VERONICA
—Lista para el espectáculo.
—Estoy lista, señor —respondí, intentando mantener la calma.
—Muy bien —dijo, sonriendo—. Vamos. Necesito que estés segura de que no eres tú la que va a casarse, pero sí la que va a robarse todas las miradas, porque estás muy hermosa.
Me sorprendí de nuevo al escuchar sus palabras. Nunca pensé que fuera un hombre tan elocuente o que le gustara elogiar la belleza de una mujer. Sin embargo, guardé silencio y no me bajé del auto inmediatamente. Esperé a que Bruno Romano bajara primero y me abriera la puerta.
Le ofrecí la mano y noté cómo me admiraba. Había optado por un vestido rojo, tal como él me había recomendado. Sus palabras habían calado profundamente en mí y había sentido que mis amigas no eran realmente mis amigas cuando apoyaron a Daniela después de su traición.
Iba a ser la dama de honor, pero después de todo lo que había pasado, decidí no presentarme como dama de honor a la boda. Quería estar ahí para mi amiga, pero sabía que las cosas iban a ser muy diferentes entre nosotras después de la traición de Daniela.
Llevaba un vestido rojo intenso que destacaba mi figura esbelta. Era largo, llegando justo por debajo de la rodilla, y tenía una abertura en la pierna que no era demasiado profunda, justo lo suficiente para darle un toque de sensualidad sin ser demasiado atrevido.
Bruno, por otro lado, iba impecablemente vestido con un traje negro que realzaba su presencia autoritaria. Su camisa blanca estaba perfectamente planchada y su corbata oscura añadía un toque de sofisticación. Su aspecto era el de un hombre seguro de sí mismo, acostumbrado a estar en el centro de atención.
La boda se llevaba a cabo en un lugar llamado "El Jardín de los Sueños", un campo verde rodeado de árboles y con un lago en el fondo. Era un lugar perfecto para una boda al aire libre.
Cuando Bruno Romano y yo llegamos, las primeras en reaccionar fueron mis amigas Alejandra y Emma. Se acercaron a nosotros con curiosidad y sonrisas.
—Vero—dijo Alejandra—estas hermosa.
Seguramente destacaba ya que ellas estaban vestidas como damas de honor. Las mire, observándolas de otra manera y me dolía pensar que realmente nunca fueron mis amigas.
—Hola, chicas —les dije, sonriendo—. Les presento a mi acompañante, Bruno Romano.
Bruno Romano se presentó ante mis amigas con amabilidad y educación, lo que me sorprendió de nuevo. Su capacidad para adaptarse a cualquier situación y su encanto natural eran impresionantes.
—Encantado de conocerlas —dijo, sonriendo—. Verónica me ha hablado mucho de ustedes.
—Pero Verónica, nunca nos habló de ti —dijo, mirando a Bruno Romano con interés.
Bruno Romano sonrió y antes de responder me tomo de la cintura, pegándome a su cuerpo
—Posiblemente porque yo le pedí que mantuviera nuestra relación en el anonimato.
Me quedé con la boca abierta, sin entender qué estaba pasando. ¿Qué relación estaba hablando? Me sentí confundida y un poco incómoda porque se supone que solo era mi acompañante.
—¿Relación? ¿Ustedes tienen una relación? —preguntó, con un tono chismoso y curioso.
Bruno Romano asintió con la cabeza y después dejo un beso en mi mejilla sorprendiéndome a un más. Sus labios eran cálidos pero no era momento de perderme porque me estaba dejando como la infiel aquí.
—Sí, tenemos una relación Hace unos cinco meses que estamos juntos, pero decidimos mantenerlo en secreto hasta ahora.
Alejandra y Emma se miraron entre sí, sorprendidas y yo no sabia en donde meterme.
¿Qué le pasaba a ese hombre? Eso no estaba en el trato.
—¡Hace cinco meses! —exclamó Alejandra—. ¡Eso es mucho tiempo!
—Sí, pero pensamos que era el momento perfecto para compartir la noticia con todos. Queríamos asegurarnos de que nuestra relación era sólida y que estábamos listos para enfrentar cualquier cosa que viniera.
—Pero amiga, te lo tenías muy bien guardado.
—La verdad es que no quería que se convirtiera en un gran espectáculo. Quería mantenerlo en privado, al menos por un tiempo—dije lo primero que se me ocurrió.
—Y yo que pensé que eras la engañada cuando tú también estabas engañando a Jack... ¿o no? —preguntó, con una ceja arqueada y ahí estaba su comentario pasivo, agresivo que siempre hacia conmigo.
—Creo que estás malinterpretando la situación, Alejandra. Verónica es una mujer con clase y dignidad, y no creo que sea justo cuestionar su integridad de esta manera—respondió Bruno—y se dicen ser sus amigas. Odio las personas como ustedes.
Dijo sin sutiliza y mi jefe era vil cuando se lo proponía.
Bruno me tomó de la cintura con firmeza y me alejó de mis amigas, que se quedaron mirándonos con sorpresa. Me sentí un poco incómoda por la repentina intimidad, pero no dije nada.
Un mesero pasó por nuestro lado y Bruno tomó dos copas de champán de la bandeja. Me ofreció una y yo la acepté, necesitando un momento para calmarme. El cúmulo de emociones me había dejado sin aliento.
—¿Qué fue todo eso? —le pregunté, intentando procesar lo que acababa de pasar.
—En este mundo, no puedes permitirte ser vulnerable —dijo, mirándome con intensidad—. Si no te defiendes, te devorarán. No importa lo que piensen los demás, lo que importa es cómo te sientes tú misma.
—Si pero…
—Y recuerda, en este juego, solo hay dos opciones: comer o ser comido. ¿Cuál prefieres?
Cuando él me preguntó "¿Cuál prefieres?", mi mirada se desvió hacia sus labios. El aire pareció cargarse de electricidad mientras esperaba mi respuesta.
—Comer —dije finalmente.
Bruno Romano sonrió con picardía, y su mirada se volvió intensa. Se acercó un poco más a mí, y su voz se convirtió en un susurro.
—Comer es bueno, pero hay ocasiones en que ser comido también resulta ser muy placentero.
Su sonrisa se ensanchó, y su mirada pareció atravesarme. Me sentí envuelta en una atmósfera de tensión y anticipación.
Prefiriendo no responder nada, me refugié en mi copa de champán, bebiendo un sorbo para calmarme. Mi corazón aún latía a un ritmo vertiginoso después de la intensa mirada de mi jefe.
Mientras intentaba recomponerme, mi mirada se desvió hacia el resto del salón. Fue entonces cuando vi una escena que me hizo sentir un dolor profundo. Allí, en medio de la fiesta, estaban los padres de Luciana, sonriendo y charlando con Jack y Daniela. La misma Daniela que había sido mi mejor amiga, y el mismo Jack que había sido mi pareja durante tanto tiempo.
Que horrible sensación me abarco. ¿Cómo podían estar allí, sonriendo y charlando con los padres de Luciana, como si nada hubiera pasado? ¿Cómo podían aceptar la relación de esos dos, cuando ellos mismos habían bendecido y aprobado mi relación con Jack durante tanto tiempo?
La ironía y la traición me golpearon con fuerza, y me sentí como si estuviera viviendo una pesadilla. No podía creer que Jack y Daniela hubieran podido manipular a los padres de Luciana de esa manera, y que ahora estuvieran allí, disfrutando de la aceptación y la aprobación de personas que habían sido importantes para mí.
—¿Qué te pasa? —me preguntó Bruno, su voz baja y penetrante.
—Nada —respondí, intentando mantener una expresión neutral.
Bruno se río suavemente y se acercó un poco más a mí.
—Verónica, llevas 5 años trabajando para mí y te conozco demasiado bien. Sé cuándo estás enojada, cuándo estás alegre, cuándo algo te preocupa... y cuándo me mientes.
Me sentí atónita ante su receptividad. ¿Cómo podía conocerme tan bien?
—Tu expresión corporal habla por ti sola —continuó—. En este momento, noto que algo te pasa. Cambiaste tu aura inmediatamente.
Me quedé mirando a Bruno, perdida en la intensidad de su mirada. Su rostro era un misterio, una máscara de confianza y seguridad que me hacía sentir intrigada. Quería saber qué se escondía detrás de esos ojos profundos y misteriosos, qué pensamientos se agitaban en su mente.
Además, su sonrisa y su forma de moverse parecían calculadas, como si estuviera siempre al control de la situación. Sin embargo, había algo en él que me hacía sentir que no lo conocía en absoluto.
—¿Eres brujo? —le pregunté, intentando bromear.
Bruno sonrió y se inclinó hacia mí, su voz tomó un tono sensual y impactante.
—No soy brujo, soy un hombre observador. Así que dime, ¿qué te pasa? Podrás engañar a todo el mundo, menos a mí.
Su proximidad y su mirada intensa me aturdió, y mi mente se quedó en blanco. Mi cuerpo parecía haberse paralizado, y mi corazón latía a un ritmo frenético.
Suspire, era mejor no hacerlo enojar o mentirle.
—Acabo de ver a mi ex con su nueva pareja —le dije a Bruno, intentando mantener la calma.
—¿Dónde? —me preguntó, mirando a su alrededor.
