El domingo llevé a Noah a la playa y jugamos un buen rato en la arena. Luego volvimos a casa. Los domingos no trabajaba, por lo que me dediqué a cocinar un exquisito pollo relleno, el favorito de mi hijo, con puré de patatas y guisantes. Cenamos los tres juntos, y luego vimos una película, de súper héroes, claro. Los vengadores fue la elegida. Agotado Noah se durmió a la mitad, aún en mis brazos. Lo llevé a su cama y lo acosté, quité sus gafas y lo arropé. Besé su frente y volví a la sala. Me serví una cerveza y me tiré en el sofá. Bea se fue a la cama, por lo que pude disfrutar de un rato para mí.
El teléfono móvil sonó, no conocía el número, pero igual atendí.
—¿Sí? —pregunté cautelosa.
—Hola reina, ¿cómo estás?
—E
Cada noche Ethan se aparecía en el club, luego de mi primer baile, en el que él estaba en primera fila, pedía el salón "Diamante" y me mantenía con él por el resto de la noche. Solo hablando, haciéndole compañía y no dejando que baile para nadie más. Como si tuviera alguna especie de exclusividad conmigo. Siempre estaba en compañía de Owen y Ryan, y algunas veces se le unía Isaac, que andaba babeando por Amber. Ella encantada lo llenaba de atenciones.Era extraño ver los cambios de mi dios griego, cuando me miraba a mí sus ojos eran cálidos, sinceros trasparentes y llenos de bondad. Pero cuando se dirigía al resto, se trasformaba, se volvía alguien a quien temer.Ethan no había intentado llevarme a la cama aún. Solo una vez, mientras me dejaba en mi casa, luego de mi turno en "Diosa" se acercó a mí,
Los días pasaron rápido, luego del parte médico me marchaba al asilo y cuando terminaba volvía al hospital a ver a mi hijo, una vez a la semana recibía la quimio y ese día me quedaba con él. El resto de las noches me iba a trabajar mientras Bea lo cuidaba en el hospital. Ethan había vuelto al club y me traía de regreso cada noche y se despedía con un beso en mis labios, dulce y corto. Vi a Ryan algunas noches, estaba al tanto de lo que sucedía y siempre me preguntaba por el estado de Noah y si necesitaba cualquier cosa que no dudara en llamarlo. Me dio su número de teléfono y prometí hacerlo si lo necesitaba.Unas cuantas semanas después, Sofía volvió a hablar conmigo.—No está dando resultado Emi. Su cáncer es muy agresivo y la quimio no ayuda, solo lo debilita más.—¿Otro trasplante?—No es
Me limpié y me acomodé la ropa ágilmente.—Lo siento Em… —dijo con pesar.—No lo sientas, yo lo disfruté.—¿Y crees que yo no? Morocha eres mi maldita perdición… pero si Ethan se entera…—No te preocupes por eso, no lo sabrá por mí. No te hará daño.—No me preocupa lo que pueda hacerme a mí. Eres tú quien me preocupa —me quedé helada ante su declaración.—Bien, no lo sabrá y listo.—Debes tener mucho cuidado Em, Ethan es muy peligroso.—Lo sé.—No, no lo sabes. Créeme.—Tendré cuidado, lo prometo.—Yo te cuidaré siempre Em, no dudes de eso —algo en su mirada lograba que le creyera, no había ninguna duda en él.—Gracias Ryan. Debo irme.&mda
—Ethan lo que me pides es una locura… sé razonable.—Lo soy. No te pedí que te cases conmigo, aún. Solo viviremos juntos.—Pero… Noah va a la escuela, su doctora está aquí… y mi abuela…—Ella puede venir con nosotros. Y en cuanto a su tratamiento, no te preocupes, vendremos cuantas veces sea necesario. Vivo un poco aquí y otro poco en el Caribe. Así que no hay problema.—Yo…—Quieres salvar a Noah, ¿no?—Por supuesto que sí.—Bien, conmigo tendrás absolutamente todo lo que quieras y necesites. Al igual que él. Puedo pagarle los mejores médicos, el mejor tratamiento. Te sorprendería lo que el dinero puede hacer.Pensar que podía salvar a Noah, era todo lo que necesitaba escuchar. Cerré los ojos y tomé mi decisión.—Bi
