Capítulo LV: SueñoLeyna se puso de puntitas y se atrevió a besar los labios de él.Un beso suave, tierno y a la vez el calmante natural que necesitaba Josh para no enloquecer. Sus brazos se deslizaron detrás del cuello de su prometido y Josh la aprisionó de la cintura. Se besaron por largo tiempo, hasta que ella se alejó un poco, jugó con los botones de la camisa de él, al mismo tiempo que siguió mirándole con ojos de amor.—¿Crees que puedas deshacer este contrato? —preguntó ella con voz melódica e hizo un morrito —. La verdad es que ya no quiero seguir aquí. Este ambiente me hace mal.Josh suspiró y se echó hacia atrás, sentándose en el borde del escritorio y llevándose con él a Leyna, ya que no le soltó la cintura. Leyna se recostó en el pecho de él. —Si —respondió sin dejar de mirarla embobado.—Entonces no hay nada más que hacer aquí. Deberíamos irnos.—¿Quieres llevarte algo de aquí? —cuestionó Josh mirando alrededor de la habitación—. Yo tampoco deseo volver a este lugar.Le
Capítulo LVI: JuramentoLeyna le miró con inocencia y a la vez mostrando una disculpa.—Quisiera recordarte a ti también… —susurró con la voz desgarrada—. Sobre todo a ti, Josh.Josh se sobó la nuca y una punzada le molestó el pecho.—El doctor ya nos explicó que la memoria a corto plazo es más frágil y difícil de volver, quizás por eso no me recuerdas —mintió Josh sintiéndose como un patán.Los ojos azules de Leyna decayeron y sus labios se curvaron hacia abajo.—Desearía no haberte olvidado, lo siento mucho Josh.Josh se separó de borde del escritorio y acorraló a Leyna en la ventana. Sus grandes manos acunaron el rostro delicado de la chica. Besó su frente y luego la atrajo a su pecho, mientras no dejaba de peinar su largo cabello. Ambos se fundieron en un abrazo.A Leyna le dolía no recordarle, y a Josh le dolía mentirle, porque era cierto que él antes del accidente no existía en la vida de Leyna, pero ella no lo sabía.—Bueno —dijo Josh mermando el dolor que le quemaba en sus ent
Capítulo LVII: Un Problema MenosLeyna había comenzado a estudiar la maestría de manera online por lo que ese hecho la tenía muy contenta y entusiasmada. Josh le había regalado un notebook para su uso personal, así pues en las mañanas ella estudiaba de ocho a una de la tarde, y después de almuerzo junto Amelia afinaban todos los detalles de su boda. Además, pronto saldría Hendrik del centro de rehabilitación y los jóvenes habían acordado realizar la boda, justo después de su salida.Ella también seguía con sus sesiones de psiquiatría, pero ahora una vez a la semana.Leyna le había contado a su doctor que comenzaba a recordar la mayoría de sus experiencias y vivencias, las cuales eran complementadas con su presente. La tenían muy feliz, pero su doctor le había enfatizado que estuviera preparada, porque su memoria iba a volver sí o sí.Ella sabía que en cualquier momento su mente iba a desencadenar lo peor, recordando los hechos traumáticos que por su propio bien, se había obligado a ol
Capítulo LVIII: Gilbert Nassau (Parte Uno)Josh se echó hacia atrás en su asiento de cuero, puso sus palmas en su estómago y cerró los ojos.Él deseaba resolver todos los asuntos que empañaban su tranquilidad y su felicidad, por lo que se comenzó a plantear escenarios imaginarios y la solución a ellos para así cuando ocurrieran no lo tomaran desprevenido, pero aquel plan mental no duro nada, cuando el teléfono de su escritorio nuevamente sonó, sacándolo de sus múltiples y caóticos pensamientos. Presionó el botón de voz alta.—Si —respondió Josh de mala ganas.—Señor Bemberg —habló nuevamente su secretaria con esa voz cantarina—. El señor Nassau quiere verle y está aquí.Josh enderezó su espalda y un nudo se le formó en el centro del estómago al escuchar de quien se trataba. Bufó cansado, pero era algo inevitable este encuentro, ya que era su socio más antiguo, por lo que no podía hacerle un desaire.—Dígale que pase —pidió claro—. Y luego por favor nos traes dos cafés y unas galleta
Capítulo LIX: Gilbert Nassau (Parte Dos)Los ojos mieles de Josh reflejaban la verdad.—Ya veo… —Gilbert sonrió forzadamente—. Así que hay alguien. Le romperás las ilusiones a mi niña.—Lo sé, pero no puedo ir contra mis valores ni mis principios. Mi felicidad y mi vida personal están por sobre esta empresa y por sobre todo el dinero que podría generar en esta fusión. Mi padre construyó un imperio y estoy muy agradecido por ello, que lo pienso cuidar a toda costa, pero no sacrificare mi vida por algo material —manifestó Josh—. Y jamás haría feliz a tu hijastra, porque sencillamente no la amo y nunca podría hacerlo. Ya estoy enamorado de alguien más.—En realidad pensé que no amarías a nadie más, después de ella —comentó Gilbert, abriendo una herida que Josh sabía que estaba ahí, pero que solía olvidar.Josh de inmediato se tensó en su asiento. Él se echó hacia atrás, y apretó sus manos una con la otra en una frustración difícil de erradicar. Recordó que eso había sido un capricho de n
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab
Josh vestido en un traje azul impecable, estaba sentado en la mesa larga de ébano del comedor principal de la mansión, tomándose su café matutino y leyendo la sección de economía en el periódico.Las ganancias de la fabricación de autos de lujo estaban dando más dinero de lo esperado, que lo posicionaban en la mejor empresa del año. Sonrió un poco nostálgico, porque si su padre estuviera vivo, entonces él sería un orgullo para el Señor Bemberg.Dejó el periódico a su lado y tomó la taza de café desde el mango de la loza. Pero el trago que dio al líquido negro y fuerte, fue más amargo de lo normal, ya que escuchó de manera violenta el freno de un vehículo.«Hendrik de nuevo» pensó apretando sus dientes y perdiendo la paciencia. Su día estaba arruinado, eso era seguro.Él se levantó para ver si su intuición era la correcta. Comenzó acercarse hacia la puerta de la mansión, justo donde quedaba la terraza de sillones de mimbre blanco, pero cada que caminaba más y más, los lamentos y los so