Estábamos en plena sesión de 'este velo no me convence' cuando, sin previo aviso, Jeanet se cruzó de brazos, se giró hacia Isabela y soltó: “¿Y el anillo para cuándo, eh?” Lo dijo así, con tono de canto y todo, pero lo peor vino después. No contenta con eso, se subió al banco donde minutos antes Clara había estado probándose tacos y empezó a cantar a viva voz, con una voz demasiado buena para no molestar: “¡Y el anillo pa’ cuándoooo! ¡Y el anillo pa’ cuándoooooo!” Casi me caigo del sofá de la risa. Clara tuvo que sentarse porque se estaba doblando de la risa y no quería arrugar el vestido. Isabela solo cerró los ojos como si invocara a todos los santos y demonios conocidos para no tirarle un cojín a la cara. “¡No empieces con eso otra vez, Jeanet!” gruñó Isa, pero ya era tarde. El resto del séquito empezó a corear el estribillo con palmas. Yo también me uní, por supuesto. Si una va a morir entre satín y tul, al menos que sea cantando. Jeanet bajó del banco como una diva, se ace
Y aquí estamos. En el bar de Blue. Buena música, algunos amigos… y bailarinas.Dios. Samantha me matará si se entera. Y Clara... Clara cancelará la boda, la luna de miel, y posiblemente la existencia de Estefan.Pero al parecer a Isabela no le importa en lo más mínimo. Está encantada. Fascinada. En su elemento. La muy bruja ha hecho bailar a dos mujeres prácticamente encima de Estefan, que solo se ríe y niega con la cabeza mientras intenta no mirar demasiado. O al menos lo finge bien.Isabela siendo Isabela."¡Vamos, te toca!" me grita sobre la música, con una copa en una mano y su teléfono grabando con la otra."¡Estás loca! ¡Yo no me voy a casar!" le grito de vuelta, pero no me escucha.Ni siquiera me da tiempo de escapar. Me tira de la mano como si fuera una muñeca de trapo y me empuja hacia el centro, justo frente a una silla."Siéntate, Cassandra. Sé una buena vampira y disfruta," dice con una sonrisa endemoniada."Esto es una trampa, Isa. Una trampa de alto nivel.""Y tú caíste
Y su nueva víctima es... oh no. "¡JAIMITO!" grita como si anunciara al ganador de un concurso. El pobre —o afortunado, según cómo se mire— la sigue con una sonrisa estúpida y los brazos levantados, gritando: "¡La vida es una sola, yujuuuu!" Estefan se ríe tan fuerte que casi se le cae el vaso. Y yo… yo solo me recuesto contra el respaldo de la silla, respirando hondo, agradeciendo que por ahora nadie se haya dado cuenta de mi pequeño colapso interno. Mientras Jaimito sube al escenario como si fuera el protagonista de un musical demente, pienso que definitivamente esto ya se salió de control. Y aún no es medianoche. Las chicas estarán haciendo lo mismo o su despedida será más tranquila. Después de un largo rato salgo a la zona de fumadores. No fumo pero necesito un respiro. "Así que así se divierten los asquerosos chupa sangre." Otra vez su voz. Reconocería ese tono sarcástico en medio de un huracán. Me doy vuelta despacio, intentando fingir que no me remueve nada, que no me
“Los invitados están llegando” anunció María desde la puerta, con una sonrisa radiante y el rostro iluminado por la emoción. Su vestido en tono lavanda pastel le sentaba de maravilla; nunca la había visto tan elegante, y al mismo tiempo tan ella. “Los guardias se encargan de recibirlos, y la verdad… todo está saliendo de maravilla afuera.” Asentí mientras me levantaba para mirar por la ventana. Desde allí podía ver los autos acercarse por el camino de piedras, uno tras otro, como si todos los mundos hubieran decidido reunirse aquí hoy. Vampiros y humanos… todos con sus mejores galas, todos con una invitación en el bolsillo y la emoción en los ojos. “¡Dios, falta muy poco!” soltó Clara con un quejido ahogado, apretando los dedos en su regazo mientras se retorcía en la silla. La maquilladora la miró por encima de los lentes con una expresión que decía más que mil palabras. “Si te sigues moviendo así, vas a llegar a tu boda pareciendo payasita de circo” le dijo sin rodeos, mientras s
Ella sonríe contra mis labios. “Estás hermosa” susurra, y siento que el mundo se vuelve un poco más brillante solo por cómo me mira. Dios… estoy enamorada hasta las patas de esta mujer. No hay otra forma de decirlo. No hay metáfora bonita ni palabras elegantes que lo expliquen mejor. Es un amor que me quema por dentro, que me sostiene, que me vuelve loca y al mismo tiempo me da paz. Es ella. Mi vampirita. Mi caos y mi calma. Acaricio su mejilla con el dorso de los dedos, mientras el bullicio de la casa parece desvanecerse por un instante. “Me alegra que llegaste a tiempo” le digo en voz baja. “Estaba empezando a pensar que tendría que ir a buscarte para arrastrarte de las orejas hasta aquí.” “No me tientes” responde con esa sonrisa suya que me desarma. “me encanta cuando te pones brava.” Rodé los ojos y contuve la risa, pero no pude evitar besarla una vez más. Rápido, suave, como un suspiro. No había tiempo para más… pero me habría quedado ahí el resto del día. La música empez
Los votos fueron maravillosos. Las palabras de amor que se intercambiaron no solo sellaron su compromiso, sino que también arrancaron más de una lágrima entre los presentes. Las mías, por supuesto, y las de Jeanet, que intentaba disimularlas con una sonrisa torcida mientras le pasaba un pañuelo a Grettel que no entendía por qué todos lloraban, pero igual imitaba nuestras emociones. Fue perfecto. Y entonces llegó el momento de sellar el pacto. Clara y Estefan firmaron los registros con manos temblorosas pero firmes, mientras el maestro de ceremonia declaraba que la unión era oficial. Y luego... vino el beso. Ese beso que ambos esperaron con ansias, que no era solo una tradición, sino una promesa viva. Fue suave, pero cargado de intensidad. Largo, pero lleno de ternura. Un beso que hablaba de todas las batallas superadas, del fuego y del hielo que aprendieron a templar juntos. Los aplausos estallaron como una ola imparable. Vitoreos, risas, aullidos y silbidos llenaron el jardín,
“Sí, sí” Katty bufó “Ya los vi a todos comportándose como si fueran parte de una comedia romántica. Hasta tú, Samantha, con tu cara de “voy a explotar de emoción” cada dos minutos.” “Yo no tenía cara de eso” repliqué, frunciendo el ceño. “La tenías” dijeron ambas al mismo tiempo. Y luego se miraron. Y se rieron. Era raro. Casi agradable. Tres mujeres que normalmente chocaban más que el hielo con el fuego, sentadas compartiendo un momento de paz. Sin necesidad de competir. Sin sarcasmos venenosos (o no tanto). Solo siendo. “Admito que ustedes dos hicieron un buen trabajo como madrinas” dijo Katty finalmente. “No fue tan terrible como pensé.” “Eso fue un cumplido, ¿verdad?” preguntó Cassandra. “Tan cerca como van a tener uno de mí.” “Lo tomo” dije, alzando mi copa. “Brindemos entonces” sugirió Cassandra. “Por la boda, por los novios, por no terminar a mordidas.” “Y porque tú no terminaste en tu ataúd a mitad de la fiesta” le dije, sonriendo. Cassandra me guiñó un ojo. “¿Quién
Caos Cassandra Voss Parece que el tiempo volara, parece que hace unas semanas celebrábamos la boda de Estefan y hoy ya los tenemos de vuelta de su luna de miel en Acapulco. Increíble. Me alegra tenerlos en casa nuevamente, desbordando amor hasta por los poros. Observo a la mujer que tengo a mi lado, está profundamente dormida. Se ve tan hermosa. ¿Será normal que me encante verla dormir? ¿Qué adore el movimiento de su respiración, la forma en que su pecho sube y baja con calma? Su pelo cae sobre la almohada como un velo oscuro, y por momentos me dan ganas de despertarla solo para escuchar su voz susurrándome algo al oído. Pero no lo hago. Me basta con tenerla aquí, cerca, respirando conmigo. No tiene idea del efecto que causa en mí. Podría pasar horas mirándola sin cansarme, y aún así sentir que no es suficiente. A veces me pregunto si ella lo sabe, si es consciente del caos que deja en mi interior con una simple sonrisa. Afuera, la casa está en silencio, apenas interrumpida por