Lo que ocurrió después fue muy doloroso para Laudina, sintió que el mundo se le derrumbó encima, el dolor en su pecho era insoportable, saber que nunca más podría ver la pequeña carita de su luneta, no la vería crecer, ni caminar, ni llamarla mamá.Se dejó caer en el suelo, deseando que también ella dejara de respirar para ir al lugar donde estuviera su hija.El dolor era tan grande, que tenía la sensación de que le habían perforado el corazón con un filoso cuchillo, no supo cuánto tiempo estuvo allí, hasta que vio acercarse a Falconer, quien se agachó a un lado de ella.Laudina lo miró con tristeza, sus ojos anegados de lágrimas y rojos de tanto que había llorado, era como si con esa pequeñína se hubiera ido la mitad de su corazón.Apenas verlo se le lanzó en los brazos, mientras repetía una y otra vez como una especie de mantra la misma oración.—Perdóname mi amor, fue mi culpa… fue mi culpa… mi culpa, no debí dormir… es mi culpa —su voz entrecortada y ronca de tanto gritar.Falcone
Para Angus y Leonor, también, el tiempo fue pasando, los días se sumaron al almanaque, hasta convertirse en meses, y estos en años, y a pesar de haber tenido tantas oportunidades de declararse el amor, no lo hicieron. Nada entre ellos cambió, todo pareció congelado en el tiempo, se acostumbraron a la rutina, a hacer las mismas cosas de siempre, se sumieron en atender a su hijo, y aunque ella lo amaba, no se lo repitió.Él se volvió frío, más distante, una fachada de hombre inalcanzable, pero lo hizo porque tenía miedo que si le decía lo que sentía terminara huyendo de su lado, sin embargo, eso no impidió que cada vez que tenía un evento social, él acudiera de la mano de su esposa.Fue en unos de esos eventos, cuatro años después, cuando se encontraron con Donova acompañado de la que resultó ser su esposa, se había ido de la ciudad y ahora había regresado. Apenas los vio, se les paró delante, con una sonrisa indescifrable.Se acercó a Leonor, tomándola por la cintura y le dio un beso
Inesperadamente, fue Leonor intervino. Se adelantó, sonriendo de manera un poco forzada.—Bienvenidos, pasen adelante —Angus se había quedado estático sin saber qué decir.No porque ella le importara, sino porque se sintió culpable por cómo se había comportado, dejándola sin ninguna explicación. Fijó su mirada en la niña, tenía aproximadamente la misma edad de Andrew, ¿Será posible?, se dijo mentalmente, pero luego negó con la cabeza.A su vez, Leonor, que lo observó todo, malinterpretó su silencio, pensando que su esposo, al ver a su amor de juventud, había revivido lo que sentía por ella, de todas maneras a ella no la había amado nunca.Laudina parpadeó con sorpresa. Pero luego, tembló ligeramente y avanzó para devolverle el saludo a Leonor.Mientras tanto, como Angus seguía sumido en sus pensamientos, Leonor lo pellizco en un lado y fue cuando reaccionó.—Falconer, bienvenidos.—Les presento a mi esposa, ella es Laudina y a mi pequeño sol —dijo el hombre.—Ella es mi esposa —dijo
Los tacones de Laudina chasquearon en el pavimento cuando salieron de la residencia de los Davis, con el frío de la noche calándole los huesos. Se ciñó el chal alrededor de los hombros, hasta que subió al auto.Sintió alivio de haber salido de allí, jamás imaginó volverse a encontrar con Angus, era un pasado que prefería haber dejado atrás.Mientras su esposo conducía, miró a su familia, con los rostros marcados por el cansancio de la noche. Falconer tenía la mandíbula rígida y la mirada fija en el camino.Claudia por su parte, parloteaba sin parar, su exuberancia juvenil no se veía afectada por la tensión que flotaba como una pesada cortina entre los adultos. —¡Era tan mono, mamá! Cuando sea mayor, me casaré con él —dijo la niña, su voz perforó el silencio, provocando un gruñido bajo de Falconer y una fugaz mirada de pánico de Laudina.El viaje a casa en coche transcurrió en una procesión silenciosa, interrumpida únicamente por los sueños de Claudia sobre futuros romances. Mientras
Al día siguiente, Falconer se levantó temprano y fue a las instalaciones de la empresa Davis, cuando llegó Angus no se encontraba, estaba en una reunión, en su lugar lo atendió Donova.—¿Qué estás haciendo por aquí? —le preguntó el hombre con una excesiva curiosidad.—Vine a hablar con Angus —dijo Falconer si querer dar más detalles del motivo de su visita.—Sabes que yo trabajo aquí y conozco cómo se maneja todo, de hecho soy de confianza de Angus… aunque a veces no esté de acuerdo con sus decisiones. Veo que eres muy amigo de él ¿Cierto o me equivoco? —preguntó.Falconer suspiró, pero asintió.—Si es un hombre que me ha ayudado en todo, y valoro que gracias a él pude salvar el patrimonio, Garcés, me hizo invertir en buenas empresas que me han dejado buenos dividendos.—¿Y has recibido el capital de esa inversión? —preguntó, y Falconer dudó por un momento.—Bueno, no he recibido el capital, pero sí un porcentaje de las ganancias.—Falconer, lamento lo que voy a decirte, pero no deber
El día en lo que sucedió lo de Falconer, Angus no lo supo hasta que regresó de viaje de negocios días después.Y en ese momento estaba con Donova sentado en el escritorio de su despacho, visiblemente conmovido.—No entiendo ¿Por qué ocurrió eso? ¿Por qué tomó esa decisión drástica? Debió preguntarme a mí, nos habíamos visto la noche anterior —expresó Angus en tono frustrado.—Es que cagaba unos papeles encima, donde decía que estaba en quiebra, ¡A saber de dónde los sacó! —dijo con un suspiro.—¿De dónde los sacó? No parecía propio de Falconer, era un hombre muy racional.—Quizás se enteró de que su esposa fue antes tu amante —dijo Donova y Angus se quedó viéndolo con sorpresa.—¿Cómo sabes tú que Laudina era la esposa de Falconer? Si yo me enteré fue en la cena donde lo invité, aun cuando habíamos sido amigos por años—preguntó Angus mirándolo con sospecha, y el hombre se quedó en silencio—, ¿Lo sabías y no me lo dijiste y así te llamas mi amigo? —¿De dónde sacas eso? No lo sabía,
Meses despuésMuchas cosas habían empezado durante los últimos meses después del divorcio. Su hijo había tenido un accidente. Se había descubierto que Claudia sí era hija de Falconer, que había sido melliza con otra, que resultó ser hija de Angus, porque Laudina había tenido una superfecundación heteropaternal.Aunque habían sido momentos duros, las cosas habían comenzado a mejorar, se sentía diferente, más optimista y no estaba dispuesta a seguir sufriendo por un hombre que nunca la vio con amor, aunque su corazón latiera como una locomotora cuando lo veía.Había creado una gran amistad con Franco, quien había sido un apoyo incondicional durante los momentos más difíciles de su vida. Y ahora estaban allí en un restaurante, donde él la había invitado a comer.—¿Te has enamorado después de la muerte de tu esposa? —le preguntó ella con curiosidad.—Helena, fue para mí la mujer de mi vida, era tan dulce, con ella tuve los mejores años de mi vida, fui inmensamente feliz, y la amaba profun
Leonor se quedó viéndolo con las cejas alzadas, mientras decenas de preguntas se arremolinaban en su cabeza. ¿Será verdad que está ebrio? ¿Cómo puedo comprobarlo? Se dijo mientras sentía que los engranajes de su cerebro se movían con rapidez buscando una salida.—¿En verdad estás ebrio? —le preguntó Leonor, y él se acercó sonriendo y con un aire de coquetería le habló en un susurro al oído.—¿Quieres que te haga el cuatro? —inquirió y el rostro de Leonor se ruborizó al imaginarse otra cosa.Él se dio cuenta y se carcajeó.—Ay picarona… aunque ese cuatro lo puedes hacer tú… Y yo… — antes de que pudiera decir cualquier barbaridad, ella le tapó la boca.—¡Shhh! Cállate, borracho, impertinente —dijo suspirando—, lo mejor será que te lleve a la cama, porque te puedes caer y abrirte la cabeza… te aclaro, no es porque me importes, sino que la moqueta es blanca.Él sonrió en su interior, cuando ella lo llevó a la habitación, Angus fingió caerse en la cama y arrastrarla con él.—¡¿Qué haces?!