera vez que olvidarlo sería imposible. Me miré al espejo, me veía bien con mis jeans ajustados, una blusa blanca de tirantes y un blazer verde que combinaba con mis zapatillas de tacón. Salí de mi habitación y bajé las escaleras, en cuanto me iba acercando al comedor oí la risa alegre de mi padre. —Me da tanto gusto, muchacho. Tú eres el más indicado para mi hija, lo sé.Rodé los ojos al escucharlo. —Quería hacer una fiesta de compromiso pero Camila no la quiere —dijo él mirándome e
Los pesados pasos se oían resonar mientras caminaba al despacho, en cuanto abrió la puerta el olor a tabaco y alcohol inundó sus fosas nasales. El hombre frente a él se encontraba sentado sobre una silla de cuero atrás de la mesa de madera rústica, su mirada intimidante se posó sobre él, pero acostumbrado a aquello hizo caso omiso y tomó asiento frente a él. —Tienes que ver esto —dijo lánzale una revista en el escritorio, el hombre al otro lado de la mesa alzó una ceja, dejó sobre la superficie su trago para tomar la revista. Soltó una carcajada mientras iba leyendo, le dio una calada a su tabaco y luego tiró la revista sobre la mesa. —Se va a casar esa puta —dijo tomando de su trago—Si, pensé que querrías saberlo Él asintió y perdió su mirada en el jardín que se podía ver a través de los ventanales de cristal.—Sucedió hace años, el amor que un día sentí por ella murió pero... —hizo una pausa —me juré que sino era feliz conmigo, no lo sería con nadie. —¿Qué harás? —Ya lo verás
Camila Los días pasaron casi volando, el estrés no me abandonó en ningún momento. Pase tantos corajes cuando todos empezaron a llevarme la contraria con lo que quería para mi boda, aún recuerdo la discusión que tuve con Ángel cuando su madre le contó lo sucedido en la prueba del vestido. —Me estoy cansando de esto, Camila, primero saliste con que no querías celebrar el compromiso y ahora me sales con que quieres una ceremonia sólo con nuestras familias y amigos íntimos —su mirada desafiante trataba de intimidarme, pero a estas alturas ya nadie lograba hacerlo. —¿Y qué hay de malo en que quiera todo sencillo? Me hechas en cara lo del compromiso si de todas maneras no se hizo lo que yo quería, te importó poco y armaste gran fiesta y con nuestra foto en la portada de una importante revista. —Ve buscando otro vestido y olvídate de ceremonia en el jardín —demandó queriendo salir de mi habitación, no dispuesta a quedarme con la palabra en la boca lo tomé del brazo jalándola hacia atrás
Camila —Si, acepto Ángel volteó a verme con sus ojos cristalizados, haciéndome sentir amada con cada una de sus miradas. —Ángel Davis, ¿aceptas a Camila Ferretti como tu esposa, para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe? —Si, acepto —su respuesta fue de inmediato. Haría todo lo posible por devolverle ese amor tan grande que sentía por mi. —¿Hay alguien que oponga a esta unión? Si así, que hable ahora o calle para siempre. Siempre había pensado que aquella parte en las ceremonias era innecesaria, nadie se atrevería a ponerse en ridículo para hacer algo así. Sonreí ante el silencio de las personas y miré al hombre para que continuara con la ceremonia. Abrió su boca para hablar cuando de repente su cabeza explotó bañándonos de sangre a Ángel y a mi.Grité horrorizada al igual que los demás, que se levantaron de sus sillas dispuestos a marcharse cuando de la nada aparecieron hombres vestidos de negros con armas de alto calibre en sus manos. Sentía que algo me ahogaba
