—A mí me apena mucho pedirte esto, Maximiliano —dijo Olga, comenzando a llorar—, pero necesito un préstamo urgente.Maximiliano, sintiéndose en extremo incómodo por las lágrimas de esa mujer, aclaró la garganta y, cuando la vio comenzar a temblar, se quedó en blanco.Él no era bueno consolando personas, y no quería tener que abrazar o tocar a esa mujer que, no entendía bien la razón de ello, pero no le terminaba de caer demasiado bien.» No pensé que mi exnovio acudiría hasta aquí, pero, si no le doy el dinero, no podré volver a dormir segura; ese sujeto es en extremo violento, no sé qué pensé al enamorarme de él —declaró la joven con el rostro cubierto por sus manos—... De verdad, lamento pedirte esto, pero, por favor, hazme ese préstamo. Te juro que te devolveré hasta el último peso, te pagaré incluso intereses si así lo dispones.—Si ese sujeto es peligroso, yo creo que sería mejor que llames a la policía —declaró Maximiliano, que prefería hacer las cosas complicadas, pero bien, po
—Tal vez estoy paranoica —declaró Marisa, viendo por la ventana a Maximina jugando con Mía en el jardín—, pero creo que Olga no es tan buena como nos hizo pensarlo... Maximiliano, creo que ella hará algo para llevarse a Mía.Maximiliano se levantó de donde estaba trabajando y caminó hasta la ventana donde Marisa se recargaba, tomándola por los hombros y obligándola a encararlo.—¿De qué estás hablando? —preguntó el hombre, comenzando a sentirse preocupado también—. ¿Por qué crees que ella se la querría llevar?—Olga le prometió a Mía que volvería por ella —explicó la joven, sin lograr dejar de pensar en la expresión de esa mujer que había dejado la casa minutos atrás—, su expresión era terrorífica, como si al fin mostrara sus verdaderos colores.—¿Qué quieres decir con sus verdaderos colores? —preguntó Maximiliano, intrigado por la angustia de esa joven.—Ella le dijo a tu mamá que nos encontrábamos muy noche y nos separábamos de madrugada —explicó Marisa—, lo hizo ver como una broma,
“Lo estuve pensando mucho, y creo que tienes razón, no merezco involucrarlos en mis asuntos, por eso te devuelvo el dinero y el empleo. Intentaré solucionar esto por mi cuenta. Muchas gracias por todo, nos veremos después.”Maximiliano leyó el mensaje, contrariado, y luego recibió una notificación de su banco en donde le informaban que la misma cantidad, que había sido retirara días atrás, estaba siendo abonada a su cuenta.—Esto me da un mal presentimiento —declaró el hombre, y pensó en no comentarlo a su madre.De todas formas, ella ya no se encontraría tan fácilmente con esa mujer, así que no había manera de que se enterara de que Olga estaba en problemas y quisiera ayudarla luego de reprenderlo por no ser una buena persona con ella.El hombre terminó de arreglarse, vio a Marisa salir de su habitación, también muy arreglada, Marisa desayunó mientras Maximiliano bebía un café y, luego de eso, ambos se dirigieron a la torre, cada uno en su auto.Y es que, aunque Maximiliano se moría
FLASHBACK—Creo que ya es tiempo de que me expliquen qué es eso de sus encuentros nocturnos. ¿No creen que ya pasaron mucho tiempo haciéndole al cuento? —preguntó Maximina cuando se encontraron con ella en el estudio, luego de la mujer los mandara llamar a ambos. —Solo fue una vez, madre —aseguró Maximiliano, queriendo comenzar a aclarar el malentendido desde ahí. —Una vez, dos veces o diez veces, eso no es lo que importa, Maximiliano Santillana —aseguró la mayor, fingiendo molestia, pues ella conocía a los suyos, y sabía lo lentos que eran, así que no buscaba regañarlos, lo que quería era darles un empujón—. Lo importante aquí es que el sexo fuera del matrimonio no es algo que esté bien visto por mí. —¿Qué? —preguntó la joven castaña en un hilo de voz—. No, señora, nosotros...—Marisa, no me interrumpas —pidió la mayor, dejando sin aire a la mujer que mencionaba—. Yo entiendo que no son unos niños, y también conozco los sentimientos que comparten, pero espero que ambos entiendan q
Marisa lo pensó un poco. No es que esa fuera la sala más concurrida, de hecho, servía más tiempo como comedor de empleados que de otra cosa y, por su gran tamaño, casi parecía un desperdicio. De hecho, en un par de ocasiones, ella había pensado en transformar ese espacio, pero nunca encontró nada bueno para hacer en ese lugar.—No sé qué tan buena idea sea un restaurante en la entrada de la torre —declaró Marisa, que no se negaba aún, pero sopesaba las implicaciones.—Es comida saludable —señaló Karina—, nada frito y pocas cosas cocidas. En realidad, son más frutas y verduras que otra cosa, así que no habría olores muy escandalosos. Y, si no te molesta, podríamos pintar estos cristales para que no se vea de un lado a otro, incluso podríamos sellar esta puerta para que no haya acceso de un lado al otro tampoco.Marisa miró el lugar, porque ya estaban en él, y caminó imaginando lo que la otra iba señalando.» Sería bueno poder acceder desde aquí al tercer piso, así se notaría que todo e
Los días de paz parecían interminables, y Maximiliano y Marisa estaban disfrutando de la tranquilidad con que avanzaban de la mano paso a paso.—No puedo creer que mi primera cita contigo sea con Mía yendo con nosotros —farfulló Maximiliano, viendo llegar a su novia hasta él con Mía de la mano—. ¿Así cómo podría llevarte a un hotel?Marisa se rio sobre ese comentario, tanto que Mía también se rio y, en acto reflejo, Maximiliano lo hizo también.—Deja de hacerme propuestas indecorosas —pidió la joven, de cabello castaño y ojos cafés, levantando a Mía en brazos—, si me vuelves a proponer ir a un hotel, le voy a decir a tu mamá.—¡Totel! —gritó Mía y los dos adultos que estaban con ella hasta dejaron de respirar por la sorpresa que les dio que ella repitiera, de todas las palabras, justamente esa.—¡No! —dijeron los dos al mismo tiempo y un poco alto, lo suficiente como para que Mía se sobresaltara y los mirara fijamente—. Eso no dijimos —aseguró Marisa—, parque, dijimos que vamos al par
—¡Demonios! —exclamó el Maximiliano Santillana y estampó los dos puños en la pared detrás de él—. Entonces, ¿qué se supone qué debo de hacer?—Entregarla, llegar a un acuerdo de visitas, cumplir el acuerdo y hacer una contrademanda de custodia —explicó Juan Carlos luego de leer esa resolución de un juez de lo familiar que le otorgaba la custodia de Mía Santillana Falcón a su tía materna: Olga Falcón.Maximiliano tembló con rabia y volvió a golpear la pared en varias ocasiones.» Tienes que mantener la calma —pidió el abogado, viendo a ese hombre casi llorar de pura frustración—, lo importante es hacer las cosas bien, y perder la calma frente a ellas, negarte a entregar a la niña o solicitar verla cuando no está establecido en el acuerdo, sería acumular puntos malos que no te permitirían pedir la patria potestad de tu sobrina.Y es que, a pesar de que la niña estuvo todo el tiempo con ellos, Maximiliano y Maximina no habían hecho ningún trámite legal que los autorizara como los tutores
—¿Qué? —preguntó Maximina, muy contrariada—. ¿Estás seguro de esto, Maximiliano? Olga no...—Lo hizo, madre —aseguró el cuestionado—, ella lo hizo. Esa es la notificación de que vendrán por Mía mañana por la tarde. A menos, claro, que acepte el compromiso y la deje entrar a esta casa de nuevo. —¿Y no puedes acusarla por la petición que hace a cambio de dejarte ver a la niña? —preguntó Marisa, comenzando a sentir que la angustia le pesaba en el pecho—... Tienes derecho a verla, no puede condicionarte así, ¿o sí?—Para la convivencia y visitas debemos hacer un acuerdo entre nosotros, y ellas pueden poner las condiciones, pero, me imagino que el gobierno no se espera que una mujer loca pueda llegar a poner semejantes condiciones —explicó Maximiliano—. Entonces, probablemente si puedo interponer una demanda, pero en ese tiempo Mía estaría bajo custodia de cuidados infantiles, porque ambas familias no seríamos aptas para cuidarla hasta que demostremos legalmente lo contrario. —¡No! —excl