CAPÍTULO 35

El “buenos días” de la castaña fue un saludo para su suegra, que la veía divertida por haberlos escuchado reírse; y también fue para las otras dos tías de Mía, de las cuales una le miraba fingiendo diversión y la otra torcía los ojos sin responder al saludo.

—¿De qué hablaban? —preguntó Maximina, llegando hasta su hijo, para saludarlo—. Se veían divertidos.

—Marisita estaba hablando de todas las enfermedades gastrointestinales que le causaba imaginarse que Maximiliano le engañaba con Olga —explicó la señora Lidia y la mayor de todos en ese lugar miró con furia a su hijo, y luego miró con confusión a Olga, que se veía en serio sorprendida, porque lo estaba.

—Espérate, no te enojes, madre —pidió Maximiliano, sonriendo un poco—. La señora Lidia tuvo la culpa, por decir que Olga estaba muy guapa y recordarle a Marisa que ella se iba y venía todos los días en mi auto. Le preguntó a Marisa si no le daban celos y así terminó todo, con Marisa amenazando con llorar fuerte si la cambiaba por Ol
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