CAPÍTULO 43

—Tal vez estoy paranoica —declaró Marisa, viendo por la ventana a Maximina jugando con Mía en el jardín—, pero creo que Olga no es tan buena como nos hizo pensarlo... Maximiliano, creo que ella hará algo para llevarse a Mía.

Maximiliano se levantó de donde estaba trabajando y caminó hasta la ventana donde Marisa se recargaba, tomándola por los hombros y obligándola a encararlo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó el hombre, comenzando a sentirse preocupado también—. ¿Por qué crees que ella se la querría llevar?

—Olga le prometió a Mía que volvería por ella —explicó la joven, sin lograr dejar de pensar en la expresión de esa mujer que había dejado la casa minutos atrás—, su expresión era terrorífica, como si al fin mostrara sus verdaderos colores.

—¿Qué quieres decir con sus verdaderos colores? —preguntó Maximiliano, intrigado por la angustia de esa joven.

—Ella le dijo a tu mamá que nos encontrábamos muy noche y nos separábamos de madrugada —explicó Marisa—, lo hizo ver como una broma,
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