Capítulo XLIX: Orfanato (Parte Siete)Josh se dio vuelta a mirar a la pequeña, que nuevamente se había quedado petrificada en uno de los escalones de madera.—Pero si me adoptas ¿qué serias de mí? —preguntó la niña curiosa, llevándose el dedo índice a la boca.—¡Mierda! —maldijo nuevamente Josh, arrugando su nariz recta—. No he pensado en eso. Mi impulso por sacarlas de aquí ha sido más fuerte.—Deja de decir malas palabras delante de los niños —reprendió Hanna con el ceño fruncido—. Leyna nos enseñó que debemos ser niñas educadas y que esa palabra no deberías estar en nuestro vocabulario.Josh rodó los ojos, al escuchar que Leyna aquí, Leyna allá.—¿Algo que Leyna no le hayas enseñado? —preguntó él con sarcasmo, pero por dentro se alegraba de que aquella mujer que estaba a su lado, fuera tan buena con los niños. Eso era un indicio para él, de que Leyna podría ser una excelente madre a futuro.—No —respondió Hanna con una sonrisa—. Ella es la que siempre nos ha cuidado, incluso más qu
PASADO IHACE 18 AÑOS ATRÁSMadison Nassau estaba sentada en su cama, temblando como una hoja y mordiéndose las uñas de su dedo índice, miraba con cierta cautela a su pequeña hija que estaba a puertas de cumplir cuatro años.La pequeña que se llamaba Angelina Hoffman Nassau, estaba sentada sobre la alfombra jugando con su muñeca, mientras era ajena a todo lo que ocurría a su alrededor.Madison sin poder aguantarlo más, se puso de pie y se acercó a la ventana. Se abrazó a sí misma y sus pensamientos comenzaron a ir a mil por horas; el dolor la estaba consumiendo por dentro al igual que un animal hambriento a punto de morir.Hace solo algunos meses es que había tenido las dos perdidas más importantes de su vida; primero la muerte de su madre, su pilar, su amiga, su confidente, había partido a causa de un cáncer que no pudo curarse y luego el trágico accidente de tráfico en el cual se vio involucrado su esposo ocasionándole que, debido a las graves heridas de su condición, también perdie
PASADO IIHACE 18 AÑOS ATRÁSJosh se puso delante de Madison. Los ojos de Madison tenían un azul cielo muy peculiares y hermosos, pero esos ojos estaban apagados por la desesperanza y el dolor de la perdida de sus seres más queridos, nada a lo que Angelina representaba, que eran los ojos azules más brillantes e inocentes que había visto en su vida.—Quiero que ella se quede aquí —exigió Josh y extendió su mano para que Madison le pasara la mochila.Madison alzó una ceja y se la tendió.—Ya lo hace —replicó ella con voz burlona.Josh negó con la cabeza y luego frunció el ceño mirándola mal. Apretó el asa de la mochila cuando la sostuvo en una de sus manos, ya que notaba la burla en la voz de Madison. —Quiero que Angelina se quede para siempre. Quiero que viva con nosotros y no contigo.—Soy su madre —respondió Madison divertida por aquella petición tan descabellada que se le había ocurrido a Don Perfecto—. Legalmente tiene que estar a mi cuidado. Si el gobierno sabe que estoy abandona
Capítulo L: Madre Superiora (Parte Uno)Leyna estaba sentada en un banco de madera que estaba cerca de una ventana y al costado del pasillo.Ella y las niñas habían sido las primeras en llegar al tercer piso. Nora le había mostrado el despacho de la madre superiora, pero Leyna no se atrevía a entrar sola, por lo que decidió esperar a Josh, para así enfrentar juntos este nuevo muro que se construía delante de ella. Leyna no dejaba de tener un nudo en el estómago y las manos le sudaban.Josh apareció con Hanna conversando de lo más animados. Ellos terminaron de subir el último peldaño y Leyna se levantó de aquel asiento de madera.—¡Cielos! ¡Se vinieron a paso de caracol! ¡Pensé que se habían perdido! ¡Este lugar es muy grande, que temí lo peor! —exclamó Leyna con una sonrisa al ver al par.Josh ladeó el rostro y no dijo nada. Él tenía un remolino de sentimientos confusos que no daban cabida a una salida, sin embargo, todo eso desaparecía cuando la miraba.Josh miraba a Leyna embobado
Capítulo LI: Madre Superiora (Parte Dos)Aida con ambas manos incrustadas en los hombros de Leyna, no le dejaba moverse.Leyna comenzó a sentir un nudo en la garganta como si algo la asfixiara, su cuerpo tembló y sus extremidades comenzaban a hormiguear, que ella le soltó la mano a Josh, y se abrazó a sí misma. Ella temía que le diera un ataque de pánico.Josh de inmediato se dio cuenta del poder de manipulación que la Señora Aida Jung ejercía en contra de Leyna, que, de un movimiento nada sutil, la movió detrás de él. Josh le hizo frente a esa Señora que irradiaba un aura oscura.Los brazos de Aida cayeron a cada lado de su cuerpo con violencia y a través de sus lentes ópticos observó al joven: Josh tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa, además de empuñar sus manos.Leyna apoyó su frente en la espalda de Josh, y respiró hondo varias veces, al mismo tiempo que se masajeaba el cuello. Esa sensación le abrumaba, pero su psiquíatra le había enseñado a enfrentar aquellos síntomas qu
Capítulo LII: Recuerdos DolorososLos jóvenes salieron del despacho, sin soltarse de las manos.Leyna tenía un zumbido en la cabeza y Josh no dejaba de tensar la mandíbula. Todo su plan de adopción podía irse a la basura si es que se volvía un enemigo innato de Aida, cosa que al parecer había conseguido.Las niñas se dieron cuenta de que los jóvenes salían del despacho de Aida Jung, por lo que corrieron a su encuentro.—¿Tan mal salió? —cuestionó Hanna al ver los rostros de Leyna y Josh. Ambos lucían estresados, tensos y decepcionados. —Es una bruja —espetó Josh haciendo una mueca—. Tenías razón en todo.Hanna, Nora y Gretel se rieron.—Te lo dije —repitió Hanna riendo. —Pero más que su actitud —comentó Josh—. Creo que esa señora esconde algo y por eso siempre está a la defensiva. No me da buena espina.Leyna ladeó la cabeza y apretó la mano de Josh.Josh le miró a la cara.—¿Crees que sea algo con respecto a mi pasado? A mí también me pareció que mi presencia era una molestia, com
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab