CAPÍTULO 38

—Buenos días —saludó un hombre de cabello rubio y de ojos azules, llegando a la recepción donde Marisa hablaba con Maruca sobre la agenda del día.

—Buenos días —respondieron ambas mujeres a unísono—. ¿Tiene una cita? —preguntó Maruca y el hombre asintió, sin esforzarse siquiera en dejar de ver, de arriba abajo, a una joven castaña de ojos cafés.

—Con Maximiliano Santillana —informó el hombre y Marisa hizo mala cara luego de verlo mirarla de tan desagradable manera—. ¿Cree usted que podría guiarme hasta él?

—No —respondió Marisa, sonriendo muy incómoda—. No trabajo para él, así que no hago ese tipo de cosas. Pero, si le da su nombre a la recepcionista, ella confirmará su cita y le indicará a dónde debe ir.

—Por supuesto —aceptó el hombre, sonriendo coquetamente a ambas mujeres, terminando por guiñarles un ojo—, mi nombre es Renato Cortés, y me disculpo si la incomoda que la vea, pero es usted tan hermosa que no logro apartar mi vista de su cuerpo, aunque lo intente mucho.

Marisa no dij
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