Camila Me quedé absorta con su cercanía, sus palabras no hicieron más que acelerar mi estúpido corazón. Tratando de recuperar un poco de mi cordura quise alejarlo pero en su lugar con sus fuertes y gruesas manos me tomó de la cintura pegándome a él. —¿Qué pasa? —inquirió —¿Ya no disfrutas mi cercanía? Porque déjame recordarte que antes gozabas de ella, disfrutabas de mi calor y siempre parecías ansiosa de mi. Mi respiración se volvió acelera recordando los momentos apasionados que viví con él, la manera en que con tan sólo unas palabras habían vibrar mi cuerpo. Pasó sus manos por mi espalda baja haciéndome tensar ante su tacto, se detuvo hasta posarla sobre mi trasero y apretarlo suavemente. —Tu cuerpo responde ante su dueño. —Tú no eres mi dueño —traté de alejarlo una vez más pero fue inútil, era tan fuerte que ni siquiera se movió ante el empujón que lancé. —Oh, si que lo soy —se alejó de mi oído y se acercó peligrosamente a mis labios —aún me deseas, sé que tu cuerpo y tu me
Camila —¿Solo eso? —pregunté con la esperanza de que desistiera en convertirme en una de ellos.Sin esperarlo, sus labios tomaron los míos en un acto brusco, chupando mi labio inferior con ferocidad, con sus manos fuertes tomando mi cintura pegándome a su musculoso cuerpo. Me sentí en la gloria sentirlo, su calor, su olor, su cercanía. Mi corazón palpitaba sin control, mi cuerpo completamente erizado y sin poder contenerme un gemido salió de mi garganta, mis manos se elevaron hasta su cuello y fueron ascendiendo hasta su cabello. Correspondí su beso con la misma ferocidad, éramos como dos personas hambrientas probando su postre favorito. Sus manos se fueron deslizándose hasta mi trasero, apretándolo con fuerza sacándome otro gemido que fue ahogado en su boca, que ahora mismo era explorada por mi lengua. Era exquisito, aquel hombre era como probar la gloria. Peligrosamente rico. De un momento me alzó haciéndome enrollar sus piernas en su cadera, me moví sintiendo su dureza «rico», q
El olor nauseabundo de las cárceles subterráneas invadían sus fosas nasales, orín y excremento humano invadía cada celda atestada de gente ya deformadas debido a las condiciones en las que se encontraban. Los lamentos y las maldiciones era lo único que se oía, aparte de los latigazos que les daban a todos los prisioneros que denominaban suki «perras» —¿Donde está? —preguntó imponiendo respeto con su llegada. Dmitry Ivankov, un criminal hecho en las calles, un bastardo el cual fue adoptado por la mafia y amoldado para convertirse en el cabecilla de la Bratva. Su aura era pesada, un hombre peligroso y desalmado, con su alma consumida por la maldad. Desde pequeño era un ladrón, asesino y traficante de drogas, fue recogido por su antecesor y adiestrado a su semejanza. Se decían muchas cosas de él, como cuando cayó rendido a los pies de una cría que domó a la bestia, que lo hizo romper muchas reglas de la mafia para después traicionarlo. Durante muchos años se mantuvo en las sombras, ob
La Bratva no sólo tenía de aliados a otras organizaciones criminales, sino también a altos mandatarios de diferentes partes del mundo, funcionarios públicos y gente con cargos altos en las autoridades como el FBI y la DEA, incluida también la INTERPOL. Todas estas influencias le permitían tener acceso libre para comercializar droga, traficar armas y personas a otros países. —Señor —llamaron desde el otro lado de la puerta —los Vors ya están en la torre central esperándolo. Apagó el tabaco en el cenicero y se puso en pie, arreglándose el saco mientras caminaba. Debía discutir y planear el próximo ataque a unos carteles rebeldes que se negaban a aceptar sus estipulaciones. Volvió a tomar un helicóptero que lo dejó en el techo del edificio que se encontraba a unos kilómetros de la mansión, al entrar a la estancia privada que contaba con una larga mesa y sillas colocadas una frente a la otra con una en la cabecera, la cual era exclusiva para el Jefe. —Señor —lo saludaron con el debido