Fue sencillo instalarme en casa de Ethan. Había demasiado espacio, como para un ejército, y yo solo traía ropa y juguetes. Tuve que renunciar al asilo también, y con una pena enorme me despedí de mis queridos viejitos. Pero prometí que los visitaríamos siempre que pudiéramos.La gigantesca casa estaba alojada en North Bay Road. Y parecía el hogar de una estrella de cine. Un parque precioso escondido detrás de los altos muros de entrada. El recibidor amplio, con unos hermosos pisos de madera clara, y paredes en color arena. Era muy moderna, la escalera en medio sin barandal de doble espacio y en forma de L. a la izquierda una oficina lujosa y masculina, seguida por una sala privada, con sitio para el entretenimiento. Del otro lado una hermosa estancia, con chimenea y muebles negros que dejaba ver el comedor formal por sus puertas dobles abiertas. Luego estaba la cocina, me enamoré de ella ape
Ethan tardó dos días en conseguir que aceptaran a Noah en el ensayo. No quise preguntar cómo lo hizo, me bastaba saber que mi hijo tendría una oportunidad.Esa noche cuando vino al hospital, decidí presentárselo.—Cariño, quiero presentarte a alguien —dije con voz temblorosa, nunca antes le había presentado ningún hombre y Noah era muy celoso de mí.—Hola campeón ¿Cómo te sientes? —dijo Ethan mientras se acercaba a él cargando unas bolsas. Por descontado que le había comprado unos cuántos sobornos, para ganarse su aprobación.—¿Quién eres tú? —preguntó mi hijo con cara de pocos amigos.—Él es Ethan, mi novio, cariño —interrumpí.—¿Tú novio? ¿Desde cuándo sales con hombres? —dijo enojado y s
Temprano en la mañana Sofi vino a la habitación a preparar a Noah para el traslado. Ella y una enfermera nos acompañarían durante el viaje, y luego volverían en el mismo avión. Nos despedimos de la abuela Bea y cuando todo estuvo listo, la ambulancia vino por nosotros, Noah y ellas dos subieron, Ethan, yo, Ryan y Owen los seguimos en el auto hasta el aeropuerto. Las manos me temblaban y no podía dejar de mover las piernas involuntariamente.—Cálmate, amor. Todo estará bien —dijo Ethan apoyando su mano sobre las mías para evitar que me moviera compulsivamente.—Lo siento, estoy muy nerviosa.—Lo sé. Pero trata de relajarte o Noah se pondrá muy nervioso.—Sí, tienes razón.Me bajé apresuradamente cuando llegamos a la pista donde el avión sanitario nos esperaba, y corrí a su encuentro con una sonrisa.
Dos días después de llegar, Noah comenzó el ensayo. Me quedé fuera de la sala estéril mientras se lo hacían. Tardarían más de dos horas, por lo que me fui a la cafetería por un café.Estaba sentada bebiendo mi chocolate caliente cuando Ryan apareció. Su inmensa figura era fácil de reconocer, sonrió al verme.—Hola morocha.—Hola bombón —dije en el mismo tono seductor que él usaba conmigo a solas. Me regaló una sonrisa de lado, de esas que te hacen mojar hasta las medias.—¿Está bueno?—Ni te imaginas, por algo son los reyes del chocolate, ¿no? —se estiró y con la yema del dedo limpió un resto de chocolate de la comisura de mi labio y se lo llevó a la boca, en el gesto más sensual que hubiera visto en mi vida.—Tienes razón, lo má