—A tus seis —le respondí, señalando hacia atrás.
Bruno se volvió y miró en la dirección que le había indicado.
—Son esos dos jóvenes que están hablando con esos dos señores —le dije, indicando a Jack y Daniela.
—Si.
—¿Y esa es tu mejor amiga? —me preguntó Bruno, mirando a Daniela con interés.
—Sí, Daniela —le respondí.
Bruno se volvió hacia mí y me miró de arriba a abajo, su mirada deteniéndose en mis labios y mis ojos.
Que calor
—Tú al lado de ella eres una mujer tremenda —me dijo, su voz baja y sensual.
No tuve tiempo de procesar sus palabras, ya que Bruno me tomó de la cintura y me guio hacia el lugar donde estaban Jack y Daniela.
—¿Qué haces? —le pregunté, intentando zafarme de su agarre.
—Vamos a presentarnos —me dijo, sonriendo.
VERONICAEmpecé a hiperventilar mientras me acercaba a los padres de Luciana y a ellos, a mi mejor amiga y a mi novio, los dos traidores que me habían destrozado el corazón.—Mantén la cabeza en alto, no les demuestres debilidad —me dijo Bruno, su voz baja y penetrante.—¿Cómo me dices esto? —le respondí, mi voz llena de incredulidad. —Si tú me estás enfrentando a ellos. Desde que supe que me traicionaron, no los había visto.Bruno se rió suavemente.—Es mejor ahora —dijo—. Es mejor enfrentarlos ahora y no después.—No me siento preparada —admití, mi voz temblando ligeramente.—No estabas preparada cuando te engañaron, ¿verdad? —dijo Bruno, su mirada intensa—. Y aun así sobreviviste. Sobrevivirás a esto también.—¿Y si no puedo? —le pregunté, mi voz apenas un susurro.—La mejor forma de enfrentar a unos traidores es mostrarles una sonrisa radiante —dijo Bruno, sonriendo—. Y tú tienes una perfecta.Me aclaré la garganta y me recompuse, revelando un destello de determinación en mis ojos
VERONICALa ceremonia se llevó a cabo en un hermoso jardín al aire libre, con el agua del lago como telón de fondo. La novia, Luciana, mi mejor amiga, caminó hacia el altar con una sonrisa radiante en su rostro.Las damas de honor, amigas nuestras desde la universidad, estaban sentadas en la primera fila, sonriendo y llorando al mismo tiempo. Me sentí un poco extraña al verlas allí, sabiendo que debería estar sentada junto a ellas, pero en ese momento no me importaba. Había distanciado a esas amigas después de todo lo que había pasado.El oficiante de la ceremonia comenzó a hablar, su voz clara y resonante. Habló de la importancia del amor y la compromiso, de la unión de dos personas en matrimonio. Luciana y su novio escuchaban atentamente, sus ojos fijos el uno en el otro.Después de un rato, el oficiante les pidió que se intercambiaran los votos. El novio comenzó a hablar, su voz llena de emoción. Prometió amar y proteger a Luciana por el resto de su vida.Luciana hizo lo mismo, pro
VERONICAMe encontraba en mi apartamento de dos piezas, que había sido mi refugio y mi hogar durante tanto tiempo. Sin embargo, después de descubrir la traición de mi ex novio y mi amiga, la habitación principal se había convertido en un espacio insoportable para mí. Había pasado todas mis pertenencias a la segunda pieza, que era mucho más pequeña, pero al menos me permitía dormir sin sentirme invadida por los recuerdos dolorosos.Mientras me preparaba para la noche, no podía evitar pensar en cómo mi vida había cambiado en tan poco tiempo. Mi trabajo como secretaria de Bruno me había permitido pagar las cuotas del banco por mi apartamento, que había comprado con un préstamo. Sin embargo, después de la traición, me sentía como si estuviera viviendo en un lugar que ya no me pertenecía.Pero no tenía tiempo para pensar en eso ahora. Tenía solo 4 horas para alistarme para la cena con Bruno, y estaba decidida a hacerlo. Me pasé horas buscando el vestido perfecto, hasta que finalmente encon
VERONICAIngresamos en un lugar que parecía una discoteca, pero que en realidad era un bar con un ambiente muy peculiar. La luz era tenue, casi oscura, y el aire estaba cargado de una energía sensual.Me sentí incómoda al principio, ya que nunca había estado en un lugar como ese. Parecía que solo admitían parejas, y el ambiente era muy íntimo y exclusivo. Bruno me guió con su mano en mi espalda baja, lo que me hizo sentir un poco más segura en ese entorno desconocido.Mientras caminábamos hacia la mesa privada, pude sentir la mirada de los demás clientes sobre nosotros. Era como si estuviéramos en un mundo aparte, un mundo de placer y sensualidad.La mesa privada era un rincón acogedor con sillones en forma de L. Me senté junto a Bruno, y él se sentó junto a mí, muy cerca. Pude sentir el calor de su cuerpo y su respiración en mi oído.— ¿Qué te apetece beber? —me preguntó Bruno, con su voz baja y sensual.— Un cosmopolitan, por favor —respondí, intentando sonar segura.Bruno sonrió y
