CAPÍTULO 33

Olga, a diferencia de Julissa, era una mujer agradable con la que daba gusto platicar, pues incluso su tono y timbre de voz eran disfrutables, pero, definitivamente, lo mejor de ella era la manera en que siempre estaba sonriente; aunque todo era una vil mentira.

Y, aun con lo mucho que le agradaba esa azabache, Marisa se sentía mal a su lado; y es que Olga no solo estaba generándole un profundo miedo a perder a Mía, sino que también le estaba generando todo tipo de inseguridades, pues, sin darse cuenta de cómo había iniciado, la castaña había generado una extraña afición a compararse con esa mujer de ojos claros.

Marisa era bonita, pero Olga era muy guapa; Marisa tenía un cuerpo aceptable, pero Olga tenía un cuerpo sensual; Marisa terminaba siendo una buena persona cuando la conocían bien, pero Olga era demasiado agradable, incluso a la vista, y esa seguridad en sí misma la hacía parecer mucho más confiable que lo que la castaña podía parecer en una primera impresión.

Maximiliano habí
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