Un hermoso varón, pesó 3850 gr y midió 58 cm. Estaba sano y fuerte. Noah era lo más hermoso que había visto en la vida, y era todo mío. La primera vez que lo pusieron en mis brazos, lloré como nunca antes. Y supe que mi vida jamás sería igual. Él lo sería todo. Haría cualquier cosa por mi pequeño tesoro.
A medida que fue creciendo comenzó a parecerse a mi padre, su cabello rubio y sus mismos ojos celestes. Pero su pequeña boca, sin dudas lo había heredado de mí.
Sus primeros meses fueron los más felices de mi vida. Cada sonido, cada movimiento que hacía, era como el regalo más hermoso del mundo. Tanto Bea como yo, estábamos absolutamente enamoradas del pequeño.
Noah fue creciendo rápidamente, yo volví al trabajo, y mi abuela lo cuidaba durante el día. A los seis meses, dejó de tomar
El reloj de la pared marcaba casi las 9pm de la noche, sentada frente al tocador, terminé de arreglar mi largo y ondulado cabello castaño en un rodete, lo retorcí y lo sujeté con el mismo pelo. Luego retoqué mi maquillaje, mis enormes ojos color miel lucían cautivadores desde lejos, pero si te acercabas lo suficiente podrías ver la enorme tristeza que habitaba en ellos, puse un poco más de rubor sobre mis ya pronunciados pómulos, rojo carmín en mis gruesos labios en forma de corazón. Miré el lunar que adornaba la comisura derecha de mi boca y sonreí; cuando era pequeña mi abuela solía decir que era la forma en que dios había demostrado que nadie era perfecto. Me puse de pie y di un último vistazo a la ropa, hoy llevaba un traje de pantalón y saco negro, pero aún lucían mis curvas debajo de él, la trasparencia de la blanca camisa mostraba
—Soy Ethan Guerrero, encantado de conocerte belleza —dijo en un tono bajo y seductor.—Candy, el gusto es mío señor Guerrero.—No, tú llámame Ethan.—Bien, Ethan. Te devuelvo tu dinero, no puedo aceptarlo —saqué el fajo de dólares de mi cadera y se lo entregué.—Nadie me dice que no, reina. Eso es para ti.—Es muy generoso de tu parte, pero es demasiado por un baile, ¿no crees?—Te lo ganaste. Eres un auténtico encanto y me has cautivado por completo.—En serio, no puedo…—No discutas conmigo reina, acéptalo y cómprate algo bonito, me daré por pagado imaginándote.—Gracias —respondí tímidamente, él me intimidaba y me ponía los pelos de punta.—¿Cómo te llamas realmente?—Candy &mda
A las 8am la alarma sonó como cada sábado. Di unas vueltas en la cama, las pocas horas de sueño que tenía no me bastaban. De un manotazo apagué el reloj y sin abrir los ojos me giré y volví a enredarme en el edredón.—¡Despierta mamá! Llegaremos tarde otra vez —gritó una pequeña voz mientras saltaba en mi cama.—Ya Noah… cinco minutos más… —rogué.—Nada de cinco minutos, vamos levántate dormilona —me giré hasta él, de un tirón lo empujé a mis brazos y comencé a hacerle cosquillas sin piedad, mientras reía a carcajadas.—Eres un mandón y lo pagarás —dije entre risas.—Ya para, detente. Me rindo.—Así me gusta, que sepas quién manda, pequeño.—Yo, por supuesto —respondi&oacu
El domingo llevé a Noah a la playa y jugamos un buen rato en la arena. Luego volvimos a casa. Los domingos no trabajaba, por lo que me dediqué a cocinar un exquisito pollo relleno, el favorito de mi hijo, con puré de patatas y guisantes. Cenamos los tres juntos, y luego vimos una película, de súper héroes, claro. Los vengadores fue la elegida. Agotado Noah se durmió a la mitad, aún en mis brazos. Lo llevé a su cama y lo acosté, quité sus gafas y lo arropé. Besé su frente y volví a la sala. Me serví una cerveza y me tiré en el sofá. Bea se fue a la cama, por lo que pude disfrutar de un rato para mí.El teléfono móvil sonó, no conocía el número, pero igual atendí.—¿Sí? —pregunté cautelosa.—Hola reina, ¿cómo estás?—E
Cada noche Ethan se aparecía en el club, luego de mi primer baile, en el que él estaba en primera fila, pedía el salón "Diamante" y me mantenía con él por el resto de la noche. Solo hablando, haciéndole compañía y no dejando que baile para nadie más. Como si tuviera alguna especie de exclusividad conmigo. Siempre estaba en compañía de Owen y Ryan, y algunas veces se le unía Isaac, que andaba babeando por Amber. Ella encantada lo llenaba de atenciones.Era extraño ver los cambios de mi dios griego, cuando me miraba a mí sus ojos eran cálidos, sinceros trasparentes y llenos de bondad. Pero cuando se dirigía al resto, se trasformaba, se volvía alguien a quien temer.Ethan no había intentado llevarme a la cama aún. Solo una vez, mientras me dejaba en mi casa, luego de mi turno en "Diosa" se acercó a mí,
Los días pasaron rápido, luego del parte médico me marchaba al asilo y cuando terminaba volvía al hospital a ver a mi hijo, una vez a la semana recibía la quimio y ese día me quedaba con él. El resto de las noches me iba a trabajar mientras Bea lo cuidaba en el hospital. Ethan había vuelto al club y me traía de regreso cada noche y se despedía con un beso en mis labios, dulce y corto. Vi a Ryan algunas noches, estaba al tanto de lo que sucedía y siempre me preguntaba por el estado de Noah y si necesitaba cualquier cosa que no dudara en llamarlo. Me dio su número de teléfono y prometí hacerlo si lo necesitaba.Unas cuantas semanas después, Sofía volvió a hablar conmigo.—No está dando resultado Emi. Su cáncer es muy agresivo y la quimio no ayuda, solo lo debilita más.—¿Otro trasplante?—No es
Me limpié y me acomodé la ropa ágilmente.—Lo siento Em… —dijo con pesar.—No lo sientas, yo lo disfruté.—¿Y crees que yo no? Morocha eres mi maldita perdición… pero si Ethan se entera…—No te preocupes por eso, no lo sabrá por mí. No te hará daño.—No me preocupa lo que pueda hacerme a mí. Eres tú quien me preocupa —me quedé helada ante su declaración.—Bien, no lo sabrá y listo.—Debes tener mucho cuidado Em, Ethan es muy peligroso.—Lo sé.—No, no lo sabes. Créeme.—Tendré cuidado, lo prometo.—Yo te cuidaré siempre Em, no dudes de eso —algo en su mirada lograba que le creyera, no había ninguna duda en él.—Gracias Ryan. Debo irme.&mda
—Ethan lo que me pides es una locura… sé razonable.—Lo soy. No te pedí que te cases conmigo, aún. Solo viviremos juntos.—Pero… Noah va a la escuela, su doctora está aquí… y mi abuela…—Ella puede venir con nosotros. Y en cuanto a su tratamiento, no te preocupes, vendremos cuantas veces sea necesario. Vivo un poco aquí y otro poco en el Caribe. Así que no hay problema.—Yo…—Quieres salvar a Noah, ¿no?—Por supuesto que sí.—Bien, conmigo tendrás absolutamente todo lo que quieras y necesites. Al igual que él. Puedo pagarle los mejores médicos, el mejor tratamiento. Te sorprendería lo que el dinero puede hacer.Pensar que podía salvar a Noah, era todo lo que necesitaba escuchar. Cerré los ojos y tomé mi decisión.—Bi