Muchas veces la vida nos golpea duramente. A veces a muy temprana edad, lo que genera en nosotros algunos resentimientos y enojos, que pueden acompañarnos a lo largo de nuestras vidas.
Otras veces es la mejor forma que tiene la vida, de mostrarte tu verdadera esencia y fortaleza.
Lo que no te mata, te fortalece. Dicen algunas personas. Si esto es cierto, la coraza que recubre mi cuerpo debe ser del tamaño de la muralla China.
Muchas fueron las veces que me sentí devastada, desolada y completamente sola. Pero a la vez, todas esas vivencias forjaron mi carácter.
Y me demostraron una vez más, que a pesar de todo lo malo, del llanto, del sufrimiento. Al final se puede ser feliz.
«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste.
Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente.
Pero una cosa sí es segura.
Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella.
De eso, se trata esta tormenta».
Haruki Murakami
De pequeña tuve una buena infancia. Un hogar, una familia…Mi madre era la mujer más dulce y cariñosa de la tierra, con el corazón más noble que jamás haya conocido. Y era absolutamente hermosa, sus rasgos latinos la convertían en algo digno de ver. Su largo y castaño cabello caía en hondas por sus finos hombros, sus grandes ojos del color de la miel me daban paz al mirarla. Y su sonrisa, era todo lo que necesitaba para calmarme cuando tenía una pesadilla.Mi padre, no era el más cariñoso de todos, pero era un buen hombre, trabajaba todo el día en su taller mecánico y cuando llegaba se tiraba en el sofá a ver el resumen deportivo con su cerveza.Estaba loco de amor por mi madre.Me lo confesó muchas veces mientras me arropaba. Me encantaba escuchar la historia de cómo se conocieron.—Yo estaba de vacaciones en Florida
—¿Cómo te llamas? —preguntó una voz a mi espalda. Me giré a ver de quién se trataba, no lo reconocí.—Soy Emily ¿Y tú? —pregunté tragando saliva. No esperaba su cercanía. Estaba invadiendo mi espacio personal y me sentí acorralada entre su fuerte cuerpo y mi casillero.—Jacob, ¿puedo acompañarte a tu casa? —preguntó para mi enorme sorpresa.—Si quieres…Caminamos lento hasta llegar a mi hogar, me contó de su vida y yo de la mía. Nuestros padres habían resultado ser amigos, y era uno de los visitantes habituales en mi casa. Teníamos más cosas en común de lo que creíamos en un principio.Al llegar al porche no nos despedimos, nos sentamos y continuamos conociéndonos, intercambiando opiniones sobre bandas de música que nos gustaban y cosas que n
Para cuando Jacob y yo cumplimos un año juntos, ambos estábamos enganchados a la heroína. Mi vida era un completo desastre. Sexo, drogas, alcohol… todo servía para olvidar quién era.Mi padre había montado su propia cocina de heroína en nuestro sótano. Por lo que trataba de estar en la casa lo menos posible. Así que apenas si lo veía.Concentrarme en la escuela era todo un reto, pero con un poco de fortuna conseguía pasar mis clases sin problema, no era una alumna sobresaliente, pero obtenía buenas notas, siempre había tenido facilidad para entender y estudiar, así que era cuestión de mantenerme lo más sobria posible en horas de escuela y ya cuando salía, Jacob me esperaba en la puerta y nos íbamos a pasear por ahí en su vieja motocicleta o a casa de Demian, su mejor amigo, a quién llamaban "el tatuado", ya que ten&