VERONICALa mujer suspendida, cegada y rodeada de cadenas por todo el cuerpo.Eso era impactante, pero asombroso era que estaba dando una escena para muchas personas que observaba como un hombre usaba su cuerpo dándole látigos, tocándole el coño y penetrándola el ano con un dildo mientras ella de piernas abiertas para el público.— Te sientes horrorizada por la escena —susurró.Me volví ligeramente hacia él, sin dejar de mirar la escena que nos rodeaba.Era imposible, ya que la mujer gemia demasiado.— Más que horrorizada, sorprendida —le respondí.— ¿Crees que le están haciendo daño? —preguntó, su voz baja y sensual.— Por los gemidos, al parecer no —le dije, mi voz apenas un susurro.Bruno se rió suavemente y me volteo, para que siguiera viendo. Dejo sus manos grandes en mi cintura y me susurro al oído, provocando que por un momento quisiera cerrar los ojos.— Tienes muy buena percepción —dijo deleitándome con su tono—. No le hacen daño, le están haciendo lo que ella desea.Me volví
El cuarto rojo de Bruno era un espacio que parecía haber sido diseñado específicamente para explorar los límites del placer y el dolor. La primera cosa que noté al entrar fue la iluminación tenue y rojiza que parecía envolver todo en una atmósfera de pasión y sensualidad.Las paredes estaban adornadas con herramientas y accesorios que parecían haber sido diseñados para el placer y la restricción. Vi cadenas, cuerdas, y dispositivos que parecían haber sido creados para estimular y controlar el cuerpo.En el centro de la habitación, había una gran cama con una estructura de madera oscura y adornos de cuero. La cama parecía haber sido diseñada para permitir una variedad de posiciones y restricciones, y había varias herramientas y accesorios dispuestos alrededor de ella.En una esquina de la habitación, vi un gran armario que parecía contener una variedad de ropa y accesorios de cuero y látex. Había también una gran mesa de madera oscura que parecía haber sido diseñada para permitir la ex
La suavidad de la tela de mi vestido parecía potenciar la sensación de sus manos en mi piel, y me sentía envuelta en una sensación de calor y comodidad. Era como si el vestido estuviera diseñado para maximizar el placer de su tacto, y yo me sentía afortunada de poder experimentarlo.—Bruno—susurre su nombre cuando presiono mis pezones con fuerza.— Silencio —me dijo, su voz baja y firme.No dejó de tocarme, por el contrario ahora sus caricias estaban en mis piernas, subiendo mi vestido.— ¿Tengo que callar? —le pregunté de nuevo, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda y mordí mi labio cuando sus dedos, tocaron mis bragas.— Solo hablas cuando yo te lo permita —me dijo sin vacilar y un tono que me alarmo demasiado.Corrió la tela de mi panti, tocando mi intimidad y me avergoncé, un rubor baño mis mejillas porque lo descubrió y lo sabia por el gruñido masculino que soltó y reverbero en mi cuerpo.—¿Quién es la mentirosa ahora? —me preguntó Bruno, su voz baja y sarcástica.—Me discu
VERONICAEl sonido de mi teléfono me sacó de mi estado de semi-sueño. Mi cabeza dolía y mi cuerpo estaba cansado después de una noche sin dormir. Miré el reloj y vi que era sábado, mi día de descanso. ¿Quién podría estar llamándome a esta hora?Tomé el teléfono sin mirar quién era y contesté con un tono de voz algo irritado.—¿Sí?—Hola, mi amor —escuché la voz de mi mamá al otro lado de la línea—. ¿Cómo estás?Mi culpa se activó al escuchar su voz. No quería parecer descortés.—Hola, mamá —le dije, intentando sonar más amable—. Estoy bien, gracias. Solo que no dormí muy bien anoche.—¿Qué pasó? —me preguntó mi mamá, preocupada—. ¿Te pasa algo?Estaba tentada de contarle a mi mamá sobre lo que había pasado con Bruno, pero algo me hizo dudar. No estaba segura de cómo reaccionaría ella, y no quería preocuparla innecesariamente.—No, mamá —le dije—Solo que tuve un día un poco estresante en el trabajo, eso es todo.—Tu jefe te maltrata, te explota —dijo mi mamá—. No entiendo por qué aguan