Capítulo L: Madre Superiora (Parte Uno)Leyna estaba sentada en un banco de madera que estaba cerca de una ventana y al costado del pasillo.Ella y las niñas habían sido las primeras en llegar al tercer piso. Nora le había mostrado el despacho de la madre superiora, pero Leyna no se atrevía a entrar sola, por lo que decidió esperar a Josh, para así enfrentar juntos este nuevo muro que se construía delante de ella. Leyna no dejaba de tener un nudo en el estómago y las manos le sudaban.Josh apareció con Hanna conversando de lo más animados. Ellos terminaron de subir el último peldaño y Leyna se levantó de aquel asiento de madera.—¡Cielos! ¡Se vinieron a paso de caracol! ¡Pensé que se habían perdido! ¡Este lugar es muy grande, que temí lo peor! —exclamó Leyna con una sonrisa al ver al par.Josh ladeó el rostro y no dijo nada. Él tenía un remolino de sentimientos confusos que no daban cabida a una salida, sin embargo, todo eso desaparecía cuando la miraba.Josh miraba a Leyna embobado
Capítulo LI: Madre Superiora (Parte Dos)Aida con ambas manos incrustadas en los hombros de Leyna, no le dejaba moverse.Leyna comenzó a sentir un nudo en la garganta como si algo la asfixiara, su cuerpo tembló y sus extremidades comenzaban a hormiguear, que ella le soltó la mano a Josh, y se abrazó a sí misma. Ella temía que le diera un ataque de pánico.Josh de inmediato se dio cuenta del poder de manipulación que la Señora Aida Jung ejercía en contra de Leyna, que, de un movimiento nada sutil, la movió detrás de él. Josh le hizo frente a esa Señora que irradiaba un aura oscura.Los brazos de Aida cayeron a cada lado de su cuerpo con violencia y a través de sus lentes ópticos observó al joven: Josh tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa, además de empuñar sus manos.Leyna apoyó su frente en la espalda de Josh, y respiró hondo varias veces, al mismo tiempo que se masajeaba el cuello. Esa sensación le abrumaba, pero su psiquíatra le había enseñado a enfrentar aquellos síntomas qu
Capítulo LII: Recuerdos DolorososLos jóvenes salieron del despacho, sin soltarse de las manos.Leyna tenía un zumbido en la cabeza y Josh no dejaba de tensar la mandíbula. Todo su plan de adopción podía irse a la basura si es que se volvía un enemigo innato de Aida, cosa que al parecer había conseguido.Las niñas se dieron cuenta de que los jóvenes salían del despacho de Aida Jung, por lo que corrieron a su encuentro.—¿Tan mal salió? —cuestionó Hanna al ver los rostros de Leyna y Josh. Ambos lucían estresados, tensos y decepcionados. —Es una bruja —espetó Josh haciendo una mueca—. Tenías razón en todo.Hanna, Nora y Gretel se rieron.—Te lo dije —repitió Hanna riendo. —Pero más que su actitud —comentó Josh—. Creo que esa señora esconde algo y por eso siempre está a la defensiva. No me da buena espina.Leyna ladeó la cabeza y apretó la mano de Josh.Josh le miró a la cara.—¿Crees que sea algo con respecto a mi pasado? A mí también me pareció que mi presencia era una molestia, com
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab
Josh vestido en un traje azul impecable, estaba sentado en la mesa larga de ébano del comedor principal de la mansión, tomándose su café matutino y leyendo la sección de economía en el periódico.Las ganancias de la fabricación de autos de lujo estaban dando más dinero de lo esperado, que lo posicionaban en la mejor empresa del año. Sonrió un poco nostálgico, porque si su padre estuviera vivo, entonces él sería un orgullo para el Señor Bemberg.Dejó el periódico a su lado y tomó la taza de café desde el mango de la loza. Pero el trago que dio al líquido negro y fuerte, fue más amargo de lo normal, ya que escuchó de manera violenta el freno de un vehículo.«Hendrik de nuevo» pensó apretando sus dientes y perdiendo la paciencia. Su día estaba arruinado, eso era seguro.Él se levantó para ver si su intuición era la correcta. Comenzó acercarse hacia la puerta de la mansión, justo donde quedaba la terraza de sillones de mimbre blanco, pero cada que caminaba más y más, los lamentos y los so
Capítulo III: Inocencia PuraEl doctor Fisher le dio la mano, pero no estaba muy convencido. Además, el apellido de Josh le sonaba, pero no sabía de qué, el doctor no podía recordar, sin embargo, todas las dudas se disiparon cuando escuchó la angustia en la voz del joven. —¿Cómo esta ella? —preguntó Josh con notable preocupación en su voz.El doctor suspiró con pesar.—No voy a mentirle. La señorita Keller está gravemente herida. Ella fue atropellada a gran velocidad, por lo que en estos momentos estamos haciendo todo lo posible para salvarle la vida.Escuchar eso, fue como si a Josh le pusieran una mochila cargada de piedras sobre sus hombros. Sus ojos dorados se fijaron en el suelo y por un segundo pensó que se desplomaría ahí mismo. Era cierto que no conocía a la joven, pero es que el hecho le estaba afectando más de lo esperado, al darse cuenta de la conexión que tenían en común, ya que su victimario era su hermano.El doctor notó la angustia del joven y extendió su brazo hacia
Capítulo IV: La Señorita Keller está en Coma InducidoJosh se había quedado dormido en el sillón de la sala de espera, sin embargo, un suave remezón en su hombro lo despertó de golpe. Tragó saliva cuando vio a un policía delante de él.—¿Señor Bemberg?—Si, soy yo —Josh se puso en pie y le tendió la mano al policía, el policía de inmediato lo estrecho, saludándose.—Nos dijeron que usted es el novio de la chica que ha sido atropellada.—Si, así es.—Bueno le comento que, en ese caso, necesitamos hablar con un familiar directo de ella, ya que debemos recabar más antecedentes. Josh arrugó sus cejas.—Soy su prometido —mintió seguro de sí mismo—. Puede decirme todo a mí.Él desconocía si Leyna tenía o no familia, pero prefería hacerse cargo de todo, ya que, si involucraba a la familia de Leyna, entonces todos descubrirían su mentiría, y sería aún peor.El policía frunció el ceño, pero reconoció que el hombre que decía ser el prometido de aquella mujer desconocida, era nada menos que el