Con lo poco que ganaba en el bar, apenas si me alcanzaba para pagar el motel y evitar dormir en la calle. El dinero de las propinas me alimentaba algunas veces. Otras, solo pasaba hambre.Las drogas eran lo único que me ayudaba a sobrellevar mi patética existencia. No conseguía ninguna otra razón para levantarme cada día. Me encontraba absolutamente sola.El único pariente vivo y libre que me quedaba era mi abuela Bea, la madre de mi mamá, pero ella vivía en florida, y no había sabido de ella desde la muerte de mi madre.Me levanté de la cama y me metí a la ducha. Era uno de esos días donde las propinas no alcanzaban para alimentarme, así que me puse una pollera de cuero, una sudadera de tiras negras y las botas. Tomé la chaqueta de jean y mi bolso, me maquillé un poco y me fui al trabajo. Comenzaba mi jornada en "The Cave". Greg, mi jefe y due&ntild
Cristian dividía su tiempo entre Detroit y NY, por lo que la mayor parte de la semana no lo veía, aunque hablábamos cada día. Muy rápidamente quedé absolutamente enamorada de él.Y sabía que él sentía lo mismo por mí. Me lo hacía saber todo el tiempo, con gestos, y con palabras. Siempre estaba pendiente de mí.Unos meses después de comenzar nuestra relación, insistió en que me mudara a su departamento, le preocupaba mi seguridad, y no quería que siguiera viviendo en el motel.Accedí encantada, amaba estar con él. Ya no me sentía sola, y todo comenzaba a mejorar. De a poco fui dejando las drogas, hasta que las saqué por completo de mi vida. Ya no las necesitaba, tenía a Cristian.Como no me dejaba pagar nada de la casa, ni la comida, ni siquiera mis gastos, aproveché para anotarme en una clase. Que
Esa mañana salí del departamento sin ningún rumbo fijo, sin saber dónde ir, o qué hacer. Con el corazón destrozado, una vez más. Otra vez un hombre había roto mi confianza, se había burlado de mí. Pero esta era la última vez que me pasaba. No volvería a confiar en ningún hombre, jamás. Y no dejaría que nadie más decidiera por mí, nunca.Por supuesto que tendría a mi hijo, ni él, ni nadie me obligaría a terminar con el embarazo. Al fin tenía alguien que era solo mío. Pensando en Cristian y en todas sus mentiras, ahora que sabía que vivía aquí, lo mejor sería marcharme. Nada me ataba a Detroit. Entonces recordé a mi abuela. Fui hasta la terminal de ómnibus y compré un pasaje a Florida.Me tomó más de 20hs llegar a Miami. Estaba agotada, y me sentía re
Un hermoso varón, pesó 3850 gr y midió 58 cm. Estaba sano y fuerte. Noah era lo más hermoso que había visto en la vida, y era todo mío. La primera vez que lo pusieron en mis brazos, lloré como nunca antes. Y supe que mi vida jamás sería igual. Él lo sería todo. Haría cualquier cosa por mi pequeño tesoro.A medida que fue creciendo comenzó a parecerse a mi padre, su cabello rubio y sus mismos ojos celestes. Pero su pequeña boca, sin dudas lo había heredado de mí.Sus primeros meses fueron los más felices de mi vida. Cada sonido, cada movimiento que hacía, era como el regalo más hermoso del mundo. Tanto Bea como yo, estábamos absolutamente enamoradas del pequeño.Noah fue creciendo rápidamente, yo volví al trabajo, y mi abuela lo cuidaba durante el día. A los seis meses, dejó de tomar
El reloj de la pared marcaba casi las 9pm de la noche, sentada frente al tocador, terminé de arreglar mi largo y ondulado cabello castaño en un rodete, lo retorcí y lo sujeté con el mismo pelo. Luego retoqué mi maquillaje, mis enormes ojos color miel lucían cautivadores desde lejos, pero si te acercabas lo suficiente podrías ver la enorme tristeza que habitaba en ellos, puse un poco más de rubor sobre mis ya pronunciados pómulos, rojo carmín en mis gruesos labios en forma de corazón. Miré el lunar que adornaba la comisura derecha de mi boca y sonreí; cuando era pequeña mi abuela solía decir que era la forma en que dios había demostrado que nadie era perfecto. Me puse de pie y di un último vistazo a la ropa, hoy llevaba un traje de pantalón y saco negro, pero aún lucían mis curvas debajo de él, la trasparencia de la blanca camisa mostraba