CAPÍTULO 42

—A mí me apena mucho pedirte esto, Maximiliano —dijo Olga, comenzando a llorar—, pero necesito un préstamo urgente.

Maximiliano, sintiéndose en extremo incómodo por las lágrimas de esa mujer, aclaró la garganta y, cuando la vio comenzar a temblar, se quedó en blanco.

Él no era bueno consolando personas, y no quería tener que abrazar o tocar a esa mujer que, no entendía bien la razón de ello, pero no le terminaba de caer demasiado bien.

» No pensé que mi exnovio acudiría hasta aquí, pero, si no le doy el dinero, no podré volver a dormir segura; ese sujeto es en extremo violento, no sé qué pensé al enamorarme de él —declaró la joven con el rostro cubierto por sus manos—... De verdad, lamento pedirte esto, pero, por favor, hazme ese préstamo. Te juro que te devolveré hasta el último peso, te pagaré incluso intereses si así lo dispones.

—Si ese sujeto es peligroso, yo creo que sería mejor que llames a la policía —declaró Maximiliano, que prefería hacer las cosas complicadas, pero bien